DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 20 de octubre de 2012
Escribir el encabezamiento del diario hoy, parece una gran
burla. Vengo del desierto, de muchos días de trabajo intenso y poquísimo tiempo
de descanso. Me queda, eso si, el placer del trabajo bien hecho y todas esas
paparruchas. ¿Y el ocio? ¿No solía ser esta una ventana abierta a las
actividades insustanciales, a la molicie y al placer por la vida? ¿Qué queda de
todo eso?
Pues la verdad, queda poco. No obstante siempre queda tiempo,
entre jornada laboral y jornada laboral, para pequeños momentos de calidad que
me han acompañado en esta larga travesía.
En el Teatre Nacional vimos “MCBTH”, la versión que Alex
Rigola ha hecho del Macbeth de Shakespeare. He leído críticas devastadoras, pero
encerrado en mi burbuja de no ocio – y quizá por esa razón, no lo puedo
asegurar -, disfruté mucho del clásico revisitado. La versión de Rigola simplifica
y deja lo esencial. El trabajo de los actores es inmenso (sobretodo un Joan
Carreras sensacional, pero también me gustaron mucho Míriam Iscla, Alicia Pérez
y Lluís Marco) y la dirección de actores también me gusto mucho. Hay, no
obstante, un pero. Alex Rigola desnuda la obra y después le añade ruido. Un
ruido que es parte del adn del director, pero que en esta ocasión rompe con la simplificación
de la obra que el montaje propone. El texto, aunque sea en esta versión
simplificada y básica, es uno de los mejores Shakespeares, y sigue funcionando
con la misma potencia con que lo hizo cuando fue estrenada en 1623.
También hubo tiempo para un concierto de Pastora en el Foyer
del Liceu. Y, aunque era trabajo, también lo disfruté. El concierto empezó a
las 12:30. Una hora inhabitual y un público familiar dieron al concierto un
aire diferente. Hay que tomar nota, no es necesario que todos los conciertos empiecen
a partir de las 21 horas, hay un público – distinto – para otros horarios. Creo
que tanto el público como el grupo, acabaron encantados con el cambio.
En tres semanas de alimentación urgente, también ha habido
tiempo para los regalos: Un Cañete con
María José (con un sensacional fricandó de rape, que se va a convertir en uno
de los imprescindibles de nuestras visitas), la cena de “Ramblistes” en las
Drassanes Reials (trabajo, pero acompañado de María José, Albert, Esther, Marta
y Joan María, que hicieron más llevadera la velada) y unas, cada vez más
frecuentes, incursiones en el Mercat de la Boqueria en búsqueda de una
alimentación más digna.
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