26 septiembre 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Viernes, 24 de septiembre de 2004


Desde la cama, sin tener otro tipo de información, puedes saber si un día es festivo o no por el tipo de ruidos que te llegan desde la calle. Suena el despertador a la hora habitual y el silencio acompaña esos instantes de desconcierto que siguen al fatídico momento. La sensación de felicidad, al entender que este silencio quiere decir que hoy no hay que ir a trabajar, es sensacional. Animado, hago el esfuerzo de levantarme y, después de preparar el desayuno, despierto a María José.
En Alella tomamos prestado el Corsa y salimos hacia S’Agaro.
Hace años que fantaseamos con alojarnos en el Hotel Sant Pol. Su ubicación privilegiada, frente a una playa por la que siempre nos ha gustado pasear, lo había convertido en un capricho al que – hasta hoy – habíamos renunciado por estar demasiado cerca del apartamento. Pero nuestro fracaso en la búsqueda de un viaje para este fin de semana nos ha llevado a una situación de carencia que superaremos gracias a la fantástica habitación con vistas al mar que nos hemos agenciado.
Dejamos los trastos en la habitación y bajamos a la playa. Nos rodea el club de jubilados de Madrid en pleno que nos provoca una cierta envidia por la vida exenta de preocupaciones laborales de la que ahora disfrutan.
de día ...y de noche
Pero, ajeno al desánimo, me baño (el agua está muy fría) y me seco al sol mientras empiezo a contar los días que faltan para mi jubilación (hoy uno menos).
A la hora de comer caminamos hasta el cruce y nos encontramos los restaurantes habituales cerrados. Estamos a punto de reconocer nuestra derrota cuando nos encontramos a Eli y a Cesc que también vuelven de la playa. Decidimos comer en “la churraskita” de Playa de Aro encantados de habernos encontrado. Podríamos haber quedado para comer hoy – de hecho ayer hablamos por teléfono- pero la casualidad ha convertido el encuentro en algo especial.
Volvemos al hotel y leemos en el balcón mientras disfrutamos de la vista y del rumor del mar. Jacuzzi, siesta... sólo se oye el lento compás que marcan las olas (totalmente distinto del ensordecedor romper de las olas del que pudimos disfrutar la semana pasada en Garraf).
Al despertar damos un largo paseo (interrumpido por la lluvia y después reanudado) por la playa. Durante el paseo playero ha anochecido y decidimos buscar un sitio donde cenar. En el “Ramón Petit” nos sirven la parrillada de verduras más raquítica que he visto en mi vida, es como un muestrario de los elementos que componen una parrillada de verduras (un champiñón pequeñito, un espárrago, un trocito misérrimo de cebolla, un poco de pimiento, cuatro rodajas de calabacín y cuatro laminas casi transparentes de berenjena). Afortunadamente los segundos son más generosos y acabamos cenando bien.
Ha refrescado. La sensación, al volver al hotel paseando, es que – esta vez si - se ha acabado el verano. Ya está aquí el primer frío de la temporada y, por su novedad, es bien recibido.

No hay comentarios: