DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 29 de mayo de
2016
Domingo.
Incomprensiblemente, la nevera sigue vacía. Volvemos al Hotel Sant
Pol para desayunar pero antes cruzamos la calle para que Cass pasee
por la playa en un aperitivo de lo que nos gustaría que fueran
nuestras vacaciones de verano.
Tras el paseo, y ya
instalados en el que se ha convertido en una prolongación del
comedor de casa, leemos el periódico frente al mar. Pese a la lluvia
de la noche, ahora hace sol y la ubicación privilegiada se disfruta
aún más.
Somos animales de
costumbres, y tras el desayuno, volvemos a nuestra rutina habitual
(establecida ayer): siesta del carnero (también conocida como
“canóniga”). A mediodía quedamos con mi tía Lluisa, con Marta,
con Anna y con David para hacer el aperitivo. Terraza, sol y
cervecitas. También se apunta – aunque sólo un rato – Núria
que vive dos pisos arriba. No hay tiempo para más. Hora de recoger,
volver a casa y preparar la dura vuelta al trabajo (que seguro que
costará más que otros lunes). Ha sido un buen fin de semana... de
hecho ha sido estupendo. Gracias a todos los que lo habéis
compartido con nosotros.
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