DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 4 de junio de 2016
Nos ha costado un poco aparcar y llegamos al recinto del
Primavera Sound un poco más tarde de lo esperado. Cass McCombs está acabando su
concierto y no quedan entradas para Bob Mould. Veo los primeros temas del
concierto de Joana Serrat y me acerco a Siberia (una zona del festival
caracterizada por el clima frío, las superficies duras, los escenarios pequeños
y los sonidos extremos) para ver, una vez más a The Saurs. Prefiero verlos en
sala pequeña y quiero escuchar a Pajaro Jack que actúan en el otro escenario de
Siberia. Pese a que, entre tema y tema, sigo escuchando a The Saurs (un tema a
solucionar, señores del Primavera), disfruto mucho del concierto.
Hora de pasear hasta Mordor. Empieza a dolerme el pie (ayer
empezó a molestar… hoy es mucho peor… y empeorará mañana) y las largas
caminatas, los conciertos, las esperas de pie y el movimiento provocado por la
música (llamarlo baile es faltar al respeto a miles de personas que han dedicado
su vida y engrandecido el arte de la danza) no ayudarán a que la cosa mejore.
En Mordor vemos a Manel que, una vez más, no consiguen
emocionarme. Lo paso bien con la pasión que trasmiten a muchos de los que
disfrutan de sus conciertos, pero no consigo entrar.
Pero el verdadero motivo de estar hoy en Mordor es el concierto
de Brian Wilson. Pocos días después del cincuenta aniversario de Pet Sounds,
Brian Wilson, rodeado de buenos músicos, revisa el disco más arriesgado de los
Beach Boys. Plasmar el disco en directo
es una tarea hercúlea, la voz de Wilson no ayuda demasiado y el sonido
evidencia al principio algunos desajustes. Pero por suerte el concierto remonta
y poder escuchar una de las cumbres del pop en directo acaba siendo una gozada.
El buen rollo se contagia y cuando acaban la revisión del Pet Sounds consiguen
la catarsis con verdaderos himnos populares como Good Vibrations, Surfer Girl o
Surfin U.S.A.
Los conciertos en Mordor siguen (Deerhunter, Pj Harvey,
Sigur Rós y Moderat) pero consigo escapar de sus cantos de sirena. La promesa
de una cena y la compañía de María José consiguen arrancarme de un incierto
futuro en esta tierra árida. Llego a tiempo para escuchar el último tema del
concierto de Richard Hawley (me dicen María José y Jordi que me he perdido un
gran concierto).
Tras la cena, un último trallazo de punk con The Meanies y,
aunque apetece seguir, mi pie dice basta y me aconseja una retirada a tiempo.
El camino hasta el coche es largo.
Un año más, lo he pasado muy bien. He visto buenos
conciertos (algunos de ellos en buenas condiciones, otros no tanto) y sobretodo
he disfrutado de todo lo que el Primavera Sound también ofrece a quien quiera
cogerlo (ambiente, un marco agradable, sensaciones, vivencias, imágenes…).
Seguiré prefiriendo ver buenos conciertos en salas pequeñas (de hecho mejor en
salas medianas y bien acondicionadas tanto técnicamente como en comodidades)
pero un festival como el Primavera ofrece mucho más que música… sólo hay que
querer disfrutarlo. Un año más, gracias. Por poco que pueda, volveré.
No hay comentarios:
Publicar un comentario