10 marzo 2005

“Durante el medioevo el trabajo en general no ganó un mayor aprecio. Hay, no obstante, desde la perspectiva cristiana, una inclinación a justificar el trabajo, pero no a verlo como algo valioso por si mismo. Los pensadores cristianos hacían referencia al principio paulino "quien no trabaja no debe comer…", pero entendían que el trabajo era un castigo o, cuando menos un deber”
Santiago García Quintana. Pequeña Historia del Ocio. Buenos Aires 1958


DIARIO DE UN OCIOSO
miércoles, 09 de marzo de 2005


Los días pasan a una velocidad endiablada. En las pausas que el loco ritmo me permite, consigo disfrutar de esos pequeños detalles que añaden brillo a un día gris. Siguiendo el ejemplo de Christopher Boone decido hacer una lista de esos detalles que me hacen la vida mas agradable:

1.La lectura de “La rubia de hormigón” de Michael Connelly. No hay nada
como una buena novela negra para evadirse en los viajes de metro con destino
a la ciudad vecina.
2.Los días se alargan. Ahora, cuando llego a Barcelona después del trabajo, todavía
hay sol. Toda suerte de nuevas actividades empieza a otearse en el horizonte.
3.Una cena de rescate, después de un día especialmente duro, con María José en “El
Foro”. Hablamos sin parar y volvemos a casa pronto.
4.El visionado de capítulos de “Los Soprano” y “Senfield”.
5.Un paseo por el interior del Fnac sin comprar nada pero disfrutando de todas las
maravillas que esa gran cueva de Ali Baba ofrece.
6.Los ratos que María José y yo conseguimos robarle a la rutina para hablar o callar
en compañía.

Estas son algunas de las cosas que han hecho más valiosos los tres últimos días. Seguramente hay más, seguiré buscando.

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