DIARIO DE UN OCIOSO
Martes, 3 de octubre de 2017
Estoy a punto de acabar de leer “El Juego de Ender” de Orson
Scott Card cuando me llega el aviso de la Biblioteca diciéndome que ya tengo
disponible el “Patria” de Fernando Aramburu. Es una casualidad que llegue ahora.
Y leerlo, me duele.
Y me duele porque la realidad, tozuda, confirma lo que la
historia – siempre denostada en este país (sea cual sea para el que lea esto) –
nos tendría que haber enseñado.
El domingo vi como los cuerpos policiales (dejando de ser
fuerzas del orden) golpeaban a gente que – en el peor de los casos – ejercía resistencia
pacífica. Muchos, simplemente estaban allí. Y los golpeaba con saña, buscando
hacer daño, mellar la resistencia y provocar reacciones de rabia que
justificaran su violenta actuación. Entre los golpeados había gente mayor,
gente muy joven... seguramente la planificación indicaba que objetivos eran los
que respondían mejor a sus intereses. Entre los golpeados también había un
amigo.
Mi amigo es un buen tipo. Cabezón. Pero estoy seguro que no
se merecía el palo (sólo fue uno y está perfectamente) que se llevó. Estoy
convencido que tampoco se lo merecía ninguna de las personas que fueron
heridas, contusionadas, golpeadas (poned vosotros el matiz que queráis. A mí,
me da igual).
Desde entonces he asistido al despliegue de mentiras que han
hecho los representantes del gobierno – contando con el apoyo de los palmeros
de los medios propios (entre los que se cuenta una televisión pública) -. Han
minimizado la gravedad de la actuación policial, han hablado de
proporcionalidad, han dibujado un escenario de manifestantes violentos que
justifica la salvaje actuación que, según ellos, no existió…
Y, a causa de todo esto, la distancia se ensancha. Las
heridas se hacen profundas y empiezan a escocer con la sal que le echan los
malos políticos, la prensa afín, los desinformados y los desalmados. Y mi
paisaje – me gustaría creer que yo no tengo patria – se acerca cada vez más a
la Patria que me explica Aramburu.