24 agosto 2008

DIARIO DE UN OCIOSO
Miércoles, 20 de agosto de 2008

Vacaciones, día 19


Atención: el post de hoy, como algunas películas modernas de difícil comprensión, está hecho con flashbacks.

Hoy hace 40 años: yo no quería salir, pero al final deciden sacarme. Mi madre respira aliviada, no sabe que lo peor está por venir.

Veranos entre 1969 y 1984 paso mis veranos en S’Agaro, muchos años, mis padres organizan unas fiestas estupendas en el patio de los apartamentos. Celebro mis fiesta de cumpleaños en S'Agaro
cumpleaños rodeado de amigos (en la foto – creo que es del 76 – mi abuelo sirve Fanta de limón – a Tito, a Paqui, a Carlos y a mí – bajo la atenta mirada de mi madre – que debía ser más joven que yo ahora -. En la foto también veo a Marta, a Albert (girado hacia la cámara) y a Jordi (de espaldas).

Veranos entre 1969 y 1984. A parte de celebrar cumpleaños, en compañía de Albert, de Tito y de algún compinche más, hacemos partidas eternas de Risk en el balcón del apartamento.

Verano de 1981. Mi padre se hace socio del Club de la urbanización (poco más que dos pistas de tenis en las que me pasaré los veranos a partir de ahora).

Veranos entre 1981 y ahora. En el Club hago nuevos amigos.

Navidades de 1996. Mi empresa, en vez de regalarnos el lote navideño, nos obsequia con una triste mochila de lona.

De 1997 a 2008: Contra todo pronóstico la roñosa mochila se convierte en imprescindible para mí. Un día su estado es insostenible y – tras buscar una igual (tarea imposible) – María José me regala una nueva. En junio de 2008 la mochila substituta dice adiós.

Junio de 2008. María José me regala – anticipadamente – una entrada para ver a Tom Waits con motivo de mí – futuro – 40 cumpleaños.

15 de Julio de 2008. Disfruto del Glitter and doom tour de Tom Waits.

Aquí se acaban los flashbacks (podéis recurrir a ellos si no entendéis algo, su lectura no obstante no garantiza la comprensión.)

Me despierto y, joder, tengo cuarenta años. Tendría que ser un señor responsable y así lo dicen las canas de las que está hecha mi barba y que ocupan cada vez más superficie de mí – escaso – pelo. Sin embargo me siento como un chaval.

Ayer – ya era casi hoy – María José completó su regalo de cumpleaños con una mochila negra que viene a substituir a mi maltrecha mochila.

Desayunamos, como todos estos días de vacaciones, en el balcón mientras vemos cualquier competición olímpica y después salimos con destino a la playa.

Es muy pronto y en La Conca hay muy poca gente. Para llevarle la contraria al dicho (“de los cuarenta para arriba no te mojes la barriga”) me baño pese a que el día esta algo nublado (después se arreglará).

Visita a la biblioteca para conectarme (que difícil parece ahora vivir sin ADSL) mientras empiezo a recibir llamadas de felicitación (gracias a todos). A la hora de comer nos acercamos a la playa de Sant Pol y comemos una paella en el Voramar (Camí fondo, 14 Platja de Sant Pol. Tel 972 321047), como llegamos pronto estamos muy a gusto (la paella muy buena y el patio del restaurante muy agradable).

Hace muchos años, con motivo de mis cumpleaños, mis padres solían organizar una merendola para mis amigos en el patio de los apartamentos. María José ha querido regalarme este año una – que por motivos logísticos hemos trasladado al Club – y se pone a hacer bocadillos mientras yo descanso. De golpe nos sacude la noticia del accidente aéreo de Madrid y nos quedamos sobrecogidos.

Empieza a declinar el día cuando María José, con la ayuda de Neus y Andreu, da los últimos retoques a las mesas llenas de bocadillos y cosas para picar. Y pronto llegan nuestros amigos: Anna y Jaume con Martí, David J. y Montse con Oriol, David F. y Nuria, Esteve y Martina, Iván y Mani, Marta, Albert y Esther. De golpe la reunión se convierte en un reflejo – algo otoñal – de aquellos encuentros de hace unos años cuando este Club era nuestra casa. Vuelven las bromas como si el tiempo no hubiera pasado.

María José se ha ocupado de todo y de golpe aparece un pastel gigante con un 40 encima. Soplo las velas y recibo regalos. Todos son fantásticos (camisetas, útiles de cocina, aceites...) pero, sobretodo, me hace muchísima ilusión el regalo de Albert y Esther.

Albert, en recuerdo de esas eternas partidas al Risk que ocuparon las tardes lluviosas de nuestra infancia aquí, me regala un fabuloso Risk Gramoia Edición 40 aniversario. Un regalo hecho a mano, con ilusión, mucha imaginación y ese punto de locura que convierte a Albert en alguien tan especial.
Risk Gramoia edición 40 aniversarioEn el Risk no falta nada: un mapa de la urbanización (La Gramoia) con los diferentes territorios con nombres llenos de significado para nosotros, las cartas con bromas privadas, las fichas y los dados.
No sólo me gusta a mí. A todos nos encanta ya que es un regalo lleno de recuerdos y nostalgias compartidas. Juntos lo revisamos y nos reímos al descubrir las bromas ocultas tras una frase que resume mucho más de lo que parecería a un profano.
Gracies Albert.

Martí juega con Cass que, poco a poco, acaba con los globos. Después del pastel seguimos hablando y disfrutando de la compañía. Me ha gustado mucho la fiesta, la sorpresa del pastel y los regalos. Pero estar todos juntos otra vez es el mejor de los regalos. Gracias.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias a ti. Eres un referente personal en muchas cosas.

Marta me ayudo en la localizacion y bautizo de algunos territorios.

¿Partida edicion 40 aniversario para cuando?

PD: Loco tu ;-)