DIARIO DE UN OCIOSO
Miércoles, 11 de julio de 2018
Viernes. Cena en casa de Iola y David. La excusa es una
terraza reconvertida en un espacio nuevo que invita a alargar la cena – deliciosa
como siempre que Iola está tras los fogones -. Lo hacemos. Historias nuevas y
viejas, anécdotas de mucho miedo que nos hacen reír porqué acabaron bien,
chistes y alguna preocupación. Como siempre que nos vemos, se nos hace corto.
En algún momento ha dejado de sonar la música que nos llegaba – lejana – con olor
a verano. La nueva terraza pasa el examen con una nota alta, seguro que la disfrutarán
en muchas noches como esta.
Sábado. Cass, inmisericorde, no entiende de amos que trasnochan.
La saco a pasear dormido y con las últimas copas todavía en la cabeza.
Aprovecho para comprar el desayuno y el periódico que leeré hasta que María
José se despierte. La mañana desaparece y tenemos que correr para llegar al
Memorias de China donde hemos quedado con mi madre. Batiendo nuestro propio récord,
pasamos de la cama a la puerta del restaurante en poco más de media hora. Es 7
de julio, durante años una fiesta celebrada. Queda el recuerdo y no nos faltan
motivos para seguir celebrándola.
Volvemos a casa para sestear. En el Petit Format, en los jardines
de Can Sumarro, Gudar no nos convencen. Decidimos aprovechar para hacer un
picnic con Jordi R, Núria y Lena. Y después llega Lambchop y, sin despeinarse
(la gorra ayuda), nos regalan un concierto delicioso y totalmente recordable.
Volvemos a casa contentos. El fin de semana está saliendo intenso, pero muy
bueno.
Domingo. Hoy toca barbacoa en Graceland. Hay mucho que
preparar y la mañana pasa volando. Fermín, Alena, Juanjo, Vane y Berna harán de
conejillos de indias con la selección de carnes para parrilla de una carnicería
argentina. El resultado, acompañado de muchas risas, es bueno. Repetiremos
carnicería y compañía siempre que ellos quieran.
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