08 octubre 2010

DIARIO DE UN OCIOSO
Viernes, 08 de octubre de 2010


Cada año, los aficionados a la literatura esperamos el veredicto de los Nóbel con la esperanza de que el premio recompense, a alguno de nuestros autores favoritos, por los buenos momentos que nos ha hecho pasar. Normalmente la decepción acompaña al veredicto. Nombres como Muller, Jelinek, Ketesz, Xingjian, Szymborska o Heaney son prácticamente desconocidos para la mayoría de nosotros y su elección nos deja una sensación extraña que, en el mejor de los casos, nos descubrirá un universo nuevo (tengo que confesar que no es mi caso con ninguno de los autores citados quizá por falta de tiempo, quizá por falta de oportunidad).

La elección de Mario Vargas Llosa me parece una excelente noticia. Sus libros, valientes, innovadores, trabajados, lúcidos, brillantes... me han hecho pasar muy buenos ratos y me han hecho comprender mejor el mundo. Entre mis favoritos están “La fiesta del Chivo”, “La Casa Verde” y “Conversación en la Catedral”, pero he leído la mitad de sus ficciones y, por suerte, aún me quedan muchas por disfrutar. Y aunque el personaje, algo estirado, algo escorado a la derecha ultimamente, no siempre me resulte simpático, el escritor me parece merecedor de este y de todos los premios literarios que le quieran conceder.

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