DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 3 de junio de 2017
Primavera Sound. Jueves 1
Primer día oficial del Festival después del aperitivo de
ayer. Los jueves siempre son el día con menos afluencia de público, pero al
llegar ya nos damos cuenta que hoy no será así. Dejo a María José en la cola y
aprovecho para ver el final del concierto de Kokoschca. María José tarda menos
de lo previsto en entrar y nos damos un primer paseo, nos encontramos con Jordi
P. y planificamos una jornada en la que coincidiremos poco mientras escuchamos
a Mishima.
Convencemos a Jordi P. para que nos acompañe a Mordor –
entiendo sus razones para evitarlo – para ver a Triángulo de Amor Bizarro que,
como siempre, convencen. Sigo prefiriéndolos en sala pequeña, pero se defienden
también en uno de los escenarios de Mordor.
El Heineken Hidden Stage es mi escenario favorito del
Primavera Sound. Silencio respetuoso cuando el concierto lo requiere, buen
sonido y estética y proximidad de sala de conciertos mediana. Es lo que
necesita Aldous Harding para brillar. Voz impresionante y buenos temas. Gran
concierto.
Tras él, vuelvo a Mordor para ver a Solange. Musicalmente
impecable ofrece un show milimetrado. Quizá demasiado. Yo prefiero que
en un directo pasen cosas y gozar de un cierto margen para la sorpresa. Pese a
todo, buen concierto. Mi intención es, a continuación, disfrutar de Bon Iver.
Consigo situarme relativamente bien pero no estoy cómodo y, tras algunos temas,
decido abandonar Mordor. El concierto – los pocos temas que escuché – también impecable,
también algo frío.
Todo lo contrario que el directo arrollador de Kate Tampest.
El hip hop tendría que ser siempre así. Reivindicativo, inteligente, brillante
musical y literariamente, arrollador… el mejor concierto para despedir- pronto –
mi jornada.
Inicio una larga vuelta a casa en transporte público.
Primavera Sound. Viernes 2
Mi intención es pasarme la mañana descansando. Tras pasear
con Cass y desayunar me vuelvo a la cama con la intención de regalarme perezas
inmensas y largas hasta la hora de comer. Una luz se enciende en el fondo de mi
consciencia y poco a poco va ganando intensidad. De golpe se convierte en un
fogonazo que me recuerda que me he comprometido a participar en un jurado.
Tengo el tiempo justo para saltar de la cama, ducharme, vestirme y correr hacia
el centro. Adiós mañana de pereza.
Aterrizamos en el Festival en un momento de intenso
contraste local. Rebuig provocan terremotos mientras El Petit de Cal Eril
intenta minimizar sus efectos. Para sentarnos a planificar la jornada – y para
un día soleado – preferimos al segundo.
Jordi nos encuentra y volvemos a ver que será otro día de pocas
coincidencias.
Las primeras horas son algo flojas. Decidimos visitar los
dos escenarios del Primavera Bits que este año se ha acercado más a la playa.
Desde allí tenemos que ir a Mordor y decidimos calcular la distancia entre el
escenario Heineken y el Desperados. Es un poco más de kilómetro y medio. Por el
camino vemos a la brasileña Tié.
Hace dos años vi a unos jovencísimos Belako. Me encantaron.
En este tiempo han ganado en contundencia y seguridad, pero siguen
encantándome. Sus directos son una garantía de diversión.
Los que somos veteranos del Festival sabemos que para
disfrutar de los conciertos en el Auditori Rockdelux hemos de pasar algunas –
no pocas – incomodidades. Lo de este año, no obstante, roza el esperpento más
absoluto.
La tragedia de entrar en el Auditori Rockdelux. Crónica apresurada
e indignada
Hacemos cola y, cuando llegamos a la primera puerta, nos dicen
que necesitamos una entrada. Corro a la taquilla y, por suerte aún quedan.
Naturalmente no son gratuitas. Dos euros por entrada. Económico si no
hubiéramos pagado previamente un abono que, en teoría, te da acceso a todo el
festival. Tras pasar el primer control empieza un mareante zigzagueo entre
cintas y vallas hasta el segundo control. Aquí te obligarán a abandonar todo
aquello comestible (nosotros, conocedores de esta política ya tradicional, no
llevamos nada). Nuevo zigzagueo mareante hasta la puerta del auditorio donde
crees que ya todo lo malo ha pasado. Pero por desgracia no es así. Dentro del auditorio somos obligados, con
todo lo contrario a la amabilidad, a seguir un recorrido determinado que acaba,
no podía ser de otra forma, con un nuevo zigzagueo y una nueva cola en la que
deberemos esperar cinco minutos – totalmente parados – a que nos dejen acceder
a la sala. Para mi sorpresa, el Auditori
no está a tope y todas estas medidas es para un volumen de gente que apenas
ocupa las primeras filas (luego se irá llenando, pero todas las medidas no son
por una afluencia masiva sino una operativa planificada por el hermano malvado
y falto de luces de Donald Trump). Nota a los responsables del Festival (los
demás estáis exentos de su lectura): Supongo que muchas de las normas estultas
son imposiciones de la dirección del Auditori. Replantearos la relación. Es
necesario un escenario así, pero la incomodidad es cada vez mayor y el trato
resulta, en ocasiones vejatorio para un personal que es, en una inmensa
mayoría, educado y respetuoso. Gracias.
La maravilla de entrar en el Auditori Rockdelux. Crónica de
un concierto maravilloso.
Todas las
incomodidades sufridas las compensa un concierto sublime (en realidad, medio
concierto) de The Magnetic Fields. La
primera parte de ese inmenso repaso a la vida de Stephin Merritt que es “50
song memoir” fue una pequeña – en realidad, no tan pequeña – delicia, un
concierto lleno de humor y sorpresas. Stephin
Merrit, encerrado en el comedor de su casa y rodeado por seis músicos repaso una
canción por año de su vida con humor, ironía y nostalgia para un público que,
en general, se acerca mucho generacionalmente a él. Una hora y 45 minutos, con
pausa incluida que continuará hoy con otro largo concierto (que seguramente me
perderé ya que a la misma hora hay nostalgias particulares con las que lidiar).
Y tras The Magnetic Fields hay que reponer fuerzas. Lo
hacemos – este año solos (echando de menos a Núria y Jordi R, que este año no
han venido, y a Jordi P que recorre el Festival por su cuenta)- con los
tradicionales libritos del Primavera Sound.
Rematamos la noche con un conciertazo de Arab Strap. Es
pronto pero estamos agotados. Mañana más.