20 noviembre 2010

DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 20 de noviembre de 2010


Las semanas pasan veloces. Hace una semana me sentaba aquí para elaborar una crónica forzada y urgente de mi, poco ociosa lo reconozco, semana y siete días después me vuelvo a encontrar en el mismo punto.

He acabado “Acción de Gracias” de Richard Ford y me he despedido, con cierta tristeza, de un Frank Bascombe al que sólo he acompañado durante ocho o nueve días de su vida, pero con la impresión de conocerlo de siempre. También he acabado la sobrevalorada “Aurora Boreal” de Asa Larsson. Es una correcta novela negra pero está a años luz de Mankell con el que en ocasiones se le ha comparado. He completado el mapa de mis lecturas con “Ramblejar” de Silvia Soler, Silvia Mateu y Mercè Alcocer, un correcto libro sobre La Rambla de Barcelona que, sin añadirme muchos conocimientos, me ha entretenido y me ha permitido recordar detalles olvidados.

Lecturas aparte, he tenido poco tiempo para el ocio. Series (Sons of Anarchy, Dexter y Curb Your Entusiasm), una cena familiar para celebrar el cumpleaños de mi tía Lluisa, un concierto raro y poco más.

Y del concierto raro tengo que hablar un poco. El cartel no podía ser mejor: Sr Chinarro, La Bien Querida y La Estrella de David. Siempre he sido un fan irredento de la música de Antonio Luque y David Rodríguez, por eso tenerlos juntos en un formato que se intuía cercano prometía una noche llena de buenos momentos. Conocer a uno de los organizadores del evento nos dio un poco de ventaja a la hora de entrar (no sabíamos que el aforo era limitado y ayer estaba todo lleno). Ambiente de café concierto, bebidas asequibles, gente con ganas de pasarlo bien... todo perfecto. Sale primero Antonio Luque (es raro hablar de Sr. Chinarro cuando está el sólo en el escenario) y nos regala dos canciones en formato acústico. Vamos muy bien.
Pero entonces todo se tuerce, un “moderador” se empeña en que los músicos hablen sobre los derechos... salva la papeleta un Antonio Luque inspirado y gracioso que consigue que el tostón sea menos... pero todos tenemos ganas de música. Al final dos breves sesiones acústicas de Ana y David cantando un par de temas de sus grupos nos recuerdan para lo que hemos venido.
Para disfrutar de dos nuevos temas tienes que soportar, como penitencia, una nueva sesión de forzada tertulia. Aguantamos tres, al cuarto nos vamos (perdiéndonos quizá lo mejor del concierto y, como mínimo, una nueva actuación de Antonio Luque).
Lástima. Mezclar churras con merinas no suele salir bien. Es loable intentar nuevos formatos y creo que, cuando sólo se habla de música, estos conciertos “hablados” funcionan muy bien... pero forzar temas creo que no funciona.
Nos llevamos seis buenas canciones, un ratito agradable y una cena en un restaurante chino cercano que resultó mucho mejor de lo esperado (fuimos los únicos clientes de la noche).

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