27 septiembre 2004

“Las religiones han sido siempre las mas feroces enemigas de la ociosidad (...) la regla benedictina, en su capítulo XLVIII, dice: - La ociosidad es enemiga del alma, y por esto, a tiempos deben ocuparse los monjes en la labor de manos, y a tiempos en la lectura de cosas santas”
Santiago García Quintana. Pequeña Historia del Ocio. Buenos Aires. 1958


DIARIO DE UN OCIOSO
Lunes, 27 de septiembre de 2004


Hoy ha sido un día de cambios. Tras meses de estrecha relación (sólo interrumpida por motivos protocolarios) con mis abarcas menorquinas, hoy – día 27 de septiembre – nos hemos separado. No es una separación definitiva, pero ya nada volverá a ser como antes. Mis pies, amortajados por un par de calcetines y encerrados tras unos zapatos (engañosamente cómodos), están tristes y añoran tiempos mejores llenos de cálidos días cargados con aromas de libertad.
El otro cambio, menos importante que el pequeño drama doméstico-podal al que antes me refería, es un nuevo horario laboral que me permite cambiar la situación de semi-esclavitud que venía padeciendo en el trabajo por una esclavitud parcial. No es un gran paso para el hombre, no es un avance para la humanidad... pero espero que volver a disfrutar de tiempo para malgastar hará que estas líneas que hoy estas leyendo sean, desde ahora, un poco más interesantes.
Mis primeras horas de libertad, contra todo pronóstico, han sido dilapidadas en la necesaria intendencia casera y en la elaboración de preparados alimenticios con los que nutrirnos durante el resto de la semana.
Mañana vuelve el OCIOSO... o al menos la versión reducida que queda de él, después de dos meses de alienante vasallaje a las órdenes de Don Dinero.

DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 26 de septiembre de 2004


Me despierto pronto y al levantarme despierto a María José que también se levanta. En el comedor quedan los restos del banquete de ayer (vasos pegados a la mesa y ceniceros llenos). Intentando hacer poco ruido recogemos y salgo a comprar desayuno. Hace viento y, pese al sol, mucho frío (sobretodo para un urbanita que ha decidido – lleno de optimismo – salir a la calle en bañador y camiseta). Camino del único colmado que conozco en la zona no me cruzo con nadie. Ya en el colmado compro pan y pastas mientras asisto a la pelea entre un niño y su abuela por un huevo Kinder. Salgo de la tienda sin conocer el vencedor de tan desigual contienda pero con la sospecha de que –una vez más – el pequeño escalador de mostradores (habilidad por la que ha sido zurrado en más de una ocasión, una de ellas en mi presencia) se llevará el gato al agua.
Cuando llego a casa de Jordi y Nuria aún no se ha despertado nadie más. Tenemos tiempo de repasar las revistas que corren por el comedor mientras tomamos el primer café. Hacía tiempo que no leía “El Jueves” y el “Fotogramas” y reencontrarme con viejas compañeras que me hicieron pasar muy buenos ratos me ha gustado. También es agradable ojear, más que leer, el “Cuines” (una revista de cocina diferente a las que hasta su llegada se habían publicado).
Al final nos decidimos a desayunar solos justo cuando empiezan a aparecer los demás: Nuria, Jordi, Mireia y finalmente Miquel llegan con mucho sueño y escalonadamente se apuntan al desayuno que ya está en marcha.
Tenemos un largo camino hasta casa y hemos decidido irnos antes de comer. Nos despedimos e iniciamos el largo regreso (hasta Alella en coche, bajada a la estación de tren de El Masnou y hasta Barcelona en tren).
Por la tarde, después de comer y de la siesta que corresponde a todo día de fiesta que se precie, vemos un par de episodios de “O.C.” y me entrego a la redacción de este diario.
Ya ha acabado otro fin de semana. Este también ha sido bueno.
También hoy se ha acabado el Forum. No ha sido bueno (aunque ahora dedicarán todos sus esfuerzos a hacernos creer que ha sido la ostia).

26 septiembre 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 25 de septiembre de 2004


El sol se levanta por detrás del Hotel La Gavina e inunda con su luz toda la bahía. Es una luz cálida que nos invita a correr totalmente las cortinas y dejarnos acariciar por sus primeros rayos mientras seguimos dormitando en la cama. El viento de la noche – una “tramuntanada” considerable – ha dejado una mañana fresca y despejada.
Pedimos el desayuno en la habitación y lo disfrutamos desde el mirador privilegiado que es nuestro balcón. La playa, tomada a esta hora por las gaviotas y por algún valiente, esta preciosa. La tranquilidad
es total.
Sant Pol
Tras el desayuno, un rato de lectura me permite acabar “Los crímenes de Oxford” (sencilla, bien escrita, me ha gustado mucho). Todavía tenemos un par de horas para disfrutar de nuestra habitación. Un paseo por la desierta playa con los pies congelados mientras el viento, que levanta nubes de arena, nos azota sin piedad, será el colofón a una jornada estupenda en la playa de Sant Pol.
Hemos quedado con Jordi R. y Nuria a la hora de comer, todavía tenemos tiempo para pasear por Sant Feliu y comprar carpaccio de bacalao en Can Prat.
Poco antes de las dos llegamos a casa de Jordi y Nuria en Palamós. Mireia y Miquel han llegado ya.
Empieza una larga jornada en la que las comidas -regadas con cerveza, vino y otras bebidas de mayor graduación- se juntan y se confunden. Comemos –muy bien- y después nos vemos obligados a hacer la siesta. En lo más dulce del sueño somos brutalmente despertados y poco después –aún no repuestos del todo - estamos dando un paseo por las calas cercanas a la playa de Castell.

Oscurece. Volvemos a Palamós y tomamos una cervecita y un par de tapas en el “Camalic”.
Vuelta a casa y más comida. Nuria y Jordi nos han preparado un banquete para celebrar juntos su reciente inscripción en el registro como pareja de hecho. Estamos en una boda y nosotros sin saberlo.
Tras repetir de la impresionante porrusalda, de “sonsos” y de almejas con alcachofas... tras beber cerveza, vino y un par de pacharanes estoy preparado para irme a la cama.
Felicito a los novios y subo –por mi propio pié, que conste- hasta la habitación.

DIARIO DE UN OCIOSO
Viernes, 24 de septiembre de 2004


Desde la cama, sin tener otro tipo de información, puedes saber si un día es festivo o no por el tipo de ruidos que te llegan desde la calle. Suena el despertador a la hora habitual y el silencio acompaña esos instantes de desconcierto que siguen al fatídico momento. La sensación de felicidad, al entender que este silencio quiere decir que hoy no hay que ir a trabajar, es sensacional. Animado, hago el esfuerzo de levantarme y, después de preparar el desayuno, despierto a María José.
En Alella tomamos prestado el Corsa y salimos hacia S’Agaro.
Hace años que fantaseamos con alojarnos en el Hotel Sant Pol. Su ubicación privilegiada, frente a una playa por la que siempre nos ha gustado pasear, lo había convertido en un capricho al que – hasta hoy – habíamos renunciado por estar demasiado cerca del apartamento. Pero nuestro fracaso en la búsqueda de un viaje para este fin de semana nos ha llevado a una situación de carencia que superaremos gracias a la fantástica habitación con vistas al mar que nos hemos agenciado.
Dejamos los trastos en la habitación y bajamos a la playa. Nos rodea el club de jubilados de Madrid en pleno que nos provoca una cierta envidia por la vida exenta de preocupaciones laborales de la que ahora disfrutan.
de día ...y de noche
Pero, ajeno al desánimo, me baño (el agua está muy fría) y me seco al sol mientras empiezo a contar los días que faltan para mi jubilación (hoy uno menos).
A la hora de comer caminamos hasta el cruce y nos encontramos los restaurantes habituales cerrados. Estamos a punto de reconocer nuestra derrota cuando nos encontramos a Eli y a Cesc que también vuelven de la playa. Decidimos comer en “la churraskita” de Playa de Aro encantados de habernos encontrado. Podríamos haber quedado para comer hoy – de hecho ayer hablamos por teléfono- pero la casualidad ha convertido el encuentro en algo especial.
Volvemos al hotel y leemos en el balcón mientras disfrutamos de la vista y del rumor del mar. Jacuzzi, siesta... sólo se oye el lento compás que marcan las olas (totalmente distinto del ensordecedor romper de las olas del que pudimos disfrutar la semana pasada en Garraf).
Al despertar damos un largo paseo (interrumpido por la lluvia y después reanudado) por la playa. Durante el paseo playero ha anochecido y decidimos buscar un sitio donde cenar. En el “Ramón Petit” nos sirven la parrillada de verduras más raquítica que he visto en mi vida, es como un muestrario de los elementos que componen una parrillada de verduras (un champiñón pequeñito, un espárrago, un trocito misérrimo de cebolla, un poco de pimiento, cuatro rodajas de calabacín y cuatro laminas casi transparentes de berenjena). Afortunadamente los segundos son más generosos y acabamos cenando bien.
Ha refrescado. La sensación, al volver al hotel paseando, es que – esta vez si - se ha acabado el verano. Ya está aquí el primer frío de la temporada y, por su novedad, es bien recibido.

24 septiembre 2004

“La Academia Mexicana de la Lengua incluye, en su “Diccionario Breve de Mexicanismos”, una definición popular que señala el carácter festivo con el que se suele relacionar la ociosidad:
Ociosidad: la ociosidad es (la) madre de una vida padre. ref. La ociosidad permite una vida agradable. [Parodia festiva de: la ociosidad es madre de (todos) los vicios, que significa 'conviene vivir ocupado para no contraer vicios']”
Santiago García Quintana. Pequeña Historia del Ocio. Buenos Aires 1958.


DIARIO DE UN OCIOSO
Jueves, 23 de septiembre de 2004


Miércoles noche. Cena con María José, Rafa y Yoli en el “Panyvino”. Aunque mañana tenemos que trabajar los cuatro, el ambiente es de día festivo. Esto nos permite alargar un poco más la noche haciendo una copa en el “Baviera” que, hasta hace muy poco, se llamaba “John Martín”. Por suerte la cerveza tostada sigue siendo deliciosa. Duermo mal.
Jueves. Hoy es el día en el que lo malo se acaba y que marca el inicio de tres días llenos de ilusión. Finalmente hemos sido doblegados por las compañías aéreas y no hemos conseguido volar a un precio razonable. Nuestra fuga será, por esta razón, mucho más doméstica.

22 septiembre 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
miércoles, 22 de septiembre de 2004


Cuando te enfrentas a una semana laboral de cuatro días (el viernes será festivo en Barcelona) todo parece más fácil. Las jornadas, que si contamos las horas son igual de largas que el resto del año, se sobrellevan mejor y todo el mundo parece más contento. Mañana es el último día de trabajo de esta semana y, mientras Barcelona se prepara para celebrar su fiesta mayor, María José y yo estamos todavía peleándonos con las páginas de las compañías aéreas de bajo coste intentando conseguir un billete de huída a un precio razonable. Parece ser que tenemos la batalla perdida pero lucharemos hasta el final.
El poco tiempo que me ha quedado estos últimos días -después de trabajar y de buscar billetes baratos- lo he invertido en acabar la primera parte de “Milenio Carvalho” (que es más un libro de viajes que una novela policíaca) y en empezar “Los crímenes de Oxford” del escritor argentino Guillermo Martínez (en pocas páginas ha conseguido atraparme).
Ayer Jordi R2 se presentó en casa y tuvo a bien regalarnos uno de sus fantásticos panes. En esta ocasión hemos sido agraciados con una delicia con pipas en la corteza que ha convertido el desayuno de esta mañana en un pequeño banquete. Como dice el dicho: “quien tiene un amigo que hace panes viviendo en el vecindario, tiene un tesoro”.

20 septiembre 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 19 de septiembre de 2004


8:00 a.m.Me despiertan los primeros rayos de sol que se cuelan por las cortinas entrecerradas. Son las ocho de la mañana, salgo al balcón y, antes de volverme a la cama para seguir durmiendo, hago unas cuantas fotos al espectáculo que mar y sol ofrecen a los pocos pescadores que ocupan la playa.
Un par de horas después nos despertamos y desayunamos en el comedor del hotel, junto a un gran ventanal que ofrece las mismas (espectaculares) vistas que nuestra habitación.
bañistas antiguosAntes de dejar la habitación tenemos tiempo de bajar a la playa que a esta hora ya ha sido tomada por bañistas de antaño armados con todo tipo de útiles con patente de fabricación anterior a 1970 (bañadores – sobretodo bañadores – incluidos).
Un par de horas después ya estamos en la moto –que ha arrancado sin más problemas – camino de Barcelona. Por extrañas razones hoy las tiendas están abiertas y aprovechamos para ir al Fnac para cambiar “Milenio Carvalho” ya que, por un problema de impresión, algunas páginas no se pueden leer completamente. No hay problema, pero en el Fnac de Plaza Cataluña han agotado el libro. Nos confirman que en el de la Illa les quedan ejemplares y cruzamos la ciudad empujados por nuestra ansia de cultura (y mi nerviosismo al haber perdido el libro que estoy a medio leer).
Con el libro en las manos nos regalamos una comida en el “kiku-chan”. Abro mi nuevo libro por una página al azar y me encuentro con el mismo problema de impresión que me ha llevado a devolver el primer ejemplar. Vuelta al Fnac, nuevo cambio y – somos ya gatos viejos- comprobación del estado de impresión. Esta vez parece que esta bien.
Vuelta a casa. Siesta. “24”... se acaba el fin de semana.

19 septiembre 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 18 de septiembre de 2004


Nos cuesta arrancar, no tenemos prisa y no vamos demasiado lejos. Cogemos la moto y salimos con destino a Garraf. Hace calor y tenemos sed. Paramos para comprar agua y la moto se niega a ponerse en marcha otra vez. Estamos tirados en medio de la ciudad y descubrimos que sabemos todavía menos de lo que creíamos de mecánica. Por suerte aparecen Miquel y Marta, nos echan una mano (de hecho nos empujan un poco) y nos devuelven a la carretera. El trayecto hasta Garraf es corto pero una serie de despistes (que se me pueden atribuir a mí como copiloto influenciado negativamente por el paisaje) lo convierten en una “vuelta a Barcelona sin escalas”.
Al final conseguimos llegar a Garraf poco antes de comer. Garraf es un pueblo atrapado entre el mar y la vía del tren. El espacio mínimo que los ingenieros del ferrocarril le dejaron para crecer y el complicado acceso que algún descerebrado ideó (un largo túnel regulado ahora por un semáforo) lo convierten en una cápsula de tiempo que parece haber sido cerrada a principios de los 70. Aquí todo es antiguo: el hotel, los hotel Garrafrestaurantes a pie de playa, las sencillas casetas que cierran la playa (ahora un verdadero lujo), los parasoles, los bañistas (sobretodo los bañistas)... Estamos a pocos minutos de Barcelona pero tengo la impresión de haber viajado en el tiempo y ahora estar delante de una playa de mi infancia.


El Hotel Garraf (Tel. 936320007) es muy sencillo ( y cuando alguien clausuró la cápsula temporal en la que encerraron al pueblo se dejó fuera al tío de las reformas y al del mantenimiento) pero su ubicación en la arena de la playa convierten sus habitaciones en ventanas abiertas al mar. Dejamos los trastos en la habitación y salimos a La Cúpulacomer. Junto al hotel hay un restaurante (“la terrassa d’en Quim”) que, a falta de algo mejor, también tiene unas bonitas vistas sobre la playa.
Después de comer se impone una siesta arrullados por el rumor del mar. El resto del día transcurre entre un rato de playa y un poco de lectura en el balcón de la habitación.
La noche es fresca y el paseo por el pueblo hasta el restaurante es agradable. Hay poca gente y el ambiente es muy tranquilo. Cenamos en la terraza de “La Cúpula” (Av. De Llorach, 3 Garraf. Tel. 936320015) en una mesa encarada al mar y volvemos paseando por la playa (llena, a esta hora, de cenas familiares). Es un ambiente de verbena, de reunión de vecinos en la arena de la playa, de otro tiempo... Barcelona queda muy lejos.

18 septiembre 2004

“Ignatius abrió El diario de un chico trabajador por la primera página intacta del cuaderno, pulsando de modo muy profesional el botón del bolígrafo. Pero el bolígrafo Levi Pants falló al primer intento y la punta volvió a perderse en el interior del cilindro de plástico. Ignatius presionó con más vigor, pero la punta se deslizó de nuevo díscolamente y desapareció. Tras romper furioso el bolígrafo en el borde de la mesa, Ignatius cogió uno de los lápices de Numismática Venus que había en el suelo. Sondeó el cerumen de los oídos con el lápiz, y empezó a concentrarse, oyendo los rumores de los preparativos de su madre para una velada en la bolera.”
John Kennedy Toole. La conjura de los necios.


DIARIO DE UN OCIOSO
viernes, 17 de septiembre de 2004


La jornada laboral llega a su fin y este hecho es recogido con una gran explosión de alegría por toda la plantilla de Levi Pants que, no contentos con dedicar su vida laboral a la innoble tarea de confeccionar pantalones por un precio irrisorio, han decidido dedicar parte de su tiempo de ocio a cimentar su relación de amistad con los compañeros de trabajo mediante un partido de fútbol y una posterior cena. No oculto que asistir a tan tentador evento ofrece atractivos para una mente en pleno proceso de idiotización laboral como es la mía, tras mes y medio de duro y alienador trabajo. Pero finalmente se impone el sentido común y me integro en el planeado fin de semana de “necesaria carga de pilas“ que he planeado en compañía de María José.
Ajustamos los últimos flecos del regalo que Rafa recibirá mañana y salimos a cenar. Mientras paseamos por el barrio desfilan ante nosotros muchas y tentadoras opciones (vivir en el centro tiene algunas ventajas) y al final acabamos en la barra (siempre concurrida) del Txakolín (Marqués de la Argentera, 19 Tel. 932681781) que, con el paso de los años, se ha convertido en el bar de “pintxos” vascos que más me gusta (su constante oferta de “pintxos” calientes siempre es tremendamente atractiva).
Ya en casa, mucho más pronto de lo que era de esperar, disfrutamos de un fantástico documental que nos obliga a reflexionar sobre los excedentes de producción y sobre el sin sentido que supone la sociedad de consumo. El documental nos lleva a plantearnos, una vez más, si no nos estaremos equivocando, si hay alternativa a la vida que llevamos, si realmente necesitamos consumir al ritmo en el que lo hacemos... mañana seguiremos pensando lo mismo que hoy... pero seguiremos consumiendo muy por encima de nuestras necesidades y, sobretodo, de los límites que nuestro entorno puede soportar... es difícil enfrontarse a nuestras contradicciones y aún es más difícil intentar salir de la rueda en la que estamos inmersos.
Otras noticias destacadas del día que ahora se acaba son que Pablo, desde Thailandia, me ha comunicado que ha tenido un sueño (un sueño extraño, lleno de premoniciones de un futuro que realmente era pasado pero que, con apariencia de realidad, era ficticio... yo, he de confesarlo, he entendido muy poco, pero el sueño o la realidad ficticia que tenía lugar al despertar del mismo ocurrió en 1957) y que sigo leyendo “Milenio Carvalho”, un libro que sabe a cocina mediterránea con regusto de despedida.

15 septiembre 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Martes, 14 de septiembre de 2004


El ritual de la cotidianidad sigue absorbiéndome con su repetitiva cadencia. Los días se suceden - por suerte a gran velocidad - como fotocopias borrosas de un día anterior falto de nitidez. Sigo sin un horario laboral fijo, hecho que condiciona, desde hace ya poco más de un mes, mi acceso al deseado tiempo de ocio. En mi historial como ocioso será difícil justificar este largo periodo de inactividad en el que actualmente estoy sumergido contra mi voluntad.
Una cena con un amigo puede ayudarme a sobrellevar con más facilidad mi travesía del desierto. Me encuentro con Jordi P. en un “Black Horse” tomado por una multitud dispuesta a disfrutar del partido de esta noche entre el Celtic y el Barça. Pero hemos decidido renunciar al que será un partidazo a cambio de un plato de lentejas. Por arte de magia, las lentejas se transforman en embutidos y quesos en “La Tinaja”.
Hablamos mucho, como siempre, de lo mal que está el sector de la confección de pantalones. Pero también nos queda tiempo para olvidarnos de nuestro triste oficio de sastres remendones y ocuparnos de temas más importantes (la vida, las ilusiones, el último disco que nos hemos comprado...) mientras nuestro organismo se esfuerza por asimilar la mucha cerveza que deglutimos en nuestro posterior peregrinar por alguno de los locales habituales.
Con promesas de una pronta repetición decidimos dejarlo a una hora prudencial y antes de que la fatídica “la que sobra” haga su ya legendaria aparición.

13 septiembre 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 12 de septiembre de 2004


Me levanto tarde y, medio dormido, preparo el desayuno. La pereza es poderosa y cuesta ponerse en marcha pero al final conseguimos salir de casa. Hace un día estupendo y lo aprovechamos para dar un paseo hasta el cine (más de un mes después de nuestra última visita). Tras algunas dudas, la película elegida es “I robot” que me encanta.
Volvemos a casa caminando y por el camino – y para hacer domingo- compramos un pollo para comer.
Los domingos por la tarde son un periodo de transición. Queda poco tiempo y hay que descansar: el resto del día pasa lentamente mientras vemos “OC” y nos pegamos un atracón de “Friends”.

12 septiembre 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 11 de septiembre de 2004


Viernes. Empiezo a recuperar las fuerzas desperdiciadas durante toda la semana laboral con una cena en casa de Toni con María José, Clara y Roger. Toni nos sorprende con una cena impresionante en la terraza de su casa y, cuando ya no podemos más, aparece un delicioso conejo a la cazuela que nos deja sin habla.
Hoy ha hecho calor y el aire que corre esta noche se agradece casi tanto como la oportunidad de estar aquí, rodeado de amigos y disfrutando de una noche genial. Levi Pants queda muy atrás, rodeado por una neblina que la enterrará hasta el lunes (que ahora y aquí se adivina muy lejano).
Sábado. Estoy vago. Podría ir al Club y disfrutar de un día de playa. Podría ir al cine. Podría... pero me quedo en casa y paseo, en pijama, del ordenador al sofá y del sofá al ordenador.
A mediodía me armo de valor y decido salir en busca de algo para comer. Tras media hora de paseo por el barrio, vuelvo a casa con un tarro de café descafeinado. Como cazador soy un verdadero fracaso... hoy comeremos hierbas.
En nuestro tiempo dedicado a la televisión, y mientras no llegan más resúmenes del apasionante “Gran Hermano 5”, seguimos con el visionado de series: “Friends” (mucho mejor ahora que empiezo a conocer a los personajes) y “24” (si secuestran también esta vez a la hija del protagonista prometo tomar algún tipo de medida drástica en contra de los guionistas).
Por la noche cenamos con Mónica y José María en el Kiku-chan (c/Numancia, 133). El restaurante es pequeño y sencillo pero todo lo que pedimos está buenísimo. Hacía tiempo que no nos veíamos y la colección de anécdotas que hemos atesorado durante todos estos días es bastante larga. Al levantarnos de la mesa aún queda mucho por contar, tendremos que continuar en otro sitio.
Poco después estamos sentados en la barra de una coctelería anclada en algún punto de mediados de los ochenta. Fuera llueve y el ambiente del local es tranquilo, acogedor y , en cierta forma, familiar. Nos dejamos aconsejar por el barman, Jaime, también anclado en ese mismo momento en que el tiempo decidió dejar de lado este rincón perdido de la ciudad. Tras la primera, llega la segunda y después la tercera copa... contar historias da sed y por suerte estamos en un bar.
Cuando salimos ha dejado de llover y la tentación de seguir se pasea con descaro ante nosotros. Al final triunfa la cordura y decidimos volver a casa.

09 septiembre 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Miércoles, 08 de septiembre de 2004


La semana laboral sigue fagocitando mi tiempo libre pese a la oposición que, con poco éxito, intento ejercer. Aprovecho los viajes a la ciudad vecina (aproximadamente una hora entre la ida y la vuelta) para leer: esta semana he acabado “La edad de hierro” y ahora estoy leyendo “Milenio Carvalho” de Manuel Vázquez Montalbán. Es una sensación extraña encontrarse de nuevo con Carvalho y saber que, ahora ya de manera definitiva, estoy leyendo sus últimos pasos.
A la larga lista de series que actualmente estamos siguiendo (“24”, “C.S.I.”, “Friends”, “Sexo en Nueva York”, “Los Soprano”, “Fraisier”, “O.C.”... ) añadimos “Sin rastro” (investigación policial ,con estética “CSI”, en busca de desaparecidos... es probable que dure poco en la parrilla de Antena 3) .
Miércoles. Cena con María José en el “Río Azul” (Balmes, 92 Tel. 932159333). Todo está buenísimo, creo que es uno de los mejores restaurantes chinos de Barcelona.

J.M. COETZEE
La edad de hierro

A través de una carta que una madre, sentenciada por un cáncer terminal, escribe a su hija, Coetzee retrata con crudeza y sin concesiones la violencia sin sentido de la Sudáfrica del apartheid. De nuevo la acerada prosa de Coetzee nos muestra una dura historia personal en la que nos podemos reflejar todos nosotros.
¿vivimos también en urnas que nos apartan de aquello que no queremos ver? ¿En que medida somos culpables de la violencia que asola la periferia del tranquilo mundo en el que vivimos? ¿Podemos realmente hacer algo?
La muerte, siempre presente, es una protagonista mas de la novela. La muerte como fin inevitable, como fin deseado, como resultado de la violencia, como motivo de todo, como liberación...
No es fácil, no es amable, pero “La edad de hierro” es un gran libro.

07 septiembre 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Lunes, 6 de septiembre de 2004


Domingo. Me levanto y desayuno acompañado de María José y de una resaca considerable no exenta de propósitos de enmienda. Estas promesas de nunca más, impulsadas por el malestar con el que nuestro organismo se queja por el trato recibido durante la noche anterior, serán – sin ningún tipo de duda - sistemáticamente incumplidas (siempre he creído que nuestra memoria histórica es muy débil).
Comida familiar en casa de mis padres, en la mesa somos siete (mis padres: Tony y Carmen, la Yayi, Eli, Cesc, María José y yo). Después de comer cambio la sobremesa por una pelea con los múltiples virus que asolan el ordenador (pierdo yo). Vuelta a casa, “O.C.” y siesta.
Ha empezado una nueva edición de “Gran Hermano”. El culebrón promete y, como en las anteriores ediciones, nos hemos enganchado desde el primer día.
Lunes. No contentos con aplicarme una tortura diaria, los capitostes de Levi Pants han decidido regalarme un par de horas extras. Vuelvo a casa derrengado, el ocio es un concepto que empieza a serme ajeno y la cosa es preocupante.
Al llegar a casa, por suerte, María José ha preparado la cena. Sólo nos queda tiempo para ver alguna de las muchas series que ahora tenemos para ver. Como los episodios de “CSI” que hoy emite T5 ya los hemos visto y “24” empieza muy tarde (lo grabaremos), nos decidimos por empezar el visionado de “Friends”. Nunca he sido un fan de esta serie pese a que, debido a la pasión que despierta, he intentado engancharme en ocasiones. Quizás no me ha atrapado debido a que siempre he visto episodios sueltos. Espero que esta vez, siguiendo la serie en el orden correcto, me enganche. El piloto ha sido entretenido y poco más.... ya veremos.

05 septiembre 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 4 de septiembre de 2004


Después de desayunar con María José decido que un poco de reposo me sentará bien. Puede parecer que aprovecho para descansar más de lo necesario. Nada más lejos de la realidad, actúo así por prescripción facultativa.
Aprovecho para enflaquecer la nutrida colección de “Babelias” y otros suplementos que he acumulado durante el último mes. También me queda tiempo para, en compañía de María José, acabar de ver la tercera temporada de “Sexo en Nueva York”.
Por la noche cena en casa de Iola y David. Llegamos pronto para poder jugar con Ona antes de que se duerma. En la terraza han preparado un banquete (ensalada de rúcula con bresaola y parmesano, tomate con mozzarela, huevas, anchoas, embutidos...). Todo está buenísimo. Al empezar a cenar unas gotas inoportunas nos han hecho creer que nos mojaríamos pero al final la noche es muy tranquila y en la terraza corre aire fresco. La sobremesa se alarga y vuelvo a casa convencido de que mañana tendré una resaca sensacional.
Nota delictiva: Hemos obligado a David a dejarnos las dos primeras temporadas de Friends que, a partir de hoy, se añade a nuestro amplio catálogo de series a visionar.

04 septiembre 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Viernes, 3 de septiembre de 2004


Me levanto pronto para desayunar con María José. Mi pié anda algo mejor que ayer pero aún soy capaz de exhibir un vistoso (y no exento de gracia) bamboleo parecido al que, en los últimos años, han lucido prácticamente todos los miembros de mi familia como rasgo distintivo.
Siguiendo el acuerdo que ayer cerré con la dirección delegada de Levi Pants hoy me quedo en casa. Mi estado no es preocupante y la ingesta bajo supervisión médica de calmantes evita el dolor, pero los traslados en transporte público son muy molestos y excesivamente largos para un organismo atormentado como el mío.

En casa, ya sólo y con el pie en alto, recupero el espíritu que me guió mientras trabajaba para la empresa más grande de este país: leo, dormito, escucho la radio, escucho música, juego con el ordenador, zapeo sin sentido por las televisiones... en la calle una tormenta impresionante me recuerda la suerte que he tenido pudiéndome quedar en casa.

Por la tarde, tras comer con María José, maratón de “Sexo en Nueva York”. Después de la larga sesión de hoy estamos a un paso de acabar la tercera temporada.

03 septiembre 2004

“Nota sanitaria: Mi válvula se cerró violentamente esta tarde, cuando el señor González me pidió que le sumara una columna de cifras. Cuando vio el estado en que su petición me precipitó, sumó el mismo, consideradamente, dichas cifras. Procuré no hacer una escena, pero mi válvula pudo más que yo. Por cierto que ese jefe administrativo podría resultar un fastidio”
Ignatius J. Reilly. “Diario de un joven trabajador o adiós a la holganza”. Escrito en un cuaderno Gran Jefe.


DIARIO DE UN OCIOSO
Jueves, 02 de septiembre de 2004


Tantos días de frenética actividad en Levi Pants han provocado, como era de esperar, tremendas consecuencias en mi organismo. El malestar acumulado durante las largas jornadas laborales se ha desplazado, por efecto de la gravedad, hacia mi pie derecho paralizándolo parcialmente. Mi imagen – apoyado en un paraguas para poder caminar – roza lo esperpéntico. Es por ello que, tras una corta pero productiva reunión con la dirección de Levi Pants, hemos decidido que mañana me quedo en casa para no dañar – todavía más- la imagen de la empresa.
No tengo, estos últimos días, demasiado tiempo para dedicarlo al ocio. De nuevo el visionado de series (“sexo en Nueva York” y “O.C.”) y la lectura (he acabado “El último catón” –entretenido y poco más-) han ocupado mi tiempo libre.
Tras el libro de Matilde Asensi me he reencontrado con Coetzee. Su “La edad de hierro” me ha cautivado desde la primera página.
Despedimos el jueves con una cena con los padres de María José en “La Chacha”. Hacía mucho que no nos veíamos y teníamos regalos pendientes. La vuelta a casa, a ritmo de paraguas, se convierte en un larguísimo paseo nocturno.