28 enero 2014

DIARIO DE UN OCIOSO
Lunes, 27 de enero de 2014

Soy de los que tuvieron la suerte de pasar los veranos de la infancia en un mismo lugar. Eran meses intensos en los que compartíamos todo con un puñado de amigos mientras éramos supervisados por un grupo de adultos que eran conocidos con el nombre genérico de “los padres”.  Ese paisaje de la infancia era para mi S’Agaró. El de María José era Blanes.

Tanto María José como yo seguimos manteniendo el contacto con esos amigos de la infancia pero, en la mayoría de los casos, el contacto con sus familias se ha perdido. Por eso María José decidió reunir en casa a los amigos de esos veranos de la infancia y – sobretodo – a sus padres. Graceland se convirtió en un pedazo de Blanes 30 años después. Y fue divertido y estuvieron todos muy contentos (y entre fotos, recuerdos y anécdotas divertidas, los 19 lo pasamos bien).

Domingo. En una extraña tradición que estamos intentando crear entre todos, celebramos una comida familiar post-navideña en el Restaurante Agua. Hacía tiempo que no salíamos a comer todos juntos y – aunque el motivo principal del encuentro ha quedado aplazado – lo pasamos bien.

Al acabar toca teatro en el TNC. Vemos Fum de Josep Maria Miró. Fum es una obra que nos pone delante de un espejo hablando de imposturas, cortinas de humo y engaños ajenos y propios. Excelente la planificación en escenas, la dirección y el trabajo de los cuatro actores (sobre todo una sutil Carme Elías que hace de detonante del conflicto para después diluirse). Gran texto, “teatro del bueno”


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