30 junio 2011

DIARIO DE UN OCIOSO
Jueves, 30 de junio de 2011

Martes. En el Hotel Internacional asisto a la presentación de “La Rambla -  Barcelona”, el libro publicado por el Ayuntamiento de Barcelona y Triangle Postals. Aunque suene extraño no hay una bibliografía demasiado extensa sobre el paseo más conocido de Barcelona. Por eso es una muy buena noticia la aparición de este libro, con texto de Daniel Venteo e impresionantes fotos Pere Vivas y Ricard Pla. La edición es, como suelen serlo siempre las de esta editorial, impecable y el resultado es un libro que puede convertirse en uno de los mejores embajadores de La Rambla.

Son días de cambio en el gobierno de la ciudad y, en el mismo acto, puedo despedirme de compañeros de viaje que me han facilitado el trabajo durante estos últimos meses, y saludar a los que espero que lo hagan a partir de ahora. Es extraño y agridulce.

Tras acabar con la primera temporada de Juego de Tronos (muy recomendable) y, dando un giro radical, estamos disfrutando mucho de la – corta – primera temporada de Downtown Abbey.

Miércoles. En el Teatre Poliorama, y con María José, asistimos al estreno de “Todos eran mis hijos”. Claudio Tolcachir dirige su propia adaptación – con una reducción de “metraje” considerable – de la obra de Arthur Miller. Una historia que arranca costumbrista y desemboca en drama, un ritmo dramático que no decae y unas sensacionales interpretaciones, me hicieron disfrutar de una buena noche de teatro. No siempre tenemos la oportunidad de ver a actores que habitualmente trabajan más en Madrid y siempre es una suerte poder ver como se trabaja en otras latitudes. Gloria Muñoz y Carlos Hipólito están impresionantes. También me gustaron mucho Manuela Velasco y Fran Perea. Los secundarios, correctos, no destacan demasiado debido quizá a las limitaciones de su papel. El texto de Arthur Miller, retocado  - ¿Recortado? - con preciosismo por la mano de Tolcachir, es de plena actualidad y actúa como espejo en el que todos nos podemos ver reflejados.

Lo malo de crear expectativas sobre cualquier obra es que, en ocasiones, se eleva el nivel de exigencia del espectador. Jordi P. lo hizo con “L’any de la plaga”, la novela de Marc Pastor que he acabado de leer. Jordi me elevó tanto el nivel de expectativas que, pese a que la he leído con gusto, no la he disfrutado tanto como esperaba. “L’any de la plaga” es una correcta novela de género (de ciencia ficción con toques apocalípticos). Se lee fácil y deja buen sabor en boca. Pero, para mi gusto, se le ven las costuras en demasiadas ocasiones (personajes construidos con retazos, referencias culturales – muchas también son las mías – puestas con calzador, deudas que, pese a ser reconocidas por el autor, resultan demasiado obvias...). Ojo... pese a todo lo que diga, “L’any de la plaga” puede resultar adictiva y ser una lectura ideal para este verano.

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