29 noviembre 2008

DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 29 de noviembre de 2008


Viernes noche. La semana – más llena que nunca de sinsabores laborales en los que ocupan un lugar importante las ausencias que, como fantasmas, recorren las ahora vacías instalaciones de Levi Pants - queda atrás y las luces de neón que anuncian un fin de semana de ocio y descanso se encienden iluminando la escena en la que, mochila al hombro, me alejo de Levi Town hacia un destino mejor.
Camino de casa de Nuria y Jordi me encuentro con María José y juntos damos vueltas con el coche intentando encontrar esa plaza de aparcamiento que se nos resiste más de lo deseable. Pero al final aparece ante nosotros y pocos minutos después estamos sentados a la mesa. Nuria ha preparado dos currys impresionantes (uno de pescado y otro de ternera) y la cena se alarga con una agradable sobremesa. Ha empezado el fin de semana.

Sábado. Levantarse pronto suele tener premio. El de hoy, por ser pequeño, podría haber pasado desapercibido, pero no ha sido así. Salgo con Cass a por el desayuno y los periódicos. El frío me recompone después de las cervezas de ayer.
Vuelvo a casa, despejo la mesa y extiendo el periódico. El premio es disfrutar de él con calma, deteniéndome para leer un artículo de opinión, paladeando el silencio que me rodea mientras fuera empieza a llover.

Después empiezo a preparar con calma el desayuno y espero que María José se despierte. No tenemos obligaciones y todo un día por delante para perderlo, si puede ser con estilo.

24 noviembre 2008

DIARIO DE UN OCIOSO
Lunes, 24 de noviembre de 2008


Viernes. Empieza el fin de semana cuando suena la sirena que marca el final de la jornada en Levi Pants. Pocos sonidos son tan gratos como este.
En Graceland María José me recibe con la cena preparada y capítulos de Deadwood preparados para ser consumidos con el proyector. El fin de semana empieza placidamente.

Sábado. Mañana tenemos una comida con amigos a la que queremos dar sabor mexicano. Pese a que nos trajimos bastantes ingredientes al volver de nuestro viaje, es necesario ir a comprar otros. Visitamos primero un supermercado especializado en productos norteamericanos pero todo lo que tienen lo podríamos encontrar en cualquier gran superficie a mejor precio. Al final seguimos el consejo que nos dieron María y Amador y vamos a un supermercado chino que tiene muchísimos productos de otros países. Tortillas, salsas, fríjoles... ya tenemos todo lo que necesitamos para cocinar mañana.

Al volver a casa tenemos que eliminar la capa de pelusa que amenaza con enterrarnos. Entre comida basura, siestas, sesiones de tele y paseos con Cass, pasamos el resto del día.

Domingo. Albert y Esther nos regalaron un jamón que decidimos que se convertiría en la excusa ideal para organizar una comida en casa. Por la mañana, María José empieza el jamón y Cass se convierte a una nueva religión: “los adoradores del jamón de Graceland”. Su culto consiste en mirar obsesivamente al ídolo mientras se saliva abundantemente.
Albert, Esther, María, Laura, Marta, Neus y Andreu son los conejillos de indias que probarán nuestra primera incursión en la gastronomía mexicana. Hemos decidido hacer tacos y poner los ingredientes en la mesa para que cada uno se los confeccione a su gusto.
Una comida tranquila (creo que todo estaba buenísimo) y una larga y agradable sobremesa nos dejan preparados para rematar el fin de semana con siestas y televisión.
Dentro de un par de semanas tenemos la segunda sesión de estas cenas mexicanas. Intentaremos mejorar.

21 noviembre 2008

DIARIO DE UN OCIOSO
Viernes, 21 de noviembre de 2008


Viernes al fin.

Es pronto por la mañana. María José se ha ido a trabajar y Cass duerme junto a mí mientras escribo esto y escucho la radio. Dentro de un rato – puntual como un reloj - se despertará y empezará a darme golpes con el morro reclamando su desayuno. Por delante queda un día de trabajo en Levi Pants que, pese a que se prevé duro, pasará rápido abriendo las puertas a un nuevo fin de semana, durante el que intentaremos recargar las pilas rodeados de amigos.

La semana ha pasado volando. Mucho trabajo y poca diversión (lo sé, un error según mi versión libre de la letra de Eskorbuto) . Sólo los ratos en casa en compañía de María José y una cena improvisada en el japonés de la puerta de al lado con Mariona, me han ayudado a navegar por este amplio océano que separa dos fines de semana.

Cass se ha despertado y reclama el desayuno (ya lo había avisado). No la haré esperar más. Buen fin de semana a todos.

19 noviembre 2008

“María había querido decirme que el paraíso no existe. Si acaso es una intermitencia, una ráfaga de viento que nos sacude a veces, una posibilidad inalcanzable como el palacio de Potala, unos tiroleses bebiendo cerveza en un cuadro aborrecible. Lo demás es tesón y coraje, un poco de engaño y mucha resignación, aprender a disfrutar mientras se resiste, mientras se empieza a oler a cosas viejas, a salitre, a butacones de cuero y grasa recalentada, aprender a empaparse bien con agua de lavanda para disimular ese olor y acostumbrarse a convivir con los recuerdos, con todo lo que no se hizo o se hizo mal, con todo lo que se es incapaz de entender o de aceptar. Disfrutar, pese a todo, del instante. Eso es lo más parecido que tenemos al paraíso.”
Pedro Zarraluki. Todo eso que tanto nos gusta.


DIARIO DE UN OCIOSO
Miércoles, 19 de noviembre de 2008


Arrastré el libro de Pedro Zarraluki en nuestro viaje a México. Era el primero, en un exceso de mi tradicional optimismo, de los muchos libros que leería en los ratos muertos del viaje. La realidad, como podéis suponer, fue muy distinta y volví con apenas un capítulo mal leído y el desorden en mis horarios de sueño al volver no me ha ayudado en su lectura que se ha alargado más de lo que el libro pide.

Pedro Zarraluki. Todo eso que tanto nos gusta
Pero cuando conseguí vencer el sueño en mis horas habituales de lectura, fui atrapado por esta bonita historia de pequeños renacimientos. “Todo eso que tanto nos gusta” es la crónica de la búsqueda de un paraíso interior – el único verdadero, el único al que todos nosotros podemos acceder y sin el cual no existen los otros paraísos, esos soñados una y mil veces – de una serie de personajes deliciosamente cercanos a todos nosotros. Pero no sólo los personajes me son comunes, los paisajes también me son cercanos y eso ha aumentado mi interés por la novela. Pedro Zarraluki ofrece un relato tierno, emocionante y serenamente bello sobre la búsqueda de la felicidad. Una novela deliciosa que he disfrutado mucho y que me ha permitido conocer a un escritor al que intentaré seguir los pasos.

18 noviembre 2008

DIARIO DE UN OCIOSO
Martes, 18 de noviembre de 2008


Tal y como estaba previsto, el fin de semana transcurrió con tranquilidad rodeados de amigos (una cena en el Gauchito’s Grill con Jordi P. y una comida en Graceland con Digna y Amelia) para recuperarnos de esa primera semana laboral después de nuestras vacaciones.

Y cuando la batería volvía a estar cargada... se acabó el fin de semana sin tiempo para nada más. Sigo con pereza, sueño atrasado y necesidad de tiempo. Volverán las crónicas llenas de actividades placenteras, pero no será hoy.

A falta de cosas que explicar os dejo con una foto de Guadalajara (México). Los carteles curiosos están en todas partes.
Guadalajara. No seas puerco

14 noviembre 2008

DIARIO DE UN OCIOSO
Viernes, 14 de noviembre de 2008


Viernes. Ha costado pero hemos llegado más o menos enteros.
No tengo mucho que contar fuera del trabajo ya que la vuelta a la rutina laboral – rutina envenenada por las ausencias - se ha llevado todo lo demás con una fuerza irresistible.

Leo poco ya que me duermo al subir a un transporte público. Me da pereza ponerme a escribir. Tras 15 días prácticamente sin televisión he vuelto a recaer en el viejo vicio de las series: Deadwood, Anatomía de Grey, The Wire, CSI – New York y Miami -, Prision Break... Echo de menos México y, sobretodo, a María José que durante 15 días ha estado a todas horas a mi lado. Tengo muchas cosas que hacer, pero me cuesta ponerme.

El fin de semana que esta noche empieza servirá para descansar un poco, reencontrarnos con amigos e intentar volver a la normalidad.

Mientras escribo esto Cass duerme en el Fat Boy a mi lado. Es viernes por la mañana, está saliendo el sol.

11 noviembre 2008

DIARIO DE UN OCIOSO
Martes, 11 de noviembre de 2008


Estoy de nuevo instalado en la normalidad, todavía no recuperado del todo, con desórdenes en el sueño e intentando que el feliz recuerdo de las dos últimas semanas soporte la comparación con la rutina y las obligaciones que ahora me asaltan.

La vuelta a Levi Pants ha sido dura. Encontraré a faltar a muchos de los compañeros con los que he compartido los últimos cuatro años, pero sobretodo echaré de menos esos pequeños momentos que hacían soportable un día de trabajo. Ahora, cuando en el hilo musical suena una canción de Antonia Font o de Facto Delafé, echo de menos los comentarios socarrones de Carlos. Me falta también la alegría contagiosa de Josep y todos los buenos momentos que se generaban a su alrededor. Hay huecos que no se pueden llenar y ahora hay momentos vacíos. Trabajar sin todos ellos será más difícil, pero sobretodo será menos agradable.

Y de nuevo es martes y tengo un montón de cosas pendientes. He de ponerme las pilas.

10 noviembre 2008

DIARIO DE UN OCIOSO
Jueves, 6 de noviembre de 2008
CRÓNICAS MEXICANAS XIII (EL REGRESO)


Miércoles. Suena el despertador a las 4:30. Tener el hotel en el mismo aeropuerto es una ventaja, sobretodo cuando en la tele puedes comprobar la pantalla de salidas. Es una ventaja hasta que ves que tu vuelo que salía a las 7:30 (confirmado la noche antes) tiene la salida programada a las 6:30. Pánico, prisas, nervios, la maleta no se cierra... carrera hasta la recepción del hotel, el transporte hasta nuestra terminal acaba de salir, nos tranquilizamos un poco al pensar que estamos allí mismo y que llegaremos aunque tengamos que correr. Llega el transporte y en cinco minutos estamos en la terminal, carrera hasta el mostrador de nuestra compañía donde nos confirman que la hora de salida está mal... realmente es a las 7.30 y lo que salía en pantalla era un incomprensible error.

Tenemos una hora para desayunar tranquilamente antes del embarque. Respiramos.
Vuelo a Atlanta (de nuevo trámites aduaneros, por suerte con agente más amable), espera en el aeropuerto de Atlanta (más de cinco horas) y vuelo hasta Barcelona.
Al llegar nos encontramos que una de nuestras maletas ha sido abierta reventándole el candado. Una nota en su interior nos indica que lo han hecho en la aduana americana “para protegerlo a usted y a sus compañeros pasajeros”. Seguramente el picante que había en el interior podía ser considerado una arma de destrucción masiva... lamentable.

Llegada a Barcelona el jueves por la mañana. Reencuentro con Cass y con sus canguros (Marc y Miquel) que han hecho un trabajo sensacional. Estamos en casa, el viaje ha sido maravilloso, ahora toca descansar.

09 noviembre 2008

DIARIO DE UN OCIOSO
Martes, 4 de noviembre de 2008
CRÓNICAS MEXICANAS XII


Último día en Guadalajara y último día de nuestro viaje (no llegaremos a casa hasta el jueves pero todo lo que nos queda después de hoy es viaje). Queremos apurar hasta el último momento y hoy nos han recomendado que nos dejemos llevar por el Tapatío Tour (el bus turístico de la ciudad).

Antes nos despedimos de los generosos desayunos mexicanos en un Toks que hay delante del hotel. El Toks pertenece a una cadena de restaurantes con un innegable toque estadounidense, pero la comida es típica mexicana. Me decanto por unos molletes (de rajas y de tocino) muy buenos. Echaré de menos estos desayunos cuando vuelva a nuestro espartano régimen europeo.
autofoto con sombreros, el sol aprieta

La parada del bus está junto al hotel y tenemos que correr para llegar (después se pasará diez minutos en la parada sin salir con lo que podíamos haber caminado tranquilamente). El Tapatío hace dos recorridos por la ciudad: uno por Guadalajara y otro por Tlaquepaque (una antigua población vecina ahora asimilada por la ciudad). Nuestra parada está en el primer recorrido pero con el billete podremos subir y bajar del autobús en las paradas que queramos y hacer las dos rutas (como en le bus turístico de nuestra ciudad).

La primera parte del recorrido no es especialmente interesante (al final llegaremos a la conclusión de que lo más interesante de Guadalajara puede hacerse a pie en el centro). Bajamos en el Museo de Arte Moderno “Raúl Anguiano”. El edificio es lo más interesante y las dos instalaciones no nos interesan demasiado. En pocos minutos hemos completado la visita y el bus tarda mucho más de lo previsto (40 minutos) en llegar.

La siguiente parada es en el centro. Aprovechamos para visitar el impresionante mercado de San Juan de Dios.(laberíntico, inmenso, imprescindible... tres pisos de estrechos pasillos con mercancías de todo tipo. Ideal para regatear, comprar y comer en uno de sus muchos puestos de comida). Nueva larga espera al bus que ha de llevarnos hasta Tlaquepaque.

Cuando llegamos – después de otro anodino recorrido – nos arrepentimos de no haber venido ayer o con más tiempo. Tlaquepaque
El barrio es una maravilla: calles peatonales, restaurantes en patios interiores sombreados, bares de copas, tiendas de artesanía... en su perfección parece un decorado puesto para deleite de turistas, pero pasear por él es una gozada y nos dejamos llevar.

Vuelta al centro. Visitamos el decepcionante Museo Regional de Guadalajara que responde a un modelo de museo decimonónico en el que los objetos de exposición se acumulan sin demasiada lógica: el esqueleto de un mamut, arte colonial, armas de los conquistadores españoles, unos carros del XIX, una máquina de escribir... un despropósito.

Volvemos a nuestro punto de partida. Cerca del hotel hemos visto un restaurante argentino y mi necesidad cárnica aprieta. El restaurante se llama Parrilla Argentina (Fernando Celada 176. Guadalajara) y su elección es un acierto. Local confortable, servicio amabilísimo y muchos detalles. Ante nuestra duda con los nombres de los cortes (que algunos curiosamente difieren de los argentinos de aquí) nos traen una bandeja con las piezas y nos explican lo que vamos a comer.
Mi carne está deliciosa y tanto la calidad como la cantidad son más que satisfactorias. No es comida mexicana pero es una buena despedida para unos días en los que no he parado de comer bien.

Ya sólo queda recoger las maletas en el hotel e iniciar el largo regreso: taxi hasta el aeropuerto, vuelo con Interjet (compañía de bajo coste que resulta mucho mejor – en el vuelo nos dan patatas fritas y bebidas alcohólicas – que muchas compañías europeas) a México D.F. y Hotel en el mismo aeropuerto (cruzando una pasarela) ya que mañana nuestro vuelo sale a las 7:30.

DIARIO DE UN OCIOSO
Lunes, 3 de noviembre de 2008
CRÓNICAS MEXICANAS XI


Llega el momento de despedirnos de María y Amador. Ha sido un verdadero privilegio contar con su guía, ayuda y hospitalidad. Sin ellos nuestro México no sería tan completo y profundo. También echaremos de menos la alegría de Inés que se queda llorando en casa por nuestra partida.

En la estación camionera cogemos un autobús hacia Guadalajara, segunda ciudad del país y última etapa de nuestro viaje. Nuevos paisajes pero tampoco demasiado alejados de los que podemos encontrar en nuestro país. Sólo las plantaciones de agave nos parecen exóticas.

Pedimos en el hotel por el transporte público hasta el centro y nos desaconsejan coger otra cosa que no sea un taxi. Acabamos de llegar y les hacemos caso, pero sólo por esta vez (el taxi al centro nos cuesta unos 70 pesos, un autobús que hace el mismo recorrido en aproximadamente el mismo tiempo sólo 5 pesos por persona).

El patio del restaurante La Rinconada
En el centro empezamos a pasear por los alrededores de la Catedral y paramos a comer en La Rinconada (Morelos, 86 Guadalajara). En un bonito patio interior comemos acompañados por la música de un pianista. La comida – típica mexicana – está muy buena y el precio es ajustado.

Tras recuperar fuerzas seguimos por el paseo por el centro.Catedral de Guadalajara
Aprovechamos para comernos una paleta (un polo) de la Michoacana (una marca de heladerías) y para comprar una maleta (hemos comprado demasiados regalos y la maleta que nos dejó Mariona pesa – seguro - más de 25 kilos, para evitar pagar sobrepeso hemos de repartir el peso entre maletas añadiendo una más). Volvemos pronto al hotel en un autobús que no resulta tan incómodo ni peligroso como el botones del hotel insinuaba.

Aprovecho para conectarme y ponerme al día. Las cosas en casa van de mal en peor y el número de compañeros caídos en combate crece poco a poco (al final del día son 13 y mi situación sigue estando en el aire).

08 noviembre 2008

DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 2 de noviembre de 2008
CRÓNICAS MEXICANAS X


Desayuno – algo tardío para lo que es habitual en nosotros – en el Hotel. Esta vez el buffet está muy bien y me permite hacer un completísimo desayuno mexicano con bistec, chilaquiles, jugo y café, todo muy bueno.cementerio de Patzcuaro. Día de muertos

Nos despedimos de Patzcuaro con un largo paseo que incluye la visita al cementerio donde hoy – como en todo México – se celebra de manera multitudinaria el día de muertos. Las familias acuden a los cementerios para recordar y honrar a sus familiares desaparecidos. Pero al contrario de lo que pueda parecer – a nuestra europea manera de ver las cosas – no es una fiesta triste (aunque también tenga sus momentos de emocionado recuerdo) sino todo lo contrario.
Cuando llegamos aún es pronto. En las tumbas indígenas aún humean las velas junto a las ofrendas a esta hora ya abandonadas. Alguna flor de cempasúchil crepita por la cercanía de la llama de un cirio que aún aguanta encendido testimoniando la larga noche que acaba de pasar. Los niños acarrean agua y limpian las lápidas mientras en otro rincón – y armados con una azada - los empleados del cementerio desbrozan una tumba. Las familias empiezan a llegar y se reúnen junto a la tumba. ofrendas en el cementerio de Ihuatzio
Unos rezan juntos y otros arreglan la tumba: la limpian, ponen flores... otros ya desayunan – unos tacos – sentados entre las cruces. La celebración de la muerte, poco a poco se llena de vida.
Al salir del cementerio la actividad es mucho más frenética y el gentío que acude es cada vez mayor.

Nosotros cogemos el coche y, después de visitar el bonito muelle San Pedrito (ayer cogimos la barca en el muelle General), iniciamos un recorrido por los pueblos vecinos y sus cementerios. Pasamos por Ihuatzio, Cucuchucho, Ucazanástacua, Ichupio y Tzintzuntzan). La carretera, que rodea el lago Patzcuaro, es bonita y nos ofrece una privilegiada vista de las islas. La celebración es parecida a la del cementerio de Patzcuaro pero en los pueblos hay más presencia de ofrendas.
Pirámides tarascas en Ihuatzio

Aprovechamos el recorrido para visitar las impresionantes ruinas tarascas delos complejos de Ihuatzio y Tzintzuntzan.. En ambos complejos damos un paseo mientras contemplamos las construcciones. No hay demasiada gente.

La carretera que rodea el lago es muy agradable y realmente nos gustaría seguir rodeándola hasta llegar de nuevo a Patzcuaro... pero el camino de vuelta es muy largo y hemos de empezar ya. Esta vez el viaje se hace largo pero agradable gracias a que el aire – una vez echado todo el polvo que tenía en su circuito – funciona perfectamente.

De nuevo en León cenamos en casa de María y Amador. Es una cena de despedida tranquila, con pizza, tequila y una buena conversación.

07 noviembre 2008

DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 1 de noviembre de 2008
CRÓNICAS MEXICANAS IX


Por la mañana, y gracias a María José, recupero el ánimo que durante algunos momentos de la larga noche me ha faltado y me dispongo a seguir disfrutando del viaje. La incertidumbre aprieta y – de tanto en tanto volverán las preocupaciones por los – ocho- compañeros despedidos y por mi propio – incierto – futuro.

Pero hoy salimos para hacer una de las etapas del viaje que más ilusión nos hace: Patzcuaro en el día de muertos.

camino de Patzcuaro. En México no todo nos es tan extraño como pudiera parecer
Amador nos deja un coche para hacer el viaje. El coche – algo sucio y un poco cascado nos recuerda a nuestro coche (que, quiero recordar, no es nuestro pese a que hace más de tres años que lo cogimos prestado). La marcha atrás se sale sola y – cuando intentamos poner el aire acondicionado somos semienterrados por una nube tóxica. Pese a eso el viaje es muy tranquilo. Buenas carreteras y poca gente en ellas. Casi cuatro horas después de salir (horas amenizadas por la selección musical de un cd que ya está en el equipo del coche y que nos permite cantar temas de Bee Gees, Boney M, Demis Roussos, Baccara, Neil Young, Stones, Carpenters, The Mamas and the Papas...) llegamos muy cansados.

Por suerte aparcamos en la puerta del hotel (La Parroquia. Plaza Gertrudis Bocanegra, 24 Patzcuaro) Hotel La Parroquia en Patzcuaro
situado en el centro de la población. El hotel es precioso y todas las habitaciones dan a un patio interior con fuente. Dejamos los trastos y salimos a comer; antes de sentarnos a la mesa del restaurante atravesamos el ruidoso mercado que está junto al hotel y otro de artesanía que ocupa toda la Plaza Grande (la plaza donde está nuestro hotel es conocida también como la Plaza Chica).

Comemos – estupendamente bién – en el restaurante La Surtidora (Portal Hidalgo, 71 Patzcuaro).Restaurante La Surtidora. Patzcuaro. La foto es del propio restaurante
La surtidora es una mezcla de restaurante y tienda de abarrotes (junto a nuestra mesa, en las altas estanterías, hay botellas de tequila, vinos, otros licores y conservas de todo tipo). La comida – típica mexicana – es muy buena y el local – situado en una casa del siglo XVII – es encantador.

Después de comer – y delante de la larga noche que nos espera – nos regalamos una larga siesta en el Hotel.

El ambiente en Patzcuaro es impresionante. Todo el pueblo es un enorme mercadillo lleno de vida. ambiente nocturno en Patzcuaro
Ha oscurecido ya pero las calles siguen igual de llenas, las terrazas de los restaurantes y los puestos de comida callejeros también.

Cenamos en el restaurante del Hotel (un buffet - de comida mexicana - un poco triste y que no nos satisface) y salida hacia la isla de Janitzio. La isla, en el centro del lago Patzcuaro, es el lugar donde – tradicionalmente – más se celebra la noche de muertos.
Llegamos al muelle en un pesero (camioneta–autobús cuyo billete – que no pagamos por descuido – cuesta 5 pesos). El muelle está lleno de gente, música y fiesta. Hacemos cola para comprar el pasaje y abordamos una gran barca (con 70 personas más). Hace frío junto al lago pero por suerte hemos venido preparados con ropa de abrigo. Media hora después – rodeados de adolescentes que ya están de fiesta – llegamos a Janitzio. La isla está llena de puestos de comida, bebida y – sobretodo – de fiesta.

Empezamos a subir por las empinadas calles hasta el panteón donde los indígenas están empezando a llegar con sus ofrendas. La flor cempasúchil es la base de las bonitas ofrendas que llenan de color la noche. Olor a copal, a humo de velas y solemnes velatorios que – por desgracia – contrasta con la fiesta de algunos que no quieren respetar esta bella tradición indígena purepecha (que dice que en esta noche las almas de los familiares fallecidos tienen licencia para bajar a la tierra. Durante dos noches (la del 31 para los niños y la del 1 para los adultos) los purepechas velan a sus familiares en los cementerios compartiendo con ellos sus alimentos preferidos).noche de muertos en la Isla Janitzio. Patzcuaro

El cementerio está a rebosar. Hubiera sido mejor buscar un cementerio menos famoso – en cualquiera de las pequeñas poblaciones que rodean el lago - para poder vivir más esta noche ya que aquí en Janitzio nos mezclamos los que queremos ver y experimentar una tradición ancestral y los que han venido a beber y bailar y se han encontrado con esto. Los dos somos invasores de un ritual que no nos pertenece pero la actitud es diferente.

Dejamos el cementerio y – sin saber bien porqué – subimos al monumento que corona la isla. Aquí la fiesta es total y, como no es lo que buscábamos esta noche – pese a que el ascenso ha sido largo, volvemos a bajar inmediatamente.

Ahora el cementerio está algo más tranquilo y el ambiente es más respetuoso. Las velas iluminan la escena llenando de magia la noche. El olor del humo del copal sigue dominando el ambiente. Pasamos un buen rato respirando su aroma mientras imaginamos lo que sería la celebración sin tanto espectador ocioso como nosotros.

Volvemos al hotel rehaciendo el camino (esta noche funcionan los transportes ininterrumpidamente) y – esta vez si – pagando el “pesero”. La experiencia ha sido maravillosa pero mi recomendación para todos los que quieran vivirla es que se alejen de Janitzio y busquen un cementerio más recogido.

06 noviembre 2008

DIARIO DE UN OCIOSO
Viernes, 31 de octubre de 2008
CRÓNICAS MEXICANAS VIII


De nuevo espectacular desayuno, esta vez en Crispín. Tacos y tortas de carnitas que, Crispín, imprescindibles carnitas
por desgracia, no puedo acompañar con una cerveza. Pese a ese pequeño inconveniente – bastante normal en una taquería – disfruto mucho.

Amador y María nos dejan en el centro de León donde aprovechamos para pasear un poco y visitar un par de tiendas. Desde allí tomamos el optibus (un autobús con estaciones elevadas y carril propio que es una mezcla entre nuestros autobuses y metro. El vehículo es como nuestro autobús -articulado, por eso lo conocen como la oruga- pero el sistema se parece más al metro) y en un momento nos plantamos en la Central Camionera para repetir el camino de ayer hasta Guanajuato (esta vez en un bus Primera Plus – de la misma compañía que ayer, pero mucho más confortable y moderno).

Ya en Guanajuato paseamos, compramos souvenirs, callejeamos por mercados y mercadillos, paramos a tomar algo y visitamos algún edificio con bonitos patios interiores. Habíamos quedado con nuestros anfitriones para cenar aquí, pero estamos tan cansados que les llamamos para que no hagan el camino en vano. Volvemos a casa en transporte público.Guanajuato al anochecer
El camino es largo y el taxi que nos lleva de la central camionera de León a casa se pierde y – después de muchas vueltas y unos cuantos renuncios – vemos el edificio a lo lejos – por suerte es mucho más alto que la media – y llegamos

Descansamos un rato y salimos a cenar tacos (esta vez en una taquería muy grande comemos tacos de lengua y de cabeza, me pongo las botas).

Al llegar a casa tengo la barriga demasiado llena para irme a dormir. Me conecto a internet y – el mundo cada ve es más pequeño – me entero de que en Levi Pants están despidiendo a gente. Vuelvo a vivir – ahora en la distancia – un episodio similar al que viví hace unos años en otra empresa. La distancia ayuda a soportar la angustia por los compañeros y por mí mismo, pero no deja de ser duro ver el dolor de los que lo están sufriendo en sus carnes.
Dormiré mal y – al final de la noche – decidiré que no está en mis manos la solución y que de nada sirve preocuparme. Pese a eso la sensación es agridulce. Al estar lejos me ahorro la angustia y la incertidumbre pero, a la vez, no puedo dar los abrazos que me gustaría dar o que me gustaría que me dieran.

(pese a la importancia de estos hechos, he decidido mantener el orden cronológico de estas crónicas para – de aquí a unos años – recordarlo tal y como yo lo he vivido día a día. Cuando leas esto yo ya estaré en Barcelona y seguramente habrán pasado muchas más cosas pero así las viví y así quiero recordarlas cuando dejen de tener la importancia que ahora tienen)

DIARIO DE UN OCIOSO
Jueves, 30 de octubre de 2008
CRÓNICAS MEXICANAS VII


Amador y María tienen cosas que hacer así que quedaremos a medio día en Guanajuato. Salimos de su casa y paramos el taxi más destartalado de todo León (luna delantera rota incluida) pero en pocos minutos ya estamos en la Central Camionera comprando nuestro pasaje a Guanajuato. El “Flecha Amarilla” no es el bus que nos han recomendado pero su horario es el único que nos va bien. Al subir entendemos la razón por la que no nos lo han recomendado. El taxi era lujoso comparado con este autobús.

El camino es tranquilo y después un microbús nos lleva de la estación al pueblo. Por el camino un cantante ambulante ameniza nuestro viaje con corridos de actualidad y de tórridas relaciones amorosas que siempre acaban con tiros, sangre y muertos. Llegamos a Guanajuato por su increíble red de túneles – calle. No hemos visto nada parecido nunca.

El autobús nos deja en una pequeña plazuela. Como necesitamos orientarnos y mirar el mapa, entramos en un agradable café. En “Café el Conquistador” nos tomamos una tarta de queso buenísima y un par de cafés mientras revisamos guías y mapas sin enterarnos de mucho (al final será el mesero el que nos indique como ir al centro). Guanajuato es un pueblo con mucho encanto que se agarra a las colinas sobre las que está ubicado llenándolas con los colores de sus casas. Guanajuato
Cuando la abigarrada maraña de casas permite tener una visión de conjunto, sorprende el colorido de esas formas geométricas que trepan montaña arriba hasta límites difíciles de creer. Pasear por Guanajuato es hacerlo por calles peatonales llenas de vida, tiendas, cafés y restaurantes. Un placer que nos regalamos mientras entramos en las tiendas con el pretexto de comprar algo (una goma de borrar, un souvenir, una bolsa de patatas) para poder curiosear con calma.
En el “Bar Tradicional Luna” paramos para recuperar fuerzas con una cerveza y un plato de jícama (¿un tubérculo?¿una fruta? que se come espolvoreándole chile encima).

Nos encontramos con María, Amador e Inés y tras seguir con nuestro paseo (visitando una exposición dedicada al fotógrafo valenciano Agustí Centelles), comemos en la terraza de un restaurante situado en el Jardín de la Unión, una bonita y agradable plaza que es el centro de la vida de esta pequeña ciudad. Todos comemos unas deliciosas enchiladas. Después de comer subimos hasta el monumento al Pipilá desde donde se goza de una vista privilegiada de Guanajuato. Subimos en un empinado funicular y bajamos caminando por las casi verticales calles.

De nuevo en casa. Amador y yo vamos caminando – toda una novedad aquí – a comprar burritos (de rajas, de chicharrón, de mole y de pollo) en un pequeño local que compagina la restauración con la venta de DVD’s piratas de películas y series. Por un pequeño suplemento con la comida te puedes llevar puesto el espectáculo.

La cena (acompañada de un poco de mezcal) está buenísima y la conversación – más pausada al estar en casa – resulta muy agradable. Decidimos volver mañana a Guanajuato para seguir paseando por sus calles y para poder comprar regalos.

04 noviembre 2008

DIARIO DE UN OCIOSO
Miércoles, 29 de octubre de 2008
CRÓNICAS MEXICANAS VI


Escribo esto - hoy ya es jueves - sentado en el Café Conquistador de Guanajuato, junto a una ventana. Ayer fué un día de tránsito. Dejamos Df y, con el autocar más cómodo que he visto en mi vida, fuimos hasta León.
Cinco horas de viaje que nos podíamos haber ahorrado cogiendo un avión, pero nos apetecía ver el paisaje y disfrutar un poco más del país.

En la Central Camionera de León nos esperaban Amador, María e Inés a la que por fin hemos conocido después de verla sólo en fotografías. Inés ya tiene año y medio, empieza a hablar y ya camina con bastante soltura.
Paseo por el centro de León donde se celebra la tradicional feria de "alfeñiques" (Calaveras de azucar, esqueletos de chocolate, frutas de aucar y todo tipo de dulces para celebrar el día de los muertos que se acerca).
chiles, chiles y más chiles... el paraíso debe ser algo así

Tras dejar las maletas en casa salimos a cenar. Pero antes de cenar les pedimos que nos acompañen a un supermercado para ver las diferencias. Alucinamos con la sección de chile y yo con la de salsas. Pasamos un buen rato haciendo turismo de supermercado, mirando, riendo y masacrando a nuestros anfitriones con preguntas de todo tipo.

En el Rincón Gaucho nos espera otro festival de cocina mexicana (esta vez fusionada con la argentina): choriqueso, ensalada de jitomate con chile, y unas patatas deliciosas como botana (entrante) y carne de segundo (con un chimichurri diferente del argentino y que es típico de aquí). No hay sitio para los postres ni para mucho más. Estamos muy cansados (se que me repito pero cada día acabamos agotados después de tanta actividad).

01 noviembre 2008

DIARIO DE UN OCIOSO
Martes, 28 de octubre de 2008
CRÓNICAS MEXICANAS V


Salimos del hotel y desayunamos en un bar camino del bosque de Chapultepec. Es temprano y somos los únicos clientes. El bar es muy agradable y el frío de primera hora de la mañana queda suavizado por una estufa de exterior puesta dentro del local. Repito molletes que aquí también están muy buenos.
Después de desayunar volvemos a Reforma donde están expuestos los alebrijes que vimos desfilando hace un par de días y también una muestra de bancos que están más cerca del arte que del mobiliario urbano (la muestra se llama "diálogo entre bancas" o algo parecido).
Ya en el bosque nos acercamos al Museo de Antropología. Es inmenso y cuesta decidir por donde empezar la visita. Al final nos decidimos por la sala que contiene la excavación de Teotihuacan para así completar la visita de ayer.María José dibujando en el Museo
Aztecas, mayas, Olmecas, Toltecas... de todas las culturas precolombinas hay muchísimo. Demasiado para un sólo día. Un poco saturados (y muy impactados por alguna de las piezas expuestas)de tanta escultura, decidimos dejarlo después de tres o cuatro horas.

A pocos metros cruzando el parque está el museo de arte contemporáneo Rufino Tamayo. Por un lado vemos la exposición de las obras finalistas de la XIV bienal Tamayo (estructurada como un concurso de pintura). La mayoría de los cuadros expuestos son notables pero hay algunos que nos gustan mucho: las dos pinturas hiperrealistas de Adrian Procel González, el trabajo - más allá de la pintura - de Gabriel de la Mora con su obra "Pedro García Guzmán", el "Al dente" de Santiago Corral, la poderosa pintura expresionista de Fernando Aceves Humana y los apuntes de Hugo Lugo.
La otra muestra, bajo el nombre genérico de "Apariciones fantasmales. Arte después del movimiento chicano", muestra obras conceptuales, algunas de ellas muy interesantes. Es una suerte haber topado con estas dos muestras que nos han permitido tener un contacto variado con la escena artística mexicana actual.

Al salir nos vemos rodeados de ardillas que nos rodean buscando algo que comer. Acostumbradas a la presencia humana no nos tienen ningún tipo de miedo.

Vuelta al hotel cruzando la Zona Rosa - un barrio lleno de restaurantes y locales de todo tipo - y, de nuevo en Reforma, una muestra de ofrendas que calientan motores para el día de los muertos. Ya en el Hotel descansamos un rato y vuelta a la calle. María José quiere comer algo ligero después de tantas comidas copiosas y decidimos volver al café de chinos (que se llama La Nacional) para comer un bisquet con jamón. Pero cuando nos sentamos nos plantan delante una carta con menú y canviamos de planes. Por 35 pesos (poco más de 2 euros) nos ofrecen un primero, un segundo, café y postre. Sencillo pero bueno, yo como una sopa de lentejas, un plato de arroz y cecina (es carne de ternera cortada muy fina, no tiene nada que ver con nuestra cecina pero también es muy sabrosa). La comida en general es un poco más barata que en España, pero esto - que equivaldría a un menú en muchos de nuestros restaurantes - es económico incluso aquí.

Cerca del restaurante está la Torre Latinoamericana y decidimos subir al mirador desde donde tenemos una impresionante vista de DF que se extiende hasta donde alcanzan nuestros ojos. Hacemos fotos que no brillarán como el panorama lo merece debido al oscuro día y a la polución que oculta algunos barrios de la ciudad. Pese a todo es espectacular estar solos en el mirador del edificio contemplando la ciudad.

Vuelta a casa con parada para hacer una foto en el barrio chino y descanso. Mañana salimos hacia León.

31 octubre 2008

DIARIO DE UN OCIOSO
Lunes, 27 de octubre de 2008
CRÓNICAS MEXICANAS IV


Hoy María y Amador vuelven a León y nos dejan sólos en la gran ciudad. Sin su guía de estos primeros días, estos "paco-martínez-soria" que estamos hechos ahora andarían mucho más perdidos y no sabrían que hacer ni como moverse con algo de soltura.
Nos despedimos con un desayuno - otra vez generoso - en un "café de chinos". Yo pruebo los molletes (con queso y frijoles) que me encantan y a los que volveré - seguro - en más de una ocasión.
Hoy nuestro destino es Teotihuacan. Primero cogemos el metro (he de reconocer que con algo de aprehensión al principio por lo que indican las guías que hemos leído. Pero como el trayecto es tranquilo a los pocos minutos nos sentimos más cómodos)y después, en la central del norte, un autocar hasta nuestro destino.
Desde el viejo autobús vemos los barrios periféricos de DF - caóticos, inmensos, hechos a base de construcciones de una o dos plantas sin ningún tipo de planificación urbanística - y constatamos las diferencias sociales que hasta ahora sólo podíamos intuir. El contraste con los edificios lujosos del DF donde nos hospedamos sorprende y nos hace sentir vergonzosamente privilegiados. Son dos extremos demasiado separados entre ellos.

Tras una hora de camino - y una pequeña siesta - llegamos a las ruinas de Teotihuacan. Hace mucho viento y tenemos que improvisar ropa de abrigo con un poncho de plástico que hace años llevo en la mochila sin utilidad aparente; hasta hoy.

Teotihuacan
No hay palabras para descubrir Teotihuacan. Todo allí impresiona. Subimos a las pirámides y paseamos boquiabiertos por todo el recinto mientras nos pelamos de frío. A la vuelta, cuando subimos al autobús, no queda ningún asiento libre. María José se sienta en un escalón que hay junto al conductor y yo junto a ella en un pequeño taburete que el conductor me presta. No es seguro, pero así es México (la última vez que hice un viaje así, fué en agosto de 1976 cuando nació mi primo Albert y mi madre y yo bajamos de S'Agaró a Barcelona sentados junto al conductor del autocar, entonces España también era así).

Volvemos al Hotel en metro y, antes de entrar en nuestra habitación para reponernos del intenso día y del ejercicio físico, comemos unos tacos en una taquería que está a pocos metros. Aún es pronto pero será nuestra cena. Después - en este desorden de comidas y sueños en el que estamos viviendo - hacemos la siesta, vemos un rato la tele, leemos y - agotados - nos vamos a dormir.

30 octubre 2008

DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 26 de octubre de 2008
CRÓNICAS MEXICANAS III


Nos levantamos pronto - ayer se cambió la hora y yo lo hice mal en el despertador de la habitación - y salimos a dar una vuelta por los alrededores del hotel. Compramos unas galletas para picar algo mientras esperamos el desayuno y nos conectamos a internet.
Ya con Amador y María, salimos con destino a Coyoacan. Para ser domingo el tráfico es igual de caótico que la ciudad que lo contiene. Pararía en cada esquina a hacer una foto, a ver con calma una tienda, a entretenerme con una pintada o un cartel... pero DF no parece una ciudad pensada para caminar. En Coyoacán - una antigua población hoy engullida por la metrópoli - nos encontramos con Checo y Ceci que nos llevan al mercado a desayunar.
El barrio es encantador y pasear por sus calles de casas bajas - llenas de árboles, paraditas de comida y de artesanía y pequeñas tiendas - es muy agradable. El mercado de Coyoacán sólo difiere de los nuestros en la estrechez de los pasillos y en la mezcla de locales de todo tipo. mercado de Coyoacan
Al final llegamos a una zona donde hay varios "locales" dedicados a la restauración. Los olores se mezclan y la actividad es frenética. Zumos de frutas naturales, tacos de barbacoa (cordero asado en tierra)impresionantemente buenos y una quesadilla de chicharrón son mi completísimo desayuno.
Después de tanto comer, cosa que los mexicanos hacen a todas horas y que nosotros no hemos parado de hacer desde que llegamos, toca algo de cultura. La casa de Frida Kalho y Diego Rivera (curiosa pero con menos obra de la que esperábamos)y el campus de la UNAM (impresionante, nos hemos quedado con ganas de visitarlo con calma en un día de clase) son nuestras visitas de hoy.

Por la tarde - y después de sufrir el tráfico intensísimo de la ciudad y de un rato de descanso en la habitación del hotel- hemos decidido ir al Arena Coliseo para ver un espectáculo de lucha libre. Avisados de la peligrosidad de la zona por todo el mundo - familia de nuestros amigos, guías de la ciudad y el taxista que nos lleva - dejamos todo lo que no sea imprescindible en el Hotel y cogemos un taxi. El taxista nos deja en la misma puerta y entramos rápido. Tras el cacheo - se quedan con mi cámara y me dan un papel para recogerla a la salida)entramos y seguimos al acomodador (muy viejito) hasta nuestros asientos donde, sin darme cuenta, ya tengo una cerveza en la mano. Vendedores de todo tipo vocéan sus mercancías: postales de luchadores, patatas fritas, máscaras, bebidas, tortas (bocadillos), revistas de lucha, sopas, palomas de maiz... el desfile es inacabable y pese al desorden aparente todo está muy ordenado y sigue un guión preestablecido(este comentario podría aplicarse a toda la ciudad). Una pequeña propina nos deja cerca del ring cuando empieza la primera lucha. El espectáculo está tanto en las gradas como en el ring. Familias enteras - algunas con niños muy pequeños - disfrutan del espectáculo mientras comen, beben y gritan sin parar. Los gritos son parte del espectáculo y permiten al público interactuar con los luchadores que se indignan o celebran los más graciosos. Máscaras, llaves, merito atlético y espectáculo teatral con un guión muy básico. Lo pasamos como niños mientras los "técnicos" dan lo suyo a los rudos.

Al salir recupero la cámara mientras Amador llama al Hotel para pedir un Taxi (no es seguro parar un taxi en la calle). El protocolo de seguridad no tiene nada que envidiar a una película de espías. Ya de vuelta en el Hotel, cenamos algo ligero en un Vips antes de irnos a dormir.

29 octubre 2008

DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 25 de octubre de 2008
CRÓNICAS MEXICANAS II


Hemos dormido como troncos y parece que el cansancio nos ha dejado un poco. Hace sol. Nos encontramos con María y Amador en el hall del hotel y caminamos hacia el centro. Por el camino los acosamos con preguntas ya que todo es nuevo para nosotros y todo nos sorprende.

Desayunamos en Sanborns (Av. Fco. Madero, 4 DF). La cadena de tiendas y restaurantes - presente en todos los rincones de la ciudad - ocupa aquí una casa del siglo XVI conocida como "la casa de los azulejos".La casa de los azulejos, la foto es de María José
En un impresionante patio desayunamos. No es un desayuno frugal: huevos divorciados, zumos de frutas, tostadas con mermelada... mejor imposible.

Después del copioso desayuno, toca caminar un poco para bajarlo. Paseamos hasta el Zocalo donde, a parte de la catedral y de las ruinas del Templo Mayor de Tenochtitlan, me llama la atención la gente, el ambiente, los olores... absolutamente todo. Mientras decidimos hacia donde seguir nuestro paseo por delante nuestro atraviesa la plaza un desfile de Alebrijes (bestias de gran colorido y fantásticas formas).

Paseo por la ciudad donde sigo disfrutando de cada esquina, de cada cartel, de cada frase cogida al vuelo, de los olores inexplicables, de los voceos de los vendedores, de la luz, del sol que me quema la frente. Sólo paramos para tomar una cervecita y recuperar fuerzas. Recorrer así la ciudad, con dos pacientes guías que contestan a todas nuestras absurdas dudas, es todo un lujo.

Junto a la Torre Latinoamericana vemos una exposición de esculturas de la artista mexicana Angela Gurria que me gusta mucho.

Pese al impresionante desayuno empezamos a tener algo de hambre. "El Cardenal" (Palma, 23 DF. Tel. 55213080)es un bonito restaurante situado en el centro de DF. Empezamos con un tequila... y después otro mientras atacamos los tacos que nos traen para hacer boca. Después el festival gastronómico sigue con un plato de huilacoche (un hongo del maiz que con su peculiar sabor es todo un descubrimiento) y queso con flor de calabaza. De segundo yo me pido un filete con salsa y frijoles pero pruebo los platos de los demás (unos chiles en nogada y lengua) y todo me parece delicioso.
El servicio es muy atento (una de las características de todos los locales en los que he estado hasta ahora. Aún hay tiempo para un postre: una sensacional crep de cajeta (dulce parecido al dulce de leche, hecho con leche de cabra).

El Palacio de Bellas Artes
Felices después de comer muy bien, volvemos a la calle para visitar el edificio de correos y el Palacio de Bellas Artes (con un fantástico interior de estilo Art Decó.

Estamos cansados de tanto caminar pero, de vuelta al hotel, aún tenemos tiempo de visitar un mercado callejero en la Alameda Central mientras a pocos metros rugen los motores de los participantes en la Panamericana.

Mientras María José duerme un poco, leo el periódico Reforma donde - a parte de sorprenderme la manera de redactar los titulares (incomprensibles algunos para mí: "Sugiere Fox partirle el queso a Amlo", "Chocan en Vallarta por tiradero", alarmantes otros: "encuentran decapitado", "Hallan cabeza con mensaje") me encuentro con un lúcido artículo firmado por Carlos Fuentes sobre la situación del México actual cercado por la lacra del narcotráfico.

Después de la siesta salismos con destino a Condesa donde nos encontramos con Checo y Ceci. En uno de los muchos bares de la zona (llena de locales de todo tipo con cierto aire europeo) tomamos unas copas mientras comentamos las diferencias y similitudes entre nuestros paises. Voy con cuidado con la bebida porque me han dicho que aquí las resacas - debido a la altitud (2200 metros)- son terribles. El momento surrealista de la noche llega cuando un tipo, armado con dos hierros conectados a una batería con potenciómetro nos ofrece sus servicios. Todos nos damos la mano, yo cojo un fierro y Checo otro y entonces el tipo nos suelta un calambrazo que - teóricamente tenemos que resistir. La verdad es que no duramos mucho pero María José y yo aún ahora no acabamos de creernoslo.

Reventados después de un intensísimo día decidimos retirarnos sin cenar. Sólo llevamos 24 horas en DF pero parece que llevamos mucho más. Lo estamos pasando genial.

26 octubre 2008

DIARIO DE UN OCIOSO
Viernes, 24 de octubre de 2008
CRONICAS MEXICANAS I


Duermo poco y mal. Las emociones del día se suman a las del viaje para producirme insomnio. Parece un viernes normal... pero no lo es, a la una tenemos que volar con destino a Mexico DF.

Y después de casi diez horas de viaje, durante las que acumulo cansancio mientras juego al Zuma, llegamos a Atlanta donde tenemos que esperar poco más de una hora hasta que salga nuestro vuelo con destino a DF.

No conseguimos arrancarle ni una pequeña sonrisa al policía de aduanas que nos trata como delinquentes. Desagradable.

Ahora, sentado en la sala de espera, mientras María José intenta dormir sentada ante un ventanal que nos muestra un panorama desolador de niebla, lluvia y oscuridad, me pregunto ¿Qué estoy haciendo en Atlanta? ¿Y a la gente le gusta viajar?

Viernes noche, casi sábado. Nuevo vuelo - con retraso incluído - de Atlanta a México DF. Cuando llegamos - tras más de 16 horas de viaje - son las once de la noche (en casa deben ser las 6 de la madrugada). Frontera amable y trámites fáciles, en comparación con el trámite en Atlanta es una delicia. En la puerta nos esperan María y Amador que, tras los abrazos, besos,felicitaciones y alegrías por el reencuentro nos llevarán a cenar algo y al hotel.

La primera imagen que hemos tenido de DF - desde el avión - ha sido una inmensa - si no la has visto no te la puedes imaginar - alfombra de luz. Curiosamente, ahora desde tierra, se me antoja poco iluminada (al día siguiente descubriré que los cristales tintados de mi ventanilla son, en parte, culpables de esta sensación).

Atravesamos una ciudad caótica, hecha de retazos, que no deja de sorprenderme hasta llegar a una taquería. La Casa del Pastor (Av Alfredo Musset, 3 DF Tel. 52818813) está llena pese a lo avanzado de la hora. Tacos de pastor, de costilla, de chorizo... todo buenísmo y con salsas muy picantes.

Es tarde y estamos muy cansados. Es hora de ir a dormir.