DIARIO DE UN
OCIOSO
Viernes, 04 de
mayo de 2018
De diario hemos
pasado, sin apenas darnos cuenta, a quincenal... y si miro bien las fechas, ni
eso. No sé si esta aventura está llegando a su fin. Aguantaré, seguro, unos
meses más ya que me hace ilusión celebrar los quince años de este blog... pero
no sé si realmente el impulso me llevará mucho más lejos.
Varios factores
influyen en mi apatía a la hora de sentarme a escribir estas crónicas. El más
importante es que paso mucho tiempo delante de un ordenador haciendo, por
trabajo, tareas parecidas a esta, aunque no tan placenteras. También influyen la
falta de tiempo, la pertinaz pereza y un descenso del feedback que siempre da
sentido al esfuerzo realizado. Por último, y no por ello menos importante, el
objetivo que me empujó a empezar a escribir ha desaparecido hace tiempo borrado
por el tiempo, los cambios propios y los ajenos.
Y tras este
paréntesis (un paréntesis de autocompasión que podréis encontrar en formatos similares
y con pequeñas variaciones a lo largo de este diario) toca tirar de calendario para
poder explicar – aunque sea breve y chapuceramente – que ha pasado de bueno (lo
malo – y mucho – lo tenéis todos los días en los informativos) en los últimos
días.
Coinciden mis
últimas dos lecturas en rescatar episodios más o menos desconocidos de la
Guerra Civil. Es cierto que la historia de una guerra nos viene siempre filtrada
por la mano inmisericorde de los vencedores y por ello los episodios
protagonizados por los vencidos suelen desaparecer. Y aún es más cierto que, en
este país empeñado en hacer del olvido, la ignorancia y la estulticia, las
únicas asignaturas promocionadas por nuestra clase política, este filtro ha
sido y continúa siendo una verdadera barrera al conocimiento. Por eso es bueno –
e incluso necesario – que, más allá de la historia que sólo los aficionados
leen, desde la ficción se den a conocer estos episodios más o menos olvidados.
Lo hace Almudena
Grandes en “Ines y la alegría” con la invasión de la Unión Nacional Española
del Valle de Arán en 1944 como inicio de una reconquista de España para
reinstaurar la legitimidad democrática. Es
el primer “episodio de una Guerra Interminable” escrito por Almudena Grandes. Me
ha gustado tanto que creo que los leeré todos y que, después, me encontraré con
los Episodios de Benito Perez Galdós que han inspirado a la escritora.
También lo hace
Paco Santana en “Niños de la noche” recuperando diversos episodios de la Guerra
entre los que destaca el rescate de prisioneros republicanos del fuerte de
Carchuna por parte del grupo guerrillero que da nombre al libro. Desconocía el
sobrenombre con el que eran conocidos los comandos republicanos, un cuerpo
irregular que llevó a cabo acciones de mérito tras las líneas enemigas y desconocía
también este episodio digno de una – o varias – películas. El episodio de
Carchuna es uno más de los muchos que nos cuenta el libro. Un libro que da voz
a los vencidos, al pueblo que sufrió la Guerra y siguió sufriendo una posguerra
de sometimiento y carestía.
Me ha gustado
también leer a Paco. Hace muchos años, en Levi Pants, Paco y yo trabajamos
juntos. Allí intentamos levantar un proyecto trabajando con pocos medios y
menos apoyo. No tuvimos grandes éxitos, pero si que conseguimos arrancarle unas
risas a la pobreza, y no sólo de medios, que nos rodeaba.
Y el resto, lo de
siempre: un par de comidas familiares en casamadre, una divertida cena con
Fermín, Alena, Vanessa y Berna en el Louro (en el Centro Galego de Barcelona,
un descubrimiento en plena Rambla) rematada en el Kentucky, un Sant Jordi que –
aunque sea de trabajo – siempre es especial,
una cena con Albert, Esther, Marta y JoanMa en el Bordeaux (Taquigraf
Garriga, 34, todo estaba muy bueno), paseos – cortos – con Cass y ratos de
pereza compartida con María José.
Y también… lo
especial: 4 días de vacaciones en S’Agaro. Cuatro días llenos de paseos, playa
(menos de la esperada por la climatología y por la pasión que despertaron las
medusas que llenaban la arena en los hábitos gastronómicos de Cass), comidas en
restaurantes (en la playa y en la montaña), paseos – algo más largos – con Cass
y ratos de pereza compartida con María José.