07 noviembre 2009

DIARIO DE UN OCIOSO
Viernes, 06 de noviembre de 2009


Hace frío. Subo a Montjuïc rodeado de turistas madrugadores para encontrarme con Lluís en su trabajo. Después de un largo paréntesis de casi diez años, hace unos meses nos reencontramos en la boda de unos amigos y teníamos pendiente ponernos un poco al día sin utilizar nuestros respectivos blogs.
La nocturnidad que caracterizaba nuestros últimos encuentros ha sido sustituida por una mañana fría y luminosa, el alcohol que nos acompañaba es hoy un café y el lugar del “todo o nada” ha sido ocupado por una actitud más reflexiva. Me olvidé de decirle – pero sé que me lee – que uno de sus dibujos me acompaña, desde hace mucho, en el zulo en el que me encierro a escribir. Quizá no hemos estado tan lejos durante los últimos diez años.

Con las habituales promesas de repetirlo pronto (espero que se cumplan) bajo hasta el Caixa Forum para ver “Los mundos del Islam en la colección del Museo Aga Khan”, una interesante muestra con una selección de obras de la colección del futuro Museo Aga Khan (que se ubicará en Toronto). El museo tendrá una de las más completas colecciones de arte islámico del mundo. Completa e interesante, la podéis disfrutar hasta el día 17 de enero.

Vuelvo a casa paseando y, mientras espero a María José para comer, improviso una barbacoa. Ha empezado el fin de semana.

Por la noche nos encontramos con Núria y Xavi en el Z’alia (Torres, 25. Barcelona. Teléfono: 932103654). Xavi ya me había habado de este restaurante que ocupa el local del desaparecido Ot y teníamos ganas de probarlo. El local es pequeño y muy agradable. Nos decidimos por el menú corto (cuatro platos y postre... el largo parecía excesivo). Para empezar una ensalada de brotes tiernos con pipas, parmesano y jamón de pato que, pese a ser correcta no presagiaba los tres platos que le siguieron. La primera sorpresa agradable fueron los fantásticos raviolis de “carn d’olla” (una versión actualizada - sobretodo en la presentación - del plato tradicional pero con el sabor que debe tener un buen cocido). Le siguieron unos calamares a la plancha rellenos de parmentier de patata (que estaban deliciosos). Con los dientes, los labios y las manos llenas de tinta (tengo cierto poder adquisitivo para la mugre) atacamos los pies de cerdo rellenos de “trinxat” y acompañados de puré de boniatos (de nuevo un plato lleno de sabor y muy conseguido).
El postre, al que ya llegué algo justo, también estaba muy bueno (era una crema de manzana).
El pan – que cobran aparte (el único detalle feo ya que si lo incluyeran en el menú evitarían comentarios como este) – buenísimo y variado (yo comí uno de pipas y bacon y uno con sésamo).
Aunque no es un restaurante barato (pagamos 38 euros por persona), la relación calidad-precio es muy buena. No me importaría volver.

Hemos hablado de todo (empezando por la obra de teatro que tuvimos la suerte de ver los cuatro el martes pasado) pero aún hay tiempo para continuar la conversación con una copa en el Stinger. Definitivamente, ha empezado el fin de semana.

1 comentario:

Performance dijo...

Lo repetiremos pronto. Un abrazo