31 octubre 2005

DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 30 de octubre de 2005


Días sin escribir, días en los que lo bueno y lo malo se mezclan dejando un regusto agridulce. Pero la vida está hecha de pequeños sinsabores y de mínimas victorias, unos y otras olvidadas al poco tiempo de haber ocurrido.

Viernes. Acabo “Pandora al Congo” de Albert Sánchez Piñol (una maravilla, una pandora al congopequeña delicia fácil de leer que recomiendo a todo el mundo), he disfrutado mucho.
Empiezo “El diablo guardián” de Xavier Velasco que, pese a tener un nombre catalán, es un autor mexicano que me recomendaron (y regalaron el libro) Amador y María.
Me encuentro con ellos en el metro que les llevaba – y a mí también – a Graceland. Hemos quedado para cenar en el Maxi (c/Carretera del Prat, 30 Bis. Barcelona Tel. 932968410). Pulpo, calamares, lacón, jamón, mejillones, cañaillas, pimientos del padrón... nos ponemos las botas y no paramos de hablar. Continuamos en casa. El fin de semana no podía empezar mejor.

Sábado. El día despierta lento en Graceland. Finalmente conseguimos salir y nos acercamos al mercado a comprar. No es el mercado al que – en pocos días – me había vuelto a acostumbrar – falta variedad y cantidad – pero es el que tengo cerca y debo hacerme a él. Hacer la compra a cuatro manos es mas agradable.
Al volver tenemos la primera desagradable sorpresa. Nuestros vecinos –en un afán corporativo difícil de entender – han organizado la tercera reunión en poco mas de un mes. Parece que por tercera vez será María José la que sufra las consecuencias.
El resto del día transcurre entre siestas, partidas del solitario “spider”, de dardos y capítulos de Fraisier.

Domingo. Decidimos coger las bicis por primera vez desde Graceland. Las ruedas están deshinchadas. Perdemos una hora buscando la mancha entre las muchas cajas que todavía decoran el sótano de casa. Al final – cuando ya nos habíamos rendido – aparece en una bolsa donde no debería haber estado nunca. Cruzamos Montjuïc con más penas que glorias y llegamos al centro de Barcelona. Damos una larga vuelta y nos regalamos una cerveza en “El chiringuito del mar” (Playa de Sant Sebastià. Barcelona). Hace sol, la gente llena la playa y nosotros vamos con ropa veraniega.
Estamos muy cansados y decidimos volver a casa con metro. Delante de las taquillas, y en un despiste, nos roban la cartera que llevábamos en las alforjas de la bici. La guardia urbana – totalmente despreocupada por nuestro problema – nos indica que estas cosas pasan y la comisaría mas próxima para ir a poner la denuncia (en ningún momento hicieron amago de intentar ayudarnos de otra manera). Ponemos la denuncia y volvemos a casa en bici – todo nuestro dinero, por suerte no demasiado, y las tarjetas y documentación de María José estaban en la cartera. Sobretodo sabe mal por los recuerdos que también llevaba en la cartera.
En casa descansamos un rato y nos acercamos a un tanatorio cercano a casa – no sabíamos que estaba tan cerca – a darle un abrazo a un amigo. Otra mala noticia.
Al volver a casa – y aunque parece imposible – nos perdemos y acabamos haciendo un tour turístico por la Zona Franca.
Volvemos a casa muy cansados. Cocinar un rato me ayuda a reponerme de los sinsabores del día.

1 comentario:

Anónimo dijo...
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