20 agosto 2007

DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 19 de agosto de 2007


Vacaciones. Días 19, 20 y 21.

Tras un paréntesis de dos días - llenos de emociones encontradas, de abrazos, llantos y también de sonrisas, reencuentros y recuerdos – volvemos al mundo de las vacaciones.

Conseguirnos zafarnos de la pereza que el tormentoso día nos imponía y vamos hasta casa de mis padres. Mientras María José se entrega al bricolaje casero yo no hago nada (cosa que se me da casi tan bien como a María José el bricolaje).

Enrique Vila-Matas. París no se acaba nunca
He leído “París no se acaba nunca” de Enrique Vila-Matas. Aunque esté a kilómetros luz – por intenciones, por perspectiva, por erudición y por estilo literario – es un pariente lejano de este blog – y de todos los blogs -. Está escrito desde la privilegiada posición que permiten los años que nos separan de los hechos narrados pero consigue una inmediatez y una fluidez envidiables. Hace unos años leí “París era una fiesta”, libro con el que – de manera querida – está emparentado y al que, de alguna manera, aunque sólo sea en la memoria histórica de lo que cada uno de nosotros no ha vivido, complementa.
Sólo, como buen friqui, me ha quedado una duda: ¿Cual era el flipper del Relais Odeón?

DISCOS VIEJOS que hace tiempo escuché (VI)
La Buena Vida. Soidemersol


La Buena Vida. SoidemersolSuenan las primeras notas de “Buenas cosas mal dispuestas”, la fabulosa canción que abre el que – para mí – es el mejor álbum de los donostiarras “La Buena Vida”, y se me pone la piel de gallina.
El tercer disco de “La Buena Vida” fue un punto y aparte dentro de su carrera. Publicado en 1997 por Siesta Records (con el apoyo de una multinacional que permitió una producción de lujo que se nota en cada uno de los temas) contaba con la participación de una orquesta de 20 músicos (algo inusual en el pop español de hoy) dirigida por Louis Philippe que consiguió – gracias a la producción de Iñaki De Lucas-un sonido que lo emparenta con el mejor pop español de los años 60... pero no es eso lo que quería contar.
“Soidemersol” es el disco que más veces he escuchado desde entonces, a poder ser en compañía de María José, en viajes en coche con las ventanas bajadas – es lo que tiene no tener aire acondicionado -, en días lluviosos en casa, en S’Agaro... son muchos los recuerdos que puedo vincular a cada uno de los temas de “Soidemersol”.
Escuchado ahora – lo estoy haciendo en este momento – sigue gustándome tanto como la primera vez que lo escuché. Y sigo pensando que – pese a que algunos temas son realmente tristes – está lleno de luz.

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