17 julio 2016

DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 17 de julio de 2016

Ha vuelto “el que grita”. “El que grita” es un vecino que, siempre por la noche y sin un horario fijo, rompe la noche con un grito. Suponemos – por el tono del grito – que se trata de un hombre, pero no lo podemos asegurar, podría ser “la que grita”. Lo que es inmutable es el número de gritos (uno o dos como mucho) y la capacidad pulmonar del emisor (constatable por el considerable volumen al que el grito es emitido). Naturalmente, su grito es mucho más evidente en verano ya que dormimos con la ventana abierta, pero no descartamos que su carácter no esté limitado por la estacionalidad.

Digo que “ha vuelto el que grita” debido a que el año pasado – y quizá el anterior – no escuchamos sus gritos nocturnos. No sabemos si sus gritos son de angustia o de alegría, si son el reflejo de una necesidad vital o si responden a una extraña liturgia religiosa desconocida por este barrio, podrían ser de dolor o de placer (lo que demostraría una regularidad amatoria notable del que grita), quizá son un ritual de saludo a la luna o un símbolo de locura… pero lo que es cierto es que los echábamos de menos y que siempre son acogidos con una sonrisa.

Y la vida sigue mientras se acercan las vacaciones a paso extremadamente lento. Pongo pausa a la semana con una comida en la Braseria Nicasio de Sant Boi con Toni y Oscar. Buenísima carne a la brasa, cervezas, muchas risas y “pablazo” notable de Toni. Lo dejamos con ganas de repetir. Poco más que destacar… el ritmo ha bajado mucho, quizá es el calor… pero quizá son las baterías bajas.

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