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24 diciembre 2015

DIARIO DE UN OCIOSO
Lunes, 14 de diciembre de 2015

Nos levantamos pronto. Desayunamos en el hotel. Un taxi nos acerca al aeropuerto. Espera. Vuelo. Autobús. Reencuentro con Cass y vuelta a la normalidad.

Hoy tengo fiesta. Me preparo para una semana que sé que será muy dura. Las pilas están cargadísimas.

Ha sido un viaje fantástico, lleno de experiencias, descubrimientos y buenos momentos. Hemos descubierto una ciudad a la que nos gustará volver.


 Moltes gràcies! Ens ho hem passat molt bé!


23 diciembre 2015

DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 13 de diciembre de 2015

Nos levantamos tarde. Hoy el salón del desayuno está más concurrido – dos o tres parejas, ningún grupo -.  En el barrio, cerca del hotel, hay un par de casas visitables.

Empezamos con la casa museo Van Loon. Construida en 1672, la casa fue redecorada en 1757 con un estilo Luís XV que se ha conservado hasta nuestros días. Es interesante ver que hay tras las fachadas, la distribución de las casas y las maneras de vivir. De nuevo, el contacto con el pasado, nos ayuda a entender la configuración de la ciudad actual. Paseando por la casa, nos sentimos dentro de un episodio del Downton Abbey holandés, la cocina, las puertas ocultas, los pasillos de servicio, los salones... El jardín interior nos descubre una Amsterdam oculta y poco accesible para el visitante (leo en algún sitio que en junio hay una jornada de jardines abiertos).


Justo enfrente está la otra casa que es posible visitar. Aún no ha abierto y hacemos tiempo visitando una exposición en el Foam. “We may have meet before” es una exposición de fotografía contemporánea china. Interesantísima.

La segunda casa es el Museum Geelvinck Hinlopen Huis. Construida en 1687 sólo es parcialmente visitable. El jardín es impresionante y también destaca la colección de pianos.



No demasiado lejos está el Heineken Experience. La visita a la antigua fábrica Heineken es instructiva y muy entretenida. A lo largo de casi dos horas, aprendemos sobre la elaboración de la cerveza, sobre la historia de la marca, jugamos y bebemos cerveza. María José – que no bebe – también lo pasa bien. La visita acaba con una ruta en barco por los canales a bordo de un barco de la marca. De nuevo, ver la ciudad desde los canales – y a ritmo lento – nos da una nueva perspectiva.


Comemos una hamburguesa – buena – en Burger Time (Halve Maansteeg, 19. Amsterdam), hacemos un par de compras y paramos en The Saint (Regulierssteeg, 2. Amsterdam). 

Tras la visita al Coffe Shop, toca volver al hotel para la habitual parada técnica de estas horas. Siesta.

Paseo nocturno por el barrio de Jordan. Me sorprende y me gusta la ausencia de límites ni separaciones entre lo privado y lo público. El paseo es muy agradable. Poca gente en la calle, locales agradables y frío aceptable.


Cenamos en el Caramba (Lindengracht 336, Amsterdam). Pese a que la carta es algo extraña (platos mexicanos y argentinos se mezclan sin rubor), la comida es excelente y el ambiente – con expatriados con diferentes acentos hispanos  y un buen guitarrista ambientando con gusto – delicioso. Tras cenar, apuramos nuestras últimas horas en la ciudad con un paseo nocturno de vuelta a casa.


22 diciembre 2015

DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 12 de diciembre de 2015

Jugándonos la vida, bajamos a desayunar hasta el sótano del hotel por las empinadas escaleras. El comedor da directamente al Canal, es muy agradable y hoy estamos solos. El buffet del desayuno es muy completo y variado. Se agradece.  

Parece que el sol, tímidamente, se impone a las nubes. Decidimos aprovecharlo y pasear la ciudad. Empezamos por el inmenso mercado que hay en la calle Albert Cuypstraat. A esta hora – no es tan temprano – aún están montando los más rezagados y no hay demasiada gente.  Cogemos un tranvía, bajamos en una parada al azar y empezamos a pasear. Durante el paseo cruzaremos algunos  mercadillos más (de “pulgas”, de navidad, de todo un poco…). 



De nuevo el azar nos lleva al Jardín Botánico. Entramos, paseamos, hacemos fotos y hacemos una parada técnica en el bar. Descubro la cerveza Gulpener que no conocía y me encanta.
El Hermitage Amsterdam no está lejos y hay una exposición de las galerías de retratos de la edad de oro de Amsterdam que quiero ver. Los retratos ayudan a entender parte de la historia y de la vida de la ciudad  y el gran tamaño de algunos de los cuadros – y la espectacular sala central – resultan impresionantes.



La segunda exposición es de pintura española. El Greco, Ribera, Zurbaran, Velázquer, Murillo, Goya, Picasso, Anglada Camarasa… la colección de pintura española del Hermitage es extensa y alguna de las obras expuestas son un descubrimiento.

El día ha cambiado. El sol que nos había acompañado hasta ahora – tímido pero reconfortante – ha desaparecido engullido por algo semejante a la noche. Paseamos un poco más, cruzamos un mercadillo moderno en el interior de una iglesia (cool, con música navideña en vivo, artesanía, diseño y muchísima gente) y acabo comiendo una triste pizza – María José tiene más suerte con la pasta – en un italiano.


Paramos en el hotel para descansar un poco. Siesta.

Es hora de volver a disfrutar del Amsterdam Light Festival. Para llegar al punto de origen de la Iluminade (la ruta a pie) cogemos el metro (más por curiosidad que por necesidad). El día se ha acabado de girar. Llueve y, lo que es peor, hace viento. A lo largo del largo paseo – unas dos horas en total – nuestro paraguas será destruido en varias ocasiones y María José conseguirá recomponerlo una y otra vez. Una lástima, porqué la ruta a pie es tan fascinante como  la que hicimos ayer en barco. Alguna de las intervenciones artísticas aparecen en ambas rutas, pero entre las inéditas me gustan especialmente “Bridge” de Tomás Ribas, “Infinity” de Stephen Newby o “Melody Dots 21” de Dirk Haubrich & Yoko Seyama.



Estamos mojados – más de lo que creemos – y muy cansados. Abandonamos el Festival y nos adentramos en una zona oscura. Al fondo, una luz salvadora ilumina nuestro camino. El Waterlooplein 77 (Rapenburgerstraat, 169) es nuestra salvación. Rodeados de una decoración preparada para celebrar el cuarenta cumpleaños de un parroquiano, empezamos a sentirnos vivos de nuevo. Cerveza, un extraño cóctel de frutos secos, amabilidad y buena música más vieja que nueva (creo que no fue aquí, pero en el viaje oímos “words”, toda una señal tratándose de un aniversario). Mientras aprovechamos para repasar fotos, empieza la celebración – tranquila – de los parroquianos habituales con el recién unido a la hermandad de los cuarentañeros. Sigue sonando música viejuna.



Metro y vuelta al centro. Cenamos en el Koh-i-Noor (Westermarkt, 29. Amsterdam), un restaurante indio. Todo está delicioso.


De nuevo el día ha sido largo. Damos un pequeño paseo y nos retiramos relativamente pronto. Hora de descansar.


21 diciembre 2015

DIARIO DE UN OCIOSO
Viernes, 11 de diciembre de 2015

Suena el despertador. Ponemos el piloto automático. El avión despega a las 7. Dormimos. Despierto poco antes de aterrizar. Ponemos por segunda vez el piloto automático. Llegamos a la estación de tren de Amsterdam. Empiezan estas mini-vacaciones de aniversario.

Día gris. Cogemos el tranvía que nos acerca a nuestro hotel. No tienen la habitación preparada (es muy pronto) así que damos un primer paseo para empezar  a conocer la ciudad y paramos para recuperar fuerzas en The Old Bell antes de seguir con nuestro paseo.

En el Van Gogh Museum disfrutamos de una sensacional exposición: “Munch – Van Gogh”. Excelentemente bien montada, la muestra recorre las trayectorias – muchas veces coincidentes – de los dos grandes artistas. Carreras paralelas que se cruzan en el espacio, el tiempo e incluso en lo estilístico… una de las mejores muestras que he visto.

En el Van Gogh Museum también descubrimos un proyecto muy interesante: “When I give. I give myself”. El museu escogió 23 artistas contemporáneos y les envió una de las cartas que Vicent Van Gogh escribió, pidiéndoles que respondieran con una obra artística. El resultado son 23 piezas que, repartidas entre la obra del pintor, dialogan con ella.

Vuelta al hotel. El The Amsterdam Canal Hotel (Weteringschans, 253. Amsterdam) es un pequeño hotel con tanto encanto como escaleras asesinas. La habitación tiene una vista fantástica sobre un Canal y sobre una calle tranquila. Cómoda y bien equipada. Estaremos bien. De momento descansamos un poco, disfrutamos de la vista y recuperamos fuerzas.


Desde finales de noviembre hasta el 17 de enero se celebra el Amsterdam Light Festival. Las calles y los canales de Amsterdam se llenan de esculturas e intervenciones artísticas con la luz como protagonista y vertebradas en torno a un tema central, este año la amistad. El Water Colors es un tour guiado en barco, una de las dos maneras de disfrutar del festival (la otra, que se llama iluminade, es un paseo).  La ciudad se ve distinta desde los canales. Las casas – todas diferentes entre si – componen, no obstante, un conjunto perfecto… es una nueva perspectiva de una ciudad que apenas empezamos a descubrir. La ruta va siguiendo las diferentes propuestas artísticas y las explicaciones – sencillas pero instructivas - se agradecen. A lo largo de hora y cuarto paseamos, descubrimos y hacemos un montón de fotos. Hay propuestas impactantes, otras son divertidas, espectaculares, sencillas, conceptuales… personalmente me quedo con “A tale of two cities” de Vendel & De Wolf, con “Strangers in the light” de Ina Smits & Victor Engbers, “Northern Lights” de Aleksandra Stratimirovic y “Talking Heads” de Victor Vicsek. La experiencia es fantástica y ya justifica un viaje a Amsterdam cada diciembre.

Talking Heads

Intentamos cenar en un palacio chino sobre el canal que hemos visto pasando con el barco. Huele sensacional… pero no tienen mesa.  Acabamos comiendo en el Eastwood (Oosterdoksstraat, 4.  Amsterdam). Ambiente informal, incluso divertido, mucha gente… y buena comida.


Aún es pronto pero el día ha sido extremadamente largo. Es hora de irse a dormir. Cogemos nuestro tranvía (es el 4, lo hemos cogido muchas veces en este largo día) y volvemos al hotel.