DIARIO DE UN OCIOSO
Viernes, 15 de junio de 2012
He decidido que, para disfrutar del Sònar, necesito el día
libre. Mis vacaciones serán más cortas, pero el día promete intensidad.
Me encuentro con Jordi P. (que ha tomado la misma sabia
decisión que yo) en el Kasparo. Ya en el recinto empezamos a deambular por los
diferentes escenarios y a consumir las primeras cervezas de la jornada. Buen
ambiente (los zombies de pupilas gigantescas aún no han salido de sus cuevas),
es la hora ideal para ver las exposiciones del SonarPro y, en el Macba, una instalación interesantísima (The Game of
Life ) que propone una nueva manera de reproducir la música y "Oferta
Pública" de Rita McBride.
El Sónar es también un generador de felicidad (en muchos
casos potenciada por el consumo de fármacos pensados para ello) y es una gozada
ver tanta gente sonriente, tantos momentos intensos y tanta diversión. Pero el
exceso de "buenrollismo"
provoca un cansancio importante. Decidimos recuperar fuerzas en Carlota Akenaya
(Pintor Fortuny, 32). El Carlota Akenaya es un restaurante Sumiyaki (barbacoa
japonesa). Buenos detalles (como disponer de una jarra de agua en la mesa),
servicio amable y todo está muy bueno. Volveré seguro ya que está cerca del
trabajo.
Repuestos, nos entregamos a una larga jornada de paseos
entre escenarios, cerveza y conversación. Vemos algo de "Supersilent feat.
John Paul Jones", de Nightwave, de Flying Lotus, de Austra y de otra gente
que - programa en mano - soy incapaz de identificar. La jornada se ha convertido
más en una fiesta que en un día de conciertos. El Sónar también es esto...
Felicidad en buena compañía, grande.
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