18 marzo 2004

“El sabio empleo del tiempo libre -hemos de admitirlo- es un producto de la civilización y de la educación. Un hombre que ha trabajado largas horas durante toda su vida se aburrirá si queda súbitamente ocioso. Pero, sin una cantidad considerable de tiempo libre, un hombre se verá privado de muchas de las mejores cosas. Y ya no hay razón alguna para que el grueso de la gente haya de sufrir tal privación; solamente un necio ascetismo, generalmente vicario, nos lleva a seguir insistiendo en trabajar en cantidades excesivas, ahora que ya no es necesario.”
Bertrand Russell. Elogio de la ociosidad. 1932


DIARIO DE UN OCIOSO
Miércoles, 17 de marzo de 2004


He vendido mi alma al diablo o, como Esaú, he cambiado mi primogenitura por un plato de lentejas: por un puñado de conocimientos dispersos he sacrificado mis ingentes cantidades de tiempo libre. Cursillos de todo tipo (y algunos más interesantes que otros ) ocupan parte de mi tiempo.

El tiempo que me sobra (y que, creedme, es mucho) lo sigo invirtiendo en actividades altamente reconfortantes.
El martes cena de pinchos con Víctor, Jordi P. y Quim en el Barcelonia primero y en el Txacolín (donde los pinchos resultan ser mucho más buenos) después. Copas y conversación en el Paddy’s Lane y en el Black Horse. Los bares están muy tranquilos (somos prácticamente los únicos clientes) y eso facilita la tertulia.
También he tenido tiempo estos últimos días para visitar una exposición fotográfica flojísima (en el Col.legi d’Arquitectes de Catalunya) y para leer mucho. He acabado “El Relicario” y he decidido seguir con otro libro de Douglas Preston y Lincoln Child : “La Ciudad Sagrada”. Necesito incluir un poco de variedad a mis lecturas (ocupadas últimamente por los best sellers de los dos escritores americanos) y empiezo también “La Bauhaus”, un estudio de Frank Whitford sobre la escuela artística alemana.

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