29 enero 2011

DIARIO DE UN OCIOSO
Viernes, 29 de enero de 2011


A veces las pequeñas victorias dejan un regusto amargo. Crees que avanzas, pero te queda la sensación de que realmente has dado un paso atrás. Has conseguido algo bueno, pero no quedas satisfecho y te queda una sensación de tristeza y decepción. Nada que una llamada de teléfono no pueda arreglar.

Por suerte siempre hay otras cosas con las que disfrutar y sonreír. Ayer volvió María José de su exilio castellonense y en una cena casera – sin las velas y el glamour que merecía el reencuentro – nos pusimos al día después de estos días de separación forzosa.


Llevo un par de semanas inmerso en la vida de Roger Casement de la mano de “El sueño del celta” de Mario Vargas Llosa. El último premio Nóbel de literatura realiza un fascinante relato biográfico de uno de los personajes del siglo XX. Olvidado por la historiografía de los vencedores, Roger Casement fue un abanderado de la lucha contra el colonialismo y los abusos cometidos contra los indígenas colonizados. Su viaje al Congo Belga tras los horrores de las compañías caucheras inspiró el “Corazón de las Tinieblas” de Conrad. Su viaje a otro infierno - esta vez en la Amazonía peruana – y su compromiso con la causa independentista irlandesa son los otros ejes en los que pivota el relato de Vargas Llosa que, en “El sueño del celta” elabora un claroscuro de un personaje con más luces que sombras, perseguido por el mismo horror que nos dejó Kurtz en sus últimas palabras. “El sueño del celta” es un libro grandioso. Bien documentado, bien estructurado, interesante... quizá demasiado sobrio. Puestos a buscarle algún pero, yo he echado de menos la maestría formal – esos adornos, innecesarios pero agradecidos - que siempre me ha fascinado en las mejores novelas de Vargas Llosa.

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