02 noviembre 2023

DIARIO DE UN OCIOSO
Jueves, 2 de noviembre de 2023


Trabajando en los telares del Conde (empresa que, tras varios cambios de nombre y de dirección, desapareció hace poco) conocí a Albert. Desde entonces (creo que hace unos 20 años), y desde la distancia que ofrecen las redes sociales, he cruzado cuatro mensajes auspiciados por gustos musicales convergentes y por alguna friqui-coincidencia en otros temas.

Ayer, Albert llenó el cine Aribau (más de 1.100 butacas) con su documental “Garatge Club, un escenari 900 concerts”. Nunca fui un asiduo del Garatge. La vida te lleva por otros recorridos y mis salas en los 90 fueron otras. Recuerdo algún concierto y algún final de noche… Estuve en el concierto de la Trapera que abre y cierra el documental (toda una declaración de intenciones que me encantó)… y poco más.

Pero “Garatge Club, un escenari 900 concerts” es algo más que un chute de nostalgia para aquellos que vivieron intensamente la sala (si lo hiciste, has de correr a ver el documental, te encantará). También supone un chute de nostalgia para todos aquellos que vivimos intensamente la escena musical en los noventa en Barcelona. No importa que tu sala no fuera el Garatge Club. Muchas de las historias, de las sensaciones y de la experiencia vital que transmite el reportaje, son intercambiables y abren el grifo de los recuerdos.

Compartí noches, conciertos, fiestas y decepciones con muchos de los asistentes al estreno (la edad media no era precisamente baja) y me gustó tanto la sensación de volver a vivir juntos recuerdos como el documental de Albert.

Una última reflexión sobre la nostalgia. Tendemos a pensar que lo vivido, que la ciudad que lo albergó, que nuestras motivaciones, alegrías y tristezas, era mejor que la actual. Todo era más puro, más auténtico, sin suciedades ni corrupciones, más brillante, mejor…. Es un error. La Barcelona de los 90 fue cojonuda para aquellos que teníamos la edad, las ganas y las posibilidades económicas para vivirla intensamente. Igual que la Barcelona del 2023. Igual que la Barcelona del futuro para aquellos que la vivirán con la misma intensidad con la que nosotros la vivimos en un pasado que, aunque no fue mejor, fue el nuestro.

Gràcies, Albert, per fer-me recuperar molts bons moments i per fer-me reflexionar sobre un tema en el que caic sovint en aquest diari: la nostàlgia d’un passat no sempre gloriós.

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