Lunes, 24 de mayo de 2010
Esta mañana, sin cometer la locura de levantarnos a las 5:00 de la mañana (¿sabe todo el mundo que hay una cosa que se llama video y que sirve para grabar un programa de la tele y verlo a una hora decente?), hemos visto el final de Lost.

Y me ha gustado y, a medida que pasa el tiempo – tiempo que va acompañado de cierta reflexión -, me va gustando más lo que me han ofrecido. No hay respuestas a todos los interrogantes, hay cabos sueltos que nunca sabremos donde nos llevan, personajes cuyo destino no nos será revelado, números cuyo misterio se ha revelado como una distracción, hay tramas que parecían importantes y se quedaron en el camino... pero en el camino, he disfrutado. Han sido seis temporadas llenas de grandes momentos, de personajes bien construidos y de guiones llenos de sorpresas, emociones y piezas de puzzle que encajan descubriendo una nueva realidad. No importa que al final me hayan sobrado piezas, he disfrutado con Lost y me ha ocupado fines de semana enteros, me ha proporcionado conversaciones con amigos, teorías de todos los colores y lecturas... una buena serie cuyo final no me ha decepcionado. Si que lo ha hecho la patética emisión de Cuatro. Se han saltado seis minutos que un día me gustaría ver y la han cagado con los subtítulos durante un buen rato. Nadie es perfecto.
Pero no todo en la vida es Lost. Este largo fin de semana – hoy es fiesta en Barcelona – nos ha regalado desayunos en el patio de Graceland, mañanas de sol, siestas, una barbacoa con Mariona en casa y una cena con mi padre, mis tíos y Anna en el Marc’s.

Ahora toca salir a la calle para disfrutar de este lunes diferente y soleado.
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