07 noviembre 2005

DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 6 de noviembre de 2005


Sábado. Desayuno con María José en el exterior de Graceland. Necesitamos gafas de sol para poder enfrentarnos a los primeros rayos que calientan nuestro, cada vez mas lleno de plantas, patio.
Mientras María José se emplea a fondo en el mantenimiento de la nueva vegetación que amenaza con hacerse con el poder, yo me voy a comprar al mercado. Es pequeño y no lo conozco demasiado pero poco a poco me voy haciendo con él.
Por la tarde, y después de siestas e indecisiones varias, decidimos ir hasta los Icaria con el coche que nos dejaron hace un par de meses y que aún nadie ha reclamado. Aparcamos en la puerta y, tras mucha cola, conseguimos un par de entradas para ver "el jardinero fiel" (una gran película, nos encanta a los dos).
Vuelta a casa. Pese a no haber hecho demasiado estamos muy cansados.

Domingo. He dormido mas de lo habitual pero no lo suficiente para perderme el desayuno al sol que estamos institucionalizando. Una vez acabado, y como nadie nos ha traído el periódico, nos entregamos a la vagancia, a los sudokus y a los crucigramas de Mambrino.
Jori R y Nuria nos llevan al "Quejio", un bar cercano a su casa donde vamos a hacer el aperitivo. Callos, costillas, patatas bravas y sardinas, todo buenísimo y regado con abuendante cerveza. Salgo experimentando ese estado de ingravidez delicioso que se consigue los domingos tras un buen aperitivo.
Vuelta a casa. Pese al generoso aperitivo encuentro un hueco para una comida que remato con una siesta de profesional.
Ha oscurecido cuando me levanto. Me pongo a cocinar (un par de platos para una comida con compañeros de trabajo que tiene María José el martes) mientras escucho la jornada futbolística. El fin de semana se acaba. Mañana toca batallar para conseguir uno nuevo.

No hay comentarios: