01 abril 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Jueves, 1 de abril de 2004


Me cuesta levantarme, es muy pronto. A medio desayuno consigo, por fin, despertarme y después, cuando María José se va al trabajo, me pongo a teclear un rato en el ordenador.
Largo paseo por el barrio y, en la Fundación Círculo de lectores, visito la exposición de dibujos, acuarelas y obra gráfica de Günter Grass. Los dibujos del escritor hacen gala de una técnica notable y alguna de las obras expuestas resulta interesante. Pero no nos engañemos, el principal interés de la exposición reside en quién es el autor de los cuadros, no es habitual que un Nobel de literatura exponga obra gráfica. La lista de precios me acompaña durante la visita a la exposición (A los fans acérrimos de Gunter Grass les diré que los precios están entre los 290 y los 9860 Euros).

Sigo mi paseo y paro en el bar Montferry a leer “El País” mientras disfruto de un vermú con anchovas. El bar, que se cae de viejo, mantiene el encanto de los bares de barrio de toda la vida. Los parroquianos entran y conversan entre ellos o con la persona que está tras el mostrador. El trajín es incesante y, sin embargo, el bar (sin radios, músicas ni televisiones contaminantes) resulta un remanso de paz que, pese a que ha vivido tiempos mejores, sigue manteniendo ese algo especial que lo hace acogedor .
Leo en “El País” que ha cerrado el G’s Club, un rincón de la música más alternativa (primero en el añorado Communique – asistí en él a memorables conciertos de, entre otros, Superelvis y Audiopeste...- y luego en el Sidecar). Hace años que no me pasaba, pero saber que ya no está allí las noches de los martes me llena de tristeza.

Comida en el Portolés con Jordi B., Albert, Joan y otros ex-compañeros de trabajo (en la mesa somos diez). El Portolés (c/Diputación, 375) es un restaurante de cocina de mercado que entra en la categoría de “locales imprescindibles de la Barcelona Pre-forum”. Su carta, elaborada con buenas materias primas, ofrece platos sin artificios cocinados con honradez. Todo un valor en estos tiempos de malabaristas que intentan y consiguen vender todo aquello que se proponen sin ningún tipo de respeto hacia el cliente.
Nos ponemos las botas mientras hablamos de todo un poco.
Vuelta a casa caminando. Con María José vemos “Urgencias”. Hoy tenemos reunión de vecinos... ya os contaré.

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