06 agosto 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Jueves, 5 de agosto de 2004


Miércoles. Al salir de Levy Pants me encuentro con María José en el FNAC con la intención de realizar el tradicional abastecimiento literario para las vacaciones (aunque este año no tengo vacaciones). Un Coetzee, el “Corre, rocker” de Sabino Méndez y “El enigma del cuatro” son mis elecciones para este mes de agosto. Me apetece mucho empezar a leerlos (primero tengo que acabar “El lejano país de los estanques” de Lorenzo Silva). Por la noche vemos O.C. (lo teníamos grabado), los dos primeros episodios nos gustan lo suficiente para incorporarla a la larga lista de series que seguimos.

Jueves. El día es una anodina fotocopia del resto de mis jornadas en la manufacturera de pantalones. Por suerte, a la hora de comer, María José se acerca a la ciudad vecina para que podamos pasar un rato juntos. Hora y media después la magia del día se retrae de nuevo para permitirme ingresar de nuevo en la zona oscura.
Al salir me encuentro con María José en el Club. El sol ya se ha puesto pero aún hace calor. Unas cuantas piscinas después soy un hombre nuevo – muy cansado, pero nuevo -.Sólo queda un día para el fin de semana.

04 agosto 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Martes, 3 de agosto de 2004


El ritmo desenfrenado que ha tomado mi vida durante estos últimos días espacia mis escritos y hace que, muchos de ellos, lleguen con un considerable retraso. Consagro los días laborables a Levy Pants y me lanzo de cabeza en la dorada piscina del ocio durante los fines de semana.No obstante, en el lento y gris transcurrir de los días de labor, queda espacio para pequeñas cosas que llenan de luz mi día: los desayunos y las largas conversaciones con María José, los viajes de ida y vuelta – convenientemente refrigerados - a la ciudad vecina con buena lectura (he acabado “El club de la buena estrella” de Amy Tan, me ha gustado mucho), una cena con Víctor y Laura en el “Murivechi” con copas en la terracita del Black Horse...

03 agosto 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 1 de agosto de 2004


El calor me despierta demasiado pronto y sigo dormitando en el sofá del comedor. Dos horas después María José me despierta y desayunamos en el balcón los últimos restos del pan que nos hizo Jordi R2.
Mientras damos forma a la agenda de actividades lúdicas de hoy leemos un buen rato aprovechando el silencio sólo roto por el canto del puto gallo tonto de nuestro vecino.
Cuando más pica el sol, a una hora inhabitual para nosotros, llegamos a “La Conca”. Hay muchísima gente y el griterío es ensordecedor. Decidimos darnos un rápido baño (tan rápido que olvido el paquete de klennex en el bolsillo del bañador) y huir de la que – en otras condiciones – suele ser una playa paradisíaca.
Vuelta por Platja d’Aro y regreso a casa.Se hace difícil creer, cuando estás tan cerca de la felicidad absoluta, que mañana tengo que ir a trabajar... tendré que tener paciencia... son sólo cinco días.

DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado 31 de julio de 2004


Nos levantamos pronto, desayunamos en el balcón y vamos a la playa. Cuando llegamos hay muy poca gente y aparcamos las toallas junto al agua. Nueva jornada de sol y agua fría... una gozada. Al volver nos cruzamos con familias que, cargadas con un montón de accesorios seguramente imprescindibles, llegan ahora con la intención de tostarse al sol.
El resto de la mañana la ocupamos en una visita a Sant Feliu de Guixols que está en plena fiesta mayor. Compramos bacalao en Can Prat y paseamos un rato.
Después de una larga y reparadora siesta salimos con destino a Palamós donde nos encontramos con Jordi R. y Nuria. Seguimos los cuatro hacia Peralada y, en los jardines del casino, asistimos al ensayo general de “Madama Butterfly” de Puccini. La segunda ópera de la semana me reafirma en mis ideas aunque me gustó más la del Liceo.
Cena tardía en el jardín. El marco es muy agradable pero la comida resulta algo floja.
3:00 AM: terminamos de cenar y salimos del casino
3:30 AM: dando vueltas por el Empordà en busca de una gasolinera abierta.
3:45 AM: nos paran los “mossos”. Como venimos de Peralada no tenemos que soplar.
4:00 AM: Jordi y Nuria nos dejan en Palamós junto a nuestro coche.
4:35 AM: Nos metemos en la cama. Estamos muy cansados.

02 agosto 2004

“Tengo ganas de fiesta/ de que acabe el invierno/ de volver a nadar en el mar (...) seremos delfines o ballenas azules viviendo en el fondo del mar” Family. El bello verano. Un soplo en el corazón. Elefant Records 1993.

DIARIO DE UN OCIOSO
Viernes,30 de julio de 2004


Jueves. En Levi Pants suena la sirena que marca el final de la jornada. Su sonido es música para mis oídos. Me encuentro con María José en una de las salidas de la ciudad y partimos con destino a S’Agaro. Por el camino, como siempre, no paramos de hablar.
Al llegar vamos directamente a casa de Albert y Esther que nos han preparado la cena. También está Alonso, que trabaja en Strauss Pants y, con el que, no puedo dejar de hablar de gente a la que ambos conocemos (el mundo de la confección de pantalones es un mundo pequeño).
La cena está muy buena (sobretodo las patatas al horno con las que Albert nos sorprende), la noche es fresca y, en el porche de la casa, se está muy bien, pero estamos cansados y aún no hemos pasado por casa.
Al llegar al apartamento nos encontramos un regalo que nos dejó mi madres. Es un pequeño carrusel de madera en el que, al girar, suena la misma música que sonaba en una atracción del Magic Parc que me gustaba mucho cuando era pequeño. Recuerdos de infancia – relacionados con S’Agaro – comprimidos en un regalo para nuestro aniversario con el deseo de que nuestra “vida en común continúe con el mismo entendimiento, cariño, comprensión y alegría”.

Viernes. Nos levantamos y, después de desayunar en el balcón y pelearnos con las persianas bajamos hasta la playa. Hacía años que no iba a “Punta Prima” pero, quizás por que las playas son de los pocos lugares que no cambian demasiado, todo sigue igual.
Volver a nadar en el mar, descansar, dejarse querer por el sol... casi me había olvidado de lo bien que se está en la playa. Cuando el sol empieza a picar volvemos a casa y nos regalamos una estupenda siesta del carnero. Serán muy cortas... pero son nuestras vacaciones.
Comemos en el balcón y María José se va a ver una amiga mientras me quedo leyendo.
A las 7 y armado con nuestra pelota de básquet subo al Club. El Club son dos pistas de tenis, un frontón, una cancha de baloncesto y poco más, pero durante muchos veranos pasé horas y horas jugando aquí con los amigos. Ahora está algo abandonado pero la pista de básquet aún funciona. Después de unos cuantos intentos de enceste y cuando ya estoy cansado llegan Albert y Esther, que vienen con María y Laura y María José. Empiezan los 21. Pierdo el primero y gano el segundo pese a mi lamentable estadística de tiro. Llegan también Marta y Miquel y el Club empieza a parecerse al club de los veranos de nuestra infancia. Marta me gana el tercer 21 justo cuando María José aparece con provisiones líquidas.
Recuperamos fuerzas mientras María se lanza a perseguir las recién descubiertas pompas de jabón.

El sol ya se está poniendo pero aún hay tiempo para un baño rápido en Punta Prima. En la playa no hay casi nadie y la luna, roja en el horizonte, pone el broche al largo día. Un día que no me importaría repetir una y otra vez si me quedara “Atrapado en el tiempo”.

29 julio 2004

“Mi organismo entero está aún agitado. En consecuencia, estoy aún en el proceso de adaptarme a la tensión del mundo laboral”
Ignatius J. Reilly. “Diario de un joven trabajador, o adiós a la holganza”. Escrito en un cuaderno Gran Jefe.


DIARIO DE UN OCIOSO
Jueves, 28 de julio de 2004
 
Miércoles. Desayuno con María José y voy a trabajar. En pocos días el embrutecimiento y la rutina laboral (dos conceptos redundantes) se han apoderado de mí. Levy Pants es como todas las empresas del mundo: los trabajadores están cabreados (en proporción al tiempo que llevan contratados por la empresa) y los jefes también están cabreados (de manera aleatoria y por motivos que siempre se me han escapado).
Por la noche, después de cenar, Jordi R2 – a estas alturas ya repostero oficial de nuestra casa – se presenta en casa con un pan bajo el brazo. El pan – delicioso – es de pepinos y cebolla. Probamos el pan y hablamos un rato. Jordi se va pronto y aún tenemos un rato para leer antes de dormirnos.

Jueves. Desayunamos con el pan de Jordi R. (buenísimo) y María José se va a trabajar. Hoy empieza sus vacaciones.

28 julio 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Martes, 27 de julio de 2004


Ya soy un elemento integrado en la cadena de producción de Levy Pants. Pero la larga jornada laboral que me ha sido impuesta, roza lo aberrante y decido, tras una breve pero intensa reflexión, recortarla a fin de introducir de nuevo en mi vida el ocio.
Con María José cruzamos el barrio hasta el “Gran Teatre del Liceu” para disfrutar de nuestra primera ópera. Asistimos a la representación de “Giulio Cesare” de Händel (realmente es una adaptación y versión libre de Herbert Wernicke). 210 minutos de representación después (255 si contamos los entreactos) salgo por la puerta del Liceo con una primera opinión sobre la ópera.
No me ha emocionado (como muchas veces he oído afirmar a los aficionados) pero me ha gustado mucho. He disfrutado mucho con la música y – menos – con la excelente escenografía y una más que correcta puesta en escena. Pese a la larguísima duración de la obra no me he aburrido en ningún momento y he descubierto que tengo ganas de aprender más  (mi formación musical es más bien rancia). No obstante sigo considerando la ópera como un espectáculo fuera de tiempo, como una reliquia del pasado que no hemos sabido adaptar a nuestra manera de entender el espectáculo. Por mucho que cambiemos el vestuario y los elementos escénicos adaptándolos a las tendencias teatrales actuales, seguimos concibiendo los espectáculos de ópera sin innovaciones destacables (vaya por delante que no tengo ni idea sobre la dirección que deberían tomar estas innovaciones para crear una opera actual). Hemos cambiado el envase pero el producto sigue siendo el mismo.
Me ha gustado mucho la interpretación de Ewa Podlés en el papel de Cornelia. Volveré algún día.

26 julio 2004

“ No hay duda, desde luego, de que en mi breve carrera en Levy Pants Limitada he logrado introducir varias innovaciones prácticas y eficientes (...) He dado en llegar a la oficina una hora más tarde de lo que allí se me espera. En consecuencia, me encuentro muchísimo más reposado y fresco cuando llego, y evito esa primera hora lúgubre de la jornada laboral en la que los sentidos y el cuerpo entorpecidos aún por el sueño convierten cualquier tarea en una penitencia. Considero que, al llegar, más tarde, mejora notablemente la calidad del trabajo que realizo.”
Ignatius J. Reilly. Fragmento de “Diario de un joven trabajador o adiós a la holganza”. Escrito en un cuaderno Gran Jefe.


DIARIO DE UN OCIOSO
Lunes, 26 de julio de 2004


Domingo. El último día de este largo periodo en el que he gozado del estado natural del hombre (después llego la jodida manzana, la serpiente y el rollo ese del pan y del sudor de tu frente) pasa sin pena ni gloria (no hay fiesta de despedida, ni pasacalles, ni orquestas tocando tristes canciones mientras todos nos cogemos de las manos).
Aprovecho el día para leer (acabo “Presa” de Michael Crichton y varios “Babelias” que corrían desde hace semanas por casa) y para ver películas (“Mi gran boda griega” - divertida - y “Timeline” - tediosa pese a estar basada en un libro muy entretenido: “Rescate en el tiempo”, también de Crichton - ).

Lunes. Tengo que acostumbrarme a volver a tener un horario fijo, a los largos viajes hasta la ciudad vecina y a entregar cada día a Levy Pants gran parte de mi tiempo de ocio a cambio de 30 monedas de plata. Los procesos mentales que me permiten sobrevivir a todas estas incertidumbres que se han cruzado en mi añorado bienestar me tienen ocupado gran parte del día.
Me ayudan a seguir de pie con media sonrisa en la cara unos nuevos compañeros de trabajo, que se apiadan de mi caída en desgracia y María José, que se encarga de que recupere fuerzas con una deliciosa cena y mucho cariño.
Por suerte los largos viajes en metro me permiten leer (he empezado “El club de la buena estrella” de Amy Tan).

25 julio 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 25 de julio de 2004


Último sábado antes de reincorporarme a la vida laboral. Bajamos con las bicis hasta el Club y me despido de él con tristeza. Intentaré encontrar tiempo para seguir visitándolo pero me he acostumbrado a dejarme caer un rato cada día y lo echare mucho de menos.
Volvemos a casa, nos duchamos y vamos hasta los Icaria. Vemos la agridulce “Wilbur wants to kill himself”de Lone Scherfig, una delicia de película.
Ya en casa, y después de comer, nos regalamos una larga siesta que se lleva gran parte de la tarde.
Por la noche cena en casa de Olivia y Roberto. Cuando llegamos Martina ya está durmiendo y cenamos en el jardín. Pese al calor que ha hecho durante todo el día se está muy bien. Discutimos, como siempre, sobre cualquier tema (lo importante es discutir) y hablamos de sueños, casas y trabajos...A una hora prudencial nos retiramos... Martina sigue durmiendo.

24 julio 2004

“Limpió rápidamente la mesa arrojando al suelo con elegante gesto artículos de revistas y cuadernos Gran Jefe con un barrido de sus manazas. Puso ante sí un cuaderno nuevo y escribió lentamente en su áspera cubierta DIARIO DE UN JOVEN TRABAJADOR, O ADIÓS A LA HOLGANZA.”
John Kennedy Toole. La Conjura de los Necios
 
DIARIO DE UN OCIOSO
Viernes, 24 de julio de 2004


Me levanto pronto, desayuno con María José y – adiós Club, adiós piscina, adiós playa – cojo el metro con destino al que, al final del día, será mi nuevo trabajo. Después de una breve entrevista queda claro que el lunes me incorporaré a la plantilla de Levy Pants. Paso el resto del día aprendiendo lo que será mi nuevo trabajo y poniendo a prueba la paciencia de mis profesoras.
Vuelvo a casa cansado después de un largo día de trabajo (pese a que no he hecho nada, la falta de costumbre ha hecho estragos en mi resistencia física).
Ceno con María José en el “Murivecchi” (c/Princessa, 59 Tel. 933152297), un restaurante de comida italiana que hace poco han abierto en el barrio. La comida es buenísima y el servicio muy amable, seguramente volveremos.
Hacemos una copa en la recién inaugurada terraza de “La Candela” (Plaça Sant Pere), pero estamos cansados y nos vamos a dormir pronto. 
Mi tiempo de ocio se verá reducido en cantidad – espero que no en calidad - a partir del lunes. También supongo que la periodicidad de este diario se verá afectada... ya lo iré contando.
 
“Estoy verdaderamente muy fatigado al final de mi primer día de trabajo. No quiero decir, sin embargo, que me sienta descorazonado o deprimido o derrotado. Me he enfrentado al sistema cara a cara por primera vez en mi vida, plenamente decidido a actuar dentro de su marco como observador y crí9tico de incógnito, como si dijésemos. Si hubiera más empresas como Levy Pants, estoy seguro de que las fuerzas laborales de Norteamérica se ajustarían mejor a sus tareas.”

Ignatius J. Reilly. Escrito en un cuaderno Gran Jefe.

23 julio 2004

 “Las cosas nunca salen como uno prevé”
Michael Crichton. Presa.


DIARIO DE UN OCIOSO
Jueves, 22 de julio de 2004


Por primera vez en esta larga semana consigo hacer un hueco en mi apretada agenda y, después de desayunar con María José, bajo al Club. Disfruto del mar, de la piscina y del sol que hoy aprieta especialmente.Vuelvo a casa y el mundo que había previsto para este mes de agosto se desmorona en segundos como un castillo de naipes: adiós a las vacaciones en S’Agaró, adiós al curso en el que tanto estaba aprendiendo, adiós a la cola para sellar en el paro...  La empresa de la ciudad vecina con la que me entrevisté ayer parece que acepta mis condiciones y, si esto acaba siendo así, mi situación laboral puede cambiar en pocos días. Mañana viernes puede concretarse todo. Tendría que estar muy contento, pero la sensación es agridulce... dejo mucho a este lado del espejo.

22 julio 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Miércoles, 21 de julio de 2004

 
De nuevo la rutina se ha apoderado de mi vida. Por las mañanas tengo cosas que hacer (variadas pero tediosas todas) y por las tardes el curso (que poco a poco está cogiendo velocidad) ocupa todas mis horas.
Con este apretado horario queda poco tiempo para la imaginación y el ocio.
 
Miércoles. Entrevista de trabajo en una ciudad vecina. Me ofrecen poca pasta, yo pido más. Con toda seguridad sigo sin trabajo.Empiezo a leer “Presa” de Michael Crichton (siento debilidad por sus best sellers). Por la noche cena con María José, Yoli y Rafa en “La chacha”. Nos estamos haciendo parroquianos habituales de este pequeño local (noticia triste: han dejado de hacer la estupenda parrillada de verduras que tanto me gustaba). Todos estamos muy cansados y, después de los cafés y sin copas, nos vamos a dormir.

20 julio 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Lunes, 20 de julio de 2004

 
El Club Dante
Matthew Pearl
 
Ambientada en Boston poco después del final de la guerra civil norteamericana“El Club Dante” es un fascinante thriller en el que lo histórico y lo literario van de la mano de una narración cautivadora. Se me hace imposible no caer en el tópico de citar los referentes literarios a la hora de evaluar la novela del joven Matthew Pearl. El conocimiento que el autor demuestra de “La Divina Comedia” de Dante y de las circunstancias en las que el poeta Henry Wadsworth Longfellow acometió su traducción sitúan “El Club Dante” cerca de “El Nombre de la Rosa” de Umberto Eco. La ambientación del Boston de la post-guerra es envidiable y su descripción de los bajos fondos me recuerda a “El Alienista” de Caleb Carr.
Pero hay mucho más. La hábil inclusión de personajes históricos, los ricos detalles que nos acompañan durante la lectura, los juegos - no excesivamente tramposos-  con los que Pearl juega con el lector... todo hace que nos encontremos delante de una gran y entretenida novela que se lee de un tirón.
También es casi obligatorio decir lo que no es “El Club Dante”. Su aparición después de “El Código Da Vinci” la ha situado, en algunos medios de comunicación, en la órbita de la novela de “Dan Brown”.  Nada más alejado de la realidad. Si la novela de Dan Brown era puro entretenimiento con muy poca literatura en sus páginas, “El Club Dante” es un ejemplo de novela histórica, una historia de suspense delicadamente tramada que además está muy bien escrita.
 
Me levanto, desayuno con María José y repaso la agenda del día.
Obligaciones.................................................................... 3
Actividades de ocio programadas.................................... 0
Preocupante. Paso la mañana cumpliendo con mis obligaciones y, antes de comer, paro un rato para leer.
La tarde está ocupada por la última de las obligaciones de hoy: mis cinco horas de clase.
Ya en casa, y después de cenar, recibimos una llamada. Es Jordi R2 que se ha liado en la cocina y ha hecho demasiado pastel... que nos trae un poco y que nos vamos a hacer una cerveza para celebrarlo. El pastel resulta ser un bonito y delicioso pastel de albaricoque. Ya tenemos solucionado el desayuno de mañana.
Vamos a la terracita del Black Horse y alargamos la cerveza un par de horas mientras hacemos tertulia de terraza de bar en verano. El aire es fresco y se está muy bien. Que bueno es tener amigos en el vecindario. 

19 julio 2004

“El concepto de ocio es equívoco. El término ocioso alude a alguien pasivo e, incluso etimológicamente, negocio es la negación del ocio o lo que es lo mismo «no-ocio».”
Santiago García Quintana. Pequeña Historia del Ocio. Buenos Aires 1958
 
DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 18 de julio de 2004

 
Nos levantamos tarde y nos dejamos llevar por la pereza. La mañana pasa lenta mientras leemos. A mediodía decidimos bajar un rato al Club. Pero el Club que nos encontramos al llegar es completamente distinto al que cada día me es permitido disfrutar. No hay ni una tumbona vacía y las piscinas están llenas.
Pese a que la tranquilidad habitual ha sido substituida por una cierta locura colectiva decidimos quedarnos y encontramos nuestro hueco a la sombra (el sol pica demasiado). Más tarde conseguimos un carril para poder nadar un rato.
Vuelta a casa y tarde de domingo tradicional (siestas, lectura y película de video club – paycheck (floja pero entretenida -). Se acaba el fin de semana y el aire empieza a oler a vacaciones.

18 julio 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 17 de julio de 2004
 
 Viernes. Llevo ya 24 horas sin teléfono cortesía de Telefónica que me anuncia que – como no soy un cliente preferente – pueden tardar otras 24 horas (al final serán más) en solucionar la avería.
Voy al servicio técnico de Sony que, tras el pago de una abultadísima factura,  me entrega un equipo presuntamente despojado de los problemas por los que lo dejé en sus manos. A los diez minutos de ponerlo en marcha descubriré que el lunes tengo que volver a cargar con él (es bastante pesado) para ir al servicio técnico a reclamar (otros quince días, otro viaje hasta el servicio técnico...).
Sigo constipado, un pulpo atenaza mi nariz y mi garganta.
Sólo me salva de la mala leche que me entra al enumerar todas estas adversidades una cena agradable en casa de mis padres con María José.
 
Sábado. Nos levantamos tarde y pasamos la primera parte de la mañana leyendo en casa. Por fin, tras algo más de 48 horas incomunicado, recupero la línea telefónica.
Salimos a comprar regalos y nos regalamos una comida en el Hanin. Entre otras delicias, me pongo ciego de Kimchi.
De nuevo en casa. El Tour y la larga etapa pirenaica de hoy sirven de arrullo para nuestra siesta. Después leo “El Club Dante” que me está encantando.
Por la noche vamos a casa de Jordi P. Celebramos el cumpleaños de Jordi, el de Emma y que pronto se irán a vivir juntos. Jesús y Natalia han llegado poco antes que nosotros y pronto llegarán los demás: David, Iola, Quim, Carol, Mireia, Laura y Alex “el niño”.
Emma y Jordi nos han preparado una cena sensacional. Para aliñar los berberechos del aperitivo me veo obligado a robarle un limón al limonero de la vecina (espero que si lee esto algún día me sepa perdonar).La sobremesa se alarga con los regalos y, pese a que me lo estoy pasando muy bien, soy el primero en caer. El cansancio acumulado durante la semana, unido supongo a la medicación que estoy tomando para el resfriado (hábilmente mezclada con cerveza), pasa factura y empiezo a dormirme. Somos los primeros en abandonar. Ha sido una gran fiesta.

17 julio 2004

 DIARIO DE UN OCIOSO
Jueves, 15 de julio de 2004

 
La noche ha sido horrible. Tengo un resfriado monumental (gentileza de los aires acondicionados) sólo moderado por los cuidados que María José y la aspirina efervescente me han dispensado. Desayuno y decido volver un rato a la cama hasta que haga un poco más de calor.
Decido bajar hasta el Club con bus y me arrepiento nada más entrar en el gélido ambiente impuesto por un conductor fanático del aire acondicionado. Nado y tomo el sol mientras leo “El club Dante” de Matthew Pearl.
Al salir cojo otro bus (conducido por un primo del anterior con las mismas obsesiones térmicas) hasta Plaza Cataluña. Entro en el Fnac y el aire acondicionado consigue que mi nariz se convierta en una versión orgánica de la fuente de Canaletas. Pese a las dificultades compro lo que he venido a comprar y evito caer en el consumo compulsivo de productos culturales que es habitual en mí cada vez que entro en una de las tiendas de la cadena francesa.
Como no tengo ganas de cocinar, me como un menú en un restaurante del barrio y voy a clase. De nuevo el aire acondicionado me ataca sin que pueda hacer nada para defenderme.
Cinco horas después cojo un bus y paso mucho frío pese a que voy con una camisa de manga larga. El conductor, seguramente un inmigrante Groenlandés, parece no darse cuenta de las bajas temperaturas.
Hoy he quedado para cenar con los compañeros de mi último trabajo. Es una despedida (mañana echan a los pocos que continuaban trabajando después de la primera tongada de despidos) pero en el ambiente se respira un aire lúdico y de cierta liberación. Verlos a todos, juntos de nuevo, me gusta. Vuelven las viejas historias y reímos mucho.
Cenamos en un restaurante cercano al Puerto Olímpico y, alguna mente poco pensante, decide continuar la fiesta en el “Baja Beach”. El  infierno debe ser algo parecido a esto: cientos de personas – apretadas y sudorosas -bailan compulsivamente animadas por un dj que acaba de salir de la lobotomía que ha finiquitado  las pocas neuronas con las que la naturaleza le dotó. Mientras, camareros y camareras (ambos con muy poca ropa) bailan en vez de servir copas. Apretones, camareras que se abren paso a golpe de pito, coreografías vengorzantes... Por suerte – y no entiendo las oscuras  razones que mueven los hilos del destino – tenemos acceso a una zona reservada donde evitamos las apreturas de la pista central (del circo) y donde siempre hay alguien pendiente de que no te falte una copa en la mano (servida a domicilio).
A las tres decido que ya he tenido bastante y Chus se despide de mi diciéndome: ”Algún día seré jefe”.
Vuelvo a casa en taxi reflexionando  sobre los significados ocultos de la frase de Chus (inspirada, sin duda, por la ingestión no controlada de bebidas espirituosas de alta graduación) y no consigo llegar a ninguna conclusión. En la radio del taxi suena “New Kid in Town” de los Eagles. 

14 julio 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Miércoles, 14 de julio de 2004


Me levanto pronto, preparo el desayuno y despierto a María José para ver juntos el encierro de hoy, el último de este accidentado año. Pobres de nosotros... tardaremos todo un año en volver a oír la voz de Javier Solano comentando los encierros. Será un largo año sin los anuncios de Moshy, sin la publicidad de los espárragos de Navarra y sin ver el barco de Forum Filatélico. Los echaremos a todos de menos con la esperanza de reencontrarlos el próximo siete de julio.
Cogemos las bicis y bajamos hasta el Club. El sol anuncia un largo día de playa pero nuestra alba piel nos hace desistir pronto y volvemos a casa. María José se va a trabajar mientras me quedo escribiendo un rato.
El “Cultura/s” de La Vanguardia viene encabezado por un largo reportaje sobre Rafael Amat i de Cortada y su largo diario “Calaix de sastre”. Tomo nota y, en la primera ocasión que tenga, me haré con los escritos de este predecesor (en lo que a escribir un diario se refiere) del siglo XVIII. Los diarios son un género literario menor que cada vez me interesa más. Su mezcla de costumbrismo y reflexión nos acerca mucho a la manera de pensar y de vivir de aquellos que los escribieron y sus coetáneos.
Por la tarde vuelvo al “cole”. Cinco horas de clase me esperan.

Empecé a escribir este diario como una broma para unos amigos. Ahora, más de un año después, sigo escribiéndolo – sobretodo – para mí y para, si es posible, contagiar una parte del entusiasmo con el que intento transitar por la vida. Me gusta ver que la gente lo lee y, más que nada, que lo disfruta. Supongo que los lectores más habituales son amigos que quieren saber de mí. También sé que hay lectores a los que no conozco. Hoy he recibido un mail de una de esas personas desconocidas que se pasan por aquí con cierta regularidad (es el primero que recibo). Es agradable tener algo de feedback y sobretodo cuando lo que te dicen es bonito.
Muchas gracias. Un beso.

DIARIO DE UN OCIOSO
Martes, 13 de julio de 2004


Me levanto para, medio dormido, desayunar con María José. Cuando ella se va al trabajo, consigo aguantar despierto y ver el penúltimo encierro de los “Sanfermines” de este año (por suerte mucho más tranquilo que el de ayer). Bicicleta, Club, un rato de piscina y, un poco de sol.
Vuelvo a casa sin sospechar que, la adversidad – sin duda animada por la fecha- se me echa encima. Tengo que cambiar el agua del bacalao. Abro el grifo y veo, con gesto de pánico no contenido, que no cae ni gota. Si no hay agua para cambiar el bacalao... tampoco tengo agua para ducharme. En la compañía de agua atienden mi reclamación pero no podrán enviar a nadie hasta la tarde.
Con mi “look” playero (y sin duchar) salgo por el barrio a hacer un par de “tengos que”.
La solución a mi falta de higiene (y a un pelo que necesita ser peinado con ayuda del agua) será volver al Club a ducharme. Pero tengo el tiempo justo para llegar después a clase.
Cojo el 17 que, inexplicablemente, se desvía y me deja donde le da la gana. Camino, casi corro, hasta el Club y me ducho en cinco minutos.
Pese a las carreras llego tarde a mi primera clase (con lo que me empiezo a labrar una fama entre mis compañeros de clase). El curso parece que está muy bien, pero las cinco horas diarias (con una pequeña pausa de media hora) se hacen duras. Espero que sólo sea la falta de costumbre.

13 julio 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Lunes, 12 de julio de 2004


Me levanto para ver el encierro y arrastro a María José hasta el comedor. El encierro de hoy es el más peligroso que he visto los últimos años y el montón que se forma en el callejón de entrada a la plaza es realmente angustioso. En él, uno de los corredores habituales – el clásico calvo que a lo largo del día sabré que se llama Julen - es corneado repetidas veces hasta que consigue escapar del montón. No lo conozco de nada, pero el hecho de llevar años buscándolo entre la multitud de corredores hace que sufra mucho por él. Por suerte parece que, pese a las cinco cornadas que se lleva de recuerdo, la cogida ha sido menos grave de lo que las imágenes parecían presagiar. Espero verlo de nuevo el año que viene.
Después de desayunar dedico la mañana a comprar por el barrio. Hace frío y decido no ir al Club.
Por la tarde voy caminando a clase. El primer día sirve para presentarnos el curso y para tener un primer contacto con los profesores. Jordi P. se sienta a mi lado, mi vida sigue girando en círculos concéntricos.
Vuelvo a casa, cocino un rato y espero a María José. Juntos veremos un poco de tele y a dormir.

11 julio 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 11 de julio de 2004


Duermo muy mal (el somier del sofá del comedor es el principal culpable) . María José – que no ha pasado mejor noche -, mi madre y yo somos los más madrugadores y vemos juntos el encierro antes de desayunar.
Vuelven las cajas, las risas, los muebles, los cajones, los armarios, las baldosas que sobran, las bayetas y las fregonas... mañana volverán las agujetas.
A mediodía lo dejamos, todos estamos muy cansados. Hemos avanzado mucho pero aún queda mucho trabajo por hacer. Recuperamos fuerzas en el “Pi de Sant Pol” y María José y yo volvemos en la Sarfa a Barcelona. El bus arranca y, cinco minutos más tarde, ya estoy durmiendo.