DIARIO DE UN OCIOSO
Viernes, 24 de mayo de 2013
Jueves. Primavera Sound. Llego al recinto del festival justo
para ver el retorno de El Inquilino Comunista. Han pasado 20 años, pero siguen
sonando bien. Público nacional y de cierta edad, nostalgia.
Los festivales, el Primavera, son generadores de felicidad: Revisar el programa y decidir la siguiente
apuesta. Acertar. Equivocarse. Pagar cerveza a precio de oro y no pensar
demasiado. Mirar y puntuar looks – buscando más el humor que la estética -.
Buscar a los amigos, perderlos y volverlos a encontrar. Encontrarte a conocidos
y saludados. Ver el arranque del concierto de Poolside. Aburrirse y dejarlo.
Disfrutar como un enano con el concierto de Neko Case. Echar de menos a María
José que se lo hubiera pasado genial escuchándola. Perderse a Wild Nothing, Tame
Impala y Degreaser, pero disfrutar de Manel, rodeado de público local que
destila felicidad y que corea las canciones y de guiris que no entienden nada
pero que dejan contagiarse de la alegría colectiva. Hacer fotos. Colgarlas en
instagram. Empezar a ver a Dinosaur Jr y cambiarlo por un acústico brutal de
Degreaser. Seguir bebiendo cerveza y acompañarla de un tristísimo choripán. Buscar a Jordi P. – que se ha quedado sin
batería - entre la multitud que disfruta de The Postal Service mientras él
disfruta de un acústico de The Bots. Coger un Mini para ir de punta a punta del
recinto del festival. Descubrir a Sean Nicholas Savage y reir mucho con Killer
Mike. Rematar el día viendo a Grizzly Bear. Renunciar a Phoenix, Simian Mobile
Disco, Animal Collective y John Talabot. Reír mucho. Volver a casa en un bus nocturno
abarrotado que, en un recorrido kafkiano, se pasea por toda la ciudad. Desear
que llegue mañana revisando el programa y empezando a hacer planes.
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