15 febrero 2011

DIARIO DE UN OCIOSO
Martes, 15 de febrero de 2011


Siento no escribir con más regularidad. Lo intento, creedme, pero no lo consigo. Y así, debido a esta mezcla de poco tiempo, pereza (de la congénita y de la adquirida) y rutina (de la buena), las crónicas se van acumulando en mi cabeza... pero no aparecen por aquí. Hay algunas de buenas... que lástima que esas sean las que acabo por no escribir.

El sábado pasado desconvocamos nuestro habitual aperitivo pero no renunciamos a él. Hacía sol y convencimos a Mariona – no hizo falta demasiada presión – para preparar un aperitivo improvisado en su terraza. Por la noche fueron Jordi P. y María los que nos acogieron en su casa con una fantástica cena japonesa. El domingo, cansados, decidimos renunciar a varias – y apetitosas – ofertas y nos quedamos en casa para recuperar las fuerzas que nos van a impulsar durante esta semana.


El Pequeño Christian”, de Blutch, es un cómic lleno de referencias a la infancia de los que ya tenemos una edad. Y esa es una de las razones por las que me ha encantado. Allí está todo: el patio del colegio, Tintín, las niñas, Asterix, las películas de vaqueros, los cómics, las revistas del barbero, Los Ángeles de Charlie, el primer amor... un recorrido nostálgico por esos años – largos, eternos – en los que crecemos no sólo físicamente y por todas esas experiencias que nos acompañan en este crecimiento. No sé como lo vivirán los que no vivieron esos años – Blutch nació un año antes que yo -, pero para los que compartimos experiencias similares – con las diferencias que marca vivir en un país distinto – “El Pequeño Christian” es un paseo por nuestra pérdida de la inocencia hecho con nostalgia, con sinceridad y con cariño. Muy recomendable.

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