12 noviembre 2010

DIARIO DE UN OCIOSO
Viernes, 12 de noviembre de 2010


Miércoles. Primera bajada al subsuelo de Barcelona de la semana. Anna me explica la historia del negocio familiar y luego me enseña un viejo pasadizo – lleno de desniveles, rampas y estrecheces – que lleva desde la Rambla hasta una cercana plaza. El viaje a las tripas de la ciudad siempre es fascinante... pasadizos ocultos, viejas historias, fantasías infantiles hechas con tesoros y extraños acontecimientos... la imaginación se desborda superando la – casi seguro – anodina historia real.

Jueves. Segunda bajada al subsuelo. Nuestra cita tiene algo de clandestino: “a dos quarts t’obriré la porta” me ha dicho el señor Francesc – que siempre se presenta utilizando sólo el apellido -.

Y, a la hora prevista, la puerta (grande, pesada, maciza) se abre y el señor Francesc – ropa sucia, ojos que intentan acostumbrarse a la explosión de luz que hay en la superficie – me tiende la mano disculpándose por la suciedad que la cubre casi tan completamente como lo hace con su ropa. Tras los saludos, mi guía cierra la puerta devolviendo el polvoriento vestíbulo a su habitual oscuridad.

Lo sigo por una sucia escalera – la puerta se cerro hace casi un año y nadie se ha molestado en limpiar desde entonces – hasta las entrañas de la tierra. Allí me encuentro con un taller – ahora lleno de trastos, herramientas y pinturas – que en unos días será sala de exposiciones. Al ritmo que marca un pequeño transistor que a duras penas consigue captar una señal estable de la superficie, el señor Francesc, acompañado hoy por un par de compañeros, trabaja desde hace meses cortando, pintando, lijando, pegando... para construir pequeños paisajes, ilusiones a escala de un realismo impactante.

Francesc, Lluís (padre de un amigo como descubriré poco después) y Agustí, convierten horas de trabajo, años de práctica, habilidades artesanales sin límite, muchísima ilusión y unos conocimientos enciclopédicos sobre su afición, en belenes de gran belleza. Cuando me hablan de su afición se les iluminan los ojos y se entristecen cuando me cuentan la indiferencia que reciben a cambio de los cientos de horas de trabajo que invierten en cada uno de los dioramas.

Me despido de ellos y subo a la superficie con la convicción de que – aunque ellos me han afirmado lo contrario –, cuando cerraron la puerta hace ya casi un año, se los dejaron dentro para que empezaran a construir la exposición de este año. Se cierra la puerta a mis espaldas y ellos se quedan cortando, pintando, midiendo, mezclando pinturas, sonriendo con cada pequeño logro y convirtiendo lo que hoy todavía es un sucio taller en una sala de exposiciones con los mejores belenes de la ciudad. Los podéis visitar en la Parròquia de la Mare de Déu de Betlem (La Rambla, Barcelona) a partir del día 25 y hasta febrero del 2011.

Viernes. Asisto a una interesante conferencia de Joaquin Lorente en la Llotja de Mar de Barcelona. Al final, el tiempo se le echa encima al conferenciante que tiene que rematar la última parte de la faena con una tarea de aliño que resta brillo al conjunto. Lástima. Jamás leeré su libro (“Pensar es gratis”) ya que me temo que está más cerca de la autoayuda que de la creación... pero la conferencia me ha entretenido.

Una extrañísima reunión (rara, rara, rara...) ha puesto punto y final a mi semana laboral. En casa me esperan María José, Cass, la cuarta temporada de Dexter y una pizza de salmón y queso de cabra. Ha empezado el fin de semana

No hay comentarios: