DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 19 de junio de
2016
Sábado. Última jornada
del Sónar 2016. Las fuerzas están justas con lo que decido adoptar
una posición conservadora que me garantice llegar en condiciones a
la noche. Antes de que llegue la tormenta, aprovecho para hacer las
últimas fotos, las últimas cervezas y disfrutar del fantástico
ambiente. Sólo me paro en el escenario en el que actúa Yung Lean y
aunque su propuesta me parece floja, creo que su programación es
todo un acierto. Los festivales necesitan rejuvenecer su público
para no convertirse en un cementerio de elefantes (cada vez nos
acercamos más a eso) y artistas como Yung Lean hacen esa necesaria
función.
Y tras la tormenta y un
descanso en casa, vuelvo al Sónar noche para echar el resto. El
arranque de New Order me tienta pero consigo resistir sus cantos de
sirena para poder ver a Mura Masa. Me encanta, no ha sido un error.
También divertido resulta
el concierto de Santigold, está siendo una buena noche. A estas
alturas, no obstante,las fuerzas ya están muy justas. Acabo mi noche
– más pronto de lo esperado – en el SonarCar que Laurent Garnier
ha puesto patas arriba.
Hora de cortarse la
pulsera y hacer un balance que sólo puede ser positivo. El Sónar es
un festival imprescindible. He visto buenos conciertos, he
descubierto, he aprendido y lo he pasado bien. No se puede pedir
más... quizá más resistencia física.
Domingo. María José y yo
celebramos 26 años juntos. Lo hacemos en la playa, con amigos y sin
el curso de paddle surf que habíamos planeado. No es una celebración
especialmente romántica pero a los dos nos gusta. Ahora ¡a por 26
más!
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