30 mayo 2015

DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 30 de mayo de 2015

Primavera Sound. Viernes

Rocío Márquez sube al escenario del Auditori del Forum acompañada de Pepe Habichuela y nos regalan pasión y maestría en un recital de buen flamenco. Es un buen principio… pero entonces hay un cambio de tercio y Pepe Habichuela se va al banquillo entre ovaciones dejando su puesto a Refree que llega acompañado de bajo, batería y dos coristas-músicas. Y juntos la lían con la complicidad del Niño de Elche en los últimos temas. El flamenco es tradición… pero por suerte también es innovación y Rocío Márquez se sitúa en el camino de los grandes con un flamenco valiente. Sin duda nos ofrecen uno de los conciertos del festival. Quizá el más emotivo, el más intenso... un grandísimo regalo. ¡Muchas gracias! Salgo con la sensación de que, a partir de ahora… todo lo que vea sonará trivial.


Cerveza en mano y, en compañía de Jordi P., paseamos por escenarios que – bajo el sol – empiezan a despertar. Un poquito de Disappears, un apunte de The KVB, una miajita de Ex Hex… y una intensa pero breve actuación de Opatov en el escenario Ray-Ban Unplugged que se confirma un año más como una buena fuente de conciertos grandes en formato pequeño.


Cita con Mercromina. Nunca los había visto pese a que siempre me gustaron y su actuación me sorprendió por su intensidad. El ejercicio nostálgico – siempre apetecible – tuvo, de regalo, un gran concierto (visto, además, en unas condiciones excelentes tanto sonoras como de confort).


Al salir me encuentro con María José. La actuación de Tobias Jesso Jr. resulta un verdadero fracaso por culpa de una sonorización deficiente que permite que incluso muy cerca del escenario se escuche más la música de escenarios vecinos. Ante estas condiciones, renunciamos a un concierto que nos apetecía mucho y nos vamos a cenar algo (los libritos festivaleros ya han llegado un año más).

Vuelta a la carga. Un minibús (las fuerzas empiezan a estar justas) nos acerca al escenario donde Damien Rice acaba de empezar su actuación. Sólo, guitarra en ristre y perdido en un escenario gigantesco, Damien Rice consigue congregar todas las miradas y triunfa en un concierto donde el folk se mezcla con otros estilos. Para mí, uno de los descubrimientos del festival.

Llego muy justo de fuerzas al conciertazo de Sleater-Kinney. El parón, lejos de lastrar su contundencia, parece haberlas mejorado y, tanto por actitud como por trabajo de preparación, ofrecen uno de esos conciertos que serán recordados. El fondo de escenario, sencillo pero tremendamente creativo, me encanta.


Volvemos a casa. Ha sido una gran jornada. Todavía queda más.

No hay comentarios: