Martes, 26 de enero de 2010
Lunes. Suena el despertador en una habitación de hotel de Madrid. Nos levantamos con la sensación de que el sueño se ha acabado y bajamos a desayunar en el salón del hotel. Hoy, también sentados junto a la ventana desde la que se ve la estación, estamos solos.
Salimos a la calle. Todavía es oscuro pero la ciudad ya está despierta. Hoy no la disfrutaremos.
El viaje en AVE resulta cómodo. Si quieren que vuelva a coger el avión para hacer este recorrido tendrán que esforzarse en encontrar argumentos convincentes.
Llegamos a Barcelona. Llueve y es lunes.
Acompaño a María José en su trabajo. Recojo a Cass de casa de mis padres – que han hecho de co-canguros con Eli y Cesc durante estos días - y aprovecho para quedarme a comer, para gastar la batería de la Nintendo de mi madre y para llenar la despensa. Vuelvo al trabajo de María José para que me la devuelvan y, por fin, de vuelta en casa, recuperamos la normalidad.
Martes. Vuelta a clase y a la rutina.

Tras visitar la exposición vuelvo a casa para escribir el diario que había acumulado entregas no publicadas. Tras un pequeño paréntesis – debido sobretodo a la pereza – vuelvo a estar activo. Gracias por estar ahí leyéndome.
A partir d'ara jo també et llegiré a tú!
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