31 julio 2022

DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 31 de julio de 2022

Sábado por la mañana. Desayunamos como cada día, pero sin alargar mucho la tercera taza de café. Dejamos el coche en casa y cogemos el tren hasta Monistrol y, allí, el Cremallera hasta Montserrat. Por el camino leemos.

Paseamos, vemos un audiovisual decepcionante y buscamos el lugar ideal para leer y dibujar. Lo acabamos descubriendo en nuestra habitación. La vista es excepcional. También la tranquilidad.

Poco a poco, los visitantes se van y la plaza se va vaciando. Después de cenar, damos un paseo fantástico en un espacio pensado para las masas y que ahora está vacío. Silencio sólo roto por las campanas que marcan el ritmo de la vida conventual.

Por la mañana, el silencio todavía nos sobrecoge. Hemos dormido con las ventanas abiertas y las campanas nos han despertado un par de veces, es parte del encanto.

Tras una visita al Museu de Montserrat (disfrutamos, prácticamente solos, de una colección única) decidimos volver a casa con las pilas totalmente cargadas. Sólo 24 horas, pero con sensación de vacaciones.




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