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24 diciembre 2015

DIARIO DE UN OCIOSO
Lunes, 14 de diciembre de 2015

Nos levantamos pronto. Desayunamos en el hotel. Un taxi nos acerca al aeropuerto. Espera. Vuelo. Autobús. Reencuentro con Cass y vuelta a la normalidad.

Hoy tengo fiesta. Me preparo para una semana que sé que será muy dura. Las pilas están cargadísimas.

Ha sido un viaje fantástico, lleno de experiencias, descubrimientos y buenos momentos. Hemos descubierto una ciudad a la que nos gustará volver.


 Moltes gràcies! Ens ho hem passat molt bé!


23 diciembre 2015

DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 13 de diciembre de 2015

Nos levantamos tarde. Hoy el salón del desayuno está más concurrido – dos o tres parejas, ningún grupo -.  En el barrio, cerca del hotel, hay un par de casas visitables.

Empezamos con la casa museo Van Loon. Construida en 1672, la casa fue redecorada en 1757 con un estilo Luís XV que se ha conservado hasta nuestros días. Es interesante ver que hay tras las fachadas, la distribución de las casas y las maneras de vivir. De nuevo, el contacto con el pasado, nos ayuda a entender la configuración de la ciudad actual. Paseando por la casa, nos sentimos dentro de un episodio del Downton Abbey holandés, la cocina, las puertas ocultas, los pasillos de servicio, los salones... El jardín interior nos descubre una Amsterdam oculta y poco accesible para el visitante (leo en algún sitio que en junio hay una jornada de jardines abiertos).


Justo enfrente está la otra casa que es posible visitar. Aún no ha abierto y hacemos tiempo visitando una exposición en el Foam. “We may have meet before” es una exposición de fotografía contemporánea china. Interesantísima.

La segunda casa es el Museum Geelvinck Hinlopen Huis. Construida en 1687 sólo es parcialmente visitable. El jardín es impresionante y también destaca la colección de pianos.



No demasiado lejos está el Heineken Experience. La visita a la antigua fábrica Heineken es instructiva y muy entretenida. A lo largo de casi dos horas, aprendemos sobre la elaboración de la cerveza, sobre la historia de la marca, jugamos y bebemos cerveza. María José – que no bebe – también lo pasa bien. La visita acaba con una ruta en barco por los canales a bordo de un barco de la marca. De nuevo, ver la ciudad desde los canales – y a ritmo lento – nos da una nueva perspectiva.


Comemos una hamburguesa – buena – en Burger Time (Halve Maansteeg, 19. Amsterdam), hacemos un par de compras y paramos en The Saint (Regulierssteeg, 2. Amsterdam). 

Tras la visita al Coffe Shop, toca volver al hotel para la habitual parada técnica de estas horas. Siesta.

Paseo nocturno por el barrio de Jordan. Me sorprende y me gusta la ausencia de límites ni separaciones entre lo privado y lo público. El paseo es muy agradable. Poca gente en la calle, locales agradables y frío aceptable.


Cenamos en el Caramba (Lindengracht 336, Amsterdam). Pese a que la carta es algo extraña (platos mexicanos y argentinos se mezclan sin rubor), la comida es excelente y el ambiente – con expatriados con diferentes acentos hispanos  y un buen guitarrista ambientando con gusto – delicioso. Tras cenar, apuramos nuestras últimas horas en la ciudad con un paseo nocturno de vuelta a casa.


22 diciembre 2015

DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 12 de diciembre de 2015

Jugándonos la vida, bajamos a desayunar hasta el sótano del hotel por las empinadas escaleras. El comedor da directamente al Canal, es muy agradable y hoy estamos solos. El buffet del desayuno es muy completo y variado. Se agradece.  

Parece que el sol, tímidamente, se impone a las nubes. Decidimos aprovecharlo y pasear la ciudad. Empezamos por el inmenso mercado que hay en la calle Albert Cuypstraat. A esta hora – no es tan temprano – aún están montando los más rezagados y no hay demasiada gente.  Cogemos un tranvía, bajamos en una parada al azar y empezamos a pasear. Durante el paseo cruzaremos algunos  mercadillos más (de “pulgas”, de navidad, de todo un poco…). 



De nuevo el azar nos lleva al Jardín Botánico. Entramos, paseamos, hacemos fotos y hacemos una parada técnica en el bar. Descubro la cerveza Gulpener que no conocía y me encanta.
El Hermitage Amsterdam no está lejos y hay una exposición de las galerías de retratos de la edad de oro de Amsterdam que quiero ver. Los retratos ayudan a entender parte de la historia y de la vida de la ciudad  y el gran tamaño de algunos de los cuadros – y la espectacular sala central – resultan impresionantes.



La segunda exposición es de pintura española. El Greco, Ribera, Zurbaran, Velázquer, Murillo, Goya, Picasso, Anglada Camarasa… la colección de pintura española del Hermitage es extensa y alguna de las obras expuestas son un descubrimiento.

El día ha cambiado. El sol que nos había acompañado hasta ahora – tímido pero reconfortante – ha desaparecido engullido por algo semejante a la noche. Paseamos un poco más, cruzamos un mercadillo moderno en el interior de una iglesia (cool, con música navideña en vivo, artesanía, diseño y muchísima gente) y acabo comiendo una triste pizza – María José tiene más suerte con la pasta – en un italiano.


Paramos en el hotel para descansar un poco. Siesta.

Es hora de volver a disfrutar del Amsterdam Light Festival. Para llegar al punto de origen de la Iluminade (la ruta a pie) cogemos el metro (más por curiosidad que por necesidad). El día se ha acabado de girar. Llueve y, lo que es peor, hace viento. A lo largo del largo paseo – unas dos horas en total – nuestro paraguas será destruido en varias ocasiones y María José conseguirá recomponerlo una y otra vez. Una lástima, porqué la ruta a pie es tan fascinante como  la que hicimos ayer en barco. Alguna de las intervenciones artísticas aparecen en ambas rutas, pero entre las inéditas me gustan especialmente “Bridge” de Tomás Ribas, “Infinity” de Stephen Newby o “Melody Dots 21” de Dirk Haubrich & Yoko Seyama.



Estamos mojados – más de lo que creemos – y muy cansados. Abandonamos el Festival y nos adentramos en una zona oscura. Al fondo, una luz salvadora ilumina nuestro camino. El Waterlooplein 77 (Rapenburgerstraat, 169) es nuestra salvación. Rodeados de una decoración preparada para celebrar el cuarenta cumpleaños de un parroquiano, empezamos a sentirnos vivos de nuevo. Cerveza, un extraño cóctel de frutos secos, amabilidad y buena música más vieja que nueva (creo que no fue aquí, pero en el viaje oímos “words”, toda una señal tratándose de un aniversario). Mientras aprovechamos para repasar fotos, empieza la celebración – tranquila – de los parroquianos habituales con el recién unido a la hermandad de los cuarentañeros. Sigue sonando música viejuna.



Metro y vuelta al centro. Cenamos en el Koh-i-Noor (Westermarkt, 29. Amsterdam), un restaurante indio. Todo está delicioso.


De nuevo el día ha sido largo. Damos un pequeño paseo y nos retiramos relativamente pronto. Hora de descansar.


21 diciembre 2015

DIARIO DE UN OCIOSO
Viernes, 11 de diciembre de 2015

Suena el despertador. Ponemos el piloto automático. El avión despega a las 7. Dormimos. Despierto poco antes de aterrizar. Ponemos por segunda vez el piloto automático. Llegamos a la estación de tren de Amsterdam. Empiezan estas mini-vacaciones de aniversario.

Día gris. Cogemos el tranvía que nos acerca a nuestro hotel. No tienen la habitación preparada (es muy pronto) así que damos un primer paseo para empezar  a conocer la ciudad y paramos para recuperar fuerzas en The Old Bell antes de seguir con nuestro paseo.

En el Van Gogh Museum disfrutamos de una sensacional exposición: “Munch – Van Gogh”. Excelentemente bien montada, la muestra recorre las trayectorias – muchas veces coincidentes – de los dos grandes artistas. Carreras paralelas que se cruzan en el espacio, el tiempo e incluso en lo estilístico… una de las mejores muestras que he visto.

En el Van Gogh Museum también descubrimos un proyecto muy interesante: “When I give. I give myself”. El museu escogió 23 artistas contemporáneos y les envió una de las cartas que Vicent Van Gogh escribió, pidiéndoles que respondieran con una obra artística. El resultado son 23 piezas que, repartidas entre la obra del pintor, dialogan con ella.

Vuelta al hotel. El The Amsterdam Canal Hotel (Weteringschans, 253. Amsterdam) es un pequeño hotel con tanto encanto como escaleras asesinas. La habitación tiene una vista fantástica sobre un Canal y sobre una calle tranquila. Cómoda y bien equipada. Estaremos bien. De momento descansamos un poco, disfrutamos de la vista y recuperamos fuerzas.


Desde finales de noviembre hasta el 17 de enero se celebra el Amsterdam Light Festival. Las calles y los canales de Amsterdam se llenan de esculturas e intervenciones artísticas con la luz como protagonista y vertebradas en torno a un tema central, este año la amistad. El Water Colors es un tour guiado en barco, una de las dos maneras de disfrutar del festival (la otra, que se llama iluminade, es un paseo).  La ciudad se ve distinta desde los canales. Las casas – todas diferentes entre si – componen, no obstante, un conjunto perfecto… es una nueva perspectiva de una ciudad que apenas empezamos a descubrir. La ruta va siguiendo las diferentes propuestas artísticas y las explicaciones – sencillas pero instructivas - se agradecen. A lo largo de hora y cuarto paseamos, descubrimos y hacemos un montón de fotos. Hay propuestas impactantes, otras son divertidas, espectaculares, sencillas, conceptuales… personalmente me quedo con “A tale of two cities” de Vendel & De Wolf, con “Strangers in the light” de Ina Smits & Victor Engbers, “Northern Lights” de Aleksandra Stratimirovic y “Talking Heads” de Victor Vicsek. La experiencia es fantástica y ya justifica un viaje a Amsterdam cada diciembre.

Talking Heads

Intentamos cenar en un palacio chino sobre el canal que hemos visto pasando con el barco. Huele sensacional… pero no tienen mesa.  Acabamos comiendo en el Eastwood (Oosterdoksstraat, 4.  Amsterdam). Ambiente informal, incluso divertido, mucha gente… y buena comida.


Aún es pronto pero el día ha sido extremadamente largo. Es hora de irse a dormir. Cogemos nuestro tranvía (es el 4, lo hemos cogido muchas veces en este largo día) y volvemos al hotel. 

12 noviembre 2014

DIARIO DE UN OCIOSO
Miércoles, 12 de noviembre de 2014

Cada década queda marcada por un hecho, por un objeto, por una moda…  que la definen. Cuando dentro de unos años se hable de nuestro tiempo no se hablará de la crisis, del proceso independentista en Catalunya ni del ascenso de Podemos. Sin lugar a dudas, serán los cofres (de experiencias o de estancias) lo que definirá estos años.

Todo el mundo tiene cofres sin usar en casa. Conozco gente que los colecciona con avidez sin encontrar nunca el momento de utilizarlos. He visto estanterías Expedit (ahora se llaman Kallax en un cambio de nombre tan incomprensible como el que protagonizo Mr Proper hace unos años) completamente llenas de cofres perfectamente ordenados por colores y años de expedición.

No soy una excepción y, ante una fecha de caducidad que se acercaba a gran velocidad, decidí deshacerme de parte de mi colección particular (normalmente compartida con María José). Una vez colocada Cass – fin de semana de colonias – nos dirigimos al Hotel que habíamos escogido en el voluminoso catálogo incluido en el cofre.

El Hotel Antiga (Plaça Catalunya, 29. Calafell) ocupa una antigua casa de indianos rehabilitada. El Hotel es acogedor y tranquilo aunque necesita alguna que otra reparación en las habitaciones. Damos una vuelta por el pueblo y decidimos bajar a la playa para seguir paseando y comer algo. Fotos y paseo antes de recabar en El Bot (Carme, 4 baixos. Calafell. Teléfono:  977691220). Chipirones buenísimos, buñuelos de bacalao espectaculares y “fideus rossejats”. Paseos, siestas, lecturas… y cena – correcta – en el Hotel.


Domingo. Decidimos ir hasta Sant Sadurní d’Anoia para visitar una cava. Nos decidimos por Freixenet. La visita es interesante y entretenida, la bodega, espectacular. Para comer paramos en el “Taps de Suro” (Plaça de l’Ajuntament, 7. Sant Sadurní d’Anoia. Teléfono: 930070578). El servicio es un poco lento, pero cuando llegan los platos, la espera ha valido la pena… todo está muy bueno. Volvemos a casa para pasar las últimas horas del fin de semana. No ha estado nada mal esto del cofre.


He leído “El Jilguero”. Donna Tartt fabrica un gigantesco castillo que remata con una almena de Exin Castillos. “El Jilguero” está excelentemente escrito pero tiene algunos problemas. Uno, el más evidente, es un final decepcionante que deja – pese a la longitud del texto – demasiados hilos sueltos. El segundo problema es su exceso: en “El Jilguero” Donna Tartt incluye varias novelas, algunas más logradas que otras. Pese a todo lo he pasado bien leyéndolo… aunque su mala conclusión me dejó frío.

02 mayo 2014

DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 27 de abril de 2014

El salón del hotel, ayer lleno de gente, está desierto esta mañana. Nos sentamos en una mesa junto a la ventana y disfrutamos del desayuno tranquilamente mientras en la calle llueve. Solos y con buena música… alargamos nuestro desayuno con un segundo café.



Paseo hasta el Centre Pompidou donde veremos una sensacional exposición dedicada a Henri Cartier-Bresson, haremos unas cuantas fotos desde el piso más alto (brutales vistas) y aprovecharemos para pasearnos por la colección permanente parándonos delante de algún cuadro.

La mañana pasa volando y pronto es hora de iniciar el lento regreso a casa. Si el viaje de ida siempre es desagradable, el de vuelta es peor. Nos queda muchísimo París por ver… volveremos pronto.



30 abril 2014

DIARIO DE UN OCIOSO
Viernes, 25 de abril de 2014

Nuestro avión aterriza en Orly. Llueve. Ayer recibí un correo que me decía que el concierto que motivaba nuestro viaje a París se suspendía. Pero pese a la decepción que supuso, decidimos que nos afectara poco y disfrutar igualmente de tres días planeados con tiempo y con mucha ilusión.

Los viajes modernos convierten el tránsito de un lugar a otro en un engorroso trámite. Los viajes de verdad, en los que se disfrutaba y se descubría mientras uno se desplazaba, son cosa del pasado. Ahora nos transportan de un lugar a otro en cajas estancas y la experiencia no es agradable. Empezamos a disfrutar cuando salimos del metro ya en el barrio en el que está nuestro hotel. Damos un par de vueltas hasta que encontramos el hotel  y nos instalamos.

El Hotel Edgar (Rue d’Alexandrie, 31 París) es un pequeño Hotel hecho con cariño y atención a los detalles. Todas las habitaciones son distintas y han sido decoradas por artistas locales. La nuestra, en el primer piso, es cómoda, bonita, original y funcional (miro en su web y veo que se llama “In the mood for love” y está diseñada por  Carole Caufman y Hannah Thual). Estaremos bien aquí.

Salimos a callejear. Ahora llueve más y pronto será hora de comer. Caminamos sin rumbo y buscamos un restaurante. Acabamos en el Pony Polo (24 rue St. Lazare. Paris) y comemos un buen menú de mediodía regado con una Quilmes. Volvemos al Hotel y dormimos lo que esta mañana nos ha robado la temprana salida del avión.

De vuelta en la calle. Sigue lloviendo. Callejeamos hasta Notre Dame, paseamos y disfrutamos de París e, incluso, de la lluvia. En un claustro visitamos la exposición de Sereirrof sobre la Divina Comedia, cuadros muy expresivos con claras influencias goyescas. Inquietantes y muy interesantes. También visitamos los jardines de los Archives Nationales y aprovechamos para hacer unas cuantas fotos que colgaremos en instagram cuando volvamos al Hotel. Cuando llegamos al Centre Georges Pompidou falta poco más de una hora para cerrar. Decidimos dejarlo para mañana pero paramos a descansar y tomar una cerveza. Descubro la Galia Paris Blonde, deliciosa y con sabor a cerveza viejuna.

Quedan fuerzas para poco. Un último paseo viendo pequeñas tiendas nos regala unas últimas fotos. María José propone un vietnamita por el que pasamos, miramos en Tripadvisor y, como las críticas son buenas, decidimos entrar. En el An Com (14 bis rue Blondel) cenamos de miedo. Cocina vietnamita buenísima y servicio super amable. Vuelta al Hotel y a dormir, que ya no tenemos edad para salir por la noche.


13 noviembre 2013

DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 10 de noviembre de 2013

Última mañana en Berlín. Nubes y frío. Recurrimos de nuevo a la breve guía que, en forma de mensaje, nos hizo llegar Ignacio y vamos hacia Mauerpark. Antes visitamos el memorial del muro en Bernauer Str. Es temprano y no hay más turistas. La soledad acentúa las sensaciones y obliga a reflexionar.


El Mauerpark Market es un gigantesco mercadillo en el que todo tiene cabida: puestos de comida, de bebida, de venta de productos artesanos, de venta de antigüedades y de cacharros viejos… hay que pasear, mirar y disfrutar del ambiente. Turistas y berlineses se mezclan en un caos organizado. Al final, tras dar una buena vuelta, el frío nos vence y decidimos dejarlo.


Tras una nueva parada técnica (otra vez una bañera de café hirviendo en un –cómodoyconbuenwifi- Starbucks) aún nos queda tiempo para hacer un poco más el turista. Visitamos la Puerta de Brandenburgo, el monumento a los soldados soviéticos y el – impactante – monumento el holocausto de Peter Einsman.


No hay tiempo para más. Buscamos el bus que nos devolverá al aeropuerto y, unas horas después, otro bus nos acerca a casa. Ha sido un buen fin de semana, la segunda parte de un sensacional regalo. Muchas gracias.

12 noviembre 2013

DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 9 de noviembre de 2013

Me levanto. En la habitación hace frío. Descubro que no pusimos en marcha los radiadores y que la ventana del salón está abierta. Mientras preparo el desayuno intento caldear un poco la sala esperando a que María José se levante.

En el mapa – lleno de anuncios – que cogimos ayer en la recepción del hotel, se destacan una serie de zonas de interés. Una está justo al lado del hotel y decidimos dar un paseo. Salimos del hotel, bordeamos un pequeño estanque y nos paramos a hacer las primeras fotos junto a una iglesia. Empieza a llover. Al principio no nos preocupa, pero las gotas se convierten en cascadas y tenemos que volver a la tienda que hay junto al hotel para comprar un – enorme – paraguas. Al salir del super ya no llueve (ni volverá a llover en todo el fin de semana).

Decidimos seguir con nuestro paseo pero en la primera esquina nos equivocamos y seguimos un trazado distinto. Cuando nos paramos para situarnos, descubrimos que la pequeña zona verde por la que estamos paseando corresponde al trazado del antiguo muro. Decidimos no desviarnos del camino por el que nos ha llevado el azar y seguimos por un camino flanqueado por edificios ocupados. La lluvia y la hora temprana hacen que nuestro paseo sea agradablemente solitario.

Llegamos hasta Friedrichshain-Kreuzberg donde, junto al río, queda el mayor fragmento de muro conservado. Aquí, bajo el nombre genérico de East Side Gallery, artistas de todo el mundo dejaron su aportación artística en un enorme monumento al recuerdo. Viendo este muro, recordando el momento de su caída, nos preguntamos como pudo pasar esto en un espacio y en un tiempo tan cercanos. Al final, una muestra de fotografías, también pegadas a los restos del muro, nos muestran los muros que todavía existen en el mundo y nos hacen ver que la historia nos ha enseñado poco y que siguen habiendo muros igual de duros, injustos e irracionales como el de Berlín. Impresionados, seguimos con nuestro paseo, reflexionando sobre lo que hemos visto y sentido.


Hora de hacer una breve parada técnica. El café que suelo pedir en Starbucks es malo (una enorme bañera de líquido negro que sirven a una temperatura potencialmente peligrosa) pero su wi-fi es muy útil y sus espacios cómodos. Aprovechamos para colgar las primeras fotos de Berlín en Instagram.

De vuelta en la calle, seguimos con nuestro paseo. Caminamos por Unter der Linden hasta Alexanderplatz y allí cogemos el S-Bahn hasta el barrio de Prenzlauer Berg para seguir caminando. Cruzamos calles y plazas comentando detalles, entramos en una antigua cervecera reconvertida en centro cultural y de ocio y nos encontramos con un par de mercadillos en los que venden desde carne o frutas a quesos o productos artesanales. El primero es pequeño pero nos permite comprar algo para coger fuerzas por el paseo. El segundo, mucho más grande, nos permite disfrutar de olores, productos y pasar un buen rato mezclándonos con los lugareños.

Tras pasear un poco más nos damos cuenta de que es hora de comer. Tras descartar un desplazamiento – estamos cansados – buscamos por los alrededores y acabamos comiendo en el Oxymoron (Rosenthaler Str. 40/41, 10178 Berlin). Comemos muy bien, disfrutamos del wi-fi, del bonito escenario y de un merecidísimo descanso.

No estamos lejos de la Isla de los Museos y quiero ver el Altar de Zeus de Pérgamo. Impresionado, descubro otras maravillas como la puerta del mercado de Mileto, la Puerta de Ishtar o un fragmento del palacio de Mushatta. Finalmente llegamos frente al Altar de Zeus y sus dimensiones me impresionan todavía más de lo que esperaba.




Vuelta al hotel y descanso. Salimos con las fuerzas renovadas para descubrir un poco de la noche de Berlín. Nos acercamos a Friedrichshain otra vez con la intención de acercarnos al local donde esta noche tocan Crystal Fighters pero al final preferimos seguir callejeando. Muchísimos locales: restaurantes, bares, cafeterías, pubs... y muchísima animación. El barrio promete también para una visita diurna... pero será la próxima vez. Tras mucho pasear, acabamos cenando en un indú. El Akash (Gruenberger Str. 33 10245 Berlin) es un pequeño restaurante donde se come muy bien. Vuelta a casa y a dormir. Por el camino, en el metro, hay más animación que de día, la gente continúa bebiendo – botella en mano – camino del próximo bar. Sigo muy resfriado.


11 noviembre 2013

DIARIO DE UN OCIOSO
Viernes, 8 de noviembre de 2013

Aterrizamos en Berlín. Tenemos hambre y, de golpe, también frío. El recorrido del autobús que nos lleva a Alexanderplatz nos sirve para empezar a situarnos en una ciudad que, desde este primer contacto, nos parece triste.

Ya en la plaza paramos para atender las necesidades más perentorias y – ya que ni la hora ni la situación aconsejan una comida más completa – nos hacemos con un clásico de la gastronomía callejera local: un currywurst. Una vez saciados – que no satisfechos – seguimos nuestro camino –esta vez en metro – hasta nuestro hotel. El metro destila la misma tristeza espartana que la recepción del hotel (NH Berlin Heinrich Heine. Heinrich-Heine-Platz 11, 10179 Berlin). La habitación (en realidad un pequeño apartamento), en cambio, resulta acogedora.

Ha oscurecido y Berlín es una ciudad oscura (si la comparamos con Barcelona o Londres su iluminación es escasa). Damos un paseo por los alrededores de Alexanderplatz y después paseamos por Charlottenburg. Hace cada vez más frío y el largo paseo acabará pasándome factura. A la hora de cenar – y siguiendo las recomendaciones de Ignacio – nos acercamos al Essen Fassen pero por desgracia no cobran con tarjeta de crédito y no nos quedamos. Cenamos justo al lado, en “La tía rica” (Knesbeckstr, 92. Berlín), un restaurante chileno donde se come muy bien.


Salimos reconfortados por el calor del local y la estupenda comida. Nos apetece conocer más una ciudad que justo empezamos a descubrir y que parece que con la noche ha revivido, pero no hay fuerzas para más. Volvemos al Hotel para descansar. Al llegar aparecen los primeros síntomas del resfriado que acabo de adquirir y que me acompañará durante el resto de mi estancia en Berlín, sin lugar a dudas es lo peor que me llevaré de este viaje.


24 febrero 2010

DIARIO DE UN OCIOSO
Martes, 23 de febrero de 2010


CRÓNICAS CAMPENSES (y IV)

Lunes. Seguimos de vacaciones en Campo. Nos levantamos pronto y parece que el tiempo tampoco nos acompañará hoy. Salimos a pasear por los alrededores del pueblo siguiendo un sendero de pequeño recorrido. En la primera curva nos despistamos (lo descubriremos al volver al pueblo) y seguimos un camino que – después de caminar durante más de media hora – se acaba en un campo. El paseo ha sido muy agradable pero no hemos llegado a ningún sitio.

De vuelta en Campo empieza a llover otra vez. Exploradores, “El Bulli”, más Exploradores y un “pastillo” (un postre tradicional) nos acompañan durante la tarde.




Martes. Es hora de volver. Recogemos el apartamento (gracias guapos, hemos estado muy bien), compramos cosas buenas (longaniza, salchichas, tortetas, chiretas, pastillos...) y nos despedimos de Campo. No sé si – como reza el cartel – el clima es ideal, pero como mínimo es variado, hemos tenido de todo: sol, lluvia, nieve, frío, niebla... y lo hemos pasado muy bien.



Ya en Barcelona, nos encontramos con una nevera vacía. Comemos en el Osaka y, después de descansar y ponernos al día con los mails acumulados, cenamos en La Tagliatella con Yoli y Rafa. Una cena con buenos amigos es el colofón ideal para unas buenas vacaciones. Pese a que ahora vivimos a pocos metros, nos vemos menos que antes, lo intentaremos solucionar.

Mañana hay que volver a la normalidad, han sido unas pequeñas vacaciones fantásticas.

DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 21 de febrero de 2010


CRÓNICAS CAMPENSES (III)

Como ya he renunciado a la prensa a primera hora de la mañana, el paseo con Cass es corto. Hace frío y el cielo está gris. Después de desayunar con María José, y viendo que no llueve todavía, decidimos salir a caminar por los alrededores del pueblo. Durante más de una hora no nos cruzamos con nadie y, cuando empieza a nevar, decidimos dar media vuelta y volver a Campo.
El apartamento – ya atemperado – nos acoge. Jugamos a Exploradores (que se está convirtiendo en una obsesión disfrazada de competición) mientras vemos nevar. Al final no podemos resistirnos y salimos a jugar con Cass (que, después de media hora de correr por el campo, ha perdido su color blanco para adquirir un color marrón que nos costará eliminar).

María José y Cass corriendo bajo la nieve

A la hora de comer, y siguiendo las recomendaciones de M.Carmen y “El Jefe” nos acercamos a la Cova d’Axén (Campo (Huesca)). El local es amplio, tiene unas vistas estupendas y es muy bonito. Nos invitan a sentarnos en la planta baja junto a una estufa de hierro que nos hace olvidar el frío que hace fuera. De primero sopa puerca y después longaniza hecha a la brasa y chiretas... todo buenísimo. De postre nos ofrecen un flan de chocolate casero delicioso. Comemos muy bien pero, sobretodo, estamos muy a gusto.
Cosme, el propietario del local, nos explica las fotos antiguas de Campo que decoran el local y nos enseña el local de la asociación Ball Axén, una asociación que ha constituido para fomentar la comarca de la Ribagorza. El proyecto es quijotesco pero, con su esfuerzo y a la espera de que las administraciones también crean en él, ya está muy avanzado. Da gusto conocer a gente como Cosme, espero que sus sueños se cumplan pronto.

La nevada ha dado paso a una lluvia fina que nos encierra en casa. Partidas a Exploradores, documental sobre El Bulli, paseos con Cass aprovechando treguas en la lluvia y un poco de lectura. Vacaciones.

23 febrero 2010

DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 20 de febrero de 2010


CRÓNICAS CAMPENSES (II)

Me levanto pronto y salgo a pasear con Cass mientras María José prepara el desayuno. Las calles siguen desiertas y el único sitio donde parece haber prensa está cerrado. Hace frío pero el sol empieza a iluminar las cimas blanqueadas de las montañas que rodean el pueblo.
La previsión meteorológica nos había pronosticado más lluvias que sol, decidimos aprovechar el día mientras el sol nos acompañe. Después de desayunar salimos con destino a Benasque. Camino de los Llanos del Hospital nos encontramos con que la carretera está cortada. Dejamos el coche y continuamos por la carretera a pie rodeados de nieve. Un poco más adelante encontramos un área recreativa donde Cass empieza a correr entre la nieve. El paisaje es fantástico.

Cass jugando en la nieve

Volvemos atrás y paramos en Benasque. Hace muchos años – en el verano del 97 – pasamos aquí unos días en verano. Me gusta recordar las calles y algunos de los locales que entonces visitamos. Hace sol y en la calle se está muy bien. Comemos rosquillas (que son como buñuelos) y palomitas del pilar.

Es el momento de interrumpir estas crónicas campenses para recuperar una de las secciones más inútiles de este – ya de por sí inútil – diario.

CRÍTICA DE PALOMITAS
PALOMITAS DEL PILAR (Primitivo Gil)


Al verlas en la estantería de la tienda no me pude resistir. Su bolsa “viejuna” me gritaba desde la estantería. Las palomitas del Pilar tienen el sabor que se espera de unas palomitas envasadas: regusto a cine de
barrio, a película de kung-fu (o de terror sangriento, o de tiburones asesinos...), a fiesta mayor de pueblo de costa o a paseo con los abuelos. En resumen: un sabor deliciosamente rancio (y que nadie entienda esa ranciedad como un atributo negativo).
Palomitas del Pilar
Criterios de valoración: entre 0 (pésimo) y 5 (genial).
Sabor.................................................... 3 (el sabor de las palomitas de bolsa de toda la vida)
Consistencia......................................... 3 (son palomitas de bolsa ¿Qué te esperabas?)
Relación cantidad / precio...................... 5 (no están compradas en un cine, por lo tanto no son un robo)
Valoración global................................. 3 (no son las mejores palomitas del mundo, pero tienen sabor a nostalgia y eso les añade puntos en esta clasificación)
Packaging.............................................5 (viejuno, lejos de modernidades. Con toda seguridad el diseñador que lo hizo se jubiló a finales del siglo XX)


Después del paréntesis volvemos a las:

CRÓNICAS CAMPENSES (II) (segunda parte)

Dejamos Benasque y, camino de Campo, decidimos subir a Chia para comer en el restaurante que M. Carmen nos ha recomendado. El pueblo es muy bonito y el restaurante tiene muy buena pinta... pero vamos con Cass y no dejan entrar a perros. Otro día será.
Pasamos por Campo y continuamos hacia Graus para aprovechar el día. En la terraza del Rokola (Barranco, 41 Graus (Huesca)) comemos unas tapas y tomamos un par de cervezas. El sol calienta y se está muy bien. Es hora de descansar un poco y de leer la prensa.
Una vez recuperados, hacemos un poco de turismo por las calles de Graus y subimos al monasterio de la Virgen de la Peña. El monasterio compite con las vistas que desde él se pueden ver.

Vistas desde el Monasterio de la Virgen de la Peña en Graus

Vuelta a casa, siesta, tele (David nos dejó un largo documental sobre “El Bulli” que nos está gustando mucho), algún paseo corto y partidas a Exploradores (un juego de cartas que nos regalaron estas navidades). Estamos agotados. Damos un paseo nocturno y, después de leer un poco, nos vamos a dormir. Mañana la previsión meteorológica nos anuncia tantos dolores que nos planteamos volver si el día es tan horrible como anticipan.

DIARIO DE UN OCIOSO
Viernes, 19 de febrero de 2010


Todos cometemos errores. A principios de año me hice un corte en el dedo con una lata. No era importante, pero como la lata estaba en muy mal estado, decidí pasarme por el CAP del barrio para preguntar si debía renovar la vacuna antitetánica. Ese fue mi error. La doctora que me atendió me dijo (presuntamente con amabilidad) que a mi – avanzada - edad, era mejor hacerse revisiones y me convenció para hacerme un análisis. Actualmente me encuentro atrapado en una espiral de esperas interminables, errores burocráticos inexplicables y usuarios de la sanidad avanzados que se conocen todas las triquiñuelas para alargar todavía más mis interminables esperas.
¿Que hiciste el viernes por la mañana? Leer en la sala de espera del CAP por culpa de un error del personal de administración. El viernes que viene repito, espero con mejores resultados (o, al menos, con resultados).

Por suerte, a mediodía, la cosa empezó a mejorar.

Viernes. 14:30 h. Cuando María José llega a casa después del trabajo ya tengo el coche preparado para salir con destino a Campo (Huesca). M. Carmen y “El Jefe” nos han dejado su apartamento y las instrucciones precisas para llegar sin percances.
El viaje, escuchando la radio, música de próximos conciertos y hablando, se hace corto. Las instrucciones eran muy buenas y, contrariamente a lo que es habitual, llegamos sin dar un rodeo por las provincias limítrofes.

CRÓNICAS CAMPENSES (I)

El apartamento que será nuestra casa durante los próximos días es cómodo, acogedor y muy bonito... pero está muy frío. Dejamos la calefacción encendida y salimos a dar una vuelta por el pueblo.
El pueblo, rodeado de montañas, es pequeño y las calles están vacías. Hace mucho frío pero la desconexión y la sensación de vacaciones son totales.

Para cenar nos hemos traído un queso que nos trajeron – seguramente desde aquí – M. Carmen y “el Jefe” y una longaniza y un Mahon que nos trajeron mis padres desde Menorca. Complemento el banquete con un Somontano (un Syrah de Bodegas Fábregas) que acabo de comprar en Casa Begue (Nueva, 20 Campo (Huesca) Tel. 974550021).

Aunque la casa se ha calentado mucho, no hemos conseguido aclimatarla del todo. Además estamos muy cansados. Es pronto, pero nos vamos a dormir. Mañana será otro día.

26 enero 2010

DIARIO DE UN OCIOSO
Martes, 26 de enero de 2010


Lunes. Suena el despertador en una habitación de hotel de Madrid. Nos levantamos con la sensación de que el sueño se ha acabado y bajamos a desayunar en el salón del hotel. Hoy, también sentados junto a la ventana desde la que se ve la estación, estamos solos.
Salimos a la calle. Todavía es oscuro pero la ciudad ya está despierta. Hoy no la disfrutaremos.
El viaje en AVE resulta cómodo. Si quieren que vuelva a coger el avión para hacer este recorrido tendrán que esforzarse en encontrar argumentos convincentes.
Llegamos a Barcelona. Llueve y es lunes.

Acompaño a María José en su trabajo. Recojo a Cass de casa de mis padres – que han hecho de co-canguros con Eli y Cesc durante estos días - y aprovecho para quedarme a comer, para gastar la batería de la Nintendo de mi madre y para llenar la despensa. Vuelvo al trabajo de María José para que me la devuelvan y, por fin, de vuelta en casa, recuperamos la normalidad.

Martes. Vuelta a clase y a la rutina.
Marta cuyo nombre calienta mi corazón es una de las fotos de Ouka Leele presente en el Centre d'Art Tecla SalaEn el Centre d’Art Tecla Sala inauguraron la semana pasada una interesante exposición dedicada al trabajo menos conocido de la fotógrafa madrileña Ouka Leele. La exposición es interesante sobretodo para descubrir una Ouka Leele menos mediática y más introspectiva. Estará en el el Tecla Sala hasta el día 11 de abril.

Tras visitar la exposición vuelvo a casa para escribir el diario que había acumulado entregas no publicadas. Tras un pequeño paréntesis – debido sobretodo a la pereza – vuelvo a estar activo. Gracias por estar ahí leyéndome.

DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 24 de enero de 2010

CRÓNICAS MADRILEÑAS (y III)


Nos levantamos más tarde de lo habitual y desayunamos – de nuevo junto a una ventana – tranquilamente mientras ojeamos la prensa. Ayer fue un día muy intenso y decidimos tomarnos el día con algo más de calma.
Nos apetece patear la ciudad. El larguísimo paseo nos lleva por varios barrios de la ciudad. Todo está muy tranquilo excepto el centro. Es un gustazo pasear con María José mientras comentamos todo lo que nos sorprende (que sigue siendo mucho).
Vuelta al hotel y pequeño descanso.

Ayer, en la calle Moratín, pasamos por delante de un bar en el que hace muchos años pasamos buenos ratos juntos. El bar se llama Taberna de Conspiradores y nuestra intención es comer algo en él. Pero cuando llegamos está muy lleno y decidimos quedarnos con el recuerdo y dejarlo para una ocasión mejor. En la misma calle, unos metros más arriba, está la Arrocería Gala (c/Moratín, 22 Madrid. Teléfono. 91 429 25 62) que también nos gusta mucho. No tenemos reserva pero nos encuentran una mesa en un rincón del patio. Nos sorprende, como en la mayoría de restaurantes a los que hemos ido, el nivel de ruido. Pero en el patio se está muy bien. Pese a estar en un interior climatizado tenemos la sensación de estar en un exterior y eso siempre es agradable.
Comemos un arroz a banda impresionante y quedamos muy contentos. La nostalgia, por una vez, ha ido acompañada de una experiencia igual de buena que el recuerdo.

Siesta tonificante y tarde en el Prado. Los domingos por la tarde el Prado es gratuito (yo ayer, en mi condición de parado, tampoco pagué en el Reina Sofía y se agradece) y eso hace que esté más lleno de lo habitual. Visitamos algunas salas (sobretodo Goya y Velázquez) y volvemos a “casa” paseando por el paseo. Hace 70 años el gobierno de la República decidió trasladar los cuadros del Museo del Prado – y de otros museos – a Suiza para preservarlos de los efectos de la guerra. Una instalación ubicada en el paseo, justo delante del museo, recuerda estos hechos.

Junto a nuestro hotel, hay otro hotel que tiene una agradable cafetería que da a la calle. Paramos para tomar algo y leer los restos de la prensa que hemos decidido guardar (algún suplemento). El bar es muy agradable y, pese a ser muy caro (café y cerveza 6’50 euros), es recomendable (el café viene acompañado de un par de trufas y mi cerveza también la acompañan con un zurito de cacahuetes).

No tenemos hambre. El arroz - y todo lo que hemos comido estos dos días - nos ha dejado saciados por hoy. Volvemos al hotel, descansamos un poco y preparamos todo para mañana salir temprano.

Ha sido un fin de semana genial. Un regalo maravilloso en la mejor de las compañías. Muchas gracias.

DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 23 de enero de 2010

CRONICAS MADRILEÑAS (II)


Nos levantamos pronto. Aquí amanece más tarde y todavía está oscuro. No obstante, la luz artificial nos deja ver el privilegiado paisaje que se extiende ante nuestra ventana: árboles, algún edificio lejano y una amplia calle muy concurrida.
Desayunamos en el hotel, junto a una ventana que nos empieza a enseñar la vida de la ciudad, y nos preparamos para una larga jornada.

El CaixaForum está a pocos metros de nuestro hotel. Caixaforum Madrid
Es la primera parada. El edificio, una antigua central eléctrica, es impresionante, tanto exterior como interiormente. Somos los primeros visitantes del día y nos movemos por un edificio que está despertando. No tenemos suerte con las exposiciones. “Maternidades” está muy bien montada pero me parece muy floja y la muestra de Hannah Collins, con tres videos y fotografías, requiere más tiempo que el que hoy le vamos a dedicar. Visitamos la cafetería, en el último piso y nos despedimos del CaixaForum y de su jardín vertical
Siguiente parada: Reina Sofía. Hace muchos años que no lo visito y hay muchísimas novedades desde la última vez. La colección permanente sigue siendo impresionante: hay mucho y casi todo es muy bueno.
También tenemos suerte con las exposiciones temporales. Sobretodo con “León Ferrari y Mira Schendel: El alfabeto enfurecido”. Las obras del argentino y la suizo-brasileña dialogan en una amplísima e interesantísima muestra. Ambos, sin un conocimiento previo, trabajan en terrenos vecinos y sus obras se cruzan, encuentran caminos paralelos o se alejan de un mismo punto por caminos opuestos. Muy interesante y muy completa.
Una cervecita en la casi espacial cafetería – una de las novedades que no estaban en mi última visita - nos permite recuperar fuerzas antes de seguir con nuestra visita por el edificio Nouvel (otra de las novedades para mí).

El metro nos acerca a Chueca donde callejeamos mirando tiendas mientras buscamos un sitio para comer. Aquí, en estas calles llenas de pequeños locales, me parece que Madrid y Barcelona se acercan. Al final acabamos haciendo un menú más que correcto en “el 26 de libertad” (libertad, 26 Madrid. Teléfono: 915222122).

Volvemos caminando al hotel y una larga siesta nos ayuda a reponer fuerzas.

Una vez reestablecidos decidimos ir al teatro. Compramos las entradas y vamos a cenar algo mientras esperamos la hora de la función. La Cervecería Alemana (Plaza Santa Ana, 6 Madrid. Teléfono: ) está muy llena pero milagrosamente encontramos una mesa junto a la ventana. Calamares (muy buenos), croquetas (flojas), albóndigas (o almóndigas según quien lo pronuncie), buena cerveza y un servicio increíblemente profesional.

Es hora de acercarse al Teatro Alcazar para ver “Ser o no ser”. La obra, una versión de Julio Salvatierra de la obra de Ernst Lubitsch, es floja pero el fabuloso guión salva los trastos y nos hace pasar un rato entretenido. Las críticas en La Guía del Ocio la ponen unanimemente (los críticos de la SER, la Razón, El Mundo y Guía del Ocio) como buena... pero no es lo que nos parece. Actuaciones de aliño (especialmente floja me parece Amparo Larrañaga que encabeza el cartel), una escenografía pobre, recursos teatrales de función de colegio (como una voz en off que nos sitúa temporalmente no sea que alguien se pierda) y una sensación final de obra poco trabajada. En ningún momento puedo olvidar el original al que la obra de teatro no consigue acercarse en ningún momento. Una lástima.

Nuevo paseo hasta el hotel. El día ha sido muy completo y estamos agotados.

25 enero 2010

DIARIO DE UN OCIOSO
Viernes, 22 de enero de 2010


En Navidad, María José me regaló un fin de semana en Madrid con viaje en AVE incluido y por fin ha llegado el momento de poder disfrutar de mi regalo.
A mediodía cogemos el tren en la estación de Sants y dos horas y media después – por el camino he prescindido de lecturas y me he dejado acompañar por la música de Mayte Martín, Refree y Vic Chesnutt - bajamos en Atocha.

El Hotel está justo delante de la estación. Dejamos las cosas en la habitación y salimos.
Durante tres días os acompañaré con estas:

CRÓNICAS MADRILEÑAS (I)

Empezamos con un paseo por la calle Atocha hasta la Plaza Mayor. Buscamos y encontramos diferencias y parecidos con Barcelona, todavía excitados por lo mucho que nos gusta hacer de turistas en una ciudad que no es la nuestra. Es hora de cenar y nos dejamos llevar por la recomendación que nos hizo Clara en casa de Víctor “Mans Blaves”. el mercado de San Miguel, un mercado donde cenarEl Mercado de San Miguel es un histórico mercado que ha sido reconvertido en un espacio gastronómico en el que conviven las paradas de mercado con puestos de degustación. Con una copa en la mano eliges lo que quieres comer y lo degustas mientras sigues mirando, dando vueltas o acodado en una de las barras. La idea me parece sencillamente genial.
Nos dejamos tentar por la oferta de la parada de salazones (pinchos de bacalao, de salmón, de arenque ahumado...), por la de quesos (con un generoso surtido) y por una bodega que sirve un vermú buenísimo. Pero lo mejor es mirarlo todo, dejarse llevar y disfrutar con los sonidos, los olores y este ambiente de mercado insólito a estas horas de la noche.
Salimos para seguir con el paseo – con la intención de volver algún día – y callejeamos sin rumbo fijo.
Rematamos la cena en Casa González (c/León, 12 Madrid. Teléfono: 91 429 56 18) un bar pequeñito con una extensa carta de embutidos, quesos y patés. Algo ruidoso pero agradable, es justo lo que nos apetecía para descansar un poco después de este largo paseo, que ha servido para entrar en contacto de nuevo con esta ciudad a la que hacía demasiado tiempo que no visitábamos.

26 octubre 2009

DIARIO DE UN OCIOSO
Lunes, 26 de octubre de 2009


Viernes. Nuria y Jordi R. nos han invitado a pasar el fin de semana en su casa de Cadaqués. Nos encontramos en la primera área de servicio de la autopista y continuamos el camino juntos. Llegamos al anochecer y – tras un primer paseo por el pueblo – nos llevan a cenar a Can Tito (c/Vigilant, s/n Cadaqués. Teléfono: 972 25 90 70). El restaurante es pequeño, tranquilo y comemos muy bien. El fin de semana no podía haber empezado mejor. De vuelta a casa paramos en un bar del camino para reponer fuerzas.
Es la primera vez que visito Cadaqués de noche y empiezo a ver que este fin de semana – acompañado por personas que lo conocen bien – descubriré un Cadaqués más allá de la típica postal turística.

camino del faro de Cala Nans

Sábado. Noche difícil. Cass no ha parado de moverse y yo no he dormido demasiado mejor. Pese a eso me levanto pronto y bajo hasta el pueblo paseando. Compro el periódico y – siguiendo las instrucciones que Nuria me dio anoche – los cruasanes para el desayuno. Está levantándose el día y en el pueblo empieza a haber movimiento, aprovecho para caminar un poco junto al mar. Vuelta a casa y desayuno – los cruasanes están tan buenos como Nuria había prometido -. Jordi y Nuria quieren compartir con nosotros algunos de los rincones que han atesorado a lo largo de los años y nos llevan a dar un largo paseo. En el camino que lleva de Cala Sa Conca al faro de Cala Nans descubrimos rincones fabulosos, calas indómitas y montañas que huelen a mar. El día – casi veraniego – nos acompaña.
Volvemos a casa cansados, aperitivo con cervecitas en el balcón, macarrones caseros y siesta.
Por la tarde volvemos al camino. Esta vez Nuria nos lleva hacia el otro lado del pueblo y descubrimos nuevos rincones a los que nos gustaría poder volver pronto (calas no tan salvajes como las que hemos visto esta mañana, pero igualmente tentadoras). Volvemos bordeando la costa y descubriendo nuevas calas cerca del pueblo.

Cadaques por la noche

Agotados, cenamos en casa.

Domingo. Vuelvo a bajar con Cass hasta el pueblo por la mañana. Nos ha despertado nuestro reloj biológico que no entiende los cambios de horario. El sol está saliendo lo que hace que nuestro paseo sea aún más agradable. Con los cruasanes y la prensa subimos de nuevo a casa.

Cadaques por la mañana

Paseo hasta Port Lligat y hasta Sa Alqueria Gran. María José y yo nos damos cuenta que Cadaqués es mucho más que un pueblo bonito. Sus rincones naturales nos han impresionado y seguro que volveremos.
Rematamos el fin de semana en el Cap de Creus. En la terraza del restaurante (Cap de Creus. Cadaqués. Teléfono: 972 19 90 05) – con unas vistas impresionantes- hacemos un aperitivo (las anchoas son de las mejores que he probado) y, sin movernos, comemos (currys de gambas, cerdo y buey) y seguimos la conversación que nos ha acompañado durante todo el fin de semana. El tiempo vuelve a aliarse con nosotros y nos permite disfrutar de la terraza en pleno mes de octubre.
Descubrir un pueblo siempre es agradable, hacerlo en compañía de amigos que lo conocen bien es una suerte. Moltes gracies.

las vistas desde el Cap de Creus son espectaculares

20 mayo 2009

DIARIO DE UN OCIOSO
miércoles, 20 de mayo de 2009


En noviembre de 2003 María José y yo descubrimos París. Fueron unos días de agotadores paseos y de descubrimientos. Como nos quedó mucho por ver prometimos volver y este fin de semana hemos cumplido nuestra promesa.

Paris desde el PompidouHan sido sólo dos días pero han estado llenos de buenos momentos: Pasear. Reír. Intentar hablar francés (con mejores resultados en el caso de María José). Tomar un pastís en una terraza. Volver a pasear por las calles de la Ille Saint Louis. Mirar todo con los ojos bien abiertos intentando exprimir cada minuto. Cenar en Le Zyriab (nos habían invitado mis padres) disfrutando de unas vistas privilegiadas de la ciudad. Visitar el Centre Georges Pompidou aprovechando la noche de los museos. Montmatre desde el reloj de OrsayAlojarnos en Fawlty Towers (realmente se llama Hotel Grenelle pero por su gestión e instalaciones no está lejos del Hotel de la serie). Celebrar – al día siguiente (Jordi P. no cumplió con su obligación de enviarme un sms con el resultado del partido) y en la intimidad– que el Barça había ganado la liga. Mirar tiendas. Entrar en galerías. Pasear por el mercado de Grenelle. Volver a Notre Damme. Entrar en una iglesia (saint merry) en el momento en el que actúa una coral. Visitar el Museo de Orsay. Pasear por Monmatre. Subir y bajar escaleras de metro. Callejear sin rumbo. Parar a hacer una cerveza aprovechando una nube inoportuna. Comer una crepe en la calle...

mercado de Grenelle

En sólo dos días... tantos momentos buenos... volveremos y, si puede ser, la próxima vez estaremos más tiempo.

De vuelta a casa cenamos con Esther, Albert y Marta en Ca Les Noies. Por fin, después de dos días de duro trabajo, encontramos un motivo para haber vuelto a casa.