DIARIO DE UN OCIOSO
Jueves, 26 de marzo de 2020
Suena el despertador a la hora habitual. Me ducho, me visto,
saco a Cass (llamarlo paseo es ser demasiado generoso con el corto recorrido
que solemos hacer), preparo el desayuno y despierto a María José.
Mientras
desayunamos, salta la duda...
- - ¿Qué día es hoy?
- - Martes… ¿o es miércoles?
- Miramos y, para nuestra sorpresa, hoy es jueves.
Las noticias siguen siendo malas y, desde ayer, tienen un
elemento de cercanía que las empeora. Poco a poco, las cifras empiezan a tener
cara y, siento tener que escribirlo, caras conocidas.
No ayuda la actitud de todos aquellos – quizá, sin darte
cuenta, eres uno de ellos – que no han entendido que nuestro enemigo no
entiende de colores políticos ni de fronteras, que no hay más culpable que el
que centra sus esfuerzos en encontrar un chivo expiatorio al que culpar del
origen del mal o de la falta de soluciones o de tomar soluciones equivocadas,
que esta vez estamos todos en el mismo barco y el barco hace aguas. Más que
nunca, hay que ser generoso, ponerse en el lugar del prójimo e intentar
entenderlo y ayudarlo.
Y aunque, por primera vez en este encierro que está en su principio,
empiecen a fallar las fuerzas, me siento a escribir para acabar con más fortaleza
que cuando he empezado.
Decido aparcar el mal humor y repartir la energía que
sin duda tengo, entre todos aquellos – cercanos o no tanto – que lo puedan
necesitar.
Cuidaos mucho y cuidad a los que os rodean.
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