12 febrero 2011

DIARIO DE UN OCIOSO
Miércoles, 9 de febrero de 2011


En su “jardín de las delicias”, Hyeronymus Bosch, retrata el infierno como un lugar caótico, sombrío y opresivo en el que los cuerpos, amenazados por el fuego y el dolor, se amontonan y se retuercen. El cuadro de El Bosco me gusta mucho y, siempre que voy a Madrid, intento escaparme para volverlo a disfrutar. Pero la próxima vez que lo vea, lo miraré con ojos distintos ya que he estado en el infierno y no tiene nada que ver con el panel derecho de “El Jardín de las Delicias”. El infierno es un espacio enorme, bien iluminado, enmoquetado y lleno de mesas y sillas. El infierno es un Bingo en el que intentas llevarte el tenedor (con parte del menú de 3’95 euros que has pedido) a la boca mientras con la otra mano intentas tachar un número. El infierno es un Bingo en el que las partidas se suceden a un ritmo infernal. El infierno es el Bingo (un juego idiota en el que sólo interviene el azar, pero que te ata a un bolígrafo como penitencia ante la posibilidad remota de obtener un premio). El infierno es un lugar donde si ríes con los amigos, te chistan desde la mesa más cercana. El infierno es una sala enorme donde las conversaciones quedan siempre interrumpidas. Yo estuve el martes por la noche en el infierno (era mi primera y, por poco que pueda, última visita a un establecimiento de estas características) y los que me mandaron a él tienen nombre: se llaman Marta, Joan María, María José, Albert y Esther. Ellos son los culpables.

Mi pasión por el picante es cada vez más conocida y por eso Albert y Marta me han traído, de su viaje de trabajo a la India, este preparado para hacer un plato de pollo. Lo prepararé pronto ¿Algún voluntario para acompañarme?



Acabamos la noche en el The End. Creo que la desaparición del humo en los bares es una buena noticia pero pienso que los propietarios de locales ahora tienen que ponerse las pilas y hacer algo con los olores. Los olores que enmascaraba el omnipresente hasta ahora tabaco, han aparecido con fuerza... y es muy desagradable.

Pero, por suerte, no todo es negativo. He leído La Sombra del Águila, un relato breve de Arturo Pérez-Reverte que me ha hecho reír. Es posible mezclar historia militar y humor y Pérez-Reverte lo hace con gracia en esta breve novela que se lee en un pis-pas.

1 comentario:

MJ dijo...

La noche de bingueros fue estupenda. La cena mediocre, no ganamos nada pero... ¿y los champús de regalo?, ¿y el mister proper?. Essaaaaagerao. ¡¡COLUMNA!!