Jueves, 10 de julio de 2008
Ayer a media tarde me llegó un mail – últimamente todas las malas noticias llegan por mail – que me informaba de la muerte de Sergio Algora. Y aunque en este diario se supone que cuento noticias alegres, creo que debo saltarme esa premisa para

recordar a alguien que, con su talento, me lo ha hecho pasar bien.
Gracias por “La mujer portuguesa”, por esos conciertos locos de El Niño Gusano en Apolo, por ese “El escarabajo más grande de Europa” que forma parte de la alineación titular de mi reproductor de mp3, por haber podido cantar tus canciones en los viajes en coche con María José, por “Casado con otra” y por el resto de luminosas canciones de La Costa Brava. Te echaremos de menos.
Desayunos en el patio de Graceland en compañía de María José, encierros de San Fermín televisados, sesiones de ejercicio físico de la mano de la Wii (que descubren músculos asociados a mi cuerpo hasta hoy desconocidos por mí), trabajo en Levi Pants (no hay horario de verano que valga, ni compasión, ni tregua) y cenas de nuevo en el patio para cerrar otra jornada igual a la anterior. Sobrevivo con la vista puesta en un objetivo que se acerca lenta pero inexorablemente.

Y “Pablo de Málaga” maravilla porque cada tema es una sorpresa, un descubrimiento, una muestra de talento desbocado. Lo escucho un poco más y, si encuentro las palabras, os lo intento explicar.
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