28 noviembre 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
domingo, 28 de noviembre de 2004


Es domingo por la tarde. El fin de semana llega a su fin y yo sigo sentado delante del ordenador (que es donde he pasado la mayor parte de los últimos días). Cada año, más o menos por estas fechas, María José y yo empezamos a trabajar en nuestra felicitación de navidad. Pese a que nos lo pasamos muy bien, son días de duro trabajo. Ayer, sábado, y hoy, domingo, hemos invertido la mayor parte de nuestro tiempo en empezar a confeccionar la felicitación de este año. Pocas actividades “de exterior” nos han apartado de la pantalla del ordenador:
Viernes. Cena con María José y Jordi P. en “La Sucursal” (c/Comerç, 4 Tel. 933106595). Después de fallar nuestras primeras opciones (todas ellas llenas de gente o con las mesas ya ocupadas) aterrizamos en este restaurante por casualidad. Y tuvimos mucha suerte: Cena agradable, tranquila y a un precio asequible. Tras la cena, copas en “The Black Horse”.
Sábado. Mi movimiento no me aleja de un radio de 10 metros del ordenador.Domingo. Para romper la inmovilidad que nos ha atrapado quedamos con Víctor y Laura para hacer el aperitivo. El aperitivo se convierte en una comida en “La Chacha”. Aún tenemos trabajo por hacer, volvemos a casa.

25 noviembre 2004

“Se quejaba Chesterton del tono hipócrita y enfermizo con el que sus coetáneos se referían a la práctica de pasar horas tumbado en una cómoda cama. La situación en este frente, no ha dejado de empeorar. Vale la pena recordar la advertencia de Chesterton: ‘Los avaros se levantan muy temprano; y los ladrones, según me informan, se levantan la noche anterior. El gran peligro al que se enfrenta nuestra sociedad es que mientras su espíritu se hace más y más voluble, sus mecanismos se tornan cada vez más rígidos.’ Por ahí viene la alarma social que debería provocar la proliferación de gentes atareadas y la disminución de ociosos convencidos, una especie en vías de extinción si las autoridades no ponen remedio.”
Miquel Berga. Sobre no hacer nada. Cultura/s de La Vanguardia 123.


DIARIO DE UN OCIOSO
jueves, 25 de noviembre de 2004


Poco a poco voy agotando una semana pintada en tonos grises. Las pinceladas de color que alegran el lienzo son pocas y, aunque intensas, efímeras.La lista de actividades de ocio pendientes va creciendo poco a poco sin que pueda hacer nada. Tengo muchas películas por ver, muchas exposiciones que visitar, libros que leer, música que escuchar, una postal de navidad que empieza a requerir atención, amigos a los que hace tiempo que no veo y otros a los que tengo ganas de ver otra vez, cenas por preparar, copas por beber, canciones que cantar, deportes que practicar, tiempo que perder, obras de teatro que no he visto, amigos a los que escribir, un diario desatendido (pocas cosas que explicar)... intentaré ponerme al día (sólo queda un día de trabajo. Mañana empieza la libertad).
Suena "Rock in the slingshot" el contundente tema que abre "American Oil" el nuevo álbum de "The Movies".

23 noviembre 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 21 de noviembre de 2004


Pese al jolgorio nocturno que rodeaba a nuestra pensión hemos dormido bien. Me levanto cuando suena el despertador y veo que el sol nos acompañará hoy. Parece que el viento, que irá desapareciendo a lo largo de la mañana, también acompañará en nuestro regreso a Palamós.
Me ducho y tengo una primera pelea con la deficiente ducha de nuestra habitación. Mientras María José se ducha acabo el libro de Herbert Rosendorfer y tengo una segunda lucha con los mandos de la ducha (de la que, contra todo pronóstico, salgo victorioso y consigo cerrar el agua caliente entre una nube de vapor terrible).
Nos reencontramos con los compañeros y desayunamos en un bar junto al puerto. Cuando llega el patrón zarpamos. Nada más salir del puerto izamos la vela pero pronto descubrimos que, si no soplamos todos con fuerza, no avanzaremos demasiado. Aprovechamos para instruirnos en el uso del sextantepuesta de sol a bordo del Rafael y el compás de marcación.
El sol ayuda a disfrutar de la jornada en el mar y, a falta de viento, bueno es un aperitivo a bordo. El cava aparece pronto y nos acompaña durante el resto de la singladura. Leer (empiezo el “Iacobus” de Matilde Asensi), contar y – sobretodo - escuchar historias, mirar hacia el horizonte y refrescarse con una copita se convierten en nuestra única preocupación.
A medida que el sol desaparece nos acercamos al puerto de Palamós. Recogemos vela y, ya a oscuras entramos en el puerto. Ayudamos a recoger el barco – que descansará durante unos días – y, tras el brindis de despedida (hemos tenido mucha suerte y nos ha tocado un grupo muy majo), emprendemos el viaje de vuelta.
Son más de las 9 cuando llegamos a casa agotados pero muy contentos.
puerto de Palamós el Rafael

cartas a la antigua china HERBERT ROSENDORFER. Cartas a la antigua China

Hay libros que se leen de un tirón. Este, además se lee con una sonrisa en la boca.
El planteamiento del libro es sencillo: Kao Tai, un mandarín del siglo X descubre la manera de viajar en el tiempo. Sus cálculos temporales no le engañan pero si los espaciales y aparece en el Munich de finales de los años 80, poco antes de la caída del muro.
Es un “extraterrestre” que analiza nuestra esquizofrenia cotidiana. No se salva nada: religión, cultura, costumbres, filosofía, arte... todo es analizado por la perpleja mirada de Kao Tai que narra nuestros desatinos en la correspondencia que mantiene con su – lejano en el tiempo- amigo.
El balance no puede ser más descorazonador. La mirada asombrada del viajante nos pone a todos delante del espejo donde descubrimos las contradicciones que forman parte de nuestro pan de cada día.
Como el Gurb de Mendoza, Kao Tai no entiende nuestra sociedad y ve, con la misma mirada perpleja, como hemos articulado nuestra sociedad. Pero pese al pesimismo que destila el análisis final y a las tristes expectativas de futuro que nos ofrece el libro, “Cartas a la antigua china” es un libro delicioso, sencillo y lleno de sentido del humor. Se lee en una sentada y se disfruta (yo lo he disfrutado mucho).

DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 20 de noviembre de 2004


Suena el despertador y nos ponemos en marcha. Desayuno con María José y partimos hacia Palamós. En el “Rafael” nos encontramos, dos semanas después de lo previsto, con nuestros compañeros de curso. El retraso, motivado por la adversa meteorología de las últimas semanas, hace que todos estemos impacientes por partir. Cuando estamos todos partimos con destino al puerto de Blanes.
Izamos las velas para aprovechar el poco viento y, un par de horas después (y después de ver nuestra pobre velocidad), decidimos ayudarnos con el motor.
El día, nublado, no acompaña pero el mar está en calma y la navegación se convierte en un cómodo paseo.
A la hora de comer empiezan a aparecer en la cubierta del barco todo tipo de manjares. Comer a bordo es incómodo pero he de reconocer que las vistas son inmejorables. Ante nosotros desfila la Costa Brava, acantilados coronados por pinos nos saludan desde la costa.
navegando con el Rafael Una clase a bordo Puesta de sol desde el Rafael
Oscurece cuando atracamos en el puerto de Blanes. Tras un café nos ponemos a buscar una pensión donde pasar la noche (la posibilidad de dormir en el barco ha sido rechazada). Al llegar nos regalamos una breve pero necesaria siesta.
Tras la siesta los ocho que nos hemos quedado a dormir en Blanes salimos en búsqueda de un sitio para cenar. El consenso no es fácil pero en nuestra ayuda aparece “Don Primo” una pizzería que le parece bien a todo el mundo. Hemos renunciado a ver el clásico Barça – Madrid (que se juega mientras damos buena cuenta de nuestra pizza) pero los camareros nos mantienen informados del resultado.
Cuando salimos nos encontramos con las primeras celebraciones callejeras de la holgada victoria que el Barça acaba de conseguir. La alegría inicial por este hecho se convierte en miedo escénico al descubrir que nuestra pensión está justo en la plaza en la que los aficionados de Blanes lo están celebrando.
Nos dormimos con los etílicos cantos como música de fondo.

DIARIO DE UN OCIOSO
Viernes, 19 de noviembre de 2004


Ya es oscuro cuando llegamos a S’Agaro. Atrás queda una larga jornada laboral y un tranquilo viaje en el que no paramos de hablar de futuro.
Dejamos los trastos en el apartamento y salimos en busca de provisiones para nuestro fin de semana marítimo.
Cargados con un pequeño tesoro en quesos vamos a Sant Feliu y cenamos en El Dorado Mar (c/President Irla, 15. Sant Feliu de Guíxols). El menú – tan bueno como siempre – y las privilegiadas vistas que el restaurante tiene sobre la bahía, actúan como un bálsamo milagroso que nos ayuda a olvidar preocupaciones y problemas.
Al salir hace frío . Volvemos a casa pasando por la playa de Sant Pol que hoy está totalmente vacía.

17 noviembre 2004

“Ya ves: progresan ¿Hacia donde progresan? Sospecho que ni siguiera ellos lo saben. En cualquier caso me parece que progresan por el mero hecho de progresar.”
Herbert Rosendorfer. Cartas a la antigua China. Barcelona, 2004.


DIARIO DE UN OCIOSO
Miércoles, 17 de noviembre de 2004


Trampeo la semana como puedo. Entre el trabajo, el cursillo y las visitas a médicos (afición a la que dedico últimamente más tiempo del deseable) tengo poco tiempo para mí.
He acabado “En la noche y entre los hielos” y ahora estoy leyendo un libro delicioso. Se llama “Cartas a la antigua China” y cuando lo acabe, que seguramente será pronto, intentaré escribir un poco más sobre él.
Con el final del día me llega una oferta de trabajo que tendré que rechazar y una cena en casa con María José y Jordi R2 (que se apuntó a cenar tras leer el post anterior e hizo la solicitud en los comentarios).

En la noche y entre los hielos
Fridtjof Nansen

Mejor explorador que literato, Fridtjof Nansen, narra en este diario la expedición polar noruega de 1893 a 1896. Tres años de exploración polar, primero a bordo del Fram y después en un descerebrado periplo en busca de un norte desconocido y lejano en trineos tirados por perros.
Repetitivo en ciertos pasajes, el libro de Nansen es la crónica de una de las grandes expediciones polares en un tiempo en el que prácticamente todo estaba por descubrir.
Sigo prefiriendo el libro de Caroline Alexander sobre la expedición a la Antártida de Shackleton (“Atrapados en el hielo”) pero “En la noche y entre los hielos” es también el relato cautivador de una aventura real.

14 noviembre 2004

“Mientras la historia del ocio no ha suscitado verdaderos estudios antropológicos, su opuesto, el trabajo, ha sido objeto de casi todas las disciplinas.”
Glòria Soler. En busca de la ociosidad. Cultura/s de La Vanguardia 123

“Este libro pretende ocupar un vacío en la historiografía social provocado por la influencia de la historiografía marxista ( y a un cierto rechazo histórico hacia el denominado ‘tiempo libre’). En la historiografía contemporánea encontramos el trabajo asociado a conceptos como necesidad, esfuerzo, capacidad... mientras el ocio equivale a conceptos negativos como vagancia, dejadez, laxitud, inutilidad, pereza, holgazanería... Por esta razón el trabajo ha sido objeto de estudio mientras el ocio ha sido condenado al ostracismo. Ha llegado el momento de poner fin a esta anómala situación.”
Santiago García Quintana. Pequeña historia del ocio. Buenos Aires. 1958


DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 14 de noviembre de 2004


Suena el despertador. La tarea prorrogada ayer, no se puede evitar hoy. Desayunamos medio dormidos y nos ponemos manos a la obra. Horas de trabajo después (con pequeñas pausas para jugar al Doom) ya tenemos la casa en un estado presentable.
Teníamos mucha comida preparada para nuestro fin de semana de navegación en el ‘Rafael’ pero el mal tiempo ha pospuesto nuestro bautizo marítimo. Tenemos que hacer algo con el embutido y los quesos. Jordi M., Toni, Roger y Clara nos sacan del apuro y se apuntan a una comida improvisada.
Conseguimos echarlos a las 19:30. La velada ha sido fantástica pero aún tenemos un montón de comida en la nevera esperando comensales para ser consumida.
El fin de semana ha pasado volando. Empieza una nueva semana laboral, espero que pase volando.

DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 13 de noviembre de 2004


Me levanto pronto, preparo el desayuno y – justo antes de despertar a María José - decido dejarla dormir un poco más y me pongo a escribir. Hoy tenemos limpieza general de la casa (lo necesita) pero, incluso esta imprescindible tarea, puede esperar.
Cuando María José se levanta desayunamos y, con todo preparado para empezar el trabajo, nos volvemos a la cama para regalarnos una ‘siesta del carnero’ que se prolonga hasta las 15:30. Hora de comer y, ahítos de tanta comida, volvemos a la cama para descansar de la agotadora jornada que estamos protagonizando.
A las 20:00 horas, abandonado ya el utópico proyecto de la limpieza casera, bajamos a la calle y, tras pasear por una esquizofrénica zona centro de nuestra ciudad, nos adentramos en el no menos peligroso Fnac. El resultado final es la compra de un par de libros (uno por cabeza).
Vuelta a casa. La agotadora jornada pasa factura y nos vamos a dormir pronto.

13 noviembre 2004

“Pocas personas tienen el carácter suficiente para atreverse a practicar la pereza de manera regular. Sin embargo es un hecho demostrable que detrás de los más prolíficos personajes se esconden seres con una repulsión activa contra todos aquellos – normalmente de raza blanca y religión protestante – que consideran la pereza el pecado capital por excelencia. Fíjense, por ejemplo, en Josep Pla, el escritor catalán que más volúmenes nos ha legado, y en cómo se apasionaba postulando su vocación más intima y auténtica. Conseguir el estatus de ‘badoc’ era para Pla la meta más preciada, el ideal más sincero”
Miquel Berga. Sobre no hacer nada. Cultura/s de La Vanguardia 123.

“badoc: m. Persona que bada, que s’abstreu mirant o que es distreu de la feina”
Santiago Albertí. Diccionari de la llengua catalana. Barcelona 1985


DIARIO DE UN OCIOSO
Viernes, 12 de noviembre de 2004


Son casi las diez cuando llego a casa. Estoy muy cansado pero me apetece salir. Llamamos a Víctor y Laura que, sin dudarlo demasiado, se apuntan a cenar algo. Nos encontramos en el “Black Horse” y bajamos al Borne. En la calle Montcada, en la puerta del “Xampanyet”, nos encontramos con una pequeña coral masculina que ha improvisado una actuación en el centro de la estrecha calle.
Las canciones, en italiano, son deliciosas y el ambiente que se consiguen crear pone la piel de gallina. Después de dos canciones recogen nuestros aplausos y siguen con su paseo nocturno. Hemos tenido mucha suerte. Seáis quién seáis, gracias.
De muy buen humor llegamos al “Panyvino” (buenísima la pizza, ahora servida sobre tablas de madera). Hablamos mientras cenamos, hablamos mientras caminamos por el barrio en busca de un bar y seguimos hablando en el “Black Horse”. La noche acaba con una espectacular partida de dardos (que gana Víctor).
El bar ya ha cerrado cuando salimos.

11 noviembre 2004

“En la antigüedad, no sólo la Biblia había puesto el trabajo en su sitio. Como dice Lafargue, para los romanos el trabajo remunerado era vergonzoso y la pereza una virtud. De hecho, la virtud era el ocio, su contrario, el nec otium (el negocio), era una conducta interesada, sudorosa y ávida, indigna de patricios. Algo de ello quedaba en el desprecio a las labores de los hidalgos españoles.”
Enric Sòria. Vindicación de la pereza. Cultura/s de La Vanguardia 123.


DIARIO DE UN OCIOSO
Jueves, 11 de noviembre 2004


Me levanto pronto, desayuno con María José y, estimulado por el café y la música del “Lágrimas negras” de Bebo Valdés y El Cigala, me siento delante del ordenador para poner al día un diario que los últimos días ha caído en el más absoluto de los olvidos.
No tengo tiempo para demasiadas alegrías durante la semana. Mi horario laboral, unido al cursillo que he iniciado recientemente, me dejan en una situación difícil para desarrollar mi tiempo de ocio con la riqueza que sería deseable. No hago el cursillo por motivos laborales y me lo paso bien. Creo que eso lo convierte en una actividad de ocio, poco variada pero reconfortante.
Todas las mañanas salgo de casa y camino por el barrio que empieza a despertar. Hace frío y el olor que sale de las panaderías es delicioso. Ruido de persianas que se abren, de conversaciones soñolientas y de saludos entre vecinos. Cuando llego al Metro - después de atravesar una plaza en la que las hojas, bailando con el viento, flotan ante mis ojos - toda la magia se rompe. Sólo me queda refugiarme en la lectura hasta llegar a la ciudad vecina.
Vuelvo a casa tarde y, de nuevo con María José, disfruto del merecido descanso. Mientras esperamos ese préstamo de “Friends” (quinta temporada) que no acaba de llegar, seguimos con “24” (que ha mejorado respecto a la segunda temporada, demasiado parecida a la primera.
Poco más puedo explicar de esta semana (una cena en “El Foro”, mi lectura del libro de Fridtjof Nansen que avanza – como su expedición – lenta y con dudas, largas conversaciones con María José...).
Sigue sonando el “Lágrimas Negras” (concretamente “La bien pagá”), arranca una nueva jornada.

08 noviembre 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 7 de noviembre de 2004


Vuelve a despertarme el sonido del despertador (esta semana no he conseguido desmarcarme de su férrea marca ni un solo día). Desayunamos con mucho sueño y salimos hacia casa de mis padres. La Yayi ya está totalmente repuesta y nos pasamos la mañana con ella (viendo “El Dragón Rojo” y teniendo a nuestra disposición cuatro periódicos de hoy).
El resto del domingo se nos escurre entre los dedos sin que podamos evitarlo. Hemos empezado a trabajar en la postal de navidad de este año. De momento estamos en la fase preliminar, pero pronto empezaremos con la producción

06 noviembre 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 6 de noviembre de 2004


Viernes. María José me llama al trabajo. La Yayi (mi abuela) ha tenido una embolia y está en el hospital de Sant Pau en observación. Parece que está bien y aparentemente sólo le ha afectado al habla. Cuando nos dejan pasar a verla ya se ha recuperado parcialmente y puede hablar un poco. Sólo ha sido un susto y, pese a que tiene que controlarse, nos dicen que se recuperará totalmente. Volvemos a casa (a ella la dejarán volver a medianoche).
Sábado. Suena el despertador y me obligo a levantarme. Lo consigo tras cinco o seis intentos. María José, que también ha tenido una dura lucha, prepara el desayuno mientras me ducho. Desayunamos y salgo a comprar los medicamentos para mi recién adquirida condición de alérgico oficial.
Con los preciosos productos ya en mi poder vuelvo a casa. El resto de la mañana lo repartimos entre la necesaria intendencia casera y un paseo por el barrio con parada, para leer el periódico en una terracita llena de sol.
El tren nos lleva a Alella donde nos encontramos con los padres de María José. Lidu, como cada año, se va un par de meses a Madrid por cuestiones laborales y hoy celebramos una especie de, ya tradicional, despedida. Comemos – muy bien – en el Feliç 2 (Alella. Tel. 935408522), un restaurante chino sorprendentemente bueno.
Volvemos a casa y nos entregamos a una deliciosa siesta. Me levanto un poco antes y me pongo a escribir mientras María José sigue durmiendo.

“Con todo el ocio no es exactamente la pereza, si se entiende ésta al modo puramente pasivo del “dulce no hacer nada”.El ocio no es más, ni menos, que el ejercicio continuado de la libertad. La negativa a hacer nada por otro interés que no sea el propio deseo”
Enric Sòria. Vindicación de la pereza. Cultura/s de La Vanguardia 123
“Pero hay matices que distinguen la pereza del ocio. Mientras la primera se dedica a cultivar el arte del ‘dolce far niente’, el ocio se caracteriza por una búsqueda continuada del placer partiendo de una condición de libre albedrío.”
Santiago García Quintana. Pequeña Historia del Ocio. Buenos Aires 1958


DIARIO DE UN OCIOSO
Jueves, 4 de noviembre de 2004


Después de una jornada especialmente dura en nuestros respectivos trabajos, María José y yo necesitamos resarcirnos. Recojo a María José en su nueva escuela y ella aprovecha para enseñarme su clase (que está situada en el tejado del edificio y tiene unas vistas fantásticas incluso de noche). Tengo que volver un día para verla a la luz del sol.
Hace días que nos apetece una fondee y por fin parece que hoy podremos saciar nuestra ansia de queso fundido. “La llar del filador” (Cortines, 13 Tel. 933192690) es un sencillo restaurante del barrio especializado en quesos, embutidos y fondees. Nos decidimos por una tradicional y la acompañamos de todo tipo de complementos (pequeñas salchichas, pepinillos pequeños, champiñones).
El queso ingerido ejerce su beneficioso efecto por nuestro organismo y, mientras hundimos los pedazos de pan en su masa fundida, conversamos y disfrutamos del momento.
Al final, mirado en su conjunto, el día no ha estado nada mal.

04 noviembre 2004

“Trabajad, trabajad, proletarios, para aumentar la fortuna social y vuestras miserias individuales; trabajad, trabajad para que, haciéndoos cada vez más pobres, tengáis más razón de trabajar y de ser miserables. Tal es la ley inexorable de la producción capitalista”.
Paul Lafargue. El derecho a la Pereza. Refutación del derecho al trabajo de 1848. Publicado en 1880


DIARIO DE UN OCIOSO
Miércoles, 3 de noviembre de 2004


Martes. Cuando salgo de la ciudad vecina el día ya ha llegado a su fin. El nuevo horario me ha robado el sol que era capaz de arrancarme una sonrisa cuando, al salir del trabajo, descubría – con los ojos todavía embrutecidos por la larga jornada laboral – que había un mundo de luz y de vida en el exterior.
He quedado con Quique y, como llego pronto, doy una vuelta por los alrededores. En mi paseo descubro una pastelería notable y poco más.
Ya con Quique nos sentamos en la mesa de un bar y empezamos a recuperar tiempo perdido acompañando la conversación con un poco de queso y buen jamón. Quique es un excompañero de trabajo y también se está planteando dejar el mundo de los tejanos. Conseguimos – no sin dificultades – hablar de temas no laborales y pasamos un par de horas arreglando el mundo. Al ir a pagar descubrimos que no lo hemos arreglado bien: el jamón era de un cerdo de la familia real (o a ese precio nos lo cobran) y la broma nos sale cara.
Vuelvo a casa, ceno con María José y vemos el final de la cuarta temporada de “Friends”. Final abierto que nos deja con ganas de más. Estamos nerviosos.

Miércoles. Decido añadir, a las muchas horas de mi vida que se come el trabajo, un cursillo que ocupará parte del poco tiempo que actualmente dedico al ocio (soy, lo sé, la vergüenza de los ociosos). El centro donde hacen las clases no está lejos de casa y ,si no fuera porqué obligan a los profesores a ir con bata blanca, parece que está bien.
Cenamos pronto e intento leer un poco antes de ir a dormir. No lo consigo, estoy muy cansado.

02 noviembre 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Lunes, 01 de noviembre de 2004


Nos levantamos tarde y, después de desayunar con María José, dejo pasar la mañana sin hacer nada destacado. A mediodía salimos, esta vez armados con un paraguas, en busca de la cena que ayer no pudimos hacer. De nuevo nos encontramos muchos restaurantes cerrados y, tras dar algunas vueltas por el barrio, nos decidimos por el “Little Italy”. Carta corta (en la sección de risottos y pasta hay sólo un plato de arroz), mal servido, raciones ridículas, relación calidad precio insultante... un local totalmente desaconsejable.
Volvemos a casa. Siesta y partidas de Doom.
Por la noche cena con Víctor y Laura en el “Ugarit” del Born. Rematamos una buena cena con un par de copas en el “Black Horse”. Somos prácticamente los únicos clientes y la tertulia se alarga. Es tarde ya cuando Nuria y Jordi R. se incorporan a la reunión. Se está muy bien y, pese a que mañana todos trabajamos, continuamos hablando hasta tarde.

01 noviembre 2004

“El ‘flâneur’, o caminante ocioso, siente un placer inmenso, decía Charles Baudelaire ‘en la multiplicidad, en todo lo que bulle’( ...) El ‘flâneur’ sale de paseo cuando le da la real gana, y regresa a su madriguera cuando se aburre, recuerda que tiene algo que hacer o simplemente está fatigado. Y le emociona más encontrarse con el cierre azul cielo de un local, una placita semiescondida o un perro callejero, que detenerse a contemplar las reminiscencias históricas que jalonan la ciudad, coto privado del turista.”
Nicolás Casariego. Sin Rumbo fijo por las calles de París. El Viajero de El País. Sábado 30/10/2004.


DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 31 de octubre de 2004


Pasear por la ciudad sin rumbo fijo, sin objetivos y sin prisas siempre ha sido uno de mis pequeños placeres. Es agradable descubrir un rincón de la ciudad, un fragmento de vida y paladearlo disfrutando de todos sus matices. Nunca hay grandes descubrimientos (puede ser una vieja bodega en la que el tiempo parece haberse detenido, una tienda curiosa, una tertulia vecinal improvisada en un banco privilegiado por el sol...) pero siempre vale la pena ese momento en el que nos bajamos del mundo para mirarlo con la tranquila perspectiva de un “flâneur”.

Nos despertamos pronto y desayunamos tranquilamente. Al ritmo pausado que marca la mañana dominical nos preparamos para salir.
En autobús, y leyendo el periódico de hoy, nos acercamos al Caixa Fórum. Primero visitamos “Rodin i la revolució de l’escultura. De Camille Claudel a Giacometti” un completísimo repaso a la obra del escultor y – muy interesante también – un paseo por la obra de sus discípulos (Bourdelle, Desbois, Jouvray, Claudel... ) y por su influencia en la escultura posterior (Zadkine, Maillol, Giacometti, Chillida...). Hay mucha gente pero en ningún momento hay aglomeraciones y se agradece.
Ya que estamos aquí decidimos continuar con la otra gran exposición que el centro presenta y entramos en la retrospectiva de Giuseppe Penone. La obra de este, desconocido por nosotros hasta hoy, artista italiano nos divierte y nos interesa. Su aguda reflexión sobre el hombre y su interacción con la naturaleza que nos rodea, llena de fuerza unas obras tremendamente impactantes por su forma.
Con los ojos llenos de esculturas, y tras un breve paso por la tienda, volvemos a casa caminando.

Tarde de televisión, de largas partidas al “Doom” y de lectura. Estoy leyendo “En la noche y entre los hielos”, el diario de la expedición polar noruega de 1893 a 1896 escrito por Fridtjof Nansen.

Salimos en busca de un sitio para cenar, nos apetece una fondeé y, después de un largo paseo por el barrio, nos sentamos en un restaurante entre cuyas especialidades destaca la de queso. Desgraciadamente se les ha acabado el queso. Decidimos salir justo cuando rompe a llover. Nos dirigimos, pegados a las paredes de los edificios, a otro restaurante del barrio especializado en fondees. Pero la adversidad ha decidido enfrontarse a nosotros esta noche, el restaurante está cerrado. Mojados y algo desanimados volvemos a casa y nos dejamos confortar por tres episodios de “Friends”. Mañana es festivo

31 octubre 2004

“...el ocio es la condición previa de todo pensamiento , en la medida que implica la necesaria libertad para que el pensamiento fluya sin la subordinación a un fin o una tarea funcional”
Jordi Ibáñez. Tiempo para Pensar. Cultura/s de La Vanguardia num. 123


DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 30 de octubre de 2004


Sábado en Barcelona. Nos levantamos tarde y, todavía con la pereza pegada al cuerpo, preparamos el desayuno y desayunamos sin prisas. La sobremesa se alarga y, tras el primer café, llega el segundo. No tenemos mucho que hacer y tampoco tenemos planes: es el momento ideal para – todavía en pijama – entregarnos a una nueva sesión de “Friends” (atención estamos acabando la cuarta temporada y todavía no tenemos la quinta. Se aceptan prestamos y/o donaciones).
Siesta del carnero y, mientras María José todavía duerme, partida de “Doom II”.
Preparo la comida mientras María José pinta.
Un nuevo intento de encontrar una chaqueta para María José en el centro fracasa pero el paseo y el rato que pasamos juntos compensa.
Volvemos a casa, nos regalamos una nueva sesión – reducida – de “Friends” y, mientras María José prepara la cena, me pongo al día con el diario.
Suena el “Smile” de Brian Wilson.
Noche de “24”. Un maratón de 4 episodios nos lleva hasta la una y media de la madrugada. Antes de irnos a dormir retrasamos una hora los relojes. Ya está aquí el estúpido horario de invierno, ha llegado la oscuridad a nuestras vidas.

30 octubre 2004

“El ocioso puede dedicarse, como los clásicos, a la meditación y el noble arte epistolar; puede ser un apasionado del amor, la escultura o el teatro; puede escribir poemas o pergeñar enciclopedias; puede desarrollar múltiples actividades; lo que no puede es trabajar, porque todo lo hace por placer”
Enric Sòria. Vindicación de la pereza. Cultura/s de La Vanguardia num. 123


DIARIO DE UN OCIOSO
Viernes, 29 de octubre de 2004


Mi vida de ocioso empieza cada día al abandonar la ciudad vecina. Los viernes, el viaje de vuelta, tiene un sabor especial: atrás quedan todos los sinsabores de una semana laboral y en la estación de destino me espera todo un mundo de oportunidades de ocio.
Me encuentro con María José en el centro y damos un paseo. María José se quería comprar algo de ropa pero no lo encuentra y yo no soy la mejor compañía para ir de compras. Aprovechamos para visitar en la sala Parés la interesantísima exposición de Nacho Amor y un par de exposiciones más que no me gustan demasiado (la técnica no lo es todo).
Vuelta a casa. Escucho el “Smile” de Brian Wilson y, con gran alegría, descubro que ha valido la pena la espera (de más de 30 años). “Smile” es un disco vibrante, divertido, rico, pleno... una maravilla que, con toda seguridad, me acompañará mucho durante los próximos días.
Por la noche quedamos con Yoli y Rafa para cenar. Tenemos que celebrar una liberación y lo hacemos con una cena en el “Marc’s”. Esta vez, al ineludible Franchini (lomo con roquefort), le acompañará un Kamasutra (hamburguesa, con cebolla y paté.
Decidimos continuar en “La torre rosa”. Nada más entrar Rafa y yo nos sentimos atraídos por el “millón” que está junto a la puerta y es que, como dice Rafa, ya tenemos una edad y el “millón” es un imán para los de treintaitantos. Desgraciadamente en el interior del bar no se está tan bien como en su fantástico jardín (el volumen de la música impide mantener una conversación pausada). Estamos todos muy cansados y decidimos retirarnos.

28 octubre 2004

“Al menos ellos saben, por experiencia propia, que muchas de las mejores cosas que atesora la humanidad sólo se pueden lograr gracias al ocio, a la pereza incluso. Porque el ocio es creador, y lo excelente necesita tiempo. No sólo el goce de vivir, también los mejores pensamientos, las ideas verdaderamente iluminadoras, los versos más tenaces o más consoladores, muchos de los cuadros, filmes, sinfonías , relatos y recetas que han hecho de nuestro paso por la tierra algo relativamente llevadero, han nacido del ocio, de esos lapsos aparentemente baldíos, improductivos, inútiles, en que nuestro silencio ya no nos inquieta; de ese tiempo perdido que es en realidad un eco o una prefiguración del Paraíso.”
Enric Sòria. Vindicación de la Pereza. Suplemento Cultura/s de La Vanguardia 123.


DIARIO DE UN OCIOSO
Miércoles, 27 de octubre de 2004


Día de lluvias y tristezas.
Me sorprende el amplio artículo dedicado a la pereza como “garante del gozo de vivir y el pensamiento libre” en el Cultura/s de hoy. No suelen la pereza y su hermano el ocio tener buena prensa y es agradable encontrar, en un suplemento que suelo leer, un artículo de cuatro páginas (ilustrado con cuadros de Paula Rego) dedicado a elogiar sus virtudes.
Por la noche me encuentro con Jordi P. y Víctor en el “Black Horse”. Vemos como el Español cae eliminado en la copa del rey. Hablamos de fútbol. Hablamos (poco) de otras cosas. Cenamos en el “Murivecchi”. Hablamos de fútbol. Hablamos (poco) de otras cosas (la mayoría de ellas relacionadas con el fútbol). Volvemos al “Black Horse”. Vemos como el Barça cae eliminado en la copa del rey. Hablamos de fútbol y (poco) de otras cosas.
A una hora prudente, y antes de la que sobra, nos retiramos. Sigue lloviendo.

27 octubre 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Martes, 22 de octubre de 2004


En el trabajo. Dos llamadas traen malas noticias relacionadas con un amigo primero y con una compañera de trabajo después (Juan, Araceli... siento no haber podido estar a vuestro lado hoy. Un beso muy grande a los dos).
Por la tarde y dentro de la rueda de médicos en la que me he introducido voluntariamente (uno tiene una edad y tiene que pasar ciertas revisiones con preocupante frecuencia) visito por segunda vez en dos semanas a un alergólogo. Después de la primera visita y ante la manifiesta estulticia del facultativo tuve la tentación de no volver. Ojalá lo hubiera hecho. Una enfermara, armada con un punzón, introduce en mi organismo todo tipo de substancias para comprobar las reacciones de mi cuerpo ante tal agresión. Descubro que soy alérgico a casi todo.
El médico está cerca de la ahora desmantelada fábrica de tejanos de la que fui despedido hace unos meses. Paso por delante del edificio y me encuentro a Xavi que sigue trabajando aquí. Con él visito las fantasmagóricas instalaciones y me encuentro con los excompañeros que ocupan el taller clandestino en que la empresa se ha convertido últimamente (este viernes cierra definitivamente). La casualidad me ha llevado a ver el final de algo que empezamos con mucha ilusión hace cuatro años.
Me encuentro con María José y subimos hasta casa de Olivia y Roberto para cenar y celebrar el reciente cumpleaños de Olivia. Roberto prepara una cena deliciosa y discutimos sobre planes de futuro. A la una – mañana tenemos que trabajar – nos retiramos. Ha sido un día agridulce, un día lleno de sensaciones encontradas.

24 octubre 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 24 de octubre de 2004


El despertador funciona correctamente (la disfunción de ayer se debió sin lugar a dudas a un error en la manipulación provocado por el cansancio). Desayunamos (hoy más tranquilamente) y, vestidos con la camiseta del “Rafael” con la que ayer fuimos obsequiados, salimos hacia Palamós.
Nos encontramos con los compañeros de taller y volvemos al “Rafael”, está vez para aplicar los conocimientos adquiridos navegando un poco. Desplegamos velas y, por desgracia, el viento no nos acompaña. Pese a la poca velocidad el paseo, amenizado con más historias marineras (entre ellas la historia del “Rafael”), resulta delicioso. Trabajo poco pero me canso mucho (que dura es la vida en el mar).
a bordo del Rafael el Rafael a todo trapo. Foto de Michele Curel
Volvemos a puerto y nos despedimos hasta dentro de dos semanas (que será cuando acabaremos el taller con una pequeña ruta por la costa).
Vuelta a casa con parada en el “Baviera” de Playa de Aro para recuperar fuerzas. Estoy muy cansado.

DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 23 de octubre de 2004


El despertador no suena a la hora prevista. Por suerte un sexto sentido se impone al silencio reinante y me despierta media hora después y nos pone en marcha. Desayunamos a ritmo de velocista en plena carrera y salimos hacia Palamós. Llegamos puntuales a la puerta del Museo de la Pesca y nos reunimos con Joan (Patrón del “Rafael” y organizador del taller de navegación tradicional al que hoy asistiremos) y con el resto de alumnos (en total somos diez).
Hace un par de meses tuvimos la oportunidad de navegar en el “Rafael”, un barco de vela latina construido en 1915. Joan – su patrón – nos animó entonces a apuntarnos en este cursillo que estamos a un paso de empezar.
Todavía con mucho sueño acumulado en los ojos nos acercamos al aula donde Quim se encargará de explicarnos la teórica que- pese a ser la parte más complicada- se hace muy amena. Empieza el baile de extraños términos marineros y la inacabable lista de partes en las que se puede dividir lo que para mí – hasta hoy – era conocido con el nombre genérico de vela.
Al acabar la clase hacemos una parada para el café en un bar cercano y bajamos a la playa para seguir con las clases.
la farigola a bordo del Rafael
En la playa nos espera Pere con su “Farigola”. Pese a su pequeño tamaño la “Farigola” está aparejad igual que un barco de mayor eslora y esto la hace ideal para las explicaciones sobre maniobras y partes del aparejo. Pero antes de la clase nos espera una sorpresa. El barco está en el agua y, entre todos y a la manera tradicional (a fuerza de riñones) la sacamos hasta la arena de la playa para poder ponernos a su alrededor y seguir las explicaciones sobre como maniobrar con una vela latina. Como en la lección teórica las explicaciones se llenan de anécdotas marineras, de casos prácticos que hacen las clases aún más entretenidas.
Al acabar devolvemos el barco a su elemento – tarea que resulta infinitamente más fácil que su contraria – y nos dirigimos a un restaurante cercano para disfrutar de la paella ofrecida por la organización. Aprovechamos el rato de descanso para conocer mejor a nuestros compañeros de clase.
La tarde empieza con un taller de nudos impartido por Ramón – marinero de este puerto – ya a bordo del “Rafael”. La experiencia del profesor consigue que – hasta un negado para todo tipo de tareas que requiera un mínimo de habilidad manual como soy yo – sea capaz de aprender a hacer nudos de dificilísimo nombre y aún más complicada elaboración.
Tras el taller de nudos sólo queda tiempo para una visita guiada al Museo donde vuelven las historias de marineros que nos han acompañado durante todo el día.
Camino de casa paramos en un chino para comer algo. La jornada ha sido muy larga, estamos encantados pero muy cansados. Al llegar a casa María José cae rendida y yo aprovecho para escribir y leer un rato (acabo “Milenio Carvalho”). Mañana volvemos.

DIARIO DE UN OCIOSO
Viernes, 22 de octubre de 2004


Dejo la ciudad vecina, vuelvo a Barcelona, cojo un tren hasta El Masnou y, en su estación, evitándome un largo camino hasta Alella, me espera María José con el coche prestado y una sonrisa preciosa que me compensa todas las penurias arrastradas durante el largo día.
En el viaje hacia S’Agaro cantamos viejas canciones de “Los Flechazos” (“En el club”, “Viviendo en la era pop”, “La chica de Mel”...) y, aún más viejos, temas de Elvis.
Llegamos, dejamos los trastos en el apartamento y salimos en busca de algo para poder desayunar mañana. Aprovechamos para cenar algo en “La Churrasquita” mientras hacemos planes y hablamos.
El día ha sido muy duro. Nos vamos a dormir pronto.

22 octubre 2004

“El viejo miró a Ignatius y luego miró aquella enorme olla, el hornillo de gas, los carros abollados. Al fin, dijo:
- Yo puedo darle trabajo aquí.
- Muchísimas gracias – dijo Ignatius en tono condescendiente-. Pero aquí no podría trabajar. Este garaje es muy húmedo y yo soy propenso a las afecciones respiratorias, entre varias otras.”
John Kennedy Toole. La Conjura de los necios.


DIARIO DE UN OCIOSO
Jueves, 21 de octubre de 2004


Hoy he ido a una entrevista en las oficinas de una empresa del país vecino (a la que llamaremos Vendedores Paraíso Incorporated) que pretende incorporar a su plantilla a una persona con conocimientos sobre el mundo de la moda. Seguramente el proceso de selección quedará aparcado – en lo que a mí se refiere - tras esta primera entrevista, pero la ubicación de la sede de la empresa en uno de los edificios más altos de la ciudad me ha proporcionado, mientras esperaba, una visión diferente de Barcelona. Sólo por esta nueva sensación ha valido la pena el tiempo invertido.

Salgo de la entrevista con sensaciones encontradas: por un lado no me importaría dejar el cerrado mundo de la confección de pantalones y por otro la posibilidad de un cambio -aunque no llegará- siempre asusta un poco. En la calle el día de sol ha dejado paso a una lluvia ligera que refresca más que molesta.

Vuelvo a casa y, mientras espero a María José, preparo la cena. Entregado a las tareas culinarias escucho el primer disco de los mallorquines “Amarillo” . Una primera escucha - no demasiado atenta- me ha dejado un buenísimo regusto.
Ya en compañía de María José, caigo en una nueva sesión de televisión (un solo capítulo de “Friends” y el recuperado esta semana “Gran Hermano”).

20 octubre 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Martes, 20 de octubre de 2004


Jornadas laborales más largas de lo habitual me retienen durante más horas de lo que yo quisiera en la ciudad vecina. En los viajes en metro me encuentro siempre con caras largas, sólo sonríen los niños. Un principio de semana así desgasta las baterías a cualquiera.
María José y una cena tempranera en el “Marc’s” (Passeig Maragall) me devuelven las energías consumidas durante los dos últimos días. Recupero el sabor del “Franchini” (delicioso bocata de lomo con roquefort) y me entrego a la cocina de fusión de la mano del “Manelic” (Bisbe a la plancha con cebolla avinagrada y tomate). Una vez más el local – que siempre me trae recuerdos – no defrauda y se asegura futuras visitas.
Volvemos a casa y nos entregamos al visionado de "Friends" (fin de la tercera temporada y principio de la cuarta). Sigo leyendo “Milenio Carvalho”.

18 octubre 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 17 de octubre de 2004


Pese a ser sábado el despertador suena a una hora indecente. Desayuno con María José y, minutos después, reanudo el sueño en un tren con destino a Castellón.
Ya con Lidu, Jose y nuestros sobrinos Alejandro y Joana salimos a dar una vuelta por la ciudad. Al pasar por delante de la mítica "Discos Medicinales" no puedo resistirme y entro a comprar un par de elepes de Los Brujos. El nuevo disco de su lider, Miguel Ángel Villanueva, publicado por el renacido sello discográfico que también gestionan desde aquí no aparece hasta el lunes. Mala suerte... ya me lo compraré en Barcelona.
Aperitivo en la abarrotadísima terraza de un bar situado en una plaza junto a un mercado (mis lamentables y/o inexistentes conocimientos del callejero de Castellón me impiden ser más concreto) y comida en el restaurante "Rokelin" especializado en productos de Teruel.
Volvemos a casa e intento hacer la siesta sin conseguirlo (Joana pese a ser muy pequeña tiene unas pilas inagotables).
El resto de la velada familiar pasa tranquilamente, ver como Joana se come una pera (corazón incluído) se convierte en la experiencia más destacada de la noche.

Domingo. Tener sobrinos y dormir en la misma casa es igual a dormir poco. Desayunamos todos juntos y, para liberar durante unos minutos a Jose y Lidu, nos convertimos en padres adoptivos y salimos a dar un paseo dominical. Cuando volvemos a casa, después del paseo por el parque y de un aperitivo en una terracita, la paella ya está casi preparada. Hemos salido de casa con dos niños y hemos vuelto con los mismos dos... creo que lo hemos hecho bien y que otro día también nos los dejarán.
Después de comer, una nueva siesta nos prepara para el viaje de vuelta. Esta vez no me duermo pero una vez vista la película con la que Renfe ameniza el viaje (algo así como "La maldición de los agujeros") creo que hubiera sido la mejor solución.
Volvemos a casa caminando desde la estación y nos entregamos a una sesión de "Friends" una vez recuperada nuestra condición de pareja sin hijos.

16 octubre 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Jueves, 14 de octubre de 2004


Dejo la ciudad vecina y vuelvo a Barcelona. En la terraza de un bar con nombre de ciudad austriaca leo (la segunda parte de “Milenio Carvalho”) mientras hago tiempo. A la hora indicada estoy en la puerta de la escuela donde asistiré, en compañía de antiguos compañeros de trabajo, a una clase de cocina impartida por Mireia (que es la cocinera de la manufacturera de pantalones que nos despidió hace unos meses). Roger, Toni, Jordi M y Oscar serán mis acompañantes. Como niños malos nos sentamos en la última fila y, pese a que la clase es genial y el resto de los alumnos parecen aprovechar el tiempo, al salir nos damos cuenta que no hemos aprendido a hacer “panellets” ni mousse de castañas que eran los dos platos estrella de la lección de hoy.
Pese a todo Mireia nos perdona y se apunta a la primera cerveza en el Michael Collins y a la posterior cena en un restaurante chino. Poco a poco van apareciendo más antiguos trabajadores de Pep Jeans : Quim, Francesc, Mónica “guais” y Marc completan el grupo que, a falta de ofertas mejores, vuelve al Michael Collins para continuar la noche. Me gusta volver a encontrarme entre toda esta gente con la que compartí tres años llenos de cosas buenas (las malas se olvidan rápido o no vale la pena dedicarles atención).
Mañana trabajo y, en un momento de lucidez, decido volver a casa a una hora prudencial. La ciudad, pese a ser jueves, está vacía y el taxi no tarda en llegar al barrio.

14 octubre 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Martes, 12 de octubre de 2004


Día festivo. María José y yo repartimos las horas de este oasis en el medio del desierto laboral entre la imprescindible limpieza de la casa y el visionado de episodios de “Friends” (hasta ocho episodios). Por la noche Jordi R2. aparece por casa y nos enseña a hacer su fantástico pan de calabacín y cebolla.
Improvisamos una cena y cenamos mientras la casa se llena del delicioso aroma del pan recién hecho.
Mañana hay que volver a la rutina laboral, pero sólo seré suyo durante tres días.

12 octubre 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Lunes, 11 de octubre de 2004


No hay nada mejor, después de un largo lunes de trabajo, que un martes festivo. La esperanza del día de libertad que se adivina tras la montaña de pantalones que tengo en mi mesa, me mantiene con fuerzas.
Y al final llega el silencio. Vuelvo a casa y espero a María José.
Juntos bajamos caminando por un barrio que hoy parece especialmente lleno de gente de fiesta. Cena en el “Panyvino” (Consolat de Mar, 15) con Jordi P. y Emma. Hacía mucho que no nos veíamos y tenemos muchas cosas que contarnos. Una vez agotada la sobremesa continuamos con un par de copas en el “Borneo” y en la terraza del bar de impronunciable nombre que está en la calle del “Black Horse”. Jordi y Emma nos enseñan las fotos de su viaje a Lisboa y, respondiendo a la vieja tradición de traernos una botella de vino o licor del país al que se viaja, me regalan una botella de oporto.
Hacemos “la que sobra” en casa.

10 octubre 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 10 de octubre de 2004


Un silencio extraño nos envuelve cuando nos despertamos. Los domingos son días silenciosos pero hoy el silencio es más denso. Pronto descubrimos que el culpable es un apagón que afecta a todo el barrio y que impide que uno de nuestros vecinos - fan de Bisbal y d.j. vocacional que ameniza las mañanas de nuestro vecindario- aporte su habitual y no siempre bien recibido granito de arena a la matinal dominical.
María José calienta el café con una vela (sin él no hubiéramos podido salir de casa) y desayunamos.
Bajamos caminando hasta el Club y nos entregamos a una mañana de piscina y playa rematada con el estreno de nuestra pelota de voley. Como no estamos en disposición de hacer un partido decidimos entrenar. El “entreno”, limitado por nuestra lamentable forma física y una penosa técnica, básicamente consiste en agacharse constantemente a recoger la pelota del suelo y a, ocasionalmente, probar el sabor de la arena de la playa (que pese a que resulta mejor de lo esperado no acaba de colmar mis apetencias en lo que a gastronomía se refiere).
Vuelvo a casa contusionado, lleno de polvo y con los codos y las rodillas en un estado penoso.
Después de comer, una nueva sesión de “Friends” nos lleva a la tercera temporada.
Escribo el diario de hoy mientras María José hace la siesta. Suena “Swordfishtrombones” de Tom Waits, en este momento “The soldier’s things”.

DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 9 de octubre de 2004


Me levanto pronto, preparo el desayuno y despierto a María José. Teníamos la intención de ir a S’Agaró pero al final la pereza nos ha vencido y durante el desayuno elaboramos planes para disfrutar de un fin de semana en Barcelona.
Empezamos en los Icaria viendo “Mar adentro”. La historia está muy bien contada, los actores (los principales y los secundarios) están grandiosos y yo me harto de llorar.
Al salir aprovechamos para comprar en el supermercado del centro comercial y, con las bolsas, nos vamos a comer al “Pato Pekín” (C/ de la Marina, 16-18 Tel. 932254111). El pato laqueado está delicioso y las vistas al Puerto Olímpico (el día es muy soleado) son impresionantes.
Vuelta a casa. Sesión enfermiza de “Friends” y siesta.
Nos levantamos de la siesta y salimos a pasear por el barrio. Bajamos hasta la playa y llegamos finalmente a los Icaria. Vemos la fantástica “Kill Bill 2” y volvemos paseando a casa. Durante la proyección de la película me como una caja mediana de palomitas. Vuelve a este diario, tras muchas demandas y meses de silencio, una de sus más reputadas secciones:

CRITICA DE PALOMITAS.
LAS PALOMITAS DE LOS ICARIA DE BARCELONA.


Criterios de valoración: entre 0 (pésimo) y 5 (genial).
Sabor.................................................... 4 (bueno, ligeramente saladas, como a mí me gustan)
Consistencia......................................... 3 (pese a no estar recién hechas, el tiempo transcurrido entre su elaboración y consumo es el correcto )
Relación cantidad / precio...................... 1 (estoy deseando poder puntuar bien este apartado algún día, el problema en este caso no es la calidad, es el precio).
Valoración global................................. 3 (Las típicas palomitas de una multisala. Sobrias, pero correctas)


Ya en casa de nuevo, es la una de la madrugada. Preparo la cena, cenamos y nos entregamos a una nueva sesión de visionado de “Friends”. Estamos a un episodio de acabar con la segunda temporada. Por suerte Pau nos ha dejado la tercera y la cuarta.

Diario de un ocioso
Viernes, 8 de octubre de 2004


Jueves. El hilo musical suena a todas horas en Levi Pant’s. La selección musical – realizada con toda seguridad por un seguidor de las enseñanzas de Torquemada - es desquiciante y está empezando a hacer mella en mi salud mental. Tras la sirena que marca el final de la jornada llega el silencio y, pese a la paz espiritual que esto comporta, los insultantes estribillos siguen paseándose en mis, cada vez más numéricamente mermadas, neuronas.
Ya en casa descubro con alegría que Wanadoo ha tenido a bien reestablecer – tras una semana de apagón – de nuevo el servicio por el que les pago. Me pongo al día con el correo y hago lo que puedo con este diario.
Por la noche, y ya con María José, quedamos con Lluís en el “Black Horse” para hacer una previa de la cena de esta noche. El “Black Horse” se ha convertido, con los años, en nuestro “Central Perk” (estoy viendo demasiado “Friends”), en una ampliación del comedor de casa llena de ingleses en un estado avanzado de embriaguez.
Cena en el “Ugarit Born” (c/Comerç, 29 Tel.933100873). Al final somos ocho: Juan A., Carmen, Rosa, Carlos, Jose y los tres de la cerveza previa. El numerito de danza del vientre que nos ofrece el restaurante no empaña una velada muy divertida. Reímos un montón (animados, todo hay que decirlo, por un consumo más que notable de bebidas alcohólicas locales y foráneas) y continuamos la fiesta en el “Borneo” hasta tarde.

Viernes. Las fiestas, llenas de risas y de promesas de amistad incondicional, hasta altas horas de la madrugada, se pagan al día siguiente. Sobretodo si éste es laborable.

07 octubre 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Jueves, 7 de octubre de 2004


Vuelvo tras días condenado al ostracismo por Wanadoo que, sin previo aviso y sin ningún tipo de justificación, me ha tenido sin el servicio que he contratado con ellos durante mas de 6 días (si estás pensando en contratar tu ADSL con esta compañía, toma nota).
Como los días a reseñar en este diario se han acumulado de manera indecente creo que lo mejor será hacer un rápido resumen.
Sábado: “Mar y muntanya” en casa de mis padres. Este plato delicioso, normalmente reservado al día de Sant Esteve, aparece por sorpresa a media temporada. Pau y Elena también están invitados a disfrutar del pantagruélico banquete. Pau y yo somos los responsables de la desaparición de las reservas vinícolas de la familia.
Domingo: Después de una tranquila mañana en casa, ayudamos a Clara y Roger con su mudanza. No queda mucho por hacer, pero su nueva casa es un ático sin ascensor y los últimos viajes se hacen muy duros.
Lunes: Vuelve el trabajo.
Miércoles: Acabo “Ángeles y Demonios” de Dan Brown (mejor best seller que “el código”) y leo un cuento de García Márquez (“Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo”) origen de un episodio del libro que más veces he releído. Paseo con María José y cena en el “Panyvino” (Consolat de Mar, 15 Tel. 932687776).
Visionado de series: Alto (“24” y “Friends”- ya estamos en la segunda temporada-). Me he desenganchado de “O.C.”.

DIARIO DE UN OCIOSO
Jueves, 30 de septiembre de 2004


Miércoles. Se acaba la jornada laboral en Levi Pants y los trabajadores abandonan ordenadamente sus puestos de trabajo. Ha sido un día duro y necesito un rescate.
Dejo la ciudad vecina y salgo del metro, ya en Barcelona, justo en el momento en el que el sol se pone al final de la Diagonal. Siempre me ha gustado pasear por esta calle a esta hora de la tarde. Hoy el espectáculo de colores y luces me empieza a reconfortar.
Sigo mi paseo hasta la plaza de la Concordia y, como el “Fragments” (cuantos recuerdos) está cerrado, me siento en la única mesa que queda libre en el jardín de “Can Deu” a tomar algo. Este jardín es uno de esos rincones en los que es fácil desconectar del ritmo de la ciudad. Pese a que siempre está lleno, el ambiente es muy tranquilo. Leo (“Ángeles y demonios” de Dan Brown) mientras noto que, poco a poco, mis baterías recuperan la carga normal.
Cena con María José y Jordi R2 en el “Kiku-chan” y copas en la terraza de “La Candela”. Después de unos días de frío podemos disfrutar de las últimas terrazas de la temporada y no hay que perder ni una oportunidad. Mis pilas (gracias a la conversación y a la buena compañía) están como nuevas cuando llego a casa.

27 septiembre 2004

“Las religiones han sido siempre las mas feroces enemigas de la ociosidad (...) la regla benedictina, en su capítulo XLVIII, dice: - La ociosidad es enemiga del alma, y por esto, a tiempos deben ocuparse los monjes en la labor de manos, y a tiempos en la lectura de cosas santas”
Santiago García Quintana. Pequeña Historia del Ocio. Buenos Aires. 1958


DIARIO DE UN OCIOSO
Lunes, 27 de septiembre de 2004


Hoy ha sido un día de cambios. Tras meses de estrecha relación (sólo interrumpida por motivos protocolarios) con mis abarcas menorquinas, hoy – día 27 de septiembre – nos hemos separado. No es una separación definitiva, pero ya nada volverá a ser como antes. Mis pies, amortajados por un par de calcetines y encerrados tras unos zapatos (engañosamente cómodos), están tristes y añoran tiempos mejores llenos de cálidos días cargados con aromas de libertad.
El otro cambio, menos importante que el pequeño drama doméstico-podal al que antes me refería, es un nuevo horario laboral que me permite cambiar la situación de semi-esclavitud que venía padeciendo en el trabajo por una esclavitud parcial. No es un gran paso para el hombre, no es un avance para la humanidad... pero espero que volver a disfrutar de tiempo para malgastar hará que estas líneas que hoy estas leyendo sean, desde ahora, un poco más interesantes.
Mis primeras horas de libertad, contra todo pronóstico, han sido dilapidadas en la necesaria intendencia casera y en la elaboración de preparados alimenticios con los que nutrirnos durante el resto de la semana.
Mañana vuelve el OCIOSO... o al menos la versión reducida que queda de él, después de dos meses de alienante vasallaje a las órdenes de Don Dinero.

DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 26 de septiembre de 2004


Me despierto pronto y al levantarme despierto a María José que también se levanta. En el comedor quedan los restos del banquete de ayer (vasos pegados a la mesa y ceniceros llenos). Intentando hacer poco ruido recogemos y salgo a comprar desayuno. Hace viento y, pese al sol, mucho frío (sobretodo para un urbanita que ha decidido – lleno de optimismo – salir a la calle en bañador y camiseta). Camino del único colmado que conozco en la zona no me cruzo con nadie. Ya en el colmado compro pan y pastas mientras asisto a la pelea entre un niño y su abuela por un huevo Kinder. Salgo de la tienda sin conocer el vencedor de tan desigual contienda pero con la sospecha de que –una vez más – el pequeño escalador de mostradores (habilidad por la que ha sido zurrado en más de una ocasión, una de ellas en mi presencia) se llevará el gato al agua.
Cuando llego a casa de Jordi y Nuria aún no se ha despertado nadie más. Tenemos tiempo de repasar las revistas que corren por el comedor mientras tomamos el primer café. Hacía tiempo que no leía “El Jueves” y el “Fotogramas” y reencontrarme con viejas compañeras que me hicieron pasar muy buenos ratos me ha gustado. También es agradable ojear, más que leer, el “Cuines” (una revista de cocina diferente a las que hasta su llegada se habían publicado).
Al final nos decidimos a desayunar solos justo cuando empiezan a aparecer los demás: Nuria, Jordi, Mireia y finalmente Miquel llegan con mucho sueño y escalonadamente se apuntan al desayuno que ya está en marcha.
Tenemos un largo camino hasta casa y hemos decidido irnos antes de comer. Nos despedimos e iniciamos el largo regreso (hasta Alella en coche, bajada a la estación de tren de El Masnou y hasta Barcelona en tren).
Por la tarde, después de comer y de la siesta que corresponde a todo día de fiesta que se precie, vemos un par de episodios de “O.C.” y me entrego a la redacción de este diario.
Ya ha acabado otro fin de semana. Este también ha sido bueno.
También hoy se ha acabado el Forum. No ha sido bueno (aunque ahora dedicarán todos sus esfuerzos a hacernos creer que ha sido la ostia).

26 septiembre 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 25 de septiembre de 2004


El sol se levanta por detrás del Hotel La Gavina e inunda con su luz toda la bahía. Es una luz cálida que nos invita a correr totalmente las cortinas y dejarnos acariciar por sus primeros rayos mientras seguimos dormitando en la cama. El viento de la noche – una “tramuntanada” considerable – ha dejado una mañana fresca y despejada.
Pedimos el desayuno en la habitación y lo disfrutamos desde el mirador privilegiado que es nuestro balcón. La playa, tomada a esta hora por las gaviotas y por algún valiente, esta preciosa. La tranquilidad
es total.
Sant Pol
Tras el desayuno, un rato de lectura me permite acabar “Los crímenes de Oxford” (sencilla, bien escrita, me ha gustado mucho). Todavía tenemos un par de horas para disfrutar de nuestra habitación. Un paseo por la desierta playa con los pies congelados mientras el viento, que levanta nubes de arena, nos azota sin piedad, será el colofón a una jornada estupenda en la playa de Sant Pol.
Hemos quedado con Jordi R. y Nuria a la hora de comer, todavía tenemos tiempo para pasear por Sant Feliu y comprar carpaccio de bacalao en Can Prat.
Poco antes de las dos llegamos a casa de Jordi y Nuria en Palamós. Mireia y Miquel han llegado ya.
Empieza una larga jornada en la que las comidas -regadas con cerveza, vino y otras bebidas de mayor graduación- se juntan y se confunden. Comemos –muy bien- y después nos vemos obligados a hacer la siesta. En lo más dulce del sueño somos brutalmente despertados y poco después –aún no repuestos del todo - estamos dando un paseo por las calas cercanas a la playa de Castell.

Oscurece. Volvemos a Palamós y tomamos una cervecita y un par de tapas en el “Camalic”.
Vuelta a casa y más comida. Nuria y Jordi nos han preparado un banquete para celebrar juntos su reciente inscripción en el registro como pareja de hecho. Estamos en una boda y nosotros sin saberlo.
Tras repetir de la impresionante porrusalda, de “sonsos” y de almejas con alcachofas... tras beber cerveza, vino y un par de pacharanes estoy preparado para irme a la cama.
Felicito a los novios y subo –por mi propio pié, que conste- hasta la habitación.

DIARIO DE UN OCIOSO
Viernes, 24 de septiembre de 2004


Desde la cama, sin tener otro tipo de información, puedes saber si un día es festivo o no por el tipo de ruidos que te llegan desde la calle. Suena el despertador a la hora habitual y el silencio acompaña esos instantes de desconcierto que siguen al fatídico momento. La sensación de felicidad, al entender que este silencio quiere decir que hoy no hay que ir a trabajar, es sensacional. Animado, hago el esfuerzo de levantarme y, después de preparar el desayuno, despierto a María José.
En Alella tomamos prestado el Corsa y salimos hacia S’Agaro.
Hace años que fantaseamos con alojarnos en el Hotel Sant Pol. Su ubicación privilegiada, frente a una playa por la que siempre nos ha gustado pasear, lo había convertido en un capricho al que – hasta hoy – habíamos renunciado por estar demasiado cerca del apartamento. Pero nuestro fracaso en la búsqueda de un viaje para este fin de semana nos ha llevado a una situación de carencia que superaremos gracias a la fantástica habitación con vistas al mar que nos hemos agenciado.
Dejamos los trastos en la habitación y bajamos a la playa. Nos rodea el club de jubilados de Madrid en pleno que nos provoca una cierta envidia por la vida exenta de preocupaciones laborales de la que ahora disfrutan.
de día ...y de noche
Pero, ajeno al desánimo, me baño (el agua está muy fría) y me seco al sol mientras empiezo a contar los días que faltan para mi jubilación (hoy uno menos).
A la hora de comer caminamos hasta el cruce y nos encontramos los restaurantes habituales cerrados. Estamos a punto de reconocer nuestra derrota cuando nos encontramos a Eli y a Cesc que también vuelven de la playa. Decidimos comer en “la churraskita” de Playa de Aro encantados de habernos encontrado. Podríamos haber quedado para comer hoy – de hecho ayer hablamos por teléfono- pero la casualidad ha convertido el encuentro en algo especial.
Volvemos al hotel y leemos en el balcón mientras disfrutamos de la vista y del rumor del mar. Jacuzzi, siesta... sólo se oye el lento compás que marcan las olas (totalmente distinto del ensordecedor romper de las olas del que pudimos disfrutar la semana pasada en Garraf).
Al despertar damos un largo paseo (interrumpido por la lluvia y después reanudado) por la playa. Durante el paseo playero ha anochecido y decidimos buscar un sitio donde cenar. En el “Ramón Petit” nos sirven la parrillada de verduras más raquítica que he visto en mi vida, es como un muestrario de los elementos que componen una parrillada de verduras (un champiñón pequeñito, un espárrago, un trocito misérrimo de cebolla, un poco de pimiento, cuatro rodajas de calabacín y cuatro laminas casi transparentes de berenjena). Afortunadamente los segundos son más generosos y acabamos cenando bien.
Ha refrescado. La sensación, al volver al hotel paseando, es que – esta vez si - se ha acabado el verano. Ya está aquí el primer frío de la temporada y, por su novedad, es bien recibido.

24 septiembre 2004

“La Academia Mexicana de la Lengua incluye, en su “Diccionario Breve de Mexicanismos”, una definición popular que señala el carácter festivo con el que se suele relacionar la ociosidad:
Ociosidad: la ociosidad es (la) madre de una vida padre. ref. La ociosidad permite una vida agradable. [Parodia festiva de: la ociosidad es madre de (todos) los vicios, que significa 'conviene vivir ocupado para no contraer vicios']”
Santiago García Quintana. Pequeña Historia del Ocio. Buenos Aires 1958.


DIARIO DE UN OCIOSO
Jueves, 23 de septiembre de 2004


Miércoles noche. Cena con María José, Rafa y Yoli en el “Panyvino”. Aunque mañana tenemos que trabajar los cuatro, el ambiente es de día festivo. Esto nos permite alargar un poco más la noche haciendo una copa en el “Baviera” que, hasta hace muy poco, se llamaba “John Martín”. Por suerte la cerveza tostada sigue siendo deliciosa. Duermo mal.
Jueves. Hoy es el día en el que lo malo se acaba y que marca el inicio de tres días llenos de ilusión. Finalmente hemos sido doblegados por las compañías aéreas y no hemos conseguido volar a un precio razonable. Nuestra fuga será, por esta razón, mucho más doméstica.

22 septiembre 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
miércoles, 22 de septiembre de 2004


Cuando te enfrentas a una semana laboral de cuatro días (el viernes será festivo en Barcelona) todo parece más fácil. Las jornadas, que si contamos las horas son igual de largas que el resto del año, se sobrellevan mejor y todo el mundo parece más contento. Mañana es el último día de trabajo de esta semana y, mientras Barcelona se prepara para celebrar su fiesta mayor, María José y yo estamos todavía peleándonos con las páginas de las compañías aéreas de bajo coste intentando conseguir un billete de huída a un precio razonable. Parece ser que tenemos la batalla perdida pero lucharemos hasta el final.
El poco tiempo que me ha quedado estos últimos días -después de trabajar y de buscar billetes baratos- lo he invertido en acabar la primera parte de “Milenio Carvalho” (que es más un libro de viajes que una novela policíaca) y en empezar “Los crímenes de Oxford” del escritor argentino Guillermo Martínez (en pocas páginas ha conseguido atraparme).
Ayer Jordi R2 se presentó en casa y tuvo a bien regalarnos uno de sus fantásticos panes. En esta ocasión hemos sido agraciados con una delicia con pipas en la corteza que ha convertido el desayuno de esta mañana en un pequeño banquete. Como dice el dicho: “quien tiene un amigo que hace panes viviendo en el vecindario, tiene un tesoro”.

20 septiembre 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 19 de septiembre de 2004


8:00 a.m.Me despiertan los primeros rayos de sol que se cuelan por las cortinas entrecerradas. Son las ocho de la mañana, salgo al balcón y, antes de volverme a la cama para seguir durmiendo, hago unas cuantas fotos al espectáculo que mar y sol ofrecen a los pocos pescadores que ocupan la playa.
Un par de horas después nos despertamos y desayunamos en el comedor del hotel, junto a un gran ventanal que ofrece las mismas (espectaculares) vistas que nuestra habitación.
bañistas antiguosAntes de dejar la habitación tenemos tiempo de bajar a la playa que a esta hora ya ha sido tomada por bañistas de antaño armados con todo tipo de útiles con patente de fabricación anterior a 1970 (bañadores – sobretodo bañadores – incluidos).
Un par de horas después ya estamos en la moto –que ha arrancado sin más problemas – camino de Barcelona. Por extrañas razones hoy las tiendas están abiertas y aprovechamos para ir al Fnac para cambiar “Milenio Carvalho” ya que, por un problema de impresión, algunas páginas no se pueden leer completamente. No hay problema, pero en el Fnac de Plaza Cataluña han agotado el libro. Nos confirman que en el de la Illa les quedan ejemplares y cruzamos la ciudad empujados por nuestra ansia de cultura (y mi nerviosismo al haber perdido el libro que estoy a medio leer).
Con el libro en las manos nos regalamos una comida en el “kiku-chan”. Abro mi nuevo libro por una página al azar y me encuentro con el mismo problema de impresión que me ha llevado a devolver el primer ejemplar. Vuelta al Fnac, nuevo cambio y – somos ya gatos viejos- comprobación del estado de impresión. Esta vez parece que esta bien.
Vuelta a casa. Siesta. “24”... se acaba el fin de semana.

19 septiembre 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 18 de septiembre de 2004


Nos cuesta arrancar, no tenemos prisa y no vamos demasiado lejos. Cogemos la moto y salimos con destino a Garraf. Hace calor y tenemos sed. Paramos para comprar agua y la moto se niega a ponerse en marcha otra vez. Estamos tirados en medio de la ciudad y descubrimos que sabemos todavía menos de lo que creíamos de mecánica. Por suerte aparecen Miquel y Marta, nos echan una mano (de hecho nos empujan un poco) y nos devuelven a la carretera. El trayecto hasta Garraf es corto pero una serie de despistes (que se me pueden atribuir a mí como copiloto influenciado negativamente por el paisaje) lo convierten en una “vuelta a Barcelona sin escalas”.
Al final conseguimos llegar a Garraf poco antes de comer. Garraf es un pueblo atrapado entre el mar y la vía del tren. El espacio mínimo que los ingenieros del ferrocarril le dejaron para crecer y el complicado acceso que algún descerebrado ideó (un largo túnel regulado ahora por un semáforo) lo convierten en una cápsula de tiempo que parece haber sido cerrada a principios de los 70. Aquí todo es antiguo: el hotel, los hotel Garrafrestaurantes a pie de playa, las sencillas casetas que cierran la playa (ahora un verdadero lujo), los parasoles, los bañistas (sobretodo los bañistas)... Estamos a pocos minutos de Barcelona pero tengo la impresión de haber viajado en el tiempo y ahora estar delante de una playa de mi infancia.


El Hotel Garraf (Tel. 936320007) es muy sencillo ( y cuando alguien clausuró la cápsula temporal en la que encerraron al pueblo se dejó fuera al tío de las reformas y al del mantenimiento) pero su ubicación en la arena de la playa convierten sus habitaciones en ventanas abiertas al mar. Dejamos los trastos en la habitación y salimos a La Cúpulacomer. Junto al hotel hay un restaurante (“la terrassa d’en Quim”) que, a falta de algo mejor, también tiene unas bonitas vistas sobre la playa.
Después de comer se impone una siesta arrullados por el rumor del mar. El resto del día transcurre entre un rato de playa y un poco de lectura en el balcón de la habitación.
La noche es fresca y el paseo por el pueblo hasta el restaurante es agradable. Hay poca gente y el ambiente es muy tranquilo. Cenamos en la terraza de “La Cúpula” (Av. De Llorach, 3 Garraf. Tel. 936320015) en una mesa encarada al mar y volvemos paseando por la playa (llena, a esta hora, de cenas familiares). Es un ambiente de verbena, de reunión de vecinos en la arena de la playa, de otro tiempo... Barcelona queda muy lejos.

18 septiembre 2004

“Ignatius abrió El diario de un chico trabajador por la primera página intacta del cuaderno, pulsando de modo muy profesional el botón del bolígrafo. Pero el bolígrafo Levi Pants falló al primer intento y la punta volvió a perderse en el interior del cilindro de plástico. Ignatius presionó con más vigor, pero la punta se deslizó de nuevo díscolamente y desapareció. Tras romper furioso el bolígrafo en el borde de la mesa, Ignatius cogió uno de los lápices de Numismática Venus que había en el suelo. Sondeó el cerumen de los oídos con el lápiz, y empezó a concentrarse, oyendo los rumores de los preparativos de su madre para una velada en la bolera.”
John Kennedy Toole. La conjura de los necios.


DIARIO DE UN OCIOSO
viernes, 17 de septiembre de 2004


La jornada laboral llega a su fin y este hecho es recogido con una gran explosión de alegría por toda la plantilla de Levi Pants que, no contentos con dedicar su vida laboral a la innoble tarea de confeccionar pantalones por un precio irrisorio, han decidido dedicar parte de su tiempo de ocio a cimentar su relación de amistad con los compañeros de trabajo mediante un partido de fútbol y una posterior cena. No oculto que asistir a tan tentador evento ofrece atractivos para una mente en pleno proceso de idiotización laboral como es la mía, tras mes y medio de duro y alienador trabajo. Pero finalmente se impone el sentido común y me integro en el planeado fin de semana de “necesaria carga de pilas“ que he planeado en compañía de María José.
Ajustamos los últimos flecos del regalo que Rafa recibirá mañana y salimos a cenar. Mientras paseamos por el barrio desfilan ante nosotros muchas y tentadoras opciones (vivir en el centro tiene algunas ventajas) y al final acabamos en la barra (siempre concurrida) del Txakolín (Marqués de la Argentera, 19 Tel. 932681781) que, con el paso de los años, se ha convertido en el bar de “pintxos” vascos que más me gusta (su constante oferta de “pintxos” calientes siempre es tremendamente atractiva).
Ya en casa, mucho más pronto de lo que era de esperar, disfrutamos de un fantástico documental que nos obliga a reflexionar sobre los excedentes de producción y sobre el sin sentido que supone la sociedad de consumo. El documental nos lleva a plantearnos, una vez más, si no nos estaremos equivocando, si hay alternativa a la vida que llevamos, si realmente necesitamos consumir al ritmo en el que lo hacemos... mañana seguiremos pensando lo mismo que hoy... pero seguiremos consumiendo muy por encima de nuestras necesidades y, sobretodo, de los límites que nuestro entorno puede soportar... es difícil enfrontarse a nuestras contradicciones y aún es más difícil intentar salir de la rueda en la que estamos inmersos.
Otras noticias destacadas del día que ahora se acaba son que Pablo, desde Thailandia, me ha comunicado que ha tenido un sueño (un sueño extraño, lleno de premoniciones de un futuro que realmente era pasado pero que, con apariencia de realidad, era ficticio... yo, he de confesarlo, he entendido muy poco, pero el sueño o la realidad ficticia que tenía lugar al despertar del mismo ocurrió en 1957) y que sigo leyendo “Milenio Carvalho”, un libro que sabe a cocina mediterránea con regusto de despedida.

15 septiembre 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Martes, 14 de septiembre de 2004


El ritual de la cotidianidad sigue absorbiéndome con su repetitiva cadencia. Los días se suceden - por suerte a gran velocidad - como fotocopias borrosas de un día anterior falto de nitidez. Sigo sin un horario laboral fijo, hecho que condiciona, desde hace ya poco más de un mes, mi acceso al deseado tiempo de ocio. En mi historial como ocioso será difícil justificar este largo periodo de inactividad en el que actualmente estoy sumergido contra mi voluntad.
Una cena con un amigo puede ayudarme a sobrellevar con más facilidad mi travesía del desierto. Me encuentro con Jordi P. en un “Black Horse” tomado por una multitud dispuesta a disfrutar del partido de esta noche entre el Celtic y el Barça. Pero hemos decidido renunciar al que será un partidazo a cambio de un plato de lentejas. Por arte de magia, las lentejas se transforman en embutidos y quesos en “La Tinaja”.
Hablamos mucho, como siempre, de lo mal que está el sector de la confección de pantalones. Pero también nos queda tiempo para olvidarnos de nuestro triste oficio de sastres remendones y ocuparnos de temas más importantes (la vida, las ilusiones, el último disco que nos hemos comprado...) mientras nuestro organismo se esfuerza por asimilar la mucha cerveza que deglutimos en nuestro posterior peregrinar por alguno de los locales habituales.
Con promesas de una pronta repetición decidimos dejarlo a una hora prudencial y antes de que la fatídica “la que sobra” haga su ya legendaria aparición.

13 septiembre 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 12 de septiembre de 2004


Me levanto tarde y, medio dormido, preparo el desayuno. La pereza es poderosa y cuesta ponerse en marcha pero al final conseguimos salir de casa. Hace un día estupendo y lo aprovechamos para dar un paseo hasta el cine (más de un mes después de nuestra última visita). Tras algunas dudas, la película elegida es “I robot” que me encanta.
Volvemos a casa caminando y por el camino – y para hacer domingo- compramos un pollo para comer.
Los domingos por la tarde son un periodo de transición. Queda poco tiempo y hay que descansar: el resto del día pasa lentamente mientras vemos “OC” y nos pegamos un atracón de “Friends”.

12 septiembre 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 11 de septiembre de 2004


Viernes. Empiezo a recuperar las fuerzas desperdiciadas durante toda la semana laboral con una cena en casa de Toni con María José, Clara y Roger. Toni nos sorprende con una cena impresionante en la terraza de su casa y, cuando ya no podemos más, aparece un delicioso conejo a la cazuela que nos deja sin habla.
Hoy ha hecho calor y el aire que corre esta noche se agradece casi tanto como la oportunidad de estar aquí, rodeado de amigos y disfrutando de una noche genial. Levi Pants queda muy atrás, rodeado por una neblina que la enterrará hasta el lunes (que ahora y aquí se adivina muy lejano).
Sábado. Estoy vago. Podría ir al Club y disfrutar de un día de playa. Podría ir al cine. Podría... pero me quedo en casa y paseo, en pijama, del ordenador al sofá y del sofá al ordenador.
A mediodía me armo de valor y decido salir en busca de algo para comer. Tras media hora de paseo por el barrio, vuelvo a casa con un tarro de café descafeinado. Como cazador soy un verdadero fracaso... hoy comeremos hierbas.
En nuestro tiempo dedicado a la televisión, y mientras no llegan más resúmenes del apasionante “Gran Hermano 5”, seguimos con el visionado de series: “Friends” (mucho mejor ahora que empiezo a conocer a los personajes) y “24” (si secuestran también esta vez a la hija del protagonista prometo tomar algún tipo de medida drástica en contra de los guionistas).
Por la noche cenamos con Mónica y José María en el Kiku-chan (c/Numancia, 133). El restaurante es pequeño y sencillo pero todo lo que pedimos está buenísimo. Hacía tiempo que no nos veíamos y la colección de anécdotas que hemos atesorado durante todos estos días es bastante larga. Al levantarnos de la mesa aún queda mucho por contar, tendremos que continuar en otro sitio.
Poco después estamos sentados en la barra de una coctelería anclada en algún punto de mediados de los ochenta. Fuera llueve y el ambiente del local es tranquilo, acogedor y , en cierta forma, familiar. Nos dejamos aconsejar por el barman, Jaime, también anclado en ese mismo momento en que el tiempo decidió dejar de lado este rincón perdido de la ciudad. Tras la primera, llega la segunda y después la tercera copa... contar historias da sed y por suerte estamos en un bar.
Cuando salimos ha dejado de llover y la tentación de seguir se pasea con descaro ante nosotros. Al final triunfa la cordura y decidimos volver a casa.

09 septiembre 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Miércoles, 08 de septiembre de 2004


La semana laboral sigue fagocitando mi tiempo libre pese a la oposición que, con poco éxito, intento ejercer. Aprovecho los viajes a la ciudad vecina (aproximadamente una hora entre la ida y la vuelta) para leer: esta semana he acabado “La edad de hierro” y ahora estoy leyendo “Milenio Carvalho” de Manuel Vázquez Montalbán. Es una sensación extraña encontrarse de nuevo con Carvalho y saber que, ahora ya de manera definitiva, estoy leyendo sus últimos pasos.
A la larga lista de series que actualmente estamos siguiendo (“24”, “C.S.I.”, “Friends”, “Sexo en Nueva York”, “Los Soprano”, “Fraisier”, “O.C.”... ) añadimos “Sin rastro” (investigación policial ,con estética “CSI”, en busca de desaparecidos... es probable que dure poco en la parrilla de Antena 3) .
Miércoles. Cena con María José en el “Río Azul” (Balmes, 92 Tel. 932159333). Todo está buenísimo, creo que es uno de los mejores restaurantes chinos de Barcelona.

J.M. COETZEE
La edad de hierro

A través de una carta que una madre, sentenciada por un cáncer terminal, escribe a su hija, Coetzee retrata con crudeza y sin concesiones la violencia sin sentido de la Sudáfrica del apartheid. De nuevo la acerada prosa de Coetzee nos muestra una dura historia personal en la que nos podemos reflejar todos nosotros.
¿vivimos también en urnas que nos apartan de aquello que no queremos ver? ¿En que medida somos culpables de la violencia que asola la periferia del tranquilo mundo en el que vivimos? ¿Podemos realmente hacer algo?
La muerte, siempre presente, es una protagonista mas de la novela. La muerte como fin inevitable, como fin deseado, como resultado de la violencia, como motivo de todo, como liberación...
No es fácil, no es amable, pero “La edad de hierro” es un gran libro.

07 septiembre 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Lunes, 6 de septiembre de 2004


Domingo. Me levanto y desayuno acompañado de María José y de una resaca considerable no exenta de propósitos de enmienda. Estas promesas de nunca más, impulsadas por el malestar con el que nuestro organismo se queja por el trato recibido durante la noche anterior, serán – sin ningún tipo de duda - sistemáticamente incumplidas (siempre he creído que nuestra memoria histórica es muy débil).
Comida familiar en casa de mis padres, en la mesa somos siete (mis padres: Tony y Carmen, la Yayi, Eli, Cesc, María José y yo). Después de comer cambio la sobremesa por una pelea con los múltiples virus que asolan el ordenador (pierdo yo). Vuelta a casa, “O.C.” y siesta.
Ha empezado una nueva edición de “Gran Hermano”. El culebrón promete y, como en las anteriores ediciones, nos hemos enganchado desde el primer día.
Lunes. No contentos con aplicarme una tortura diaria, los capitostes de Levi Pants han decidido regalarme un par de horas extras. Vuelvo a casa derrengado, el ocio es un concepto que empieza a serme ajeno y la cosa es preocupante.
Al llegar a casa, por suerte, María José ha preparado la cena. Sólo nos queda tiempo para ver alguna de las muchas series que ahora tenemos para ver. Como los episodios de “CSI” que hoy emite T5 ya los hemos visto y “24” empieza muy tarde (lo grabaremos), nos decidimos por empezar el visionado de “Friends”. Nunca he sido un fan de esta serie pese a que, debido a la pasión que despierta, he intentado engancharme en ocasiones. Quizás no me ha atrapado debido a que siempre he visto episodios sueltos. Espero que esta vez, siguiendo la serie en el orden correcto, me enganche. El piloto ha sido entretenido y poco más.... ya veremos.

05 septiembre 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 4 de septiembre de 2004


Después de desayunar con María José decido que un poco de reposo me sentará bien. Puede parecer que aprovecho para descansar más de lo necesario. Nada más lejos de la realidad, actúo así por prescripción facultativa.
Aprovecho para enflaquecer la nutrida colección de “Babelias” y otros suplementos que he acumulado durante el último mes. También me queda tiempo para, en compañía de María José, acabar de ver la tercera temporada de “Sexo en Nueva York”.
Por la noche cena en casa de Iola y David. Llegamos pronto para poder jugar con Ona antes de que se duerma. En la terraza han preparado un banquete (ensalada de rúcula con bresaola y parmesano, tomate con mozzarela, huevas, anchoas, embutidos...). Todo está buenísimo. Al empezar a cenar unas gotas inoportunas nos han hecho creer que nos mojaríamos pero al final la noche es muy tranquila y en la terraza corre aire fresco. La sobremesa se alarga y vuelvo a casa convencido de que mañana tendré una resaca sensacional.
Nota delictiva: Hemos obligado a David a dejarnos las dos primeras temporadas de Friends que, a partir de hoy, se añade a nuestro amplio catálogo de series a visionar.

04 septiembre 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Viernes, 3 de septiembre de 2004


Me levanto pronto para desayunar con María José. Mi pié anda algo mejor que ayer pero aún soy capaz de exhibir un vistoso (y no exento de gracia) bamboleo parecido al que, en los últimos años, han lucido prácticamente todos los miembros de mi familia como rasgo distintivo.
Siguiendo el acuerdo que ayer cerré con la dirección delegada de Levi Pants hoy me quedo en casa. Mi estado no es preocupante y la ingesta bajo supervisión médica de calmantes evita el dolor, pero los traslados en transporte público son muy molestos y excesivamente largos para un organismo atormentado como el mío.

En casa, ya sólo y con el pie en alto, recupero el espíritu que me guió mientras trabajaba para la empresa más grande de este país: leo, dormito, escucho la radio, escucho música, juego con el ordenador, zapeo sin sentido por las televisiones... en la calle una tormenta impresionante me recuerda la suerte que he tenido pudiéndome quedar en casa.

Por la tarde, tras comer con María José, maratón de “Sexo en Nueva York”. Después de la larga sesión de hoy estamos a un paso de acabar la tercera temporada.

03 septiembre 2004

“Nota sanitaria: Mi válvula se cerró violentamente esta tarde, cuando el señor González me pidió que le sumara una columna de cifras. Cuando vio el estado en que su petición me precipitó, sumó el mismo, consideradamente, dichas cifras. Procuré no hacer una escena, pero mi válvula pudo más que yo. Por cierto que ese jefe administrativo podría resultar un fastidio”
Ignatius J. Reilly. “Diario de un joven trabajador o adiós a la holganza”. Escrito en un cuaderno Gran Jefe.


DIARIO DE UN OCIOSO
Jueves, 02 de septiembre de 2004


Tantos días de frenética actividad en Levi Pants han provocado, como era de esperar, tremendas consecuencias en mi organismo. El malestar acumulado durante las largas jornadas laborales se ha desplazado, por efecto de la gravedad, hacia mi pie derecho paralizándolo parcialmente. Mi imagen – apoyado en un paraguas para poder caminar – roza lo esperpéntico. Es por ello que, tras una corta pero productiva reunión con la dirección de Levi Pants, hemos decidido que mañana me quedo en casa para no dañar – todavía más- la imagen de la empresa.
No tengo, estos últimos días, demasiado tiempo para dedicarlo al ocio. De nuevo el visionado de series (“sexo en Nueva York” y “O.C.”) y la lectura (he acabado “El último catón” –entretenido y poco más-) han ocupado mi tiempo libre.
Tras el libro de Matilde Asensi me he reencontrado con Coetzee. Su “La edad de hierro” me ha cautivado desde la primera página.
Despedimos el jueves con una cena con los padres de María José en “La Chacha”. Hacía mucho que no nos veíamos y teníamos regalos pendientes. La vuelta a casa, a ritmo de paraguas, se convierte en un larguísimo paseo nocturno.

31 agosto 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 29 de agosto de 2004


La ilusión de vacaciones se desvanece con la misma facilidad con la que empezó. Hoy es el último día de las vacaciones de María José que, a falta de unas particulares, he adoptado como propias.
De nuevo el día, convencido de estar a la altura de las circunstancias, pone un gris telón de fondo para ambientar mejor el drama: mañana hay que volver al trabajo.
Hoy es un día perezoso, apático, desganado... tendríamos que apurar los últimos minutos que nos quedan de vacaciones con energía, intentando aprovechar cada segundo, apurando hasta el último minuto para hacer aquello que nos hemos demorado un mes en hacer... pero en vez de eso nos dejamos llevar por el ritmo que marca el cielo y nos movemos con lentitud, sin ganas. No apetece hacer nada especial, apetece apenas saltar de la cama al sofá. Hoy es un día triste.
Haciendo un esfuerzo salimos a dar una vuelta por el barrio, compramos el periódico y lo leemos en la terraza del “Black Horse”. Una cosa lleva a la otra y poco después estamos en el “Murivechi” haciendo una pizza.
Pero todo ha sido un vano intento de disimular la realidad. Hoy es el día que es y sus restos los malgastaremos dejándonos llevar por la dinámica que quizás no deberíamos haber abandonado.
También hoy se acaba una olimpiada que no he seguido tanto como me hubiera gustado pero que me ha proporcionado muy buenos ratos. Hoy es un día de finales y de despedidas, hoy es un día triste y ha sido una gozada disfrutar de él.

29 agosto 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 28 de agosto de 2004


Se acerca el final de las vacaciones que no he tenido. María José empieza a trabajar el lunes y la sensación de veraneo se desvanece poco a poco. El día gris y desapacible añade su granito de arena para que la sensación de final de fiesta se acentúe.
Decidimos sacudirnos la sensación de episodio final de “Verano azul” (con canción de el “Dúo Dinámico” incluida) y dedicamos la mañana a un intensísimo visionado de series (“O.C.” y “Sexo en Nueva York”) alternándolo sabiamente con siestas y ratos de lectura.
A la hora de comer bajamos hasta el “Agua” para comer un arroz. Mientras nos lo preparan, esperamos leyendo el periódico y disfrutando de la vista. El “A foreign sound” de Caetano Veloso, que me ha acompañado toda esta semana, suena en el hilo musical.
Al salir paseamos por la playa, hoy más vacía que de costumbre debido a las muchas nubes que llenan el cielo, y continuamos hasta casa.
Olimpiadas, siestas y lectura...
Al anochecer salimos a dar una vuelta por el barrio y acabamos en el FNAC. Al salir de él somos más pobres económicamente pero nos hemos enriquecido culturalmente (es una manera de justificar el consumismo como cualquier otra).
Por la noche, y ya en casa, intentamos ver una película pero acabamos atrapados por la apasionante final de voley femenino entre China y Rusia.
Ha sido un día estupendo... lástima que la canción del “Duo Dinámico” sigue sonando con insistencia.


CAETANO VELOSO
A foreign sound. Universal Music 2004

Nos guste o no, la música popular norteamericana ocupa un lugar destacadísimo en nuestra cultura musical. La hemos respirado en películas, series de televisión, musicales, discos y emisoras de radio y forma parte de nuestra vid y de nuestros recuerdos desde siempre.
“A foreign sound” es un homenaje a toda esa música, una colección de temas a los que Caetano Veloso añade su particular estilo. Temazos clásicos de Gershwin (“The man I love” y “Summertime”), Cole Porter (“So in love”), Jerome Kern y Otto Harbach (“Smoke gets in your eyes” popularizado por “The Platters” se mezclan con increíbles temas de factura más reciente como el “Come as you are” de Kurt Cobain, “it’s alright, ma” de Bob Dylan o “If it’s magic” de Stevie Wonder.
El resultado de aplicar la sabiduría musical de uno de los grandes a una buena materia prima es, casi siempre, un álbum espectacular. Los 23 temas de los que está compuesto este álbum sonaran en cenas y reuniones de amigos durante mucho tiempo. Jordi y Nuria me descubrieron esta maravilla, espero con estas líneas descubríroslo a vosotros.

DIARIO DE UN OCIOSO
Viernes, 27 de agosto de 2004


Suena la sirena en Levi Pants, una nueva semana laboral llega a su fin.
Cena en casa de Roger y Clara . Somos cinco (también ha venido Toni), la cena es en la terraza y el aire fresco garantiza una noche agradable. Guacamole, Muttabal, Burritos, ensalada griega... la propuesta de la noche es un placentero viaje gastronómico. Todo está buenísimo.
Como siempre que nos reunimos vuelven las historias sobre el mundo de la confección (en el que todos los que estamos sentados en la mesa hemos trabajado en un momento u otro) y sobre “Aquel que tu ya sabes” (protagonista de impagables anécdotas y fuente de todos los conflictos). También nos permitimos soñar sobre nuestro futuro.
Ha sido una buena noche.

26 agosto 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Miércoles, 25 de agosto de 2004


Si cada uno de mis días es un clon del día anterior, las noches también tienden a confundirse y mezclarse.
Martes. Cena con María José, Jordi R. y Nuria en “La Chacha”. Copas en “La Candela”.
Miércoles. Cena en casa de Olivia y Roberto. Una molesta lluvia (cuatro gotas pero muy inoportunas) nos impide disfrutar del jardín.
Ya ha pasado una semana desde mi cumpleaños y sigo recibiendo inesperados regalos: el “a foreign sound” de Caetano Veloso (arrebatador tras una primera escucha) y un libro de cocina (“100 recetas para quitarse el sombrero” de Abraham García) con el que espero aumentar mi repertorio culinario.
Mañana toca descansar (del trabajo y de la intensa vida social desplegada durante estos últimos días), aprovecharé para leer. He acabado “El enigma del cuatro” de Ian Caldwell y Dustin Thomason (muy entretenida) y he empezado “El último catón” de Matilde Asensi. Ya se sabe: los best sellers son para el verano.

24 agosto 2004

“Ignatius leyó con satisfacción lo que acababa de escribir. El Diario brindaba todo género de posibilidades. Podía ser un documento de actualidad, vital, real, un testimonio de los problemas de un joven.”
John Kennedy Toole. La conjura de los necios.


DIARIO DE UN OCIOSO
Lunes, 23 de agosto de 2004


Domingo. Me despierto pronto y preparo el desayuno que tomaremos en el balcón.
Poco después ya estamos en “Punta Prima” disfrutando de la playa.
El resto del día pasa lentamente entre siestas, ratos de lectura y olimpiadas en la tele (ciclismo en pista, voley playa y atletismo). Me gustaría quedarme aquí pero mañana tengo que trabajar. Volvemos a Barcelona.

Lunes. El día empieza cuando mi trabajo en Levi Pants llega a su fin. Hoy vamos a cenar en casa de Jordi R2. Tras subir los cinco pisos que separan la casa de Jordi de la calle, no estoy en mi mejor momento (María José no está mucho mejor). Poco después llega Xavi al que no hemos visto los últimos años.
El menú que Jordi ha preparado justifica el esfuerzo invertido en la escalada desde la calle, el olor del pan (de calabacines y cebolla) sólo es un aviso de lo que viene después: sopa de melón, bacalao con tomate confitado, piñones y pasas y helado casero de frutas del bosque con mascarpone (todo delicioso).
Si algún día Jordi deja el mundo de la confección de pantalones siempre encontrará un lugar en la restauración.
Un buen güisqui de malta (del que consumimos más de lo que la prudencia aconseja) acompaña la sobremesa.

23 agosto 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 21 de agosto de 2004


Estoy de nuevo sumergido en un fin de semana de vacaciones, cada segundo tiene un valor incalculable. Pese a eso nos levantamos tarde, desayunamos tranquilamente y, sin prisas, partimos hacia S’Agaro.
Llegamos poco antes de la hora de comer y en la pescadería compramos la comida. Al salir llevamos un pequeño tesoro en una bolsa de plástico.
Nos damos un pequeño festín rematado con una siesta sensacional. Después de la siesta nos damos un baño en punta prima. El viento nos obliga a volver a casa.
Nos encontramos a Benito (el ex presidente del Club que parece haber hecho un pacto con el diablo porqué está exactamente igual que hace 20 años) y a Carles (el actual presidente) y nos invitan a la fiesta de esta noche de la que no teníamos noticia.
La fiesta del Club... han pasado muchos años desde la última a la que asistí. Al llegar tengo la sensación de que el tiempo, en una de esas bromas que suele gastarnos, decidió detenerse en un día de agosto de hace muchos años. Durante la noche, amigos y conocidos, intentarán resaltar los grandes avances que la fiesta ha tenido durante mis años de ausencia... nada más alejado de la realidad.
Las raciones de la cena están contadas y nosotros nos hemos apuntado a última hora... pero la providencial ausencia del “mosen” (toda una institución fuente de múltiples anécdotas) pone en nuestro plato el sustento necesario para esta noche.
La fiesta (poco más que una cena de fin de verano con baile posterior) transcurre placidamente. Rodeado de los amigos de siempre (aunque no están todos) me siento como en casa. En la mesa somos muchos: Anna, Jaume, Neus, Andreu, David, Nuria, Carles, Montse... y, de tanto en tanto, Pau, Claudia y Martí, la nueva generación, se dejan caer por la mesa de los “viejos”.
En varios momentos de la noche me dejo llevar por la nostalgia de otras fiestas, de otras noches, de otros veranos.
Volvemos a casa, después de echar una mano a la hora de recoger, caminando. Es tarde cuando nos metemos en la cama.