18 julio 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 17 de julio de 2004
 
 Viernes. Llevo ya 24 horas sin teléfono cortesía de Telefónica que me anuncia que – como no soy un cliente preferente – pueden tardar otras 24 horas (al final serán más) en solucionar la avería.
Voy al servicio técnico de Sony que, tras el pago de una abultadísima factura,  me entrega un equipo presuntamente despojado de los problemas por los que lo dejé en sus manos. A los diez minutos de ponerlo en marcha descubriré que el lunes tengo que volver a cargar con él (es bastante pesado) para ir al servicio técnico a reclamar (otros quince días, otro viaje hasta el servicio técnico...).
Sigo constipado, un pulpo atenaza mi nariz y mi garganta.
Sólo me salva de la mala leche que me entra al enumerar todas estas adversidades una cena agradable en casa de mis padres con María José.
 
Sábado. Nos levantamos tarde y pasamos la primera parte de la mañana leyendo en casa. Por fin, tras algo más de 48 horas incomunicado, recupero la línea telefónica.
Salimos a comprar regalos y nos regalamos una comida en el Hanin. Entre otras delicias, me pongo ciego de Kimchi.
De nuevo en casa. El Tour y la larga etapa pirenaica de hoy sirven de arrullo para nuestra siesta. Después leo “El Club Dante” que me está encantando.
Por la noche vamos a casa de Jordi P. Celebramos el cumpleaños de Jordi, el de Emma y que pronto se irán a vivir juntos. Jesús y Natalia han llegado poco antes que nosotros y pronto llegarán los demás: David, Iola, Quim, Carol, Mireia, Laura y Alex “el niño”.
Emma y Jordi nos han preparado una cena sensacional. Para aliñar los berberechos del aperitivo me veo obligado a robarle un limón al limonero de la vecina (espero que si lee esto algún día me sepa perdonar).La sobremesa se alarga con los regalos y, pese a que me lo estoy pasando muy bien, soy el primero en caer. El cansancio acumulado durante la semana, unido supongo a la medicación que estoy tomando para el resfriado (hábilmente mezclada con cerveza), pasa factura y empiezo a dormirme. Somos los primeros en abandonar. Ha sido una gran fiesta.

17 julio 2004

 DIARIO DE UN OCIOSO
Jueves, 15 de julio de 2004

 
La noche ha sido horrible. Tengo un resfriado monumental (gentileza de los aires acondicionados) sólo moderado por los cuidados que María José y la aspirina efervescente me han dispensado. Desayuno y decido volver un rato a la cama hasta que haga un poco más de calor.
Decido bajar hasta el Club con bus y me arrepiento nada más entrar en el gélido ambiente impuesto por un conductor fanático del aire acondicionado. Nado y tomo el sol mientras leo “El club Dante” de Matthew Pearl.
Al salir cojo otro bus (conducido por un primo del anterior con las mismas obsesiones térmicas) hasta Plaza Cataluña. Entro en el Fnac y el aire acondicionado consigue que mi nariz se convierta en una versión orgánica de la fuente de Canaletas. Pese a las dificultades compro lo que he venido a comprar y evito caer en el consumo compulsivo de productos culturales que es habitual en mí cada vez que entro en una de las tiendas de la cadena francesa.
Como no tengo ganas de cocinar, me como un menú en un restaurante del barrio y voy a clase. De nuevo el aire acondicionado me ataca sin que pueda hacer nada para defenderme.
Cinco horas después cojo un bus y paso mucho frío pese a que voy con una camisa de manga larga. El conductor, seguramente un inmigrante Groenlandés, parece no darse cuenta de las bajas temperaturas.
Hoy he quedado para cenar con los compañeros de mi último trabajo. Es una despedida (mañana echan a los pocos que continuaban trabajando después de la primera tongada de despidos) pero en el ambiente se respira un aire lúdico y de cierta liberación. Verlos a todos, juntos de nuevo, me gusta. Vuelven las viejas historias y reímos mucho.
Cenamos en un restaurante cercano al Puerto Olímpico y, alguna mente poco pensante, decide continuar la fiesta en el “Baja Beach”. El  infierno debe ser algo parecido a esto: cientos de personas – apretadas y sudorosas -bailan compulsivamente animadas por un dj que acaba de salir de la lobotomía que ha finiquitado  las pocas neuronas con las que la naturaleza le dotó. Mientras, camareros y camareras (ambos con muy poca ropa) bailan en vez de servir copas. Apretones, camareras que se abren paso a golpe de pito, coreografías vengorzantes... Por suerte – y no entiendo las oscuras  razones que mueven los hilos del destino – tenemos acceso a una zona reservada donde evitamos las apreturas de la pista central (del circo) y donde siempre hay alguien pendiente de que no te falte una copa en la mano (servida a domicilio).
A las tres decido que ya he tenido bastante y Chus se despide de mi diciéndome: ”Algún día seré jefe”.
Vuelvo a casa en taxi reflexionando  sobre los significados ocultos de la frase de Chus (inspirada, sin duda, por la ingestión no controlada de bebidas espirituosas de alta graduación) y no consigo llegar a ninguna conclusión. En la radio del taxi suena “New Kid in Town” de los Eagles. 

14 julio 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Miércoles, 14 de julio de 2004


Me levanto pronto, preparo el desayuno y despierto a María José para ver juntos el encierro de hoy, el último de este accidentado año. Pobres de nosotros... tardaremos todo un año en volver a oír la voz de Javier Solano comentando los encierros. Será un largo año sin los anuncios de Moshy, sin la publicidad de los espárragos de Navarra y sin ver el barco de Forum Filatélico. Los echaremos a todos de menos con la esperanza de reencontrarlos el próximo siete de julio.
Cogemos las bicis y bajamos hasta el Club. El sol anuncia un largo día de playa pero nuestra alba piel nos hace desistir pronto y volvemos a casa. María José se va a trabajar mientras me quedo escribiendo un rato.
El “Cultura/s” de La Vanguardia viene encabezado por un largo reportaje sobre Rafael Amat i de Cortada y su largo diario “Calaix de sastre”. Tomo nota y, en la primera ocasión que tenga, me haré con los escritos de este predecesor (en lo que a escribir un diario se refiere) del siglo XVIII. Los diarios son un género literario menor que cada vez me interesa más. Su mezcla de costumbrismo y reflexión nos acerca mucho a la manera de pensar y de vivir de aquellos que los escribieron y sus coetáneos.
Por la tarde vuelvo al “cole”. Cinco horas de clase me esperan.

Empecé a escribir este diario como una broma para unos amigos. Ahora, más de un año después, sigo escribiéndolo – sobretodo – para mí y para, si es posible, contagiar una parte del entusiasmo con el que intento transitar por la vida. Me gusta ver que la gente lo lee y, más que nada, que lo disfruta. Supongo que los lectores más habituales son amigos que quieren saber de mí. También sé que hay lectores a los que no conozco. Hoy he recibido un mail de una de esas personas desconocidas que se pasan por aquí con cierta regularidad (es el primero que recibo). Es agradable tener algo de feedback y sobretodo cuando lo que te dicen es bonito.
Muchas gracias. Un beso.

DIARIO DE UN OCIOSO
Martes, 13 de julio de 2004


Me levanto para, medio dormido, desayunar con María José. Cuando ella se va al trabajo, consigo aguantar despierto y ver el penúltimo encierro de los “Sanfermines” de este año (por suerte mucho más tranquilo que el de ayer). Bicicleta, Club, un rato de piscina y, un poco de sol.
Vuelvo a casa sin sospechar que, la adversidad – sin duda animada por la fecha- se me echa encima. Tengo que cambiar el agua del bacalao. Abro el grifo y veo, con gesto de pánico no contenido, que no cae ni gota. Si no hay agua para cambiar el bacalao... tampoco tengo agua para ducharme. En la compañía de agua atienden mi reclamación pero no podrán enviar a nadie hasta la tarde.
Con mi “look” playero (y sin duchar) salgo por el barrio a hacer un par de “tengos que”.
La solución a mi falta de higiene (y a un pelo que necesita ser peinado con ayuda del agua) será volver al Club a ducharme. Pero tengo el tiempo justo para llegar después a clase.
Cojo el 17 que, inexplicablemente, se desvía y me deja donde le da la gana. Camino, casi corro, hasta el Club y me ducho en cinco minutos.
Pese a las carreras llego tarde a mi primera clase (con lo que me empiezo a labrar una fama entre mis compañeros de clase). El curso parece que está muy bien, pero las cinco horas diarias (con una pequeña pausa de media hora) se hacen duras. Espero que sólo sea la falta de costumbre.

13 julio 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Lunes, 12 de julio de 2004


Me levanto para ver el encierro y arrastro a María José hasta el comedor. El encierro de hoy es el más peligroso que he visto los últimos años y el montón que se forma en el callejón de entrada a la plaza es realmente angustioso. En él, uno de los corredores habituales – el clásico calvo que a lo largo del día sabré que se llama Julen - es corneado repetidas veces hasta que consigue escapar del montón. No lo conozco de nada, pero el hecho de llevar años buscándolo entre la multitud de corredores hace que sufra mucho por él. Por suerte parece que, pese a las cinco cornadas que se lleva de recuerdo, la cogida ha sido menos grave de lo que las imágenes parecían presagiar. Espero verlo de nuevo el año que viene.
Después de desayunar dedico la mañana a comprar por el barrio. Hace frío y decido no ir al Club.
Por la tarde voy caminando a clase. El primer día sirve para presentarnos el curso y para tener un primer contacto con los profesores. Jordi P. se sienta a mi lado, mi vida sigue girando en círculos concéntricos.
Vuelvo a casa, cocino un rato y espero a María José. Juntos veremos un poco de tele y a dormir.

11 julio 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 11 de julio de 2004


Duermo muy mal (el somier del sofá del comedor es el principal culpable) . María José – que no ha pasado mejor noche -, mi madre y yo somos los más madrugadores y vemos juntos el encierro antes de desayunar.
Vuelven las cajas, las risas, los muebles, los cajones, los armarios, las baldosas que sobran, las bayetas y las fregonas... mañana volverán las agujetas.
A mediodía lo dejamos, todos estamos muy cansados. Hemos avanzado mucho pero aún queda mucho trabajo por hacer. Recuperamos fuerzas en el “Pi de Sant Pol” y María José y yo volvemos en la Sarfa a Barcelona. El bus arranca y, cinco minutos más tarde, ya estoy durmiendo.

DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 10 de julio de 2004


Viernes tarde. Cuando llega María José comemos y nos regalamos una larga siesta.
Caminamos hasta los Icaria y vemos la segunda parte de “Shrek”. Nos lo pasamos en grande y, al salir del cine, los dos estamos de muy buen humor. Volvemos caminando a casa sin dejar de comentar los mejores gags y detalles de la película.

Sábado. Hoy tenemos una agenda llena de actividades programadas. Parece que las obras del apartamento de S’Agaró por fin han terminado y ahora toca limpiar y devolver todos los muebles a su sitio.
Suena el despertador a las siete. Preparo el desayuno y despierto a María José (que normalmente es quien se encarga de esta madrugadora tarea). Desayunamos, vemos el encierro de los toros de Dolores Aguirre (muy emocionante) y, con las bicis, bajamos hasta el Club.
Nadar, tomar el sol, llenarse los ojos de azul del mar... lo habitual (pero hoy – y lo mejora mucho – con compañía). Vuelta a casa y lectura mientras esperamos que Cesc –que será nuestro chofer hasta S’Agaró – nos llame.
El viaje pasa volando y, cuando llegamos, veo que mi madre y Eli, que llegaron ayer, han avanzado mucho. Comemos y nos ponemos manos a la obra: cajas, muebles, risas, bayetas, fregonas, más risas... al final del día parece que la cosa avanza. Alberto y Esther –que, Dios los perdone, ya están de vacaciones- vienen a invitarnos a cenar, pero estamos destrozados y cenaremos en casa.
La tormenta de la noche moja la ropa que nos quedaba por recoger.

09 julio 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Viernes, 9 de julio de 2004


Jueves. Desayuno con María José y después trabajo un rato con el ordenador. Veo el encierro (tranquilo) y bajo al Club.
Nadar en la piscina exterior es una verdadera gozada. Al ir, cada vez que la cabeza sale del agua para tomar aire, me encuentro con el sol – todavía no muy alto – reflejado en la superficie. Al volver centro mi atención en las burbujas doradas que acompañan cada brazada y en la torre del teleférico que vigila, desde las alturas, esta parte del puerto. Después toca secarse al sol y disfrutar de la vista.
Vuelvo a casa y leo. Acabo el libro de Frank McCourt (que me ha gustado tanto como “Las cenizas de Ángela”) y empiezo “Breviario de idiotas” de Ermanno Cavazzoni. El libro recoge pequeños momentos de vidas que jamás existieron, de idiotas variados que no aportaron nada a la humanidad ni a ellos mismos. Descerebrado, raro y divertido.
Viernes. Tras el desayuno y el encierro llega la ración diaria de piscina y sol. Pese al esfuerzo acumulado durante toda la semana estoy preparado para afrontar el fin de semana que empezará cuando María José llegue a casa después de trabajar.
El lunes empiezo un cursillo bastante completo (son cinco horas diarias) con lo que el tiempo dedicado al ocio se verá limitado.

08 julio 2004

IARIO DE UN OCIOSO
Miércoles, 7 de julio de 2004


Nos levantamos con el tiempo justo para ver el primer encierro de las fiestas de San Fermín de este año. Los toros de Torrestrella, normalmente problemáticos, ofrecen un encierro limpio pese a la lluvia que ha dejado las calles resbaladizas.
Ayer los meteorólogos de televisión anunciaban tormentas terribles y en la radio hoy prometen que el tema será peor de lo esperado. Como no quiero convertirme en el protagonista de la versión española de “El día de mañana” me quedo en casa para “fer dissabte” (limpieza a fondo de la casa). Cuando acabo – sudado pese a que en la calle las temperaturas deben ser glaciales – descubro que los meteorólogos han jugado con cartas marcadas y que hace un sol de justicia.
Es tarde y mi rutina mañanera ha sido desmontada. Pese a todo decido bajar al club y nadar un rato. Me seco al sol pero aguanto poco rato ya que el sol – pasado el mediodía – pica demasiado para mi blanca piel.
Miro mi cartera e invierto la mitad de mi capital en literatura (por un euro compro “Breviario de idiotas” de un tal Ermanno Cavazzoni). El cincuenta por ciento restante de líquido disponible es invertido en la compra de La Vanguardia.
Con la cartera vacía dejo que María José me invite a cenar. La pizza en “La Gavina” (c/ Ros de Olano 17, Tel. 934157450) está deliciosa.
Vuelta a casa y a dormir.

07 julio 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Martes, 6 de julio de 2004


María José me despierta. Son las tres de la madrugada y hay cierta agitación en el ambiente. El motivo es que Alejandro ha decidido que ayer cenó demasiado y está dejando el remanente en el suelo de la habitación.
Una vez solucionado el problema –cinco minutos- volvemos a dormirnos los tres.
Por la mañana, después de desayunar, María José se va a trabajar mientras Alejandro y yo jugamos al “Great 1000 milles rally” hasta que lo vienen a buscar.
Me queda tiempo para ir al club y disfrutar del poco sol que hoy nos visita. Los días nublados, la vista - con colores más intensos y sin calina - mejora mucho.
Por la tarde, con María José, vemos el último capítulo de la segunda temporada de “Los Soprano”.

05 julio 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Lunes, 5 de julio de 2004


Me he dado cuenta que, estos últimos días, me repito bastante. La llegada del verano en todo su esplendor, el sol y la calma que rodea mi placentera vida, me han llevado a un círculo vicioso del que no soy capaz de salir. No se si debería seguir explicando mis hedonistas rutinas mañaneras o si, por el contrario, debería zanjar el asunto – como tuve a bien hacer la semana pasada – con un “mañana standard”. Rutinas como levantarme cada día pronto (aunque no tengo necesidad de madrugar), desayunar con María José (mientras hablamos del día que nos espera y hacemos planes de futuro), coger la bicicleta y bajar hasta el club (un rápido paseo por un barrio que empieza a despertar), nadar (ejercicio en mi vida después de muchos años de largas jornadas de deporte de sofá) y tomar el sol (los que me conocen saben que siempre he tenido un déficit en esta materia) mientras leo (que gozada) y disfruto del mar (¿puede haber mejor vista?), se han convertido en placeres a los que ahora me sería muy difícil renunciar. Y es por ello que me gusta contarlos cada vez que los disfruto con la intención de que vosotros, los que leéis este Diario, los podáis disfrutar conmigo.
Pues eso... que hoy lo he vuelto a hacer.
Al volver a casa miro la nevera y me doy cuenta de que – en un pasado no muy lejano – conoció tiempos mejores y que con una pequeña ayuda volverá a ser el útil electrodoméstico que un día fue. Compro fruta a la señora Carmen que anda, como cada día, con sus dos pares de cerezas colgando de las orejas y después sigo comprando en las pequeñas tiendas del barrio.
Después de comer me acerco a La Pedrera y visito la exposición “Cuerpo y cosmos. Arte escultórico del méxico precolombino”. La exposición es una muestra notable de las representaciones escultóricas humanas en varias culturas mesoamericanas. Me parece muy interesante y, en algunos momentos, incluso divertida (hay piezas fantásticas, tremendamente cotidianas y llenas de sentido del humor). Me entristece pero, ver lo poco que sabemos de todas estas culturas con las que los conquistadores del “nuevo mundo” no quisieron convivir.
María José vuelve a casa con Alejandro. Alejandro es nuestro sobrino, tiene siete años y sufre un terrible ataque de incontinencia verbal. Juntos vamos al “Yume” (c/Via Laietana, 13 Tel. 932681813), un restaurante japonés con buffet libre giratorio. Aprender a utilizar los palillos, atreverse a probar el pescado crudo, poder decidir que comer... todo son sensaciones nuevas. Nos lo pasamos bien y volvemos a casa caminando bajo la lluvia (cuatro gotas mal contadas).
Ahora, mientras escribo esto, Alejandro y María José están concentrados en el noble arte de hacer pulseras de cuerda.

04 julio 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 4 de julio de 2004


Nos levantamos pronto, desayunamos y, con las bicis, bajamos por calles completamente vacías hasta el Club. Si por el camino estábamos prácticamente solos, al llegar la sensación de soledad se acentúa. El Club suele estar vacío a estas horas pero hoy hay menos gente todavía. Nado un rato y después leo frente al mar.
Volvemos a casa cruzándonos con la marea humana que empieza a llenar la playa.
Dejamos las bicis, compramos el periódico y nos vamos a leerlo en la terraza del “Caliu”. Las flores de las acacias, que no paran de caer alfombrando el suelo de amarillo, nos obligan a defender nuestras bebidas con alguno de los folletos publicitarios (cada día más numerosos) que acompañan al periódico dominical.
Todavía no hace calor, la calle es peatonal y no tenemos ninguna prisa. Se está bien. El periódico, estratégicamente dividido en partes, va pasando de mis manos a las de María José y de las de ella a las mías.
Hemos desayunado muy pronto y tenemos hambre. Comeremos en horario europeo en “La Chacha” que se ha convertido últimamente en nuestro segundo hogar.
Vuelta a casa y siesta patrocinada por el Tour (ayer se me olvidó contar que había empezado este gran generador de siestas, este sin par culpable de cabezadas históricas. Esta primera semana – llena de etapas llanas – augura unas tardes reconfortantes delante del televisor).
Completo la tarde deportiva con motociclismo, automovilismo y la final de la Eurocopa. La victoria de Grecia me deja exhausto. Me voy a dormir.

DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 3 de julio de 2004


Me levanto pronto, preparo el desayuno y desayuno con María José que, después de leer el Diario durante toda la semana, también quiere su propia ración de sol y playa. Cogemos las bicis y bajamos hasta el Club. En el cielo hay nubes amenazadoras pero, como hemos sido buenos, se nos regala una impagable mañana de sol que aprovechamos nadando y leyendo.
La mañana se estropea y, por el aspecto de las nubes, creemos que el sol no volverá a salir. Volvemos a casa y, nada más llegar, empieza a llover.
No importa. Por el camino hemos parado en el video-cajero automático y nos hemos provisto de películas para pasar el día. Vemos “Bajo el sol de la Toscana” (Bien) y “Elephant” (Impresionante, me gusta mucho).
Decidimos no salir. Los resfriados veraniegos nos están dando más dolores de cabeza que los invernales.

03 julio 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Viernes, 2 de julio de 2004


Jueves. Mañana estándar (me levanto pronto, desayuno con María José, bajo al Club en bicicleta, nado un rato, tomo el sol y leo). Acabo “Ciudad de huesos” de Michael Connelly (como todas las suyas, una buena novela negra) y vuelvo a casa.
Por la tarde, con María José, visitamos una casa en obras. Está en el Carmelo (a 50 metros de la casa del hombre de los “fontainers” y tiene unas vistas impresionantes desde todas las habitaciones (Barcelona a tus pies y el mar de fondo). Pero pese a las excelentes vistas y a que cuando esté acabada será una maravilla, no nos la quedaremos (es demasiado cara para no ser exactamente lo que andamos buscando). Si alguien está interesado le paso el teléfono de la inmobiliaria.

Viernes. Mañana estándar. En el club he empezado a leer “Lo es” de Frank McCourt, que es la continuación – de hecho tendría que ser el mismo libro - de “Las cenizas de Ángela”. Espero que esta segunda parte me guste tanto como me gustó la primera.
Ya en casa espero a María José leyendo “El País” y haciendo el crucigrama de Mambrino (últimamente había abandonado esta sana costumbre).
Comemos y, después de una siesta, caminamos hasta los Icaria. Al llegar han empezado casi todas las películas y no tenemos mucho donde elegir. Vemos “Janis y John “ y me lo paso en grande. El guión es divertido y las interpretaciones de Sergi López y Marie Trintignant le añaden todavía más valor. Incluso ese pedazo de madera conocido como Christopher Lambert está bien (el papel de colgado le sienta bien).
¿Seguro que François Cluzet no es John Lennon?

01 julio 2004

...”Una de las pocas fiestas patronales relacionadas con el ocio tiene lugar en Los Corrales de Buelna (Cantabria). Durante la fiesta de San Cipriano, patrón del pueblo, sus habitantes muestran públicamente sus aficiones, normalmente constreñidas en el ámbito privado”...
Santiago García Quintana. Pequeña Historia del Ocio. Buenos Aires, 1958.


DIARIO DE UN OCIOSO
Miércoles, 30 de junio de 2004


Mis dotes adivinatorias se hallan en proceso de crecimiento. La resaca que ayer anunciaba en esta misma plaza, no sólo se ha producido sino que sus dimensiones han sido superiores a las inicialmente esperadas. Su llegada, no hace falta decirlo, no ha sido recibida con la mejor de mis sonrisas.
Pero como suelen decir: “al mal tiempo, buena cara” y me levanto (tarde y de buen humor) para desayunar con María José. Dejo que la mañana transcurra placidamente mientras evito sonidos y luces que podrían dañar mi frágil equilibrio neuronal.
Recibo, por teléfono, una poco atractiva propuesta laboral que no llegará a buen puerto. En los próximos días se acabará de concretar pero el tema no tiene buen aspecto.
Lo que tiene mejores pintas es el curso a cuya sesión informativa acudo en compañía de Jordi P., parece muy interesante. La idea inicial era continuar, después de acudir a la reunión del curso, con la semifinal de la Eurocopa, pero – debido a que todavía estoy en proceso de recuperación - me rajo y vuelvo a casa para leer y descansar.
Y es que, como ha dicho Jordi ante mi deserción, nos estamos haciendo viejos.

30 junio 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Martes, 29 de junio de 2004


Coger la bici y bajar al club cada mañana se está convirtiendo en una agradable rutina. Voy muy pronto y, gracias a esto, evito la marea de niños que aparece cuando yo me voy. El libro que estoy leyendo es muy pesado (físicamente) y eso es incómodo a la hora de leer en la tumbona de la piscina. El próximo lo escogeré por su tamaño.
Vuelvo a casa y, después de comer, con María José vamos a ver unos pisos que han puesto a la venta muy cerca de casa. El que nos gustaba ya está vendido (es un ático de ensueño con unas vistas sensacionales) y los que les quedan son demasiado caros. Otra vez será.
Entro en la cocina y empiezo a preparar cosas para la cena de esta noche. He decidido preparar tapas (que son muy fáciles de hacer pero requieren dedicación). Preparo esqueixada de bacalao, gildas, boquerones, taquitos de salmón – con la receta mejorada que me dio Nuria la semana pasada-, pinchos de solomillo y pinchos de salmón marinado y gambas.
Acabo poco antes de que lleguen Roger, Clara y Toni. Cenamos mientras me cuentan divertidas (y no tan divertidas) historias laborales. Gracias a las libaciones hechas durante la cena me aseguro una resaca de considerables dimensiones para mañana.

29 junio 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Lunes, 28 de junio de 2004


Desayuno con María José, cojo la bici y bajo hasta el club. En el club me encuentro con Francesc. Francesc y yo fuimos juntos a clase, éramos muy amigos y dirigimos dos publicaciones rivales (la guerra comercial fue dura pero no minó nuestra amistad). Pero en quinto de EGB, cambió de colegio. Estuvimos muchos años sin saber el uno del otro y, tras un encuentro casual, ahora nos encontramos por el barrio. Es uno de los pocos compañeros de clase que me encuentro regularmente, no sé que hacen el resto.
Mar, sol, un rato de natación en la piscina, lectura...
Vuelvo a casa y dedico el resto de la mañana a llenar la nevera.

28 junio 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 27 de junio de 2004


Sábado. Acabo “Infancia” de Coetzee (impresionante, me gustaría poder escribir la mitad de bien algún día) y empiezo “Ciudad de huesos” de Michael Connelly. El resto del día lo dedico a la intendencia casera.
Por la noche María José y yo vamos a cenar a casa de Rafa y Yoli. Yoli ha preparado doradas al horno (buenísimas) y Rafa se ha encargado de las ensaladas. Cenamos en la terraza. (Nota médica: tanta cena en las terrazas ajenas nos está provocando un resfriado de grandes dimensiones). Interrumpimos la sobremesa para ver la ronda de penaltis del Suecia - Holanda y, tras la victoria de los holandeses, volvemos a la terraza para continuar con la conversación.

Domingo. Nuestra falta de moderación terracil ha tenido consecuencias y tendremos que pasar el día en casa para recuperarnos con la ayuda de una tortilla de aspirinas.
A mediodía golpean la puerta de casa (no tenemos timbre) interrumpiendo el disfrute del delicioso arroz que María José ha preparado. Es el vecino de arriba que dice que la escalera huele a quemado. El olor viene del piso de enfrente. Llamamos y no abren. Decidimos abrir (tenemos la llave) y no podemos ver nada debido al humo. Llegan los bomberos, envían al becario dentro y, cinco minutos después (es un piso muy pequeño), descubre un cazo en el fuego con dos biberones -convertidos en un engrudo calcinado- en su interior. Por suerte no ha pasado nada.
Como no podemos salir a la calle nos organizamos un ciclo de cine casero, vemos “Mistic River” (muy bien) y “La sonrisa de Mona Lisa”(muy floja).

26 junio 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Viernes, 25 de junio de 2004


Cena en la terraza del nuevo piso de Jordi R. y Nuria. Nos han invitado para inaugurar la que, cuando acaben las obras de reforma, será su nueva casa. También han invitado a Oriol (que también estudio con nosotros y al que últimamente no habíamos visto demasiado) y a Maribel.
Cena deliciosa y mucha cerveza son los ingredientes de la improvisada inauguración. En la conversación mezclamos viejas historias con nuevos proyectos. Lo dejamos a una hora prudencial.

25 junio 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Jueves, 24 de julio de 2004


Cansado y casi despierto paso el día como un zombi. María José no está mucho mejor.
A las 21’00 conseguimos salir a la calle. Damos un largo paseo y, como la pereza afecta a todo tipo de actividades, cenamos en La Chacha. Al volver a casa veo el final del Inglaterra – Portugal y siento sana envidia por ambas aficiones. Todos los aficionados al fútbol guardamos en nuestra memoria momentos que convertimos en mito particular, en parte de nuestra memoria futbolística. Estoy seguro que muchos portugueses y no menos ingleses guardarán para siempre la emoción tanto del partido como de la emocionante tanda de penaltis.