25 julio 2003

DIARIO DE UN OCIOSO
Viernes 25 de julio de 2003


“...Nunca se sabe cuando podremos disfrutar de un momento de ocio. El ocioso accidental debe acompañarse siempre de los útiles necesarios para desarrollar su actividad. Pasear un libro –que no llegará a abrir - por los lugares más inverosímiles puede parecer un engorro, pero en caso necesario prestará un gran servicio...”

Después de arreglar el mundo dedico el día a recuperarme físicamente. Vegetar, leer, jugar al Road Fighter (127350 puntos y llegada a meta) y ver la tele se convierten en actividades terriblemente agotadoras.
Por la noche vamos a casa de Olivia y Roberto que han vuelto de Asturias cargados de fantásticos quesos (afuega’l pitu –rojo y blanco-, cabrales, de La Peral, de cabra y de Gamonedo). Cenamos el jardín y encontramos tema para discutir en la sobremesa – nunca nos ha costado demasiado-. Hoy no hace tanto calor y se está bien... son casi las 2 cuando llegamos a casa.

Viernes. María José me acompaña al apartado y se va a trabajar. Es pronto y la oficina de correos aún no ha abierto. Desayuno en la terraza de un bar mientras leo El País y hago tiempo con el crucigrama de Mambrino. Recojo el correo (nada interesante) y vuelvo a casa.
Mañana de lectura. Acabo París era una Fiesta de Ernest Hemingway y, para desengrasar, releo el capítulo de “Como acabar de una vez por todas con la cultura” en el que Woody Allen parodia el género de los libros de memorias (los personajes son los mismos en ambos).

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