Mostrando entradas con la etiqueta la rambla. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta la rambla. Mostrar todas las entradas

17 junio 2014

DIARIO DE UN OCIOSO
Martes, 17 de junio de 2014

De nuevo el tiempo ha sido tomado por las hordas de la obligación y el trabajo. Afortunadamente, el trabajo ha sido grato y, pese a las muchas horas invertidas, lo he pasado muy bien ya que he tenido la suerte de participar en la organización de la primera edición de “Tast a La Rambla”.


Tast a La Rambla. Primera setmana gastronómica de Barcelona” es una gran muestra gastronómica en la que 42 bares, restaurantes y pastelerías escogidos entre los mejores de la ciudad ofrecen sus mejores platos en la Rambla. Durante cuatro días he deambulado entre fogones y he tenido la oportunidad de probar muchos de los platos que ofrecían: Gazpacho de sandía con jamón (Bar del Pla), las bravas del Bohèmic,  FestiBun lacado con sobrasada ibérica (By13), las “puñetes” trufadas con cebolla confitada (Casa Guinart), el “Menjar blanc” con gelatina de tomate (El Cercle), el ceviche de pez blanco con leche de tigre de maracuyá (Espai Kru), la mini hamburguesa de ternera eco con ibérico, manchego y aceite de trufa (El filete Ruso), Calamarcitos confitados con cebolla y tomate (Freixa Tradició), el canelón tradicional con bechamel de trufa (Gaig), Arroz meloso de lágrima ibérica con bisaltos (DO:), Salmorejo, anchova ahumada y queso Rey Silo (Llamber), Tartar de ternera con salsa bearnesa fría (Neichel), Caballa marinada con espuma de escabeche i ajo negro (Neri H&R), cremoso de hígado de pato con galleta de cebolla, limón y vino dulce (Saüc), Mc foie-burguer (Tapas 24), mejillones con verduritas encurtidas y salmorejo texturizado (Taverna del Clínic), Calamar a la andaluza con mayonesa cítrica (The Mirror), el “Brioix del Tickets” y el Macarrón relleno de pato del Empordà con manzana y aceite de albahaca (Via Veneto).


También ha habido tiempo para los postres: el fantástico “Hernán Cortes”  (Baixas), el sorprendente “Mojito splash” (Bubó), la  sensacional Sacher (Canal), el divertido Mojito japonés  (Dos Palillos), el Macaron glacé de menta y chocolate (Epicerie), el loco Hot dog de Escribà y el “Willy Tonka de Oriol Balaguer (sin premio).

En total, si no cuento mal, 26 degustaciones distintas… pero tranquilos, que algunas sólo las he probado… y han sido cuatro días.

También he podido disfrutar de una actividad que creía reservada para guiris de visita: un paseo en carro tirado por caballos por La Rambla. Y también ha habido tiempo para una maratoniana visita a muchos de los restaurantes de La Rambla que participaban en un concurso de tapas (acompañé al jurado del concurso y tuve que probar las tapas participantes durante más de cuatro horas), para disfrutar de los talleres gastronómicos que se ofrecían gratuitamente en el Arts Santa Mònica y para un divertido aperitivo en el pasillo central de la Boquería. Experiencias únicas todas ellas que, pese a estar relacionadas con el trabajo, hubiera pagado por disfrutarlas, una verdadera suerte.


Y, en un ejercicio de optimismo y con las pocas fuerzas que me quedaban, decidí acercarme al Sónar.  Di algunas vueltas – menos de las habituales – por el Sónar de Día, disfruté del Sónar +D, de Despacio (una discoteca de los ochenta), del sensacional Sónar Planta y, también en el Sónar de día, vi a Neneh Cherry (Gran concierto) y alguna propuesta más. En el Sónar de noche sólo tuve fuerzas para Massive Attack. Poco balance para un Sónar que pintaba muy bien y que me hubiera apetecido disfrutar a tope. La edad, no obstante, no perdona y las fuerzas no llegaron para más.


04 agosto 2011

DIARIO DE UN OCIOSO
Jueves, 04 de agosto de 2011

Vacaciones, día 6

Cuando María José se va a trabajar, después del desayuno en el patio, me vuelvo a la cama para acabar “La sisena flota a Barcelona. Quan els nord-americans envaïen la Rambla” de Xavier Theros. El libro, premio Josep Maria Huertas Claveria, analiza – por primera vez – el impacto que tuvo la presencia de la Sexta Flota en la Barcelona de las décadas de los 50, 60, 70 y 80 del siglo pasado. Bien documentado, de lectura amena, lleno de anécdotas que facilitan su lectura... me ha gustado mucho. Las fotos que acompañan al texto son de Joan Colom, Francesc Català-Roca, Pérez de Rozas, Nat Farbman y otros autores. Ya conocía muchas de las de los autores españoles pero me han impresionado las de Nat Farbman para la revista Life. Un motivo más para adentrarse en la historia reciente – y hasta ahora no explicada – de la presencia de los marineros americanos en Barcelona. Una imagen no tan lejana que algunos todavía conservamos como parte de nuestra memoria sentimental.

Como, en casa de mis padres, con ellos y con mi tío Hernán. Comida, como siempre, abundante y muy buena. Aprovecho para recuperar algunos viejos negativos de los años 1975, 1976 y 1979. Con las imágenes recupero sensaciones, olores y sonidos olvidados en un rincón de la memoria.

02 julio 2011

DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 02 de julio de 2011

Sábado por la mañana. Escucho el “Lecciones de vértigo” de Josele Santiago. El bueno de Josele lleva muchos años acompañándome y nunca decepciona. El día arranca lento y gris tras el desayuno en el patio de Graceland. Es la hora ideal para sentarse delante del ordenador y repasar el final de la semana.

Jueves. El Bar Ra de la Plaza de la Gardunya reabre con una fiesta tras la remodelación que lo ha dejado como nuevo. Cervecita, buena música y algún reencuentro grato. Con Carlos, que también está trabajando – incluso un poco más que yo -, aprovechamos para ponernos al día. La terraza – ahora acosada por las obras de la plaza que poco a poco se acercan – sigue siendo un oasis que vale la pena visitar. A los espacios de siempre añaden, además, La Ratonera, un pequeño – muy pequeño -  bar con encanto que espero visitar en breve (tiene la magia de algunos de aquellos bares míticos que se perdieron por el camino). Ya por la noche, cenamos en el restaurante japonés de la puerta de al lado de Graceland con Pepe y Lidu.


Viernes. En el Ayuntamiento de Barcelona se celebra el pleno de constitución del nuevo consistorio. El acto resulta excesivamente protocolario, largo y viejuno. Nuevo alcalde y cambio de dirección. Ninguno de los discursos, algunos lastrados por una duración innecesaria, es brillante. Las noticias que van llegado (alabado sea Twitter) de la sede de la SGAE, alegran la mañana. Me encuentro con conocidos, saludados y antiguos compañeros de trabajo (Jordi, Carlos, Francesc, Carlos F, Salvador, Germán, Fabiola...).

Por la tarde, en el Arts Santa Mónica, quedo impresionado con “La fi de les aparences” de Julio Vaquero. La exposición se complementaba con los cuadros expuestos en la galería Trama que visité hace ya más de un mes. Vaquero explora los límites del realismo y los traspasa para crear una nueva realidad. Imprescindible.


Aprovecho para visitar las otras exposiciones que el Arts Santa Mónica ofrece. De menos a más: Me parece muy floja “Josep Maria Sert. L’arxiu Fotogràfic del model”. Las fotos son interesantes pero faltan reproducciones de las obras de Sert para entender mejor el uso que el autor hacía de sus fotos... una lástima. Tampoco entro en “Olor Color”. El juego que propone no me interesa pese a que alguna de las obras expuestas si que me gusta... y mucho (Palazuelo, Barceló, Ymbernon, Canogar...). También propone un juego, mucho más interesante, “Sistemes Vius” de Christa Sommerer y Laurent Mignonneau. Juego y reflexión... muy interesante. Por último “Al final de La Rambla” propone cinco reflexiones sobre el territorio en el que está situado el Arts Santa Mònica. La muestra es una necesaria reflexión sobre un territorio al que hay que aportar soluciones imaginativas.

Por la noche, en el patio de Graceland, y acompañando una de las impresionantes pizzas de salmón que prepara María José (que siempre despiertan el recuerdo de Evaskori, la pizzeria de Akaslompolo donde las descubrimos), vemos el final de la primera temporada de “Dowtown Abbey”. Seguiremos con ella la temporada que viene.

30 junio 2011

DIARIO DE UN OCIOSO
Jueves, 30 de junio de 2011

Martes. En el Hotel Internacional asisto a la presentación de “La Rambla -  Barcelona”, el libro publicado por el Ayuntamiento de Barcelona y Triangle Postals. Aunque suene extraño no hay una bibliografía demasiado extensa sobre el paseo más conocido de Barcelona. Por eso es una muy buena noticia la aparición de este libro, con texto de Daniel Venteo e impresionantes fotos Pere Vivas y Ricard Pla. La edición es, como suelen serlo siempre las de esta editorial, impecable y el resultado es un libro que puede convertirse en uno de los mejores embajadores de La Rambla.

Son días de cambio en el gobierno de la ciudad y, en el mismo acto, puedo despedirme de compañeros de viaje que me han facilitado el trabajo durante estos últimos meses, y saludar a los que espero que lo hagan a partir de ahora. Es extraño y agridulce.

Tras acabar con la primera temporada de Juego de Tronos (muy recomendable) y, dando un giro radical, estamos disfrutando mucho de la – corta – primera temporada de Downtown Abbey.

Miércoles. En el Teatre Poliorama, y con María José, asistimos al estreno de “Todos eran mis hijos”. Claudio Tolcachir dirige su propia adaptación – con una reducción de “metraje” considerable – de la obra de Arthur Miller. Una historia que arranca costumbrista y desemboca en drama, un ritmo dramático que no decae y unas sensacionales interpretaciones, me hicieron disfrutar de una buena noche de teatro. No siempre tenemos la oportunidad de ver a actores que habitualmente trabajan más en Madrid y siempre es una suerte poder ver como se trabaja en otras latitudes. Gloria Muñoz y Carlos Hipólito están impresionantes. También me gustaron mucho Manuela Velasco y Fran Perea. Los secundarios, correctos, no destacan demasiado debido quizá a las limitaciones de su papel. El texto de Arthur Miller, retocado  - ¿Recortado? - con preciosismo por la mano de Tolcachir, es de plena actualidad y actúa como espejo en el que todos nos podemos ver reflejados.

Lo malo de crear expectativas sobre cualquier obra es que, en ocasiones, se eleva el nivel de exigencia del espectador. Jordi P. lo hizo con “L’any de la plaga”, la novela de Marc Pastor que he acabado de leer. Jordi me elevó tanto el nivel de expectativas que, pese a que la he leído con gusto, no la he disfrutado tanto como esperaba. “L’any de la plaga” es una correcta novela de género (de ciencia ficción con toques apocalípticos). Se lee fácil y deja buen sabor en boca. Pero, para mi gusto, se le ven las costuras en demasiadas ocasiones (personajes construidos con retazos, referencias culturales – muchas también son las mías – puestas con calzador, deudas que, pese a ser reconocidas por el autor, resultan demasiado obvias...). Ojo... pese a todo lo que diga, “L’any de la plaga” puede resultar adictiva y ser una lectura ideal para este verano.