28 abril 2005

DIARIO DE UN OCIOSO
Miércoles, 27 de abril de 2004


Después de mucho pensar María José y yo hemos decidido abandonar nuestro pequeño piso en Barcelona y trasladarnos a Graceland (Graceland, la propiedad que hemos apalabrado comprar, está ubicada en una ciudad vecina conocida como l'H). Se inicia un periodo de no pocos dolores de cabeza hasta que consigamos fijar nuestra residencia allí.
Cena en casa de Jordi R2. Tambien están Xavi y Nuria. Sigo pensando que Jordi tendría que dejar el mundo de los pantalones y dedicarse a la restauración (estoy seguro que es un trabajo mucho más agradecido). Sus "muffins"(perdón, madalenas)para acompañar la ensalada, su pollo y sus "coulants" (¿se escribe así) fueron causa de un aumento de la felicidad de los cuatro afortunados que pudimos disfrutar de su cocina. Espero que, aunque abandonemos el barrio, este privilegio se siga produciendo de una manera regular.

26 abril 2005

DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 24 de abril de 2005


Me despierto... silencio... me vuelvo a dormir. He dormido muy bien. Nos levantamos y bajamos a desayunar. Parece no haber nadie del hotel despierto así que leemos un rato en la terraza junto a otros huéspedes. Las nubes que ayer nos dejaron sin puesta de sol parece que hoy también nos acompañarán.
Aparece Pere, - me matareis... me he dormido – , se disculpa y nos prepara el desayuno frente al mar.
El día sigue nublado, abandonamos nuestras playeras esperanzas y nos entregamos a una ruta turística.
Cala Xarraca
Santa Agnes de Corona, “Days like these”, San Mateu d’Albarca, “En un mercedes blanco”, Sant Miquel de Balansat, “Desde aquí”, Port de Sant Miquel de Balansat, “Chambre avec vue”, Santa Gertrudis de Fruitera, “La primavera trompetera”, Sant Llorenç, “Por que te vas”, Balàfia, “Elegía”, Sant Carles de Peralta, “sunny”, Cala de Sant Vicent, “Fly me to the moon”, Sant Vicent de Sa Cala, “Smokin’ the hive”, Santa Eulària des Riu, “No tengo novia”, Es Canar, “let it be me”, Cala Martina... campos, playas, acantilados, pequeñas iglesias carretera, ovejas, canciones, árboles y, de fondo, siempre el mar. Ibiza, esta Ibiza sin chanclas que esta mañana estamos descubriendo, me encanta.
Cala Martina. Terraza con vistas
En Cala Martina, en un chiringuito a escasos metros del mar, comemos con los pies descalzos sobre la arena. El sol, esquivo toda la mañana, ha decidido unirse a nosotros y nos acompaña durante la comida. Hace mucho viento pero se está de lujo. Cuesta describir el privilegio que supone poder comer aquí. La lista de restaurantes que había confeccionado en Barcelona tras consultar unas cuantas guías ha sido vencida por una ensalada de chiringuito de playa, por un rato de sol, por el rumor del mar y por unas vistas sensacionales. Tras la comida llegan los cafés que alargamos hasta que el viento nos obliga a abandonar nuestra privilegiada mesa.
María José en Cala Martina
Volvemos sin prisas, parando en pequeñas calas, perdiéndonos por carreteras que no aparecen en el mapa que encontramos en el coche, con las ventanas abiertas, gozando de cada momento.
Ya en el Hotel nos instalamos en la terraza. Hoy parece que si que se podrá disfrutar desde aquí de una puesta de sol impresionante, desgraciadamente no estaremos aquí para verlo. Leemos un rato y finalmente nos despedimos de Pere agradeciéndole su hospitalidad. Camino del aeropuerto bajamos hasta Es Cubells para despedirnos del mar.
Antes de devolver el coche tenemos que rellenar el depósito - ¿gasolina o gasoil? – por más que damos vueltas al coche no encontramos ninguna pista que nos decida. En la gasolinera tampoco se mojan. El tiempo se nos echa encima. Decidimos dejarlo así. Nervios. Llegamos al aeropuerto en el mismo momento en el que anuncian la salida de nuestro vuelo. Más nervios. Ventanilla de facturación, la tarjeta de embarque queda atascada, cola en el control de la policía y, finalmente, embarcamos y salimos justo después de sentarnos. Nos volvemos a relajar.
Volvemos a casa. No tenemos la impresión de haber salido ayer de allí.

25 abril 2005

“No creo que fuera chatarra cósmica”
Anónimo. Conversación robada en la terraza del Hostal La Torre. 23 de abril de 2005


DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 23 de abril de 2005


Suena el despertador, lo paro, me levanto y – antes de entrar en la ducha – enciendo la radio. No encuentro las noticias que suelen acompañar mis madrugones y en su lugar escucho a Mara Torres y su “Hablar por hablar”. Son las 3:30 de la madrugada.
María José también se levanta y, venciendo el sueño que nos domina, conseguimos salir a la calle.
Mientras esperamos un taxi que no llega vemos pasar noctámbulos derrotados, fiestas portátiles, fines de noche con pocas alegrías, caras resplandecientes de felicidad, pasos vacilantes sin rumbo fijo... nosotros estamos ahí, en medio de un mundo que hoy nos es ajeno, mirando con ojos de extraño, viendo lo que normalmente – por estar inmersos en la “acción” somos incapaces de ver.

Al final llega el taxi que los lleva al aeropuerto. Hoy es Sant Jordi (felicidades a los muchos que suelen aparecer en este diario) y en el mostrador de “Vueling” nos regalan una rosa y un libro (“Cuentos de los Mares del Sur” de Stevenson). “Vueling”, la compañía que hoy nos llevará a Ibiza, cada día me gusta más: son baratos, eficientes, amables y puntuales, volar con ellos es muy fácil.

Llegamos a Ibiza a la hora prevista (poco antes de las 7 de la mañana) y recogemos el coche de alquiler: un cantón Ford Fiesta de color verde pistacho. El coche tiene reproductor de cd’s y hemos venido preparados, nuestros recorridos por la isla tendrán banda sonora propia. Los Hermanos Dalton, La Buena Vida, Randy Travis con Clint Eastwood, Sergio Makarof, Los Flechazos, Elvis, Cooper, Sinatra, Radio Futura, Ismael Serrano, Los Delinqüentes, Kiko Veneno, Bebo Valdes y “El Cigala”, Henry Salvador, El Niño Gusano, Ataque 77, Cielo, Aidan Bartley, Tino Casal, Bebe, Le mans, Los Secretos, Catherine, The Divine Comedy... serán nuestros compañeros de viaje.

puerto de Eivissa
Vemos salir el sol desde la parte alta de Eivissa y después tomamos un café en una cafetería.
Vamos hasta Sant Antoni y visitamos el mercado. María José consigue unas abarcas rojas y yo una bolsa de deliciosas aceitunas.
En la terraza de la “Cantina Portmany” hacemos una cervecita. El sol empieza a apretar y sólo son las 9:30 (pero hace ya seis horas que nos hemos levantado). Nuestro reloj biológico está agradablemente desajustado y, a la hora del desayuno, apetece un aperitivo. Leo “Los amigos del crimen perfecto” de Andrés Trapiello y escribo un rato.
San Rafel, Santa Eularia, Cala Llonga, cervecita frente al mar y vuelta al coche. Carreteras bordeadas por árboles, canciones cantadas a dos voces... las vacaciones vuelven a asomar su placentera y añorada rutina.

En Sant Rafel paramos para comer en “Es Tancó” (Av. De Isidoro Macabich, 9 Tel. 971198599). Calamares, fiduà... todo muy bueno.

Las muchas horas que llevamos en pié empiezan a pasar factura, necesitamos descansar.
Hostal La Torre Hemos reservado habitación en el Hostal La Torre. (Urb. Cap Negret, 25. Sant Antoni de Portmany. Tel. 971342271). El Hostal es fabuloso. Ubicado sobre un acantilado, frente al mar, tiene dos terrazas impresionantes. Buena música, amabilidad, estaremos mejor que en casa. Desde la habitación (es sencilla pero bonita) vemos el mar, el sueño nos vence...

Me despierto, María José seguirá descansando un ratito más y mientras yo bajo hasta la terraza. Elijo mesa frente al mar y escribo un rato – suena la “Penguin Café Orchestra” – mientras disfruto del mar, del calor del sol, de este momento de vacaciones.
La ciudad empequeñece en el retrovisor – cada vez más rápido – hasta que al final se pierde en el horizonte.
El sol baja, María José se une a mi bienestar, nos rodean conversaciones imposibles protagonizadas por mentes seriamente dañadas por el abusivo y continuado consumo de drogas de todo tipo durante los últimos 30 años (hablan de meteoros, de la vida, del horóscopo... y todo está mezclado). puesta del sol desde el Hostal La Torre

Estar aquí es toda una experiencia. Decidimos continuar viviéndola hasta que el sol se ponga a ritmo de chill out. Al final las nubes nos roban la espectacular puesta del sol que nos habíamos prometido. No importa. Cenamos en el comedor, delante del mar, y hablamos con Pere que nos cuenta historias de la isla y nos deja un libro con fotos que nos animan a mañana hacer un poco mas de turismo.
Nos vamos a dormir pronto. El día ha sido larguísimo.

20 abril 2005

DIARIO DE UN OCIOSO
Miércoles, 20 de abril de 2005


Parece ser que el tiempo es inmutable, que un segundo siempre dura lo mismo y que todas las horas – absolutamente todas – tienen exactamente la misma duración. ¿Es realmente así? Yo creo que no – es una idea personal sobre la que pienso trabajar en el futuro y a la que pienso dedicar (si fuera o fuese necesario) parte de mi precioso tiempo de ocio-. Pienso que detrás de todo hay una gran mente perversa que acelera el tiempo o lo ralentiza siguiendo criterios contrarios a nuestro bienestar. Se me puede acusar de poco científico, de “tío teorías conspiratorias”, de no darme cuenta de que eso se debe a apreciaciones subjetivas... pero yo sigo pensando que el día que pille a ese cabrón que acelera el tiempo cuando menos me interesa le voy a cantar las cuarenta.

Lunes. Me levanto pronto desayuno con María José y nos reunimos con Jordi R3 para ver un piso (es el mismo que nos gustó pero no lo suficiente). Visto con nuevos ojos no está nada mal, de nuevo vuelven las dudas, los planos encima de la mesa, las largas conversaciones, los planes de futuro, la posible ubicación de la nevera de Coca-cola, el nombre del perro...
Acabo “Devoradores de cadáveres”. Entretenido. Empiezo “trenta-dos morts i un home cansat” de Lluís Llort y, desde la primera página, me atrapa su prosa directa y limpia.
(Levi Pants)
Al llegar a casa – es muy tarde – María José me tiene preparada una cena estupenda.
Martes. Desayuno con María José y escribo un rato en el ordenador.
(Levi Pants)
Reaprovisiono la casa, voy a la biblioteca, devuelvo cd’s y leo un rato mientras espero a María José. Juntos vamos a ver un piso en el barrio. Grande, con una terraza increíble, luminoso... carísimo y con demasiadas cosas por hacer (cocina, baño, techos, pintura...). No será nuestra casa. Vuelta a casa, “Nip-Tuck” se retrasa. Lo grabamos y leemos un rato.
Miércoles. Me levanto, preparo el desayuno, desayuno con María José y parto con destino a la ciudad vecina.
(Levi Pants)
Me hago socio de un video-club que tiene cosas diferentes y cojo “Atrapados en el hielo”, el documental del libro de Caroline Alexander sobre la expedición de Shackleton a la Antártida, mañana lo veré.
Escribo este diario y paro para hablar con un vecino.
Llega María José, hablamos de pisos. Nos vamos a cenar con Alberto, Esther, Marta y Enric al “Panyvino”.

Lo que decía al principio. El tiempo se acelera o se contrae según leyes que no puedo dominar.

19 abril 2005

DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 17 de abril de 2005


Sábado. Mañana de compras. Entre los objetos adquiridos destaca un nuevo video Vhs (mucho más barato que la reparación del anterior). Aprovechamos para pasear.
Estamos cansados. Volvemos a casa, comemos y nos entregamos a la siesta de la semana.
El resto del día – único festivo para mí esta semana – lo paso con María José en casa (entre otras actividades vemos un “CSI Las Vegas” que teníamos grabado. Por desgracia tiene segunda parte que, no podía ser de otra manera, no tenemos).

Domingo. El Sr Levi ha decidido organizar una fiesta para clientes y proveedores. Los trabajadores también estamos invitados a participar... como parte de la organización y trabajando. Alta participación, clientes contentos, buen día y más de 10 horas de trabajo por la patilla (total es una fiesta): el sueño de todo ocioso hecho realidad, soy un tipo afortunado.
María José me ayuda a recuperar fuerzas con una cena tempranera en el “Panyvino”.

17 abril 2005

DIARIO DE UN OCIOSO
Viernes, 15 de abril de 2005


Jueves. Salgo de Levi Pants, abandono la ciudad vecina y – ya en Barcelona me encuentro con Jordi P. en el “Seanconnery”. El “Seanconnery” realmente se llama “Bar Bodega Córcega” (c/ Córcega 479 Tel. 934577793) y durante muchos años fue el destino de muchas de nuestras cenas. Ahora hacía mucho tiempo que no pasábamos por aquí pero – por suerte – todo sigue igual: tapas buenísimas, amabilidad, cerveza y buen café.
Como antaño somos los últimos clientes en abandonar el local. Tiempo de hablar de los viejos tiempos con los propietarios y salir a la calle con una extraña sensación de plenitud (no sólo física).
Empieza en este punto una larga peregrinación por extraños bares llenos de extrañas gentes. “Almodo-bar” (huimos de un ambiente nada apacible), “Sona bé” (grandes partidas a una máquina de Trivial), “El Venecia” (nos dejan en la calle con los restos de nuestras bebidas en un vaso de plástico) y – finalmente y como viene siendo costumbre – el “Papillón” (donde nos cruzamos con lo peor de cada casa).
Cerramos la noche con sensaciones gratas ya vividas años ha.

Viernes. Por la mañana paso por la biblioteca a conseguir nuevas maravillas (Vinicius de Moraes en la Fusa – con Toquinho, María Creuza y María Bethania –, el “Cositas Buenas” de Paco de Lucía, el “Bridge Over Troubled Water” de Simon and Garfunkel y un libro “Trenta-dos morts i un home cansat” de Llort).
Después del obligado y nada agradable paréntesis laboral vuelvo a Barcelona. Hoy es el cumpleaños de mi madre y lo celebramos con una cena “sorpresa” en el restaurante “Languedoc Roussillon” (Pau Claris, 77 Tel. 933010498). A la familia (mi padre, Eli, Cesc, mis tíos, Anna, Marta y María José) hoy también se unen buenos amigos (Pepita, Digna, Amelia, los “primitos”, los “padrinets”, Ramón y Salud.
Nos han reservado la parte de arriba y a la comodidad que supone tener un amplio salón para nosotros se añaden unos platos deliciosos y un servicio muy amable.
También es el aniversario de mis padres (38 años más) y lo celebramos con un pastel. Regalos, fotos de grupo, besos, emociones y abrazos... son más de las dos cuando volvemos – agotados – a casa.

14 abril 2005

“Pero es en el siglo XIX cuando las representaciones de tiempo se modifican. Los románticos, en lugar de valorar la inactividad como algo detestable, la consideran una oportunidad única para dedicarse ya no a la contemplación divina sino a la introspección (...) En este contexto, el burgués, además de ser el más rico ( quien controla los medios de producción desde el materialismo histórico) es aquel que tiene la posibilidad de disponer de su tiempo.”
Glòria Soler. En busca de la ociosidad. Cultura/s de “La Vanguardia” 123


DIARIO DE UN OCIOSO
Jueves, 14 de abril de 2005


En mi afán por consumir productos culturales (libros, discos, dvd’s...) me he dejado llevar – la culpa es del Fnac - por el afán parejo de poseerlos. Inmerso en esta dinámica había olvidado la existencia de las bibliotecas.
Decido apuntarme a la biblioteca del barrio con la intención de encontrar libros descatalogados que hace tiempo que busco y de abandonar – o al menos reducir – la acumulación innecesaria (pero, he de confesarlo, placentera) de libros y cd’s.
Mi primera búsqueda (“El peor viaje del mundo” de Apsley Cherry-Garrard) da como resultado un fracaso parcial. Tendré que ir a buscar el libro en una biblioteca del otro extremo de la ciudad. Para resarcirme del sinsabor me voy a la sección de música y encuentro el último disco de “Franz Ferdinand”. Cojo también una guía de viajes que me servirá para preparar nuestra próxima salida de fin de semana y otro disco (la banda sonora de “Good Morning Vietnam”). Precio total de la adquisición: 0 Euros.

Durante los últimos días Levi Pants ha dejado poco tiempo para el ocio. Series de televisión (“Seinfeld”y los primeros capítulos de “Urgencias”) y un poco de lectura han sido los encargados de consumir este bien tan preciado y, por desgracia, tan escaso.

Acabo “Vaig creure que el meu pare era Déu” de Paul Auster. Es una recopilación de las historias que los oyentes del programa “Weekend All Things Considered” enviaron al autor. Historias reales , fragmentos de vida explicados por sus protagonistas, fotografías de una nación en diversos momentos de su historia... su lectura es muy agradable. Algunas historias despiertan una sonrisa, otras una profunda emoción. Hay historias tristes, alegres, intrascendentes, sorprendentes, incluso mágicas.
Hora de entregarse a un Best seller. “Devoradores de cadáveres” de Michael Crichton servirá.

12 abril 2005

DIARIO DE UN OCIOSO
Lunes, 11 de abril de 2005


Hoy es el cumpleaños de María José y – desde el primer minuto – intentamos entre los dos que, pese a ser un día de trabajo, sea un día especial.
Desayunamos juntos y salimos a dar una vuelta por el barrio hasta que se tiene que ir a trabajar con el pastel que hicimos ayer en la mano. La mañana ha pasado volando pero, hemos estado juntos y hemos podido celebrarlo.

DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 10 de abril de 2005


Playa de Sant Sebastià. Barcelona Me levanto tarde, desayunamos sin prisas y dejamos pasar el resto de la mañana sin actividades destacables. Hoy toca descansar y nos entregamos con pasión a la actividad del día.
Hace sol y apetece calle. Paseamos hasta el mar y – en el Pato Pekín (calle de la Marina 16-18 Tel. 932254111) – comemos con el Puerto Olímpico de fondo. El viento mueve las palmeras, la vista es un regalo.
Volvemos caminando junto al mar. Pese al viento hay ganas de playa y la arena se llena de gente buscando las primeras raciones de sol del año.
Siesta, regalos para María José (mañana es su cumpleaños) y – a cuatro manos- preparamos un pastel de chocolate.

11 abril 2005

DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 9 de abril de 2005


Me levanto pronto, me ducho, voy a comprar pan, preparo el desayuno, despierto a María José, desayunamos, voy a comprar vasitos de plástico, nos encontramos con Toni T. delante de la Catedral y salimos con destino a “Casa Joan B”. casa Joan B
“Casa Joan B”. está lejos. Una persona menos optimista que yo diría que está muy lejos. Por el camino Toni T. y yo hablamos y María José recupera horas de sueño perdidas.
Por el camino nos adelantan Jordi M. y Mónica y continuamos el camino juntos.
El año pasado celebramos en “Casa Joan B.” una reunión con los compañeros de la empresa de pantalones (Pantalones Gordo) que nos acabó despidiendo a todos. Decidimos repetirlo y al final, después de muchas altas y bajas en la alineación titular, seremos 18 adultos, tres niños (más uno en camino) y un perro. Pronto llegamos todos y empezamos a preparar el fuego donde haremos los calçots. Muchas risas después –debido a nuestra poca pericia en el manejo del fuego – conseguimos una hoguera decente. Pero no será hasta la aparición de Jordi B. Jordi B. trabajando
(maestro “calçotero”) que la cosa empezará a funcionar realmente.
Mientras todos los demás nos dedicamos a mirar, a probar el vino y a dar consejos sobre temas que desconocemos totalmente, Jordi prepara los calçots, cuida la hoguera, prepara la butifarra, la cocina en las brasas, se ahuma, llora cuando el humo le ciega totalmente, prepara el cordero, lo cocina en las brasas... es nuestro héroe y, pese a eso, no se lo reconocemos y le hacemos trabajar todavía más.
Pese al frío, hacemos el aperitivo y comemos los calçots en el prado que hay delante de la casa. Hace viento pero el sol calienta y se está bien. La salsa – preparada calçots
por Julia – está buenísima. Intento llevar la cuenta de los calçots que degluto pero, debido al vino ya ingerido, me pierdo y no puedo aportar este dato que – sin duda – aportaría valor añadido a esta crónica.
Decidimos comer la carne en la casa. Risas, viejas historias... me gusta volverme a encontrar con ellos y espero que sigamos siendo capaces de encontrar momentos para disfrutar juntos pese a que ahora ya no trabajamos en la misma empresa.
Rubén tiene que irse pronto y decidimos apuntarnos. Durante el viaje de vuelta María José recupera horas de sueño perdidas.
Una vez en Barcelona nos despedimos de Rubén y nos acercamos a la clínica donde Lucas nació ayer. Llegamos apestando a humo, a calçots y a campo pero, pese a eso, nos dejan entrar. Yoli se encuentra bien, Rafa está muy contento y Lucas es todo un campeón (3 kilos, 800 gramos). Estamos un ratito con ellos pero – un poco avergonzados por el olor que se empieza a extender por toda la clínica – volvemos a casa.
Vemos “El Bosque” (fantástica, me gusta mucho) y a dormir. El día ha sido muy largo.

10 abril 2005

DIARIO DE UN OCIOSO
Viernes, 8 de abril de 2005


Salgo de Levi Pants antes de lo que es habitual. Cojo el metro para alejarme de la ciudad vecina y en Barcelona el tren para ir hasta la Estación de Sants. Allí, en el hotel que se alza justo encima de la estación, los compañeros de trabajo de mi madre han organizado una cena sorpresa para ella con motivo de su próxima – el viernes que viene – jubilación.
Pese a las carreras por los pasillos del metro me pierdo su entrada triunfal en el Hotel pero cuando llego todavía está emocionadísima.
En el salón en el que se celebra la cena somos casi 100. La noche se llena de emociones: homenajes, canciones, regalos de alto valor sentimental y otros más prácticos (un viaje con el que empezar a disfrutar del tiempo libre que ahora le sobrará), abrazos, besos...
En quince días mi madre dejará de tener relación laboral con la empresa para la que trabaja... muchos años de dedicación, buenos y malos momentos, alegrías y disgustos... y una noche inolvidable. Es una suerte poder compartirla con ella y poder ver como se emociona con las muchísimas muestras de sincero afecto que sus compañeros – muchos de ellos ya amigos – le brindan.
El sentimiento – me lo decía hace unos días – es agridulce. Por un lado está cansada y ve la jubilación como una liberación... pero sabe que también echará de menos los buenos momentos y la relación con gente más joven que ella que tantas energías le ha aportado durante los últimos años.
Vuelvo a casa con María José contento de haber podido estar hoy con ella y de haber visto lo mucho que se le quiere.

07 abril 2005

DIARIO DE UN OCIOSO
Lunes, 4 de abril de 2005


6:30 am , suena el despertador. María José me deja dormir mientras se ducha. Nos reencontramos con el buffet de desayuno del hotel (Hesperia-Zubialde. Camino de la Ventosa, 34 944008100) y regresamos a Barcelona.
Ha llegado el momento de volver a la rutina después de unas vacaciones (¿han sido realmente sólo dos días?) fantásticas. En el aeropuerto, mientras esperamos el embarcar en el avión, María José duerme a mi lado. Me gusta mucho viajar con ella.

06 abril 2005

DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 3 de abril de 2005


Me despierto, miro por la ventana y veo – con regocijo – que hoy nos acompañará el buen tiempo. Bajamos a desayunar y nos dejamos llevar por las muchas maravillas que desde la pasarela panorámicanos ofrece el buffet del hotel. Anne nos ayuda a elegir nuestro destino de hoy. Con el tren nos acercamos a Neguri y paseamos junto al mar hasta el viejo “puente trasbordador” (una maravilla de la ingeniería) que nos cruza hasta Portugalete. Subimos a la pasarela panorámica (la vista vale la pena) y después paseamos hasta Santurce. Nuestro pies dicen basta y un barco nos cruza al otro lado de la Ría. En la playa de Ereaga la gente toma el sol de espaldas al mar. Acostumbrados a lo contrario la situación es muy extraña (yo siempre he tomado el sol con los ojos fijos en el azul del mar y darle la espalda se me hace muy difícil). En la privilegiada terraza del bar “la Ola” (Playa de Ereaga Tel. 944601568) tomamos un par de tapas que nos servirán de comida y leemos el periódico (hoy más voluminoso que de costumbre debido al suplemento especial Juan Pablo II que hace meses estaban preparados para publicar). Hace sol y la temperatura es de más de 25º, no es lo que esperábamos encontrar pero el cambio no decepciona en absoluto. Cruzamos las empinadas calles del puerto viejo de Algorta y volvemos al hotel. Necesitamos una larga siesta para recuperar las fuerzas agotadas en los largos paseos de la mañana.
Guggenheim de noche restaurante Abaroa
Es casi la hora de cenar cuando volvemos a la calle. Cenamos en el Abaroa (Plaza del Museo, 3 Tel. 944249107) y nos despedimos del Guggenheim donde la instalación de Yamagata llena de reflejos el cielo de Bilbao. Junto al museo un videomatón permite enviar un mensaje (con video y audio) por email. No nos podemos resistir y probamos el invento (1 euro). Antes de volver al hotel en tranvía hacemos unas cuantas fotos nocturnas. Un paquete de Marlboro se convierte en nuestro improvisado trípode.

05 abril 2005

DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 2 de abril de 2005


Suena el despertador a una temprana hora en la que, en un fin de semana normal, solemos acostarnos. Vuelvo a tener la misma sensación agridulce que – hace ya muchos años- me provocaban los madrugones que precedían a una excursión. La excitación por la aventura – como entonces – vence al sueño y a las ocho de la mañana nuestro avión aterriza en el aeropuerto de Bilbao. Verde por todas partes y olor a tierra mojada son los primeros embajadores que nos asaltan mientras esperamos al bus que nos acercará al hotel (moderno, funcional, muy cómodo) que, gracias a las gestiones de Laura, será nuestro campamento base mientras dure nuestra estancia aquí.
Llegamos muy pronto y la mayoría de clientes aún no han bajado a desayunar... pero somos unos enchufados y conseguimos una habitación y podemos dejar los trastos en ella.
La primera vez que vinimos a Bilbao fue hace once años y los cambios que ha experimentado la ciudad son el principal aliciente para volverla a visitar. Si entonces nos gustó mucho, ahora – con la cara lavada – estamos seguros que disfrutaremos de la estancia.

Paseamos hasta el Museo Guggenheim por la orilla de la ría. Donde antes habían muelles abandonados y una zona industrial vieja y gris, ahora podemos disfrutar de un fantástico paseo. Al fondo, el fabuloso Museo Guggenheim edificio del Museo, nos atrae como un faro que guía nuestros pasos. Llegamos al Museo un par de minutos antes de que abran las puertas y somos de los primeros en entrar. Contrariamente a lo que esperaba no hay demasiada gente. Lo había visto en fotos y reportajes pero aún así el edificio consigue impresionarme. Pese al día nublado, la luz natural llena todos los espacios y, a esta hora – todavía con poca gente caminando por las salas – es un placer deambular por el interior. Primero visitamos la exposición de Yves Klein (que actuó como detonante para decidirnos a visitar Bilbao). Disfruto al reencontrarme con su obra aunque la muestra no es más completa que la que pude ver hace unos años.
La exposición sobre el Imperio Azteca resulta, por el contrario, algo decepcionante. Su presentación es más que cuestionable (poca información, carteles que no se pueden leer, carteles que sólo pueden ser leídos por contorsionistas de gran habilidad, grandes plafones informativos que se vendieron la información que tenían que dar por un plato de estética, ridículos espacios vacíos, des-iluminación desconcertante... ). No obstante, alguna de las obras – creadas sin duda por consumidores habituales de todo tipo de potentes substancias psicotrópicas – merecen la visita. La desesperación que la ineptitud de alguno de los responsables de la muestra causará con toda seguridad al visitante puede resistirse gracias a la riqueza de alguna de las piezas.
Seguimos descubriendo rincones del museo y discutiendo sobre arte. La muestra de la colección permanente – toca informalismo y expresionismo abstracto – también provoca una encendida tertulia sobre el arte y sus límites.
Las obras “estrella” del Museo también ocupan nuestro tiempo. “Snake” de Richard Serra y “installation for Bilbao” de Jenny Holzer son, con razón, uno de los atractivos añadidos que ofrece el Guggenheim.
Llevamos más de cuatro horas caminando sin parar. Es hora de buscar un sitio con comer. Al salir “Puppy” de Jeff Koons entretiene (como la estrella mediática que es) a las masas de posadores que a sus pies protagonizan el remake de “yo también estuve allí”.

El “Café Iruña” (Jardines del Albia, Tel. 934237021) se convertirá en el reposo de nuestros cansados pies y en la mesa donde aplacar nuestra hambre. Pisto, pimientos rellenos de bacalao, un más que generoso entrecot y una tarta casera son devorados en pocos minutos. María José y yo seguimos hablando de arte y de lo mucho que ha cambiado la ciudad.
Volvemos al hotel que está – se me ha olvidado decirlo – junto a San Mamés, en tranvía. Ya en la habitación, y a un minuto de coger el sueño, llaman a la puerta. Un detalle de la dirección del hotel (gracies Laura), una bandeja de fruta cortada que nos servirá para merendar cuando despertemos de la siesta. Campo Cuántico x3. Hiro Yamagata (interior)
El metro, también nuevo para nosotros, nos acerca al casco viejo. Callejeamos (esto no ha cambiado demasiado), entramos en tiendas modernas, volvemos a callejear, volvemos al Guggenheim, visitamos la instalación “Campo Cuántico x3” de Hiro Yamagata. De nuevo el arte como espectáculo. Ni mejor ni peor, es el arte – epatante - con el que nos ha tocado convivir.

Oscurece, empezamos a buscar un lugar donde cenar. Las primeras opciones fallan (demasiada gente, locales cerrados...) y al final – después de caminar un buen rato – recalamos en el bar “Oriotarra” (Blas de Otero, 30). Sus pinchos son impresionantes (brandada de chipirón con queso gratinado, bacalao con gulas en pan de cebolla, cabeza de jabalí picante, cazuelita de pimiento con huevo de codorniz y chorizo...).
Un café en la cafetería del hotel nos ayuda a hacer balance de una jornada tan agotadora como provechosa. En la calle, junto al estadio, el botellón se convierte en nuestro hilo musical para preparar el sueño.

01 abril 2005

DIARIO DE UN OCIOSO
Viernes, 1 de abril de 2005


Jueves. Róbert (así, con acento en la o), tras un par de meses de trabajo en Levi Pants, ha decidido que el mundo de los pantalones no es el mejor sitio donde invertir una vida. Su sabia decisión merece una cena de despedida. Los organizadores, sin pensar demasiado, deciden que el mejor lugar para celebrar el acontecimiento es el bar gallego de la ciudad vecina que tuve la "fortuna" de visitar hace algunas semanas.
Cena, risas y conversaciones en torno al mundo de los pantalones (cuando los pantaloneros nos reunimos somos incapaces de hablar de otro tema) consiguen ocupar el hueco que la comida - escasa - ha dejado.
El parroquiano que se nos unió la última vez que cené aquí aparece a su - supongo- hora habitual y, como si fuera parte de una liturgia esotérica, se incorpora de nuevo al grupo aportando historias poco interesantes y aún menos edificantes.
Se remata la noche en un garito cercano. A una hora poco prudencial protagonizo una de mis ya tradicionales desapariciones nocturnas y decido volver a casa.