21 junio 2016

DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 19 de junio de 2016

Sábado. Última jornada del Sónar 2016. Las fuerzas están justas con lo que decido adoptar una posición conservadora que me garantice llegar en condiciones a la noche. Antes de que llegue la tormenta, aprovecho para hacer las últimas fotos, las últimas cervezas y disfrutar del fantástico ambiente. Sólo me paro en el escenario en el que actúa Yung Lean y aunque su propuesta me parece floja, creo que su programación es todo un acierto. Los festivales necesitan rejuvenecer su público para no convertirse en un cementerio de elefantes (cada vez nos acercamos más a eso) y artistas como Yung Lean hacen esa necesaria función.


Y tras la tormenta y un descanso en casa, vuelvo al Sónar noche para echar el resto. El arranque de New Order me tienta pero consigo resistir sus cantos de sirena para poder ver a Mura Masa. Me encanta, no ha sido un error.

También divertido resulta el concierto de Santigold, está siendo una buena noche. A estas alturas, no obstante,las fuerzas ya están muy justas. Acabo mi noche – más pronto de lo esperado – en el SonarCar que Laurent Garnier ha puesto patas arriba.


Hora de cortarse la pulsera y hacer un balance que sólo puede ser positivo. El Sónar es un festival imprescindible. He visto buenos conciertos, he descubierto, he aprendido y lo he pasado bien. No se puede pedir más... quizá más resistencia física.


Domingo. María José y yo celebramos 26 años juntos. Lo hacemos en la playa, con amigos y sin el curso de paddle surf que habíamos planeado. No es una celebración especialmente romántica pero a los dos nos gusta. Ahora ¡a por 26 más!

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