30 septiembre 2005

DIARIO DE UN OCIOSO
Viernes, 30 de septiembre de 2005


Tengo muy claro que este diario - antaño punto de referencia para el reducido círculo de la ociosidad militante – está viviendo sus horas mas bajas.
El secuestro perpetrado por Levi Pants, las muchas horas invertidas en trámites de todo tipo relacionados con Graceland (tramites que, pese a ser realizados con diligencia no han sido capaces de alejarnos de la sensación de que todo está por hacer) y la incompetencia de las empresas que nos subministran el teléfono (sólo puede ser una) y el adsl (artículo este último imprescindible para la periódica publicación del diario) han provocado un notable bajón en cuanto a la cantidad y calidad de las actividades de ocio relatadas aquí (único leiv motiv de este diario) y en cuanto a la periodicidad con la que escribo. Cuando me siento a escribir – de uvas a peras – lo hago en unas condiciones paupérrimas y esto influye en el resultado final de lo que escribo.

Es por todas estas razones por lo que pido paciencia al sufrido lector. Me he dado cuenta del error cometido y, a partir de hoy mismo, prometo enmendarme y poner fin a este exceso de actividad no ociosa y volver al redil del ocio del que nunca debí salirme.

En los últimos días han sido pocos los momentos en los que – como un soplo de aire fresco – el ocio ha reemplazado al tedio y se ha hecho con el timón de mi tristemente secuestrada vida.
Son pequeños fragmentos temporales robados a la rutina. Risas y alegrías que ayudan a superar mejor el listón que supone la larga semana laboral. Entre ellos me quedo con la cena que, venciendo el cansancio, nos regalamos María José y yo en el “Piripipao”. El miércoles recuperamos así una institución: las cenas en el barrio – en este caso en nuestro nuevo barrio – con largas conversaciones y con un paseo nocturno como punto y final para un día de trabajo.
Empieza el fin de semana y un nuevo periodo de búsqueda del ocio. El sol asoma en el horizonte.

26 septiembre 2005

DIARIO DE UN OCIOSO
Lunes, 26 de septiembre de 2005


Antes que el lunes, con toda su fuerza negativa, me engulla y sea incapaz de pensar con lucidez, dejo una lista de cosas que he hecho estos últimos días:

- He acabado de leer "El kilim de la princesa" de Peter Berling.
- He visto la imprescindible (María José opina justo lo contrario) "Sim City".
- He empezado a leer "l'Historiador" de Elizabeth Kostova (de momento promete mucho).
- He cenado en casa con María José, Mónica y José María (la cena y las diapositivas que
animaron la velada las pusieron ellos).
- He visto un montón de episodios de "24" hasta acabar la temporada. Me ha gustado mucho.
- He dormido poco.
- He leído periódicos, he hecho crucigramas, he escuchado música, he paseado.

También dejo una lista con las cosas que no he hecho estos últimos días:

- No he hecho vacaciones (y las necesito).

DIARIO DE UN OCIOSO
Viernes, 23 de septiembre de 2005


Como decía Aníbal (Smith, el del equipo A, que el que redacta el presente tiene una cultura televisiva y limitada y no está por la labor de citar a generales cartagineses): "me gusta que los palnes salgan bien". No es lo que ha ocurrido.
Nuestra ansiada escapada a S'Agaro (necesaria, balsámica, presuntamente restauradora y mil veces deseada) ha tenido que ser postpuesta a causa de la incopetencia de la empresa de poner cortinas a Graceland: retrasos, fallos en las medidas, sistemas inadecuados para nuestras necesidades... no tenemos cortinas y nos hemos quedado sin el balneario que nos tenía que sanar de todos los males provocados por situaciones como la que estoy relatando.

Entregamos todo el jueves noche y la mañana del viernes a la causa del mal rollo. No importa. Una comida en el Jiú (San Fructuoso 133, Tel. 934317389) nos empieza a recuperar. Todo está impresionantemente bueno y la espiral de calamares se añade a los platos que pediré en alguna ocasión.
El resto del día lo dedicamos a ir a buscar y montar el interior de nuestro armario y a limpiar toda la casa (en estado de crisis tras la visita de los cortineros). Nos rescatan de esta frenética actividad Rafa, Yoli y Lucas. En el patio recuperamos fuerzas con el bizcocho casero que se han traído. No sabemos que hacer, aún podríamos ir a S'Agaro pero la pereza vence y nos dedicamos a ver cuatro episodios de "24".

Nota: El borrador del diario de hoy ha sido escrito con mi fisher space pen mientras escucho a Henry Salvador. Hace sol.

21 septiembre 2005

DIARIO DE UN OCIOSO
Miércoles, 21 de septiembre de 2005


Hay, a lo largo de un día, una multitud de pequeños momentos capaces de llenar con su luz la oscuridad generada por el trabajo, las obligaciones y la rutina.
Son pequeñas cosas que – aparentemente – carecen de importancia, pero que – unidas – son capaces de llenar de sentido ese día que cargamos en el saco de los ya vividos.
Son cosas como un baile en el pequeño espacio que ha quedado en la despensa tras montar en ella las nuevas estanterías (trabajo del que , como siempre, se ha encargado María José), como una caña en un bar sentado junto a la ventana mientras escribo esto que estais leyendo, como el paréntesis que te permites en tu día a día para leer tonterías como esta.
Son momentos únicos que hemos de apreciar en el momento en el que ocurren: un madrugón para desayunar con María José, escuchar a Rufus Wainwright camino del trabajo, pasear por mi nuevo barrio donde todo está por descubrir, una comida en “El Foro” en compañía de un buen libro...
El viernes es festivo, ya queda menos para un largo fin de semana.

19 septiembre 2005

DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 18 de septiembre de 2005


De nuevo consigo hacerme con un teclado para poder escribir una nueva entrada de este diario. Parte de mi tiempo es desperdiciado en batallas perdidas contra la inoperancia de la compañía telefónica con la que tengo contratada la línea, por desgracia la única posible. Por fin, tras mas de dos semanas de silencio, el teléfono vuelve a sonar. Ahora inicio una nueva batalla, esta vez con la empresa con la que tengo contratado el adsl. Parecen más competentes... pero seguramente sólo lo parecen.

Viernes. La explotación semanal a la que Levi Pants me somete ha llegado a su fin. Me encuentro con María José y – juntos – vamos a casa de María y Amador que nos han preparado un auténtico festín mexicano: Guacamole, nachos, un festival de salsas, pimientos rellenos – deliciosos –, mole con pollo – el plato estrella – tequila y cerveza, mucha cerveza. Acaban de volver del Camino de Santiago y tras ver las fotos y contarnos un montón de anécdotas, nos obsequian con una tarta de Santiago que nos han traído.
Es muy tarde cuando llegamos a casa. El fin de semana ha empezado y la semana laboral queda ya muy lejos. Ha valido la pena. Muchas gracias por la cena.

Sábado. Llueve. Acabamos en el centro comercial que hay junto a Graceland a la caza de regalos de cumpleaños atrasados. En un despiste de María José aprovecho para comprarme el “Want Two” de Rufus Wainwright y el “Chambre avec vue” de Henry Salvador. En el Ikea intentamos comprar unas estanterías pero al ver el tamaño de los paquetes y el tamaño del coche, decidimos dejarlo para otro día.

Domingo. Comida con Eli y Cesc en Graceland. Es lo que María José ha bautizado como “hermanitos y cervecitas”. Nos lo pasamos en grande y, al final, los echamos. Queda tras su paso un cementerio de botellas de cerveza. Siesta y “24” (tenemos un montón de episodios gravados y nos estamos poniendo al día).

16 septiembre 2005

DIARIO DE UN OCIOSO
Jueves, 15 de septiembre de 2005


Martes. Cenamos en Graceland con Jordi R2 que acaba de aterrizar después de un mes de viajes encadenados. Espero que pese a la lejanía - antes éramos vecinos - no abandonemos estas cenas más o menos improvisadas. La excusa del “vecinaje” tendrá que ser substituida por otra, ya la buscaremos.
Miércoles. Viajamos por última vez hasta nuestra antigua casa. Ya no queda nada por recoger pero queremos hacer algunas fotos y despedirnos de este fantástico piso en el que hemos pasado los últimos diez años. Hacemos las fotos y nos emocionamos, los últimos abrazos se acompañan de alguna lágrima.
Jueves. Por la mañana, y en compañía de Iván, firmamos en el rancio despacho de un notario la venta de nuestra antigua casa. Está hecho, esta vez no hay emoción (suerte que ayer fuimos a darnos ese último paseo por las habitaciones que – ahora vacías – han albergado tantos momentos buenos). Nos queda un montón de recuerdos, de sensaciones, de vivencias... las llaves y lo que significan se las queda el comprador.

A parte de esto, el ocioso que suscribe este diario no tiene tiempo para mucho más. El lanzamiento de una nueva línea de pantalones en Levi Pants y las muchas actividades que tenemos pendientes en la adecuación de Graceland para su uso como vivienda confortable consumen el tiempo que, en circunstancias normales, es ocupado en un sinfín de actividades de todo tipo.
Estoy leyendo “El kilim de la princesa” la quinta y última entrega de la saga de “Los hijos del Grial” de Peter Berling.

13 septiembre 2005

"No a la transmigración en otra especie.
No a la post vida ni en cielo ni en infierno.
No a que me absorva cualquier divinidad. No a un mas allà, ni aún siendo el paraiso reservado a islamitas, con beldades que un libro garantiza siempre vírgenes.
Porque esos son los juegos para ingénuos en que mi agnosticismo nunca apuesta.
Mi envite es al no ser, a lo seguro.
Rechazo otro ser.
Tras consumida mi ración de este guiso indigerible, otra vez no. Una vez ya es demasiado."

José María Fonollosa. No.


DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 11 de septiembre de 2005


Sigo sin línea telefónica y sin adsl. Este hecho - del que sólo es culpable telefónica- afecta a la regularidad de este diario.

Viernes. En el afán por empezar a conocer los locales de nuestra nueva ciudad reservo mesa en un restaurante y, tras cumplir en Levi Pants con la eficacia que me caracteriza, hago un recorrido marathoniano en metro para - finalmente- encontrame en él con María José.
Cal Naré (c/Joan Pallarés, 31-33 L'Hospitalet de LLobregat Tel. 933381774) es un pequeño y agradable restaurante de cocina de mercado. Pese a ser viernes estamos casi sólos (de hecho somos los únicos que hemos reservado) y la cena resulta deliciosa.
La primera incursión gastronómica en l'H se ha saldado con resultado satisfactorio (sigo, no obstante, a la espera de sugerencias que guíen mis próximos pasos). Al salir es tarde y estamos muy cansados.

Sábado. Mañana de trámites, presupuestos, lámparas y centros comerciales. Por la tarde nos encontramos con Pepe y Lidu en nuestra vieja casa. Han venido para llevarse la vieja nevera y un armario. Abdel, un vecino con furgoneta, les ayuda. Al sacar la nevera de su sitio encontramos un nido de suciedad entre la que se esconden tesoros de valor incalculable: una modeda de cinco pesetas (calculad vosotros mismos cuanto tiempo lleva ahí), un kiri (queso en porciones cuyo contenido plástico le ha permitido permanecer inmaculado pese a que hace mas de tres años que no consumimos este tipo de quesitos) y una chocolatina pequeña de esas que ponen en bares y restaurantes para acompañar el café (un verdadero desperdicio).
Al acabar la mudanza necesitamos un baño casi tanto como un cambio de ropa. Pasamos por una bodega del barrio para comprar una botella de vino y vamos a casa.
Adecentados y en moto vamos a casa de Jordi P. y Emma. La excusa de la cena es enseñarnos las fotos de las vacaciones. Desgraciadamente no tenemos nada que enseñar pero disfrutamos viendo las fotos de los demás.
A la hora de cenar somos ocho: Jordi, Emma, David, Iola, Víctor, Laura, María José y yo. Risas y grandes discusiones animan la cena (buenísimo todo). Jordi intenta convencerme de las gratuitas ventajas de creer. Se lo agradezco porque se que su intención es buena, quiere lo mejor para mí. A él va dedicado el poema de Fonollosa que encabeza el diario de hoy.
A las cuatro y cansadísimos abandonamos la casa de Jordi. Nos lo hemos pasado muy bien y siguen apareciendo inesperados regalos de cumpleaños, Víctor y Laura han puesto en mis manos "l'Historiador" de Elizabeth Kostova, un libro que tenía muchas ganas de leer.

Domingo. Día de recuperación en la paz de Graceland. Siestas, perezas... sólo cuando oscurece salimos a dar un largo paseo.

07 septiembre 2005

DIARIO DE UN OCIOSO
Miércoles, 06 de septiembre de 2005


En los últimos días he aprovechado los largos desplazamientos en metro para leer “El peor viaje del mundo” (me he emocionado en algunos pasajes) y, siguiendo en mis lecturas polares, he empezado a leer “En el país de la muerte blanca” de Valerian Albanov.
Martes noche. Cena con Albert, Esther, Marta, Neus, Andreu y María José en el “Ugarit” de Gracia. Hemos conseguido encadenar varias cenas seguidas quedando para la siguiente el mismo día de la cena. El sistema, de momento, funciona, espero que siga haciéndolo ya que es la única manera para vernos con regularidad. La próxima será en casa.

DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 04 de septiembre de 2005


Sábado. Hace sol, desayunamos en el patio de Graceland y nos entregamos a la primera limpieza organizada de nuestra casa. Lo que en un tiempo se convertirá en una actividad tediosa y rutinaria es ahora agradable y en un par de horas algunos rincones de Graceland relucen. El sótano empieza a ser transitable y las cajas se acumulan sólo en los rincones.
Un estudio a fondo del catálogo de Ikea me confirma que la estantería “Expedit” ha sido diseñada por un enfermo de los LP’s y la convierte en objeto de deseo inmediato. En el Ikea que según la publicidad del año pasado de esta cadena nos toca (vivimos al lado) no la tienen. María José me salva de la depresión llevándome a Badalona donde, por suerte, si la tienen. Tengo tres cajas inmensas que contienen una estantería en la que ya me veo colocando mis viejos discos de vinilo pero la capacidad de nuestro coche es limitada. María José demuestra que el capital que hace unos años invirtió en la máquina de Tetris de los bares no fue un desperdicio. En unas cuantas maniobras insólitas consigue colocar las tres cajas, a mi y cerrar la puerta. En el camino, con el cuello doblado junto al techo del coche, no paro de acariciar mi tesoro.
María José se entrega, después de comer, al montaje de la estantería mientras yo descanso. El grito producido por el contacto entre el martillo y uno de los dedos de María José me despiertan de mi letargo y me obligan a echar una mano. Una hora después la “Expedit” luce en el sótano. No me resisto a llenarla, pero es mas grande de lo que parecía (1’85 x 1’85) y los LP’s sólo ocupan parte de su superficie. Los libros empiezan a abandonar sus cajas antes de lo previsto.
Al acabar estamos muertos. Necesitamos dormir.

Domingo. Nos levantamos pronto y seguimos llenando la nueva librería (vaciamos más de 15 cajas).
Los padres de María José vienen a comer. Aprovechan el viaje y nos traen una antigua mesa del abuelo de María José que montamos entre todos. También montamos nuestra vieja mesa en el sotano en lo que será nuestro despacho.
Una vez hecho todo el trabajo acudimos al proveedor oficial de Graceland en lo que a pollos a l’ast se refiere y nos aprovisionamos para comer en el patio. El patio, que a esta hora ya no tiene sol directo, favorece las largas sobremesas.
Ya solos nos regalamos una siesta gigante, vemos un par de episodios de Push Nevada y abrimos algunas cajas mas. Nuestra intención de ir a la vieja casa para traer las últimas cajas ha quedado en eso. Estamos muy cansados, ha sido un buen fin de semana.

"Y es que somos una nación de tenderos, y ningún tendero está dispuesto a parar mientes en una investigación que no le compremeta un rendimiento económico antes de un año. Así que viajará usted sólo con su trineo, pero quienes le acompañen no serán tenderos, y eso tiene un gran valor. Si hace usted su correspondiente viaje de invierno, obtendrá su recompensa, siempre y cuando lo único que desee sea un huevo de pingüino.”
Apsley Cherry-Garrard. El peor viaje del mundo. Barcelona 1999


"DIARIO DE UN OCIOSO
Viernes, 02 de septiembre de 2005
"

Jueves. Cena en Graceland con Albert que se trae bajo el brazo una estupenda botella de Jean Leon de la que damos cuenta mano a mano (está delicioso). En el patio, menu infantil (libritos y el primer pastel hecho en nuestro nuevo horno) y una velada agradable en compañía de un amigo que, sólo hoy, está de “Rodriguez” en Barcelona.

Viernes noche. María José me espera en la puerta de Levi Pants y me lleva a Cenar. Hace días, demasiados, que no vamos al “Pan y Vino” (Consolat de mar, 15. Tel. 932687776) y tenemos muchas ganas. Nos tratan mejor que nunca y cenamos de miedo. Durante la cena no paramos de hablar (de hecho le pego a María José un rollo antártico de tamaño descomunal), de hacer planes, de soñar en un Graceland mejor.
Volvemos a casa atravesando la montaña de Montjuïc. El recital de aromas sólo lo eclipsa la sensacional vista de Barcelona que se nos ofrece por el camino. Desde hace unos días esta se ha convertido en nuestra ruta habitual. Dejar la ciudad durante unos minutos y cambiar el asfalto por el verde del parque es una terapia que se agradece.