DIARIO DE UN OCIOSO
Miércoles, 16 de septiembre de 2009
Siguen mis viajes a la biblioteca y poco a poco voy eliminando títulos de mi –hasta ahora inamovible o en todo caso creciente– lista de lecturas pendientes.
Acabo “Lo seco y lo húmedo” de Jonathan Littell y me lanzo con avidez (las críticas que leí en su día lo ponían muy bien) sobre “El gran calentamiento” de Brian Fagan. Después de un largo periodo dominado por la ficción apetece un poco de historia.
Cuando, hace poco más de un año, leí “Las Benévolas” una de las cosas que más llamó mi atención fue lo bien construido que estaba el personaje de Maximilian Aue – el oficial de las SS protagonista de la novela - . No sólo resultaba literariamente efectivo sino que además resultaba totalmente creíble. Ahora sé que para crearlo Littell se sumergió en la literatura fascista y en su particular lenguaje.
“Lo seco y lo húmedo” es un pequeño ejercicio teórico sobre este lenguaje. Littell parte de los escritos de Leon Degrelle (fascista belga asimilado a las SS), sobretodo de “La campaña de Rusia” y de las tesis expuestas por Klaus Theweleit en “Mannerphantasien” para elaborar un estudio sobre el lenguaje fascista.
A través de las palabras de Degrelle y de la iconografía presente en las fotografías, Littell analiza la teoría del fascismo que propone Klaus Theweleit para acabar hablando del fascismo en general y de la fascinación por la violencia. El horror, como en “Las Benévolas” está mucho más cercano de lo que sería deseable.
A pesar de que en algunos momentos es difícil de seguir (el psicoanálisis nunca ha sido una de mis pasiones) la lectura resulta fascinante. Es ese tipo de fascinación que provoca mirar al abismo e intentar entender.
16 septiembre 2009
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