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02 mayo 2014

DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 27 de abril de 2014

El salón del hotel, ayer lleno de gente, está desierto esta mañana. Nos sentamos en una mesa junto a la ventana y disfrutamos del desayuno tranquilamente mientras en la calle llueve. Solos y con buena música… alargamos nuestro desayuno con un segundo café.



Paseo hasta el Centre Pompidou donde veremos una sensacional exposición dedicada a Henri Cartier-Bresson, haremos unas cuantas fotos desde el piso más alto (brutales vistas) y aprovecharemos para pasearnos por la colección permanente parándonos delante de algún cuadro.

La mañana pasa volando y pronto es hora de iniciar el lento regreso a casa. Si el viaje de ida siempre es desagradable, el de vuelta es peor. Nos queda muchísimo París por ver… volveremos pronto.



01 mayo 2014

DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 26 de abril de 2014

Hoy toca ponerse el disfraz de turista. Subimos a Montmatre bajo la lluvia y damos una vuelta primero por la zona más turística y luego, ya solos, por el otro Montmatre. Bajamos paseando y acabamos con visita al cementerio Saint Vicent de Montmatre y al cementerio de Montmatre. Lluvia y cementerios… nuestros viajes son cada vez más alegres.

Nos reponemos en el metro camino de Le Marais. Paseamos entre tiendas modernas y escaparates creativos, entramos en el pequeño mercado de Les Enfants Rouges y empezamos a buscar un lugar donde comer. Le Carreau du Temple es un antiguo mercado reconvertido en espectacular y polivalente centro cultural. Acaban de abrir y su restaurante, Le Jules (2 rue Perrée. París), abre hoy por primera vez. Todavía no tienen carta definitiva y la que nos entregan se anuncia como de pre-apertura. La comida está buena y el marco es espectacular. El servicio es amable pero poco profesional… hoy es el primer día… seguro que aprenden.  En París las mesas suelen estar muy juntas – excesivamente juntas en muchos casos – y aquí la separación entre ellas es la adecuada, se agradece. Un lugar “cool” para comer en París. El único pero es que, mientras comemos, escuchamos las pruebas de sonido del concierto de jazz de esta noche mezcladas con la música ambiental del bar. La mezcla resulta desagradable ya que no te permite escuchar bien ninguna de las dos músicas.



Al salir seguimos nuestro paseo hasta la hora de la siesta.

Salimos del Hotel con la intención de hacer fotos “de turista” para instagramar. Y el lugar de París ideal para hacerlo es la Tour Eiffel. Al salir del metro nos sorprende un espectacular arcoíris y una de aquellas luces que mejoran cualquier foto. Momento de locura espectacular, carreras de un lado a otro para conseguir el mejor encuadre… felicidad turística. 


Cruzamos el Sena para continuar haciendo fotos, el día lluvioso ha dejado paso a una luz espectacular, hemos tenido suerte.


En el Palais de Tokio Thomas Hirshchorn ha realizado una gigantesca obra de arte. Flamme Eternelle es una instalación que durará 52 días. Olor a neumáticos (hay 15.000 utilizados para diferenciar diferentes espacios), aire viciado, espacios cambiantes por la participación del público, artistas invitados que intervienen en la obra de Hirshchorn, filósofos invitados a hacer aportaciones en los debates que se organizan diariamente, un bar, un teatro-agora donde tienen lugar discusiones, un micrófono donde diferentes lectores leen un libro, sofás envueltos con cinta de embalar situados delante de televisiones donde ver películas sacadas de una videoteca, la redacción de la publicación diaria que se distribuye gratuitamente, caos y orden, una biblioteca, rotuladores a disposición del público, grandes placas de poliuretano donde esculpir, conciertos y actuaciones… una locura que, naturalmente, nos encanta. Espectacular, imprescindible.


Volvemos caminando por unos Champs Elysees con las tiendas ya cerradas y vacíos de gente. Seguimos hablando de la exposición que acabamos de visitar, de arte y – influenciados por alguno de los lujosos escaparates que nos rodean – de las marcas que tienen tienda aquí.

Vuelta al Hotel. Decidimos cenar en el Hotel pero el comedor está a tope y nos ofrecen sentarnos en la barra del bar. Dudamos, pero el cansancio es tal, que al final decidimos quedarnos. El Restaurant Edgar (Rue d’Alexandrie, 31 París) tiene una carta extraña en la que se mezclan platos, platillos y tapas. Todo – incluso una gigantesca morcilla que esconden bajo el pseudónimo de pudin vasco está delicioso. El restaurante está decorado con un aire vintage en el que el lujo y lo cotidiano se mezclan con gusto. El servicio es joven, divertido y muy amable. El ambiente es fenomenal con más público local que “guiris” como nosotros. El precio es medio-alto… pero estamos de vacaciones. Hora de ir a dormir.


30 abril 2014

DIARIO DE UN OCIOSO
Viernes, 25 de abril de 2014

Nuestro avión aterriza en Orly. Llueve. Ayer recibí un correo que me decía que el concierto que motivaba nuestro viaje a París se suspendía. Pero pese a la decepción que supuso, decidimos que nos afectara poco y disfrutar igualmente de tres días planeados con tiempo y con mucha ilusión.

Los viajes modernos convierten el tránsito de un lugar a otro en un engorroso trámite. Los viajes de verdad, en los que se disfrutaba y se descubría mientras uno se desplazaba, son cosa del pasado. Ahora nos transportan de un lugar a otro en cajas estancas y la experiencia no es agradable. Empezamos a disfrutar cuando salimos del metro ya en el barrio en el que está nuestro hotel. Damos un par de vueltas hasta que encontramos el hotel  y nos instalamos.

El Hotel Edgar (Rue d’Alexandrie, 31 París) es un pequeño Hotel hecho con cariño y atención a los detalles. Todas las habitaciones son distintas y han sido decoradas por artistas locales. La nuestra, en el primer piso, es cómoda, bonita, original y funcional (miro en su web y veo que se llama “In the mood for love” y está diseñada por  Carole Caufman y Hannah Thual). Estaremos bien aquí.

Salimos a callejear. Ahora llueve más y pronto será hora de comer. Caminamos sin rumbo y buscamos un restaurante. Acabamos en el Pony Polo (24 rue St. Lazare. Paris) y comemos un buen menú de mediodía regado con una Quilmes. Volvemos al Hotel y dormimos lo que esta mañana nos ha robado la temprana salida del avión.

De vuelta en la calle. Sigue lloviendo. Callejeamos hasta Notre Dame, paseamos y disfrutamos de París e, incluso, de la lluvia. En un claustro visitamos la exposición de Sereirrof sobre la Divina Comedia, cuadros muy expresivos con claras influencias goyescas. Inquietantes y muy interesantes. También visitamos los jardines de los Archives Nationales y aprovechamos para hacer unas cuantas fotos que colgaremos en instagram cuando volvamos al Hotel. Cuando llegamos al Centre Georges Pompidou falta poco más de una hora para cerrar. Decidimos dejarlo para mañana pero paramos a descansar y tomar una cerveza. Descubro la Galia Paris Blonde, deliciosa y con sabor a cerveza viejuna.

Quedan fuerzas para poco. Un último paseo viendo pequeñas tiendas nos regala unas últimas fotos. María José propone un vietnamita por el que pasamos, miramos en Tripadvisor y, como las críticas son buenas, decidimos entrar. En el An Com (14 bis rue Blondel) cenamos de miedo. Cocina vietnamita buenísima y servicio super amable. Vuelta al Hotel y a dormir, que ya no tenemos edad para salir por la noche.


20 mayo 2009

DIARIO DE UN OCIOSO
miércoles, 20 de mayo de 2009


En noviembre de 2003 María José y yo descubrimos París. Fueron unos días de agotadores paseos y de descubrimientos. Como nos quedó mucho por ver prometimos volver y este fin de semana hemos cumplido nuestra promesa.

Paris desde el PompidouHan sido sólo dos días pero han estado llenos de buenos momentos: Pasear. Reír. Intentar hablar francés (con mejores resultados en el caso de María José). Tomar un pastís en una terraza. Volver a pasear por las calles de la Ille Saint Louis. Mirar todo con los ojos bien abiertos intentando exprimir cada minuto. Cenar en Le Zyriab (nos habían invitado mis padres) disfrutando de unas vistas privilegiadas de la ciudad. Visitar el Centre Georges Pompidou aprovechando la noche de los museos. Montmatre desde el reloj de OrsayAlojarnos en Fawlty Towers (realmente se llama Hotel Grenelle pero por su gestión e instalaciones no está lejos del Hotel de la serie). Celebrar – al día siguiente (Jordi P. no cumplió con su obligación de enviarme un sms con el resultado del partido) y en la intimidad– que el Barça había ganado la liga. Mirar tiendas. Entrar en galerías. Pasear por el mercado de Grenelle. Volver a Notre Damme. Entrar en una iglesia (saint merry) en el momento en el que actúa una coral. Visitar el Museo de Orsay. Pasear por Monmatre. Subir y bajar escaleras de metro. Callejear sin rumbo. Parar a hacer una cerveza aprovechando una nube inoportuna. Comer una crepe en la calle...

mercado de Grenelle

En sólo dos días... tantos momentos buenos... volveremos y, si puede ser, la próxima vez estaremos más tiempo.

De vuelta a casa cenamos con Esther, Albert y Marta en Ca Les Noies. Por fin, después de dos días de duro trabajo, encontramos un motivo para haber vuelto a casa.

LE ZYRIAB (Institut du Monde Arabe)
1, Rue des Fossés Saint Bernard
París
Teléfono: 01 55 42 55 42


la terraza del Institut du monde Arabe con el restaurante Le zyriab iluminado

Lo mejor de Le Zyriab son las excelentes vistas que ofrece su privilegiada situación.
Situado en la terraza del Institut du Monde Arabe, Le Zyriab ofrece una vista impresionante de la ciudad que se extiende a sus pies.
Empezamos tomando una cerveza en la terraza – solos - disfrutando de las vistas. Para picar nos obsequian con un surtido variado (olivas, almendras, zanahoria...).
El comedor está totalmente abierto al exterior y aunque no estemos junto a las cristaleras tenemos asegurada una excelente panorámica de París.

La comida de Le Zyriab es libanesa y su precio es lo único que la separa de algunos restaurantes libaneses de nuestra ciudad. Nosotros comimos hommos, falafel, rikakat fromage y un surtido de brochetas. Todo muy bueno pero sin diferencias en presentación y sabor con la comida libanesa a la que estamos acostumbrados. Renunciando al vino (la botella más económica se acercaba a los 40 euros) la cuenta ascendió a poco más de 50 euros por cabeza.

vistas desde la terraza de Le zyriab
¿Justifican las vistas pagar 50 euros por una comida que en los libaneses de Barcelona costarían menos de la mitad? Eso debe decidirlo cada uno. En París, como en todas partes, se paga la ubicación y la exclusividad y Le Zyriab ofrece ambas cosas.