31 octubre 2005

DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 30 de octubre de 2005


Días sin escribir, días en los que lo bueno y lo malo se mezclan dejando un regusto agridulce. Pero la vida está hecha de pequeños sinsabores y de mínimas victorias, unos y otras olvidadas al poco tiempo de haber ocurrido.

Viernes. Acabo “Pandora al Congo” de Albert Sánchez Piñol (una maravilla, una pandora al congopequeña delicia fácil de leer que recomiendo a todo el mundo), he disfrutado mucho.
Empiezo “El diablo guardián” de Xavier Velasco que, pese a tener un nombre catalán, es un autor mexicano que me recomendaron (y regalaron el libro) Amador y María.
Me encuentro con ellos en el metro que les llevaba – y a mí también – a Graceland. Hemos quedado para cenar en el Maxi (c/Carretera del Prat, 30 Bis. Barcelona Tel. 932968410). Pulpo, calamares, lacón, jamón, mejillones, cañaillas, pimientos del padrón... nos ponemos las botas y no paramos de hablar. Continuamos en casa. El fin de semana no podía empezar mejor.

Sábado. El día despierta lento en Graceland. Finalmente conseguimos salir y nos acercamos al mercado a comprar. No es el mercado al que – en pocos días – me había vuelto a acostumbrar – falta variedad y cantidad – pero es el que tengo cerca y debo hacerme a él. Hacer la compra a cuatro manos es mas agradable.
Al volver tenemos la primera desagradable sorpresa. Nuestros vecinos –en un afán corporativo difícil de entender – han organizado la tercera reunión en poco mas de un mes. Parece que por tercera vez será María José la que sufra las consecuencias.
El resto del día transcurre entre siestas, partidas del solitario “spider”, de dardos y capítulos de Fraisier.

Domingo. Decidimos coger las bicis por primera vez desde Graceland. Las ruedas están deshinchadas. Perdemos una hora buscando la mancha entre las muchas cajas que todavía decoran el sótano de casa. Al final – cuando ya nos habíamos rendido – aparece en una bolsa donde no debería haber estado nunca. Cruzamos Montjuïc con más penas que glorias y llegamos al centro de Barcelona. Damos una larga vuelta y nos regalamos una cerveza en “El chiringuito del mar” (Playa de Sant Sebastià. Barcelona). Hace sol, la gente llena la playa y nosotros vamos con ropa veraniega.
Estamos muy cansados y decidimos volver a casa con metro. Delante de las taquillas, y en un despiste, nos roban la cartera que llevábamos en las alforjas de la bici. La guardia urbana – totalmente despreocupada por nuestro problema – nos indica que estas cosas pasan y la comisaría mas próxima para ir a poner la denuncia (en ningún momento hicieron amago de intentar ayudarnos de otra manera). Ponemos la denuncia y volvemos a casa en bici – todo nuestro dinero, por suerte no demasiado, y las tarjetas y documentación de María José estaban en la cartera. Sobretodo sabe mal por los recuerdos que también llevaba en la cartera.
En casa descansamos un rato y nos acercamos a un tanatorio cercano a casa – no sabíamos que estaba tan cerca – a darle un abrazo a un amigo. Otra mala noticia.
Al volver a casa – y aunque parece imposible – nos perdemos y acabamos haciendo un tour turístico por la Zona Franca.
Volvemos a casa muy cansados. Cocinar un rato me ayuda a reponerme de los sinsabores del día.

28 octubre 2005

DIARIO DE UN OCIOSO
Viernes, 28 de octubre de 2005


Se acaba una nueva semana laboral. Quedan atrás cinco días de rutina con pequeñas ventanas abiertas a la esperanza: desayunos con María José, lecturas – “Pandora al Congo” me está encantando -, la irrupción explosiva de una nueva entrega de “Gran Hermano”, llegar a casa después del trabajo y encontrarme la cena preparada...
En Graceland se está muy bien pese a los pequeños inconvenientes que convertir una construcción en una vivienda comporta.

Miércoles noche. Salgo de Levi Pants con Jordi P. – recientemente fichado por la insigne empresa que me alimenta desde hace algo más de un año – y nos acercamos hasta el Born. Pateamos las calles en busca de algún sitio donde saciar el hambre acumulada durante todo el día. Recalamos en “el Born”, un pequeño restaurante especializado en fondees. Para empujar la fondee de carne que elegimos caen las primeras cervezas. Hablamos de trabajo, de Levi Pants, de música, de libros, de cine, de gente que conocemos, de gente que conocimos, de gente que no hubiéramos querido conocer, de cosas que pasaron hace tiempo, de política, de cosas que han pasado hace poco, de la vida, de cómo arreglar el mundo, de fútbol, de ordenadores... pero una cena, aunque sea reposada, da para poco rato de conversación. Continuamos con una cerveza en el “Suborn”, la acompañamos con patatas chips mojadas con una salsa inidentificable (he probado cosas mejores).
Salimos a la calle. Caminamos hasta “El Nus”, está cerrado. Nos acercamos al “Kan Kan”. Dani está cerrando, hablamos un rato y continuamos nuestra búsqueda de un lugar donde poder continuar la interrumpida conversación. Nos acoge el “Clansman” que hoy, pese a ser jornada de fútbol, está totalmente vacío. Acompañamos la cerveza con unas onduladas de alto nivel.
Decidimos hacer la última y la que sobra en el “bar del billar de enfrente de “El Nus”. Cerveza, billar y kikos de máquina (como final de fiesta gastronómico nuestra elección no puede ser mas lamentable).
Lo he pasado en grande. Vuelvo a casa con un taxista que me informa del resultado de la jornada de liga de hoy.

Jueves. No hay resaca pero el cansancio es descomunal. Me arrastro economizando esfuerzos. Estoy mayor para según que cosas.

24 octubre 2005

DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 23 de octubre de 2005


Sábado. El verano, enterrado ya por muchos, se defiende como gato panza arriba y consigue arañar una prorroga recibida con aplausos y menorquinas. Acabará por ser vencido pero su lucha se agradece.
Mañana de compras para Graceland y de visitas a tiendas de muebles. Llegamos a casa tarde y no tenemos ganas de cocinar. Seguimos un consejo de Yoli y Rafa y nos dejamos caer por el “Maxi” (c/Carretera del Prat, 30 Bis. Barcelona. Tel. 932968410). Nos sentamos en la terraza y nos pedimos unas tapas (medias raciones ya que nos han avisado que para dos tendremos bastante). Todo está muy bueno. Calidad, cantidad y a buen precio. A los cafés se apuntan Rafa, Yoli y Lucas que acaba de decidir comprobar empíricamente el efecto de la gravedad en el cuerpo humano. Lucas es muy pequeño y sus padres están preocupados, pero las risas que Lucas nos regala indican que – una vez pasado el susto - todo va bien. Los orujos con los que la casa nos obsequia acaban de poner todo en su sitio.
Vuelta a casa y siesta.
Paso la tarde y parte de la noche intentando (y finalmente consiguiendo) dotar a Graceland de una fantástica red inalámbrica. Ahora acceder a internet será mucho más fácil.
Domingo. Arranque lento. Pedimos un pollo a l’ast por teléfono y Jordi P. y Emma se apuntan al festín aportando un brazo de gitano, la comida dominical ya está completa.
En nuestra antigua casa no solíamos quedar con amigos para comer. Esta nueva modalidad de encuentro con los amigos, mas tranquila y relajada que las cenas, me gusta mucho.
Cuando nos quedamos solos, el ritmo del domingo se vuelve a ralentizar. Es el momento de dejarse llevar por la inercia del fin de semana y de acabar de cargar las pilas que nos darán energía durante el resto de la semana. Son las horas lentas y apacibles que suelen acompañar el final de todas las semanas.

20 octubre 2005

DIARIO DE UN OCIOSO
Jueves, 20 de octubre de 2005


La semana pasa alarmantemente lenta. Aprovecho el ritmo reposado para acabar “L’Historiador” (que, pese a que me ha gustado, no es la joya literaria que alguna crítica literaria proclama) y he empezado “Pandora al Congo” la nueva novela de Albert Sánchez Piñol (el arranque, de momento no puedo decir mucho más, me ha encantado y el libro me tiene totalmente cautivado).

Miércoles noche. Volvemos a nuestro viejo barrio y vemos los cambios que en sólo dos meses ha experimentado. El motivo de la visita es una cena pendiente con Jordi R2 en el “Santa Caterina Cuines” (Tel. 932689918) un restaurante nuevo situado en el interior del mercado de Santa Caterina. Jordi llega un poco tarde pero lo perdonamos inmediatamente cuando nos obsequia con un fantástico pan casero recién hecho (razón de su pequeño retraso).
El atractivo espacio del restaurante (abierto, con techos muy altos y lleno de plantas) me hace olvidar rápidamente alguno de los inconvenientes (no reservan, mesas compartidas, no se puede fumar en las mesas – no soy fumador pero me molesta la limitación impuesta a los fumadores - ...). Los platos, todo es para compartir, van llegando y todo está muy bueno. El público, que probablemente es la primera vez que visita el barrio, es otra de las cosas que me sorprende.
Hablamos, como siempre, de todo un poco y tenemos ganas de alargar pero el madrugón que se adivina en el cercano horizonte de mañana por la mañana nos hace desistir.
Al salir me cruzo con “Gallo” que está sentado en la barra inmerso en ese mundo particular del que pocas veces sale. Me alegra volverme a encontrar con uno de los últimos personajes pintorescos de la ciudad, hacía mucho que no lo veía.

Jueves. Me levanto pronto y desayuno con María José el delicioso pan que ayer nos hizo Jordi (motes gracies).

18 octubre 2005

DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 16 de octubre de 2005


Me despierto tarde y con la sensación de que una apisonadora me ha aplastado durante la noche. Es lo que tiene salir al campo cuando uno es un urbanita recalcitrante.
Se impone un día de descanso pero lo primero que hacemos es montar las cuatro estanterías que no pudimos montar el viernes, el conjunto es imponente.
Consigo salir de casa, me acerco a la gasolinera y me hago con el último “La Vanguardia” que les queda.
Ahora si, descanso. Lectura en el patio, CSI’s, siestas... un domingo clásico.
Por la noche nos encontramos con María y Amador y después de una cerveza en su casa nos llevan al HANAGIN (c/Provenza, 201. Tel. 934546595). El Hanagin es un japonés de precio fijo. La ventaja es que tu pides lo que quieres comer y, como en cualquier restaurante, te lo preparan al momento. Todo está delicioso.
Al salir, y para bajar la comida, damos un paseo nocturno y rematamos la noche en una cervecería cercana.
Como premio por habérmelo comido todo y por haberme bebido toda la cerveza que me han puesto – es la única razón que se me ocurre – Amador y María me regalan un surtido de chucherías mexicanas que estoy disfrutando mucho.

16 octubre 2005

DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 15 de octubre de 2005


He dormido poco cuando suena el despertador. Con pereza arrancamos y conseguimos, después de desayunar, salir juntos. En el metro nos separamos, María José se va a Castellón y yo a una tradicional excursión con ex compañeros de trabajo.
El tren que me lleva a Cerdanyola va casi vacío y, pese a que el sueño me vence en algún momento, consigo no dormirme profundamente y no me paso de parada. Recuerdo, al bajar, las muchas veces que, en esta misma estación y con los mismos ojos llenos todavía del sueño del madrugón, cambiaba de transporte en mi camino hacia la universidad.
subida a la Mola bajo la niebla
Albert, el culpable de esta entrañable tradición, me recoge en la estación y me lleva hasta el punto de reunión. Poco a poco van llegando el resto de expedicionarios, todos relacionados con la empresa para la que trabajé hace ya unos años. Algunos, como yo, han dejado de trabajar en ella y otros todavía ahora trabajan en esa empresa. Es una oportunidad para encontrarme con ellos, para intercambiar – en las breves conversaciones que iré teniendo a lo largo del día – noticias sobre la evolución de nuestras vidas, para reír y para recordar viejas batallas perdidas y ganadas.
Reunirse es difícil y, cuando por fin estamos todos, empezamos la subida a “la Mola”. El día no nos acompañará y tendremos suerte si no nos llueve. El camino – pese a mis continuas quejas – es tranquilo y sólo lo endurece un poco la niebla que nos rodea, nos empapa y no nos impide dejar de sudar.
vuelta a casa bajo el sol
Dos horas después llegamos al monasterio de Sant Llorenç de Munt y en unos minutos ya estamos sentados en la larga mesa (en total somos 17) con una cerveza en la mano.
Comida hecha a la brasa, vino peleón y cava para brindar por el cumpleaños de Xavi C. sirven de cojín para las anécdotas de siempre y para nuevas historias. Recuperamos lo mejor del tiempo que pasamos juntos y tengo la sensación de que no ha pasado el tiempo, de que todavía participamos de un mismo proyecto. Es agradable. Fuera no para de llover.
Cuando escampa – la lluvia ha servido de excusa para una ronda extra de cava – empezamos a bajar. El sol nos acompaña y hace la excursión mucho más agradable. Rosa se pierde por el camino y – suerte del teléfono móvil – tardamos un buen rato en volvernos a reunirnos todos.
Llegan las despedidas, los abrazos y los “hasta pronto”. Ha sido agradable, el año que viene – si puedo – no faltaré.

Cuando llego a casa María José acaba de llegar. Tengo las fuerzas justas para dejarme preparar la cena y para intentar leer un poco antes de caer rendido.

DIARIO DE UN OCIOSO
Viernes, 14 de octubre de 2005


Me levanto pronto y desayuno con María José. Hoy tengo fiesta y pienso aprovecharla en todo tipo de actividades provechosas.
Instalo la conexión adsl (por fin, tras dos meses de incomunicación, vuelvo a estar en contacto con el mundo exterior) y espero que lleguen las estanterías que ayer encargué en Ikea (dado el volumen de lo comprado decidimos que, por una vez, el trabajo de transporte lo hagan otros).
Espero a María José para empezar el montaje de las estanterías pero mientras voy preparando la reubicación de los cd’s y cuando llega nos entregamos a un frenesí de montaje en cadena sólo interrumpido por una comida rápida en un restaurante chino cercano a casa (que sólo será utilizado en casos de emergencia). A última hora hemos conseguido tres cosas: montar ocho estanterías, ampollas en los dedos de tanto apretar tornillos y dolor en articulaciones y músculos varios.

María José se va al teatro con Nuria y yo espero a Jordi R. leyendo un libro en el “Deportivo” (Rambla Just Oliveras, 63. L’Hospitalet. Tel. 933375885). El olor de las tortillas que no paran de salir de la cocina es muy tentador. Cuando Jordi llega, cambiamos de bar y hacemos una cervecita mientras esperamos la hora de inicio del concierto de Jaume Sisa que hemos venido a ver.
Jaume Sisa, vestido como Chiquito de la calzada y armado de un repertorio de movimientos que en demasiados momentos me lo recuerda, presenta su nuevo disco “el congrés dels solitaris” acompañado de cuatro músicos que consiguen eclipsarlo en algunos momentos del concierto. Lo mejor son los temas de “Visca la llibertad” que nos ofrece en la segunda parte del concierto y los bises (coreados y esperados –sobretodo un discreto “Qualsevol nit pot sortir el sol”, por un público entregado desde el primer momento).

Al salir vamos a Barcelona y cenamos un bocadillo con María José y Nuria. Es muy tarde.

14 octubre 2005

“El aprovechamiento lúdico de ese remanente de tiempo obtenido tras satisfacer nuestras necesidades básicas – el ocio – es uno de los rasgos definitorios que distinguen al hombre del resto de animales. Esa característica es cultural y, por lo tanto, desarrollarla requiere aprendizaje”.
Santiago García Quintana. Pequeña Historia del Ocio. Buenos Aires 1958


DIARIO DE UN OCIOSO
Jueves, 13 de octubre de 2005


Semana extraña. Miércoles festivo que me obliga a pasar el día en pijama, jugando a dardos con María José (campeonato que he perdido una vez mas), leyendo, viendo CSI y sesteando.
Cuando parece que el día se acaba, Jordi R2 – que anda por el barrio – nos llama y salimos a cenar. Cena en el “Piripipao” (c/Arquitectura, 20 L’Hospitalet. Tel. 934211203) y vuelta a casa bajo la lluvia (soy el único que no va preparado y llego chorreando) y última copa en casa.

Hoy es el último día de trabajo de esta semana (mañana es laborable pero una hábil maniobra me ha liberado de mis obligaciones en Levi Pants). Empleo la mañana en solucionar unos cuantos “tengos que” entre los que se incluye la compra de una gran estantería para poner cds (de hecho son 12 pequeñas estanterías) con el dinero que unos amigos tuvieron a bien poner en nuestras manos.
Ahora escribo esto sentado junto a un ventanal de Ikea. La vista no es demasiado alegre: un día gris, tráfico y obras, pero es lo mejor que he encontrado para empujar las insulsas albóndigas suecas del menú que he cometido el error de pedir.
En un rato estaré en mi puesto de trabajo en Levi Pants aportando mi granito de arena a la productividad del país.

11 octubre 2005

DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 9 de octubre de 2005


De nuevo me levanto pronto para compartir mis primeros minutos con el crucigrama de Mambrino de ayer y con el gallo. María José se despierta y después de desayunar ve con desesperación como me enfrento al Sudoku de "El País" de ayer, la lucha es dura pero la victoria dulce.
En un garden cercano compramos nuestras primeras plantas para Graceland (hasta ahora todas las que tenemos nos las han regalado). Es agradable pasear entre tantos árboles y plantas aunque estén en cautiverio.
Se nos ha hecho la hora de comer y hay hambre. Dejamos las plantas en casa y en Sant Feliu nos leemos las cartas de la mitad de restaurantes de la población. La oferta de comida casera de "Can Segura"(c/Sant Pere, 11 Sant Feliu de Guixols Tel. 972321009)consigue tentarnos. Es una fonda ruidosa y repleta de gente. La comida esta buena (sopa de pescado, pescadito frito, canalones y entrecot) está buena, el servicio amable y eficiente y el precio es razonable.
Volvemos a casa. Siesta.

Tener la cabeza desocupada de preocupaciones tiene también sus inconvenientes. Se me ocurre que podemos cargar la nevera que hace unos meses encontramos (una nevera de Coca-cola preciosa) en nuestro pequeño coche. María José - que debería ser la encargada de poner seso - no me contradice y - poco después - la nevera ocupa el 80 por ciento del interior del coche. En el espacio restante, y gracias a las muchas horas que hemos pasado delante del Tetris, conseguimos introducir todas las bolsas, plantas y personas (María José y yo) que debemos llevar a Barcelona.

Han sido unas buenas vacaciones. Durante 48 horas no hemos pensado en cosas que tenemos que hacer (muchas pero no tan urgentes como nos queremos hacer creer)y nos hemos dedicado a disfrutar. En el paseo de ayer por la playa tuvimos una idea de postal de navidad. Empezamos a trabajar en ella.

DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 8 de octubre de 2005


Viernes noche. Acabo mi trabajo en Levi Pants y, como premio a mi entrega incondicional a la noble causa de la empresa, en la puerta me espera María José con el coche que hemos hecho nuestro y que un día de estos tendremos que devolver con gran pesar (racionalizando un poco creo que el hecho de que María José me espere en la puerta no tiene nada que ver con mi incondicional entrega al trabajo y, mucho menos, con la dirección delegada - hoy desaparecida - de Levi Pants.
Un rato y unas cuantas canciones después (Family, Los Imposibles, Rufus Wainwright, Aidan Bartley, Loquillo, Gabinete Caligari, Franz Ferdinand...) llegamos a Platja D'Aro. El paseo ha sido tomado por la Feria de la Cerveza pero el exceso de decibelios que ataca desde un escenario que han puesto en uno de los extremos del paseo nos empuja en dirección contraria.
Pese a que es muy tarde, en "La Churraskita" nos dan de cenar (un pedazo de carne grande y bueno). No hay tiempo para mucho más, estamos cansados y aún no hemos pasado por el apartamento.

Sábado. Me despierto pronto y el gallo del vecino (un viejo conocido) pone banda sonora a los primeros minutos de estas vacaciones de dos días que hemos decidido regalarnos (en otras condiciones esto sería un fin de semana pero - por votación popular - lo hemos ascendido de categoría y ahora son vacaciones).
Tengo un montón considerable de "Cultura/s" y "Babelias" por leer, mientras los repaso espero que María José se despierte. El gallo del vecino, ajeno al paso de las horas y a lo lejano que queda el amanecer, sigue con su poco apreciado recital. Empiezo a acostumbrarme.

Leo en el "Cultura/s":
"Es probable que la Obra Maestra Televisiva más aperreada de la historia de la televisión en España, Urgéncias (TV1), sea también pionera en esta forma de emisión destajista como lo ha sido en todos los maltratos imaginables: cambios de hora, de día, supresión, hasta llegar a dar dos episodios - y no necesariamente de la misma temporada- y entre medio dar un simulacro de Telediario Última Hora. Habría que establecer un Tribunal Penal Internacional de la Haya para este tipo de crueldades. En serio."
Mike Ibañez. Series en serie. Cultura/s de La Vanguardia, 172


No puedo estar más de acuerdo. Las tropelías a las que ha sido sometida una de mis series favoritas (guión brillante, ritmo trepidante, realización impecable) por unos programadores bárbaros nos ha dejado a los seguidores - durante muchos años - en un estado de indefensión e incertidumbre del que sólo la fidelidad a la serie nos ha sacado. A las indecencias citadas por Mike Ibañez debo añadir cambios de orden en los capítulos de una misma temporada (lo hicieron saltándose más de diez episodios que luego, sin ningún tipo de rubor ni explicación, emitieron tras el episodio final de la temporada). Ahora este infierno parece definitivamente superado tras la aparición de la serie en DVD.

Decido privarme del repetitivo canto del gallo y escucho el "Dockdelux" (un sampler promocional del sello "Dock" regalo del "RDL" de este mes) que ayer tuve la precaución de pasarme a mp3. María José - en un alarde de recuperación del sueño perdido- sigue durmiendo.

Cuando despierta salimos a la caza de un lugar para desayunar-comer. Paseando por la playa de Sant Antoni acabamos recalando en "El Recó" que, pese a su fantástico emplazamiento (mesa delante del mar) y a su amable servicio, no nos gusta (caro, paella mediocre, no admiten tarjetas de crédito...).
Al acabar paseamos por la larga playa hasta Palamós con el sol a nuestras espaldas. Hablamos y decidimos ir al cine. Vemos "Wallace y Gromit" y después paseamos por el pueblo.
Hora de volver a casa, de hacer una siesta del carnero, de cenar y de ver un poco de tele ("Atrapados en el hielo" sobre la expedición de Shakelton, en el canal 33). Ha sido un día fantástico.

06 octubre 2005

DIARIO DE UN OCIOSO
jueves, 06 de octubre de 2005


Miércoles. Cena en Graceland con Marta, Albert, Esther, Neus, Andreu, Carles y Montse. El sistema de quedar para la siguiente cena ha funcionado perfectamente y hemos decidido continuar usándolo dada su fiabilidad.
Nos hacen – sin que lo merezcamos – un montón de regalos (una planta preciosa que ha llegado esta mañana, un jardín “Zen”, una mágnum de “Morlanda” – un priorat que nos zampamos durante la cena – y un vale, con mucho dinero, para comprar en el Ikea – que se está convirtiendo en nuestra segunda casa -).
Parece que las cenas en el patio han dejado paso, temporalmente, a cenas de interior. Estamos algo más apretados pero el ambiente es igual de agradable.

La cena acaba pronto – mañana hay que trabajar- y, después de quedar para la siguiente, despedirlos y recoger la cocina, María José y yo nos enfrascamos en una reñida partida de dardos en la que – por desgracia – sufro una amarga derrota.

Jueves. Mañana con María José y, cuando se va a trabajar, me acerco al centro comercial ya que tengo una misión que cumplir. Aprovecho para comprarme el “Poses” de Rufus Wainwright y equiparme con revistas musicales gratuitas y con el RDL del mes.

David ha dejado la UCI y ya está en una habitación de la clínica. Me paso a visitarlo e introduzco – de contrabando – un poco de jamón ibérico (misión cumplida). Todo ha sido un susto y los médicos esperan que la evolución sea tan positiva como lo ha sido estos últimos días.

04 octubre 2005

DIARIO DE UN OCIOSO
Martes, 04 de octubre de 2005

Los días se acortan y el frío nos empuja a olvidar el verano. Desaparecen las camisetas de manga corta y – con ellas – las menorquinas que han vestido mis pies durante los últimos meses. Pese a su patético estado de conservación, les digo adiós con pena. Vuelven los calcetines y los zapatos... llega la opresión de los pies, se fue – quizá no definitivamente – el verano.

A quien madruga... le da tiempo de hacer muchas cosas: desayunar con María José recuperando el tiempo juntos que ayer nos robaron, gestiones, visitas al médico, compras en el mercado, cocina para la cena de mañana y mas gestiones. Llego a Levi Pants cansado pero con la sensación de haber aprovechado el tiempo.
“l’Historiador” de Elizabeth Kostova empieza a atraparme con la fascinante trama bibliófila que subyace bajo la sencilla novela gótica que se desarrolla en las primeras páginas.

03 octubre 2005

DIARIO DE UN OCIOSO
Lunes, 3 de octubre de 2005


Bajo la extraña luz provocada por el eclipse anular, disfruto de las últimas horas del fin de semana en compañía de María José. Ha sido un fin de semana extraño, un fin de semana marcado por el susto que David ha protagonizado. Somos jóvenes y que un amigo sufra un infarto nos ha cogido a todos – a él el primero – con el paso cambiado. David está mejor, pero la sensación es muy extraña. No nos acabamos de creer lo que ha pasado y, a la vez, sabemos que ha ocurrido y seguimos sin entenderlo.

Sábado. Pablo ha venido desde Tailandia y hemos decidido organizar una cena en casa para podernos ver. Por la mañana bajo con María José a nuestro viejo barrio y compro en las tiendas que nos han abastecido de productos alimentarios durante los últimos diez años. Caras conocidas, se donde comprar cada cosa, me lo paso bien.
Ya en casa. Suena el teléfono. Jordi nos cuenta que David ha sufrido un infarto. Incomprensión, miedo e incertidumbre luchan por ocupar nuestra mente. Llamadas y mas llamadas. Conseguimos hablar con Iola que nos tranquiliza (cuando tendríamos nosotros los que la tranquilizáramos a ella). Respiramos, todo ha sido un susto.
Decidimos seguir adelante con la cena pese a la ausencia de David. Me encierro en la cocina y, gracias a la inestimable ayuda de María José, llego a tiempo. Poco a poco llegan todos. Emma, Jordi P., Pablo, Víctor, Laura y – finalmente – Ramón que ha aparecido después de unos meses de ausencia.
David y Iola están presentes y espero que la próxima vez estén sentados a la mesa. Se les echa mucho de menos.
La sobremesa se alarga primero en el patio y luego – obligados por el frío y por el sueño de los vecinos – al interior. Es muy tarde cuando cerramos la puerta y nos vamos a dormir. Duermo poco y mal pese al cansancio, demasiados excesos.

Domingo. Recojo la cocina y empiezo de nuevo a cocinar. Hoy preparo cordero al horno y necesito tiempo. Toni e Isaac son los primeros en llegar y hacemos un aperitivo mientras esperamos a Lorena que hoy trabaja.
De nuevo el patio sirve de marco para la comida pero el frío nos obliga a trasladar la sobremesa al interior.
Estoy agotado: muchas horas en la cocina y muchas horas con amigos. La semana que viene toca descansar un poco. David está mejor.