Leo el pregón de La Mercè
de Javier Pérez Andujar y disfruto de un texto que habla de lectores
impenitentes, de lecturas nostálgicas, de escritores, de grupos
perdidos, emisoras malditas y de mi ciudad. De esa ciudad misteriosa
en la que crecí y en la que sigo perdiéndome entre la nostalgia y
la sorpresa.
Disfruto leyéndolo y
dejándome llevar por el viaje a las lecturas del pasado que propone,
un viaje que también es el mío. Recupero personajes, historias y
sensaciones enterrados bajo la capa de polvo que los años disponen
sin que nos demos cuenta. Recupero también espacios de lectura y las
texturas y colores de los cómics que me hicieron lector y, con
ellos, una ciudad que fue y sigue siendo aunque a veces no la veamos
cegados por el aliento de la novedad.
El pregón de Javier Pérez
Andujar es también un canto a la Barcelona que no figura en la
historia oficial de la ciudad. A esa Barcelona de barrio que, por
suerte, se empieza a recuperar gracias a los fragmentos que han
sobrevivido y a las historias que aún podemos contar.
Gracias Javier por el
pregón. Seguiremos leyendo pese a que – o quizá precisamente por
eso - leer (y no sólo en Barcelona) es de pobres.
18 septiembre 2016
DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 18 de septiembre de 2016
Tras las vacaciones cuesta recuperar el orden y las rutinas
que lo hacen posible. Este diario no es una excepción y tras un periodo en el que
de manera irregular y errática han ido apareciendo las crónicas vacacionales –
crónicas vacías que llenaban espacio sin contar nada relevante - , toca volver
a la normalidad. A partir de ahora volveré a las publicaciones ocasionales que,
aunque también vacías de contenido, intentarán contar algo más de lo que he
contado este agosto.
Para empezar la tarea es difícil. Tengo que explicar en la
crónica de hoy dos semanas de trabajo salpicadas de algún que otro reencuentro
posvacacional y algunas – tímidas aún – actividades de ocio. Sin notas,
recurriendo a la memoria y con el riesgo – casi la seguridad – que me dejaré
más de una importante, se me antoja que no será una crónica demasiado brillante
para empezar nueva temporada.
He leído “Yeruldelgger. Muertos en la estepa” de Ian Manook,
una novela negra que me regaló Jordi P. (con el que, por cierto, cené un día en
el En Ville, después comento o no). Muy adictiva. Me lo he pasado muy bien
leyéndola (que el protagonista, Yeruldelgger, sea un policía mongol, le añade un toque de exotismo a la novela sin
desviarla de los estándares del género.
La cena en En Ville (Doctor Dou, 14. Barcelona) bien.
Aterrizamos en él tras encontrarnos el restaurante escogido muy lleno (no
reservan) y, pese a que es un sitio extraño, la comida estaba buena. Ya que he
abierto un paréntesis “gastronómico”, aprovecho para hablar también del
Bellavista del Jardín del Norte aunque fui por motivos laborales. Demasiado
grande y con una recepción poco ágil, no me gustó pese a que el local es
espectacular y la comida estaba muy buena. Tiene, no obstante, el éxito
asegurado aunque sólo sea por la curiosidad que provoca su relación con Messi.
En el Festival Altaveu vimos a Maika Makovski. Un golpe de
suerte – cambio de escenario – nos permitió conseguir entradas. Y fue realmente
una suerte poder disfrutar de la presentación de Chinook Wind. Acompañada del
Quartet Brossa (dos violines, cello y viola), de una trompa y de una batería, Maika Makovski nos regaló un gran
concierto. Verla siempre es un espectáculo pero esta nueva versión es aún mejor
que la que habíamos visto hasta ahora.
Un viaje relámpago a Castellón para celebrar el 50
aniversario de boda de Pepe y Lidu, una cena con mis padres y con mi tío
Hernán, unos días sólo en Graceland que no me gustan nada, una cena con Toni en
el patio de Graceland, mucho cansancio, reencuentros laborales – casi todos
gratos -… he vuelto.
04 septiembre 2016
DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 4 de septiembre de 2016
Vacaciones (la propina)
Tras cuatro días de vuelta a la realidad, me escapo de nuevo
a S’Agaró y me reencuentro con María José para reiniciar las vacaciones en el
punto en el que las dejamos.
Vuelve la playa, las cenas en terrazas frente al mar o en
jardines en el campo. Vuelve también el ritmo tranquilo, la lectura y todo lo
que en Barcelona parece tan difícil.
En las crónicas del vacío que han llenado (no de contenido)
este diario, me he dejado las lecturas de los últimos días. Novela negra pero
menos (“La nochevieja de Montalbano” de Andrea Camilleri) y un clásico del
humor (“Gracias Jeeves” de PG Wodehouse) me han acompañado en la playa y, ya en
Barcelona, en los viajes a el trabajo.
Ahora sí que es el final definitivo de las vacaciones.
Duele, pero menos que otras veces. Hemos descansado mucho y lo hemos pasado
bien. Dejamos S’Agaró con la esperanza de poder volver pronto. Aquí, cerca de la playa y de muchos amigos, también somos muy
felices.